¿Cómo reaccionarías si tu ídolo/a muriese y tuvieses acceso a su cadáver? Podemos responder a esa pregunta de distintas formas, pero siempre desde cierta distancia emocional, porque es una situación a la que no hemos tenido acceso (ni, probablemente, tengamos). Con lo que cualquier conjetura respecto a esta especulación, debe ser tomada como eso, y no como una reacción real a dicha situación.
Plutona nos pone en el punto de vista de unos chavales ordinarios que entran en contacto con un mundo fantástico que les viene grande. La miniserie se cimenta en cómo reaccionan ante eso cada uno de los chavales. Y sin lugar a dudas, Lemire se atreve a transgredir cualquier idea de inocencia, apuesta por un realismo a la hora de mostrar la crueldad (que, siendo honestos, es muy propio de la adolescencia) que, tal y como están las pieles hoy en día, puede ser leído como una visión transgresora y dañina de los chavalines. Sin embargo, como lector no me ha costado encontrar entre los protagonistas partes de mí y/o de personas que he conocido, por fortuna o por desgracia.
Con Plutona tenemos un comentario bastante sugerente alrededor de un fenómeno que está sucediendo alrededor del fenómeno fan. No hablo de otra cosa que no sea la toxicidad y la peligrosa deriva a la que está siendo conducida por parte de determinados miembros. Todo viene dado por parte de una escasa capacidad de comprensión lectora, un exceso de ego que les hace creer que poseen más de lo que realmente lo hacen y, sobretodo, una absoluta y flagrante falta de empatía hacia el otro. Y, tal y como bien señala Charlie Brooker en la última temporada de Black Mirror, debido a las insatisfacciones que tienen en la vida, se crean unas falsas fantasías de poder.
Y es que este es el fan que Lemire retrata con acierto, a la vez que se posiciona en un punto de vista crítico, evidentemente. El principal antagonista comienza formando parte del protagonismo coral, hasta que se convierte en el villano de la historia sin él darse cuenta. Es inevitable que esto me recuerde de forma más que clara a los sucios y turbios orígenes semánticos de la palabra fan. Eso es algo que se lleva siglos intentando huir, que este noble arte, pero que en determinados núcleos siguen empeñados en no dejar extinguir la llama de los prejuicios y del odio.
Jeff Lemire sigue dando muestras de talento con una historia alejada del artificio superlativo que supone el género de los superhéroes, convirtiendo lo extraordinario en mundano. Y ajusta los recursos narrativos a lo que el fondo de la historia requiere. Por esa razón nos entrega una historia sobria, poética, interesante y entretenida, pero siempre desde la contención, la cohesión y sin el menor ápice de efectismo. No busca la sorpresa a toda costa, si no que se centra en cimentar una buena historia.
Plutona también supone un ejemplo digno de estudio en lo que caracterización se refiere. Cada personaje tiene su propia voz, y con cuatro trazas es definido al lector como un ser que respira, sangra y tiene vida más allá de las viñetas. El modo en el que construye con poco, es algo de lo que algunos guionistas deberían tomar nota.
El principal referente que se le pasada a uno a la cabeza leyendo este Plutona es, sin ninguna duda, El Cuerpo de Stephen King. La obsesión mórbida con un cuerpo por parte de unos chavales, como metáfora de la muerte de la infancia y el paso a la madurez, está ahí. Otra de las cosas que tienen en común es lo bucólico, la ambientación en un pueblito donde este suceso es lo más importante que ha sucedido jamás. O al menos lo es para los personajes en cuya piel nos mete el narrador. Aunque Lemire se lo ha llevado a un terreno más conocido para él. Por otra parte, puede recordar perfectamente a Chronicle, la película de Josh Trank. Ambas conservan ciertos giros argumentales, un espíritu indie y cierta premisa similar. Sin embargo, Plutona sale triunfante todo en lo que la cinta pretendió morder sin poder tragar.
En esta aventura, Lemire está muy bien acompañado, primero por la dibujante Emi Lenox. Su labor en esta obra es fundamental, puesto que estos personajes tienen una clara vocación icónica. Sus diseños son creíbles y captan muy bien ese espíritu juvenil que contiene la obra. Con un estilo con cierta influencia del cartoon, pero con vocación clara figurativa realista, logra transportarnos a nuestra adolescencia. Tiene unas capacidades narrativa muy visual que hace de este cómic una pieza que es una pieza de arte que solo podría haber nacido en este medio. Y, por si fuera poco, los colores de la veterana Jordie Bellaire, eleva todavía más la obra. Cabe destacar el contraste perfecto entre los flashbacks, en los cuales los autores homenajean al cómic de superhéroes clásico, con los tiempos en los que se ambienta el grueso de la historia. Completamente distinto y diferenciados a todos los niveles.
La edición de Astiberri, editado originalmente por Image, aparte de los cinco números íntegros, incluye las portadas originales, unos pin ups seleccionados por artistas de renombre, bocetos del dibujante y unas breves biografías de sus creadores.
Plutona es una propuesta sencilla, pero consistente. Lemire nos cuenta una fresca historia que logra mezclar los coming in age stories con el género superheroico, que trata otros temas de forma inteligente. Todo equilibrado y calibrado con unos engranajes muy precisos. Una miniserie para quienes buscan cosas nuevas en un género que no deja de sorprender.
Guión - 9
Dibujo - 8
Interés - 8.5
8.5
Plutona es un soplo de aire fresco a un género que lo necesita. Un punto de vista novedoso y excelentemente narrado.
Recién terminado Pedro. Muy acertado tu análisis y las referencias que mencionas de la obra. Personalmente, también me vino a la cabeza Misery (una vez más Don Stephen hurgando en nuestra psique) por aquello de la transformación del fan más acérrimo en villano de la función. Plutona es una superheroina como podía haber sido una escritora o una modelo. Recomendable.