La editorial
A partir de ese momento, Okazaki da rienda suelta a su estilo, que se esfuerza en representar con fidelidad e irreverencia, criticando pero sin darle aparente importancia, una sociedad cínica, decadente y sin valores que proyecta todas sus inseguridades en las mujeres. Obras como
Okazaki es una autora muy valiente y también muy talentosa, y es capaz de utilizar temas bastante controversiales como la prostitución, las drogas, la violación, los asesinatos, el fracaso o la depresión sin que sean un cebo para el morbo y la atracción de lectores, sino como elementos vivos dentro de sus obras y de su espíritu tremendamente crítico con una sociedad podrida e hipócrita que no quiere aceptar cómo es en realidad. Es una mangaka muy recomendable por ello, como ya dije antes, pionera en un género muy centrado en la mujer en una sociedad en ocasiones tan misógina como la japonesa, y además creadora y precursora en la utilización de ciertos tipos de personajes o ambientes, como puede ser el de las
Dejando de lado a su creadora, y centrándonos en Pink, vemos que es un manga que contiene todas las características de ese estilo tan personal y reconocible de Okazaki. Pink es publicada por la editorial
Okazaki destaca sobre todo por su manera de encarar el relato, intentando hacer una narración real y veraz, que ponga de manifiesto todas las cosas que ella cree que están mal en la sociedad y que golpee una vez tras otra el cinismo de la sociedad. La autora lo consigue gracias a un estilo atrevido, descarado, que hace migas cualquier tabú o corrección política. Es un relato que consigue al mismo tiempo escandalizarnos en cierto modo, pero a la vez empatizar con lo que leemos, ya que Okazaki no dice más que verdades y no se anda con rodeos. Como digo, todo ello está aparentemente oculto gracias a ese estilo desenfadado, en ocasiones incluso cómico que permite que la obra sea muy ligera de leer para los temas que trata, y que aun así deja poso en el lector para pensar acerca de lo que ha leído y que de cierta manera invita a la reconstrucción de ciertos prejuicios o maneras de ver el mundo o la actuación de las personas cuando tienen que enfrentarse a él.
La autora nos presenta en Pink la vida tal y como es, dándonos a conocer sus blancos, sus negros y sus grises, pero envolviendo todo con una nota de color rosa que consigue que nos llegue mucho mejor. Y es que Pink es una obra ciertamente trágica dónde las haya, que trata temas peliagudos y ejerce una dura y ambiciosa crítica que persigue conseguir un cambio de mentalidad. La obra nos narra cómo se va desmoronando poco a poco la vida de Yumiko, de una manera tan gradual y amable que casi no nos damos cuenta hasta que terminamos y cerramos el tomo. En este sentido la obra predica con el ejemplo del tipo de chica que Okazaki suele utilizar en sus trabajos, mujeres que por fuera son todo belleza y sonrisas, pero que por dentro llevan su viacrucis particular como todo hijo de vecino.
El elemento central que articula Pink es sin duda la mujer, una figura femenina que tiene a Yumiko como pilar central, pero que utiliza también dos puntos de apoyo en la forma de su hermana pequeña y su madrastra. Okazaki utiliza de manera magistral estas tres etapas de la edad de la mujer (infancia, juventud y edad adulta) para hacer un retrato muy completo del género femenino. Es muy satisfactorio el paralelismo que Okazaki hace entre las mujeres de sus obras y mujeres de la talla de
Y eso lo consigue Okazaki con esa falta de tabús de la que hablaba anteriormente y también gracias a desidealizar la figura femenina y ciertos comportamientos y aspectos de la vida. Okazaki no pinta a la mujer como seres de luz, que necesitan libertad por ser mejores que los demás. Ni siquiera pide esa libertad por sentirse oprimida de manera especial. Okazaki reclama esa libertad para el género femenino humanizándolo, igualándolo al masculino con un mensaje que deja claro que las mujeres pueden tener los mismos sueños, habilidades, vicios, aciertos y fallos que un hombre. Deja muy claro que la mujer es un ser humano sometido a una sociedad hipócrita que prefiere esconder sus fallos tras una máscara en lugar de afrontarlos y ser como se es en realidad. Una concepción bastante valiente y realmente igualitaria de la “guerra de sexos”.
Por otro lado, Okazaki también utiliza un proceso similar en los temas controvertidos que trata. El caso más evidente es el amor y el sexo, temáticas que humaniza y normaliza en grado sumo. En el caso del sexo lo convierte en otro de los pilares principales de Pink, consiguiendo que la obra tenga un estilo narrativo sumamente erótico pero sin caer en fantasía y morbo, sino tratando la sexualidad como lo que es, una parte más de la vida de cualquier persona. De este modo convierte escenas que en cualquier otra obra hubiésemos considerado “escandalosas” o subidas de tono, en disfrutables y que aportan al mensaje de la misma. En este sentido Okazaki da una “patada en la boca” a la mojigatería y nos muestra que a todo el mundo le iría mejor si aceptase y mostrase lo que le hace disfrutar en la intimidad de la misma manera que lo que la sociedad si considera normal que mostremos.
El otro tema del que Okazaki rompe por completo su estatus habitual es el amor. Para la autora el amor no es la cosa ñoña y almibarada que se suele pintar en muchas obras, más bien al contrario, ve el amor y el romanticismo como una lucha constante contra los miedos, las inseguridades y el vértigo de no saber qué se nos viene encima. Pink nos muestra el amor como una improvisación constante, casi como un canto al carpe diem, a ese vivir el momento y disfrutar lo que tenemos, porque cuando nos preocupamos por el futuro es cuando todo se nos viene abajo. Y esto es algo que entronca con la búsqueda de la felicidad que siguen todos y cada uno de los personajes de Pink, una felicidad que se consigue con esfuerzo y lucha constante, con un choque contra cien muros antes de encontrar un resquicio para superarlos y con la necesidad de hacer todo lo que está en nuestra mano para alcanzarla.
Pink encierra también algún que otro mensaje metafórico y crítico, y es una obra que no deja de tener su simbolismo. Pese a utilizar esa forma de ser de sus personajes para expresar sus anhelos de libertad e individualidad, Okazaki también critica a la sociedad consumista y capitalista a través de los mismos. En el caso de Pink, la prostitución y el motivo de ejercerla que tiene Yumiko esconde una reflexión sobre el sistema económico occidental y contemporáneo, donde en realidad todo trabajo es un tipo de “prostitución” que realizamos para conseguir un dinero que usamos para adquirir cosas que necesitamos y queremos… o al menos que creemos querer y necesitar. Pero al mismo tiempo ese trabajo también puede realizarse por amor, por vocación, como también ocurre con Yumiko. Dos caras de una misma moneda que de nuevo apuntan a la misma dirección, que es esa búsqueda de la felicidad y la autorrealización personal.
El otro aspecto simbólico que encontramos en Pink, quizá el más importante, es la mascota de Yumiko, el cocodrilo. Un elemento fantasioso y chocante, que descoloca en una obra de corte tan realista y costumbrista, pero que es fundamental en la obra, ya que gracias a él conocemos a los personajes y estos nos muestran sus miedos, inseguridades, egoísmos. Sirve para mostrar todas esas cosas que los personajes se esfuerzan en ocultar para que no sean un lastre en su persecución de la felicidad y también para desidealizarlos en cierto modo, especialmente con Yumiko y su actitud para con él en cierto momento clave de la obra.
Hablando de la parte artística, al igual que a nivel argumental, Okazaki y Pink son bastante únicos y personales. El estilo persigue mostrar ese aspecto caricaturesco e irreverente, con un trazo y una composición de páginas que se asemejan al que usaríamos en una tira cómica, con una línea muy orgánica y limpia y un diseño de personajes muy simple y casi infantil. El contraste entre la parte artística y el mensaje es bastante grande, pero creo que ayuda mucho a entender ese dualismo entre la alegría hacia el exterior y el drama hacia el interior. Y de nuevo pasa como con la parte narrativa, pese a la simpleza aparente del dibujo de Okazaki, la realidad es que contiene multitud de detalles y una gran precisión y sentimiento en cada línea, haciendo mención especial a los primeros planos y a la sutil y sencilla manera que tiene para expresar sensualidad y erotismo sin renunciar a la belleza y el buen gusto.
Por último, mencionar el gran trabajo en la edición de Ponent Mon, con un tomo de una calidad imponente. El color y el impacto visual que se consigue con la portada es todo un acierto, con una imagen minimalista y simbólica de gran belleza y la calidad de los materiales está por encima de muchas de las publicaciones actuales. La presentación del tomo es muy elegante, con una encuadernación muy cuidada, y con la curiosidad de tener un sentido de lectura occidental. En el interior, como suele ser habitual en Ponent, un gran trabajo de maquetación y un papel de buen gramaje, sin errores de impresión ni nada por el estilo. Impecable en ese sentido, como impecable es la traducción de
Valoración Final
Guión - 9
Dibujo - 8
Interés - 9.5
8.8
Pink es un josei rompedor, único e irrepetible. Una crítica al cinismo y materialismo de la sociedad moderna con evocaciones a la liberación femenina, al amor y a la búsqueda de la felicidad, con mucha precisión y descaro.