Entre dos mundos.
«La verdad es que volvería a esa pesadilla para poder estar un rato más con ella.»
Gracias a sus divertidas historias de Croqueta y Empanadilla (La Cúpula) Ana Oncina (Elda, 1989) se ha convertido en una de las historietistas más conocidas de nuestro país. Sin embargo, en lugar de seguir apostando únicamente por una serie que le garantiza ventas y reconocimiento del público en los últimos años ha optado por crear obras que se alejen de esa fórmula de éxito evolucionadola para adentrarse en otras más arriesgadas con una palpable influencia del manga. Una tendencia que pudimos comprobar en obras como sus historias para la revista Planeta manga, Los f*ckings 30 (Zenith) o Just Friends (Planeta Cómic) y que se consolida en Planeta, recientemente publicada en España por Planeta Cómic. Un trabajo que nos deja ver a una de las voces más estimulantes y refrescantes del cómic español actual gracias a una historia que nos habla sobre la búsqueda de nuestro lugar en el mundo y en nuestras relaciones, las relaciones amorosas actuales, la importancia de la tecnología en nuestra vida diaria, la soledad o los acuciantes problemas ambientales del planeta.
Planeta es una historia contada en dos tiempos y espacios que se van entrelazando y contraponiendo para hablar sobre todo de cómo afrontar esos momentos en los que no es posible encontrar tu lugar en el mundo. En el presente conocemos a Valentina, una joven que vive en una cabaña junto a su perra Sopa en un bosque cerca de un pequeño pueblo al que un día llega Ane, una joven publicista que busca en allí un impasse en su vida, con quién comenzará una relación sentimental. Valentina sueña a diario con una vida en la que vive un futuro muy lejano en donde las diferentes crisis ecológicas y pandemias han provocado que los seres humanos hayan emigrado al planeta Nebulón. Allí viven aislados en parejas unidas desde su nacimiento por una AI y el contacto con el resto de los seres humanos se realiza únicamente a través de la realidad virtual. En ese futuro conocemos a la pareja formada por Val3 y An7 que, pese a ser compatibles en un cien por cien, están en una crisis provocada por la frustración de la primera que a su vez tiene sueños en los que es Valentina. Dos tramas que transcurren en paralelo de forma que vemos cómo se van cruzando dos historias de amor, una que tiene toda la fuerza y excitación de los comienzos y otra con la tristeza y desconcierto de las que están llegando a su final.
Lo primero que llama la atención de este nuevo trabajo de Ana Oncina es el apartado gráfico en el que se puede ver el papel que han ejercido en ella dos de las influencias confesas de la autora MATSUMOTO, Taiyo y Chris Ware. Dos autores que tienen una habilidad especial para reflejar la cotidianidad desde la emoción contenida y la ternura con una limpieza y pulcritud en el trazo. Un contraste que es una parte esencial de la obra en la parte temática y en la gráfica donde los colores cálidos del presente representan tanto la naturaleza como las ardientes emociones que va teniendo Valentina y los verdes más fríos nos remiten a un distópico mundo artificial donde prima la gelidez de la monotonía que marca la vida de Val3. Algo que también vemos en la cabaña que se convierte en un refugio inamovible, pero acogedor y seguro, mientras que la vivienda en el planeta Nebulón es una cárcel llena de posibilidades, pero fría y carente de emoción. También hay una tercera gama cromática marcada por el color rosa para las partes de historia de Val3 y An7 que transcurren en la realidad virtual. Esos juegos de contrastes de colores se acaban mezclando con el transcurso de la historia para potenciar la sensación de ambigüedad sobre que parte es real y cual no, además de servir como recurso para reflejar la simetría inversa de ambas realidades. Una simetría que también está muy presente en la composición de las páginas en las que vemos juegos entre las formas de las viñetas y los diferentes planos y encuadres que vemos en la obra que son un fiel testimonio del tremendo manejo de los recursos del lenguaje del cómic de la autora alicantina.
Sin embargo, este despliegue de virtudes gráficas y narrativas no eclipsa ni la trama de la historia ni los diferentes mensajes que esconde. Ateniéndonos las diferentes demografías en las que se categoriza el manga habitualmente podríamos calificar a Planeta como un yuri, o romance lésbico, en un entorno de ciencia-ficción. Además de las emociones de la trama romántica, la historia maneja muy bien la tensión y el misterio sobre cuál de las dos realidades es la real cuál es un sueño, sin que en ningún momento el misterio quede resuelto del todo, aunque todo lo que nos revela apunta de manera bastante clara hacia una en concreto.
Como sucede con las grandes obras de ciencia-ficción Oncina aprovecha las ventajas que le da situar la historia en un futuro lejano para proponernos una reflexión sobre algunos aspectos de la sociedad actual. Principalmente la forma en la que la tecnología y las vidas virtuales, que todos en mayor o menor medida llevamos, han influido en nuestra forma de relacionarnos, sobre todo después de la ruptura que supuso el confinamiento durante el COVID. Pero, sobre todo, estamos ante una historia que trata sobre el equilibrio necesario para que las relaciones de pareja se mantengan en el tiempo y como aprender a sobrellevar las diferentes formas en las que cada miembro vive la relación a cada paso. Una realidad que vemos a través de la relación de Val3 y An7 en la que la chocan el inconformismo de la primera con el conformismo de la segunda. Una lucha en la que ambas tratan de encontrar el equilibrio que les permite seguir juntas sin perderse a sí mismas en un mar de frustraciones y soledades acompañadas, mientras se enfrenta a una pregunta que es tan vieja como la civilización sobre si el amor nace o se hace.
Planeta nos ofrece una historia de amor y predestinación en la que nos encontramos con una Ana Oncina en plena madurez creativa que transciende los tópicos del género para reflexionar sobre la naturaleza de las relaciones de pareja y el amor en estos tiempos de vidas virtuales.
Lo mejor
• El uso del misterio sobre cuál de las tramas es un sueño y cual la realidad como hilo conductor.
• El reflejo de los problemas de incomunicación actuales.
• El uso del color para reflejar las diferentes realidades y emociones de los personajes.
Lo peor
• Si buscas una historia que te dé el final mascado y sobreexplicado esta no es para ti.
Guión - 8.5
Dibujo - 8.5
Interés - 9
8.7
Realidades contrapuestas.
Ana Oncina firma su mejor trabajo gracias a una historia que maneja a la perfección los sentimientos de sus personajes con el mensaje que quiere transmitir y una uso del color espectacular.