Ponme una página

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    Durante las semanas en las que hemos analizado diversos ejemplos de la obra de Andreas Martens (uno dos tres cuatro), hemos podido comprobar de manera implícita hasta qué punto “la página” es una de las unidades formales constitutivas y fundamentales propias del lenguaje del cómic.

    Las páginas, en la historieta, no son tan solo “soportes” de unos contenidos que pueden repartirse de manera relativamente elástica en ellas, en contraposición a lo que ocurre con la prosa. Una página escrita tiene tal grado de “encriptación” que difícilmente, a un solo golpe de vista, transmite algo de su discurso. Por eso mismo la mayoría de las veces resulta indistinto que una página, según su tamaño, contenga mayor o menor parte del argumento. Ediciones estándar, de bolsillo, lujosas… pueden repartir el total de caracteres de la obra en diferente número de páginas… y aquí no pasa nada.

    Con el cómic es distinto. A primera vista ya llegamos a aprehender un mucho o un poco de lo que la página “transporta”. Porciones del relato se evidencian en ella desde el primer momento y es por eso parte inherente del proceso creativo que los autores consideren y seleccionen los elementos que cada página va a contener. El formato se convierte en condicionante y atributo expresivo. Y quizás también por eso la nomenclatura que tipificaba los albores de la historieta distinguía entre comic-strips (tiras), sundays (dominicales de página entera o porciones de la misma) y comic-books (nuestros tebeos).

    Esta capacidad comunicativa de la página, aparte de ser tenida en cuenta, es y puede ser aprovechada para transmitir contenidos y efectos que derivan de la interrelación que en la página se produce entre sus distintas subunidades, tal como hemos visto que hacía Andreas.

    Así, la diferencia de tamaño de unas viñetas para con las otras expresa énfasis y subrayados, mientras que las secuencias de viñetas pautan unos ritmos concretos según los cuales se desarrolla la acción.

    No es la viñeta aislada la que desprende todo eso, sino cada viñeta en relación con el resto de viñetas.

    Siendo estos los “usos” más básicos de la página, algunos autores gustan de llevar las cosas más allá y gestionan la contigüidad de los distintos elementos de la página con fines narrativos.

    Comprobábamos que Andreas utilizaba esa contigüidad espacial para comunicar sincronía, para transmitir que acciones distintas transcurrían durante un mismo periodo de tiempo.

    En su Tor Joe Kubert hacía uso del mismo recurso consiguiendo un efecto paradójico.

    La contigüidad espacial genera aquí un bucle temporal según el cual el malvado se precipita al vacío en una caída incesante. Cayendo sin fin, se intuye muerto. Y muerto ya, “sueña” en esa caída sin fin.

    Alan Moore y J.H. Williams III ofrecían algo parecido en esta doble splash-page de Promethea en la cual la página se constituye en instante eterno que se repite una y otra vez.

    Moore/Wildstorm

    Recuperando el ejemplo de Kubert podemos ver que, en el cómic, los fundidos no existen propiamente. Contemplamos a un tiempo, aún sin que el autor ni nosotros lo pretendamos, presente y pasado, ahora y después.

    Pero tal cosa, lejos de ser un defecto, considero que constituye una ventaja expresiva con respecto al cine. Puesto que refuerza la relación de causalidad establecida entre unos eventos y otros, entre algo que pasó y lo que puedan sentir los protagonistas como consecuencia de ello. Tenemos una muestra de ello en esta secuencia de Planetes, trabajo de Makoto Yukimura.

    Así pues, concluyendo, la página de cómic nos permite descubrir que las relaciones entre los distintos componentes de una página pueden llegar a ser tan importantes como esos mismos componentes y que, de por sí, estas relaciones generan también un cierto discurso.

    Lo acabaremos ejemplificando una vez más, por puro placer, fijándonos en una página del segundo número USA de Kane, obra emblemática de Paul Grist. En él nuestro detective tiene que encontrar unas bombas repartidas por la ciudad. Durante toda la historia, enmarcando lo que acontece en casi cada página, Grist repite una y otra vez la silueta de Nuevo Éden. Como marco omnipresente en el que se desarrolla la acción y recuerdo constante de lo que está en juego.

    Al llegar a la presente plancha esa silueta cumple una doble función.

    Sigue siendo marco de la segunda viñeta. Pero descubrimos que representa también una pequeña maqueta que Kane contempla en la primera viñeta. Un solo elemento se relaciona con dos viñetas a la vez, representando cosas distintas según a qué viñeta lo atribuyamos. Y eso nos es posible captarlo gracias a la función integradora y vinculante que la página de cómic realiza para con sus distintas subunidades.

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    Jordi Ballera
    1 febrero, 2007 12:47

    Buen post. La página es algo así como una unidad estructurante del relato. Está la viñeta, la página… En literatura está la página, el capítulo… En cine está el plano secuencia, la escena…
    Sin embargo, como judío, me quedo con el formato de la Torah. Es un formato lineal, sin interrupciones. Existe el formato libro de la Torah, como la Biblia. Pero la Torah que está en las sinagogas está en un formato enrrollado que se va desplegando para leer. No hay interrupciones, o al menos, se minimizan. Sería como un plano secuencia permanente.

    el tio berni
    1 febrero, 2007 13:05

    Alan Moore es uno de los pocos guionistas no-dibujantes que sabe de la importancia de la página como elemento unitario y la usa como nadie. La página de Prometea que has colgado es un ejemplo perfecto, donde además juega con el simbolismo. La bada de Moebius que dibuja no es sólo el simbolo del infinito en matemáticas, sino que es una figura geométricamente imposible que no tiene fin.

    Ragnarok
    Ragnarok
    1 febrero, 2007 13:16

    El post es increíble. Pero me gustaría expresar una opinión al respecto. Cuando dices que involuntariamente contemplamos presente y pasado a la vez, lo queramos o no, no estoy totalmente de acuerdo.

    Es cierto que lo hacemos cuando estamos considerando una página. Es difícil abstraerse de las viñetas, del dibujo en sí. Pero cuando contemplamos la obra en su conjunto, la maquetación incide en qué páginas y qué viñetas vemos a la vez. Cuando pasamos la página estamos haciendo, siguiendo el paralelismo, un corte de escena o un fundido a la escena siguiente.

    El uso de la maquetación y de la doble página como unidad expresiva me parece muy interesante en cuanto a recurso expresivo, y propongo que sea fruto de futuros artículos. Además, técnicamente es único del cómic sin ningún tipo de paralelismos con ningún otro arte.

    Una última cuestión, dirigida a Jordi: con tu comentario no estoy en absoluto de acuerdo. El libro no es nunca un plano secuencia; incluso en el formato enrrollado de la Torah, se observan divisiones y cambios de escena.

    Es más, no creo que haya diferencias entre un formato enrollado y otro paginado para un texto pues, leer precisa de voluntad y concentración; puedo estar mirando un texto y no saber qué dice si no lo deseo. Eso es porque la percepción de las letras no conlleva neurológicamente un procesamiento; circunstancia que no ocurre con las imágenes, que neurológicamente se analizan siempre a un nivel primario en cuanto son percibidas.

    Espresándolo de otra forma: cuando lees un texto enrollado, nunca leerás involuntariamente un pasaje que esté más bajo por el mero hecho de poder tenerlo «a la vista», por lo que es equivalente a la necesidad de pasar las páginas de un libro.

    Jordi Ballera
    1 febrero, 2007 13:30

    No,no. En cualquier formato existen unos condicionantes que obligan a detener la mirada y que configuran el relato. Todos los libros tienen páginas y todos los comics tienen viñetas. Esas unidades estructurantes son fijas y consustanciales al medio. Luego están otras unidades que son puramente narrativas, como los capítulos en un libro o las canciones en un disco. Se pueden eliminar las distribuciones por capítulos de los libros si se quiere. Hay libros que no tienen capítulos. También se pueden eliminar las distribuciones por canciones. Hay discos conceptuales en los que sólo hay una canción. Pero las páginas en un libro estarán siempre y las viñetas en un comic tambien.

    Por lo que hace a la Torah enrrollada, no hay páginas. Porque sería una intromisión artificial en un discurso que se presume instantáneo. Dios transmitió la Torah de un soplo, sin «páginas». Pero claro que la lectura es lineal. La estructura enrrollada intenta recrear COMO fue transmitida la Torah. El orden lineal se adecua a las modalidades de lectura occidentales: lineales. Hay un principio y un final. Pero no hay interrupciones artificuales como puede ser la página.

    Jordi Ballera
    1 febrero, 2007 17:59

    buenooooo…. esto de que la Torah es un refundido de libros es discutible!! Yo en esto soy muy ortodoxo !! 🙂

    Josep Rom
    Josep Rom
    2 febrero, 2007 0:58

    Queridos Toni y Jordi,

    quiero felicitaros por vuestra capacidad de elevar este weblog a cotas de erudición que para sí quisiera el bueno de Dan Brown.

    No me atrevo a discrepar sobre le número de libros de la Torah, que por otro lado me parece uno de los pilares del conocimiento –no es nada casual la capacidad de los escritores de tradición judía de crear «cosmovisiones», que sería de los cómics sin esa tradición–. Pero si que me gustaría opinar sobre la pàgina de cómic como unidad narrativa.

    Como hemos comentado muchas veces lo que nos sorprende del lenguaje de los cómics és su artificialidad. Pocos lenguajes han logrado convertir sus convenciones narrativas en códigos universales asumidos por la cultura general. Mucha gente no lee, ni le gustan, las historietas, pero nadie desconoce el valor sígnico de una viñeta, un bocadillo, una línia cinetica, etc.Y en medio de tanto artificio, la ilusión más maravillosa de los cómics es su capacidad de generar dos unidades artefactos estèticos simultáneos: la viñeta y la pàgina (o la doble pàgina en muchos casos). cada viñeta es una unidad narrativa y estètica que se lee individualmente y en relación a la unidad anterior y posterior, vale hasta aquí parece que nos referimos a quialquier narración secuencial, pero lo más sorprendente es que el lector también tiene una percepción general de la pàgina como unidad estética. Si la página no posee una harmonía general la percepción de la unidad es debil, hay autores como Julliard que convierten la doble página en un espectáculo maravilloso, pero también lo hacía Foster o Hergé o McCay.

    Por cierto, la Torah y los pergaminos enrollados en general establecen la metáfora clásica de los programas de edición de textos e internet y rompen la unidad estética de la página de libro nacida en los monasterios medievales.

    Sebastián
    Sebastián
    3 febrero, 2007 12:58

    Hola, estoy iniciando mi «carrera» como dibujante de comics y estos articulos son para mi invaluables. siempre creí que la narrativa en el comic es tanto o mas importante que el dibujo, y que quedarse en una simple grilla de viñetas es como conducir una ferrari a 20 KPM.

    desafortunadamente no conozco muchos autores de nivel (casi toda mi comicoteca es de Marvel en los 90…)

    por eso quería pasar para agradecer esta oportunidad de aprender como se hace para que el comic sea arte.

    Sergio (ó tirafrutas)
    4 febrero, 2007 2:49

    Como siempre, cuando llego, lo hago tarde.

    Toni, no sé si tenías intención de tocar el tema con este post, pero me ha dado la sensación de que te has desviado un poco de la página hacia la viñeta, quizá atomizando de forma inconsciente los elementos de la narrativa del cómic. Y ya que lo he leído así, me permito aportar un granito de arena al asunto.

    Como bien apunta también Jordi, son éstos, la página y la viñeta, los elementos que constituyen todo el relato completo. El cómic es compuesto y como tal lo dividimos según estas partes. Curiosamente, poca gente repara en que una misma viñeta también se puede desmenuzar, obteniendo en primera instancia distintos instantes representados en un mismo marco, cosa que negaba Ragnarok pocas líneas más arriba. Y ya no pasa únicamente con la página, como explica Toni, sino también incluso dentro de la viñeta. Hay ejemplos paradigmáticos, pero el más sencillo es el de una viñeta con un diálogo: un personaje habla y otro escucha, para luego intercambiar roles y escuchar quien «antes» hablaba y hablar quien «antes» escuchaba.

    Qué maravilla es el cómic.

    Sergio (ó tirafrutas)
    4 febrero, 2007 14:05

    Estás viendo la página, en este sentido, como una suma de partes. Vas desde las viñetas hacia la página. Es una lectura «bottom-up», que diríamos en clase; de las partes al todo. Aquí nos quedamos un poco cojos, permíteme la osadía 🙂

    ¿Cómo enfoca el lector la lectura de una página? Justamente al revés, creo, aunque sin perder de vista el camino que marcas. La afronta en un principio con una estrategia que denominaría «top-down» o, mejor dicho, «drill-down». El ojo hace un paseo general por la página, localiza las viñetas y luego se centra de forma secuencial en cada una de ellas. Ve el significante, la composición y la disposición de los elementos estructurales. Tras la lectura individual de las viñetas, al llegar al final, se vuelve a tener una visión general de la página. Pero al haber recopilado absolutamente toda la información contenida en ella, la dota, pues, de significado.

    Quizá me he vuelto a ir por las ramas, pero tus palabras me han recordado este tema. Y precisamente por esto que acabo de comentar es importantísimo que la relación viñeta-página sea armónica, que el dibujante piense tanto en viñetas como en páginas. Porque el todo es mayor que la suma de las partes, sí, pero no existiría sin ellas.

    Sergio (ó tirafrutas)
    5 febrero, 2007 13:15

    Aunque me gustaría recalcar que esa lectura global no siempre tiene un significado más allá de la suma de las partes.

    No lo tendrá, pero entonces estaremos meramente ante un storyboard, no ante una página de cómic.

    Y como bien dices, quizá la «contaminación» del cine hace un flaco favor a los lectores de cómic, pero sobre todo a unos dibujantes que se dejan embaucar por la espectacularidad sin más y la planificación regular y aburrida de las viñetas.

    (Aunque quiero apuntar aquí que hay dibujantes que puede parecer que planifican de forma simplemente cinematográfica pero aún así están aportando un valor añadido propio del lenguaje del cómic. Por ejemplo, David Lapham)

    Sergio (ó tirafrutas)
    5 febrero, 2007 13:16

    Por cierto, retomando el tema religioso de los comentarios, «Harmonía» (con «h») es la diosa griega hija de Ares y Afrodita 😉

    Sergio (ó tirafrutas)
    5 febrero, 2007 15:35

    No se lo digas a nadie, pero… yo acudí al diccionario 😉

    Josep Rom
    Josep Rom
    5 febrero, 2007 18:52

    Tanto monta monta tanto Sergio como Toni.
    Los cómics se desarrollarón a partir de una concepción de lectura de salto entre viñetas, asumiendo que entre viñetas siempre se da una pequeña o gran elípsis y en muchas historietas actuales el principio general de composición es el mismo. Por ejemplo, hay formatos como las tiras de prensa o los libros tipo manga o Bonelli dónde el valor estético de la percepción de la página o la doble página no es tan importante. Pero el formato de página dominical USA y álbum francobelga facilitó la experimentación y con ello el trabajo en unidades narrativas y estéticas más complejas. Evidentemente la comprensión de la página como unidad narrativa no siempre coincide con la pretensión estética de lograr una coheréncia formal del conjunto. El cómic francés de los 70 és muy bonito plasticamente pero la narración és secundaria, mientras que en Hergé el tabajo rítmico de la media pàgina, la página y la doble página es extraordinario.

    Sergio (ó tirafrutas)
    5 febrero, 2007 22:03

    Hola, Josep

    Sacas a colación las tiras de prensa. Vale que no trabajen con la métrica «página», pero el formato tira tiene unas peculiaridades propias que algún día habrá que resaltar. ¿Tema para otro post, Toni? 😉