Guión: Gregg Hurwitz
Dibujo: Szymon Kudranski
Color: John Kalisz
Edición original: DC Comics
Edición España: ECC Ediciones
Contiene: Penguin: Pain and prejudice #1-5
Formato: Cartoné, 120 páginas
Precio: 13,95 €
Que la amplitud, variedad y colorido de la llamada galería de villanos de Batman es de las importantes del mundo del cómic es algo que a nadie se le escapa. No en vano suele decirse aquello de que un héroe es tan grande como lo sean las amenazas a las que se enfrenta, y al murciélago nunca le han faltado amenazas que estén a su altura. Además, las múltiples interpretaciones del personaje en diversos medios han conseguido que muchos de estos villanos sean más reconocibles entre el gran público que la mayoría de superhéroes de segunda fila (y algunos de la primera). Villanos en muchos casos tan arquetípicos como el propio Bruce Wayne y con experiencias pasadas tan traumáticas o más como las de aquel. Pero no todas las mentes están preparadas para soportar según que procesos y seguir viviendo bajo las estrictas reglas de la sociedad actual y así, ya sabemos cómo acabaron muchos de ellos. Aunque también hay que destacar que pese a que la premisa de cada uno de estos enemigos, dada la gran cantidad existente, siempre se echa de menos explorar en mayor profundidad a alguno en concreto. Y en ese grupo entraba claramente Oswald Cobblepot, alias el Pingüino, desde hacía ya demasiados años. Como le pasa a todas las creaciones con décadas de historia bajo sus pies (7, en el caso del Pingüino), necesitan reconvertirse, reformarse y reinventarse cada cierto tiempo si no quieren acabar en el olvido. Y parece que eso es lo que quería conseguir DC Comics para con este personaje con la llegada de los Nuevos 52, en lo que fue toda una sorpresa. Que dos meses después de relanzar todo su Universo la editorial apostara por tan curiosa elección para una de las muy escasas miniseries que han salido desde entonces fue toda una apuesta. Una apuesta ganada gracias al buen hacer del guionista Gregg Hurwitz y del artista Szymon Kudranski.
Ambos autores tenían por delante una labor nada fácil, cambiar la dinámica en la que había entrado el Pingüino desde hacía tiempo que le había convertido en poco más que un cliché demasiado usado. Y si no, decidme si os suena esta escena. Batman entra como elefante en cacharrería en el Iceberg Lounge. Está muy enfadado. Se abre camino entre al menos una docena de gorilas que acaban muy magullados. Batman llega hasta el Pingüino. Le coge de las solapas y con los dientes apretados le dice “Oswald. Dime todo lo que sepas de X”. X puede ser un sospechoso, un robo o un asesinato. El Pingüino al principio se niega, pero tras la amenaza de Batman de “haré tu vida imposible” cede y acaba por contárselo todo. El murciélago sigue la pista y el mafioso vuelve a sus negocios. Esta escena se había repetido tanto y tanto durante los últimos años que había que hacer algo al respecto para que los lectores al menos creamos que ese señor bajito es alguien peligroso y no sólo un delincuente del tres al cuarto que canta en cuanto se le presiona un poco. Y en esas llegó Gregg Hurwitz, novelista de amplio recorrido y guionista de la competencia en etapas interesantes dentro de Moon Knight o Punisher MAX. Por la naturaleza de sus guiones anteriores estaba claro hacia donde quería llevar Hurwitz al Pingüino, hacia la oscuridad más insondable. Algo que no resulta del todo extraño en el personaje, ya que también fue la apuesta de Tim Burton en Batman Returns (1992), aunque aquella visión era más tétrica e inquietante que la vemos en esta miniserie. Porque si algo hace bien el guionista de Dolor y prejuicio es que explora el pasado y el presente de Oswald sin tener que eliminar nada (o muy poco) de su pasado y encajándolo perfectamente con las bases de la personalidad del Pingüino que todos conocemos.
Lo que nos muestra Hurwitz es un mafioso sin escrúpulos que es muy capaz de hacer añicos la vida de alguien sólo porque le haya mirado mal; pero a su vez también es capaz de sentir amor (o lo más parecido que pueda encontrarse) por su madre y por una mujer ciega a la que conoce en el transcurso de la historia. Es decir, como cualquier ser humano. Porque hasta los monstruos más horribles son capaces de amar y de llevar una vida corriente de puertas para adentro, como nos demuestra la Historia. Ahí radica el mayor mérito de esta mini-serie, en que aleja a su protagonista de su versión más icónica y deshumanizada y nos muestra a una persona de carne y hueso. Con una mente retorcida, traumatizada y enfermiza, sí; pero humana al fin y al cabo. Un trabajo de caracterización que gustó tanto a los editores de DC Comics que no tardaron en concederlo el puesto de guionista de Batman: The Dark Knight, donde rápidamente sus guiones despuntaron en contraposición con el trabajo que venían haciendo el dibujante David Finch, el malogrado Paul Jenkins y otros. En su serie vendrá a repetir el la fórmula de la obra que hoy nos atañe, utilizando a villano clásico de Batman en cada arco argumental explorando su pasado y sus motivos para hacer lo que hace. Si en su primera historia el protagonista fue el Espantapájaros, en la segunda (ya con Ethan Van Sciver a los lápices) será el Sombrerero Loco.
Y para llevar al papel esa visión que Hurwitz tenía del personaje, la elección del polaco Szymon Kudranski se ve como una opción lógica y acertada. Curtido en la oscuridad de Spawn, serie de la que lleva siendo dibujante dos años y con experiencia también en labores de guionista (ahí está por ejemplo Repulse, un interesante thriller de ciencia-ficción), Kudranski ya contaba también en su curriculum con algunas entregas de la serie Batman: Streets of Gotham de Paul Dini. El estilo cinematográfico que le dan los desenfoques del fondo de la viñeta y los planos usados proporcionan a la obra ese último toque que le faltaba para convertir al Pingüino en alguien a quién no te gustaría conocer. Y aunque bien es cierto que en ocasiones el dibujo de Kudranski, como pudo ocurrir en ciertos pasajes de los complementos que realizó en el Detective Comics de Tony Daniel, puede llegar a ser tan oscuro que sean indistinguibles las formas, no es el caso de Pingüino: Dolor y prejuicio, donde sabe encontrar un equilibrio bastante adecuado.
El tomo de ECC Ediciones viene salpicado por diversos artículos de nuestro compañero Enrique Ríos: biografías tanto del personaje como de los autores y un interesante artículo titulado “Batman y la novela negra” que habla del frecuente trasvase entre guionistas y novelistas del género negro a los cómics de Batman y viceversa. El tomo americano original incluía, aparte de la miniserie de Gregg Hurwitz el interesante Joker’s Asylum: Penguin de Jason Aaron y Jason Pearson (2008). La no inclusión en el tomo de ECC resulta del todo lógica dado que ya se hizo en el Enemigos Mortales que apareció este verano, y que incluía todos los números autoconclusivos de la iniciativa Joker’s Asylum. Aunque hay que decir que su lectura es bastante reveladora en cuanto al contenido de Dolor y Prejuicio, ya que vemos que Hurwitz sigue los pasos que ya marcó Aaron hace unos años tomando prestadas ciertas líneas argumentales. Evidentemente, el desarrollo de las mismas durante cinco números les sienta bastante mejor, pero quizá adolezca de la creatividad que habríamos pensado en un principio. Esta miniserie, por tanto no es especialmente sobresaliente, pero sí es prácticamente lo mejor que se haya hecho con el Pingüino. Siempre resulta complicado sacarle jugo a personajes que arrastran tantos clichés y tantos años de historia, y Huurwitz lo consigue de una forma muy meritoria.
Para mí una compra asegurada desde que empecé a leerlo hará un año ya. No me declaraba ni fan ni detractor del Pingüino, pero esta miniserie definitivamente inclinó la balanza hacia lo primero y sin duda el trabajo de Kudranski ayuda mucho.
Me ha gustado mucho el trabajo de Hurwitz que llevo leído en Batman: The Dark Knight, y me gustó el que vi aquí pero me gustaría que ampliaras, aunque sea en spoiler, qué se supone que ha tomado de Aaron, para saber si se me cae el castillo de naipes o no.
Por otro lado tengo otra consulta sobre la edición española: ¿han corregido el hecho de que algunos de los «cartelitos» e incripciones que aparecían en la edición original parecían un pastiche, pegados sobre dibujos de Kudranski con cutre-photoshop? Es una práctica que he visto en ambas editoriales y, a mi juicio, afea y mucho el resultado final, que al menos a mí me saca un poco de la historia.
Te cuento Reverend.
En cuanto a lo que comentas de las inscripciones, sólo recuerdo que pasara en las tumbas y sí quedaba un poco cutre. Si así lo hicieron en la versión americana, será difícil que quede mejor en la edición española. Eso tendría que haber sido trabajo del dibujante, pero bueno, es un hecho bastante aislado. No te lo puedo confirmar porque del tomo de ECC sólo conozco los datos que aporto, ya que yo tengo el americano.
En cuanto a la relación con el número de Jason Aaron, te cuento en spoilers. Me gusta reseñar sin contar mucho de la obra, por eso no lo pude contar dentro. Las coincidencias son:
– El acoso que sufría de pequeño, y lo pronto que despunta su instinto asesino.
– También conoce a una mujer a la que le ofrece todo tipo de lujos y a la que mima en extremo. Hasta que ésta se da cuenta de cómo es en realidad y las cosas acaban mal.
– El modus operandi de el Pingüino de destruir a las personas. En el número de Aaron, sólo porque se ríe un cocinero y le interrumpe algo que estaba haciendo, Oswald despedaza cada elemento de su vida hasta que éste acaba suicidándose.
Como verás, para un sólo número de Aaron las coincidencias son muchas. Eso sí, a hay algunas otras cosas originales en la mini de Hurwitz que definen perfectamente al personaje, como la relación con su madre.
…hay algunas otras cosas originales en la mini de Hurwitz que definen perfectamente al personaje, como la relación con su madre.
Meenos mal, porque si bien todo lo anterior podía imaginármelo según tu descripción de más arriba, lo de la madre (*) era un factor importante. Esa bola de nieve, ese todo…
(*) Le da una nueva dimensión a su relación con las mujeres, más en busca de aprobación y falsa sensación de protección que de amor. El amor maternal llevado al extremo por la imposibilidad de alcanzarlo en realidad. Me encanta.
En cualquier caso, muchísimas gracias, tanto por la reseña como por la pronta respuesta 😛
Siempre he pensado que el Pingüino debería ser una «gran amenaza» tipo Kingping, pero visto por David Lynch: enano, deforme y traumado.
Me lo pillaré cuando tenga pasta. Aún tengo muchos cómics en mi lista.
Yo me lo compraré sí o sí, porque tengo especial debilidad por los villanos de Batman en general y por los más grotescos, como este pinguino, en particular. Sin embargo, leída la reseña, sólo me cabe hacer un apunte; si hay algo tan típico como que batman entre en el club iceberg para conseguir información, es que el pinguino se enamore de alguien y así se muestre su lado humano y tal. Sin ir más lejos, en el tomo de ARKHAM ASILUM de este mismo año hay una magnífica historia de 20 páginas del autor de SCALPED sobre ello. Así que supongo que la labor de los autores será igualmente magnífica, pero en ese aspecto pues muy originales…
Por cierto; para mí, la mejor visión del pingüino fue la mostrada en TIERRA DE NADIE, lástima que no profundizaran mucho en ello…
Spirit, precisamente esa es la historia de Jason Aaron que comento en el último párrafo. Pero como comentaba con Reverend, también hay otros aspectos de la mini que son destacables y sí sin originales.
Eso si, lo que demuestra Kudranski es que su dibujo es mucho más adecuado para una historia de este calado, que el que salía en Joker’s Asylum.
Y si, el Pingüino en Tierra de Nadie molaba, pero en gran parte de debía al entorno en que se vivía en Gotham.
Le tengo muchas ganas, en especial por el dibujo de Kudranski