Por Soleá

 

Edición original/ España: Por Soleá (Glénat, 1995/De Ponent, 2007).
Guión y Dibujo: Antonio Navarro.
Color: B/N (Glénat)/ Antonio Navarro (De Ponent).
Formato: Tomo rústica 64 págs (Glénat)/ Tomo cartoné 80 págs (De Ponent).
Precio: 300 pts./ 19€ (De Ponent).

 

¿Conocen el atractivo de la obra imperfecta? Aquella en que, mientras leemos, corregimos alguna frase, volviéndola más musical o contundente; aquella en que, mientras leemos, fabulamos con otro ángulo de cámara, con que otro personaje robara más escenas… incluso con suprimir alguna página que consideramos redundante y que debiera quedar más sutil, a nuestro parecer. ¿Conocen esa sensasión? Los autores también. Trabajan duro para entregar su mejor propuesta, pero rara vez quedan satisfechos del todo. Claro que hay que seguir adelante. Si se dedicaran a reescribir jamás saldrían obras nuevas. Sin embargo, en ocasiones especiales, unas más justificadas que otras, el autor vuelve sobre sus pasos y se echa al monte de los cambios y al camino de las modificaciones. Con sus peligros, ¿eh? Que se lo pregunten a George Lucas.

Mencionaba el atractivo de la obra imperfecta porque, de no tenerlo, no habría necesidad de volver sobre ella; mejor sería sepultarla y escribir otra que, con más fortuna, la sustituyese en el cariño de los lectores. Pero algunos personajes, algunas situaciones, se niegan a sucumbir, se rebelan ante su pretendido olvido. Es el caso del Curro, de la Sole, del Parco, del Gomina, de Juan el de las novelas, etc. Es el caso de Por Soleá, escrita y dibujada -¡hasta en tres ocasiones!- por Antonio Navarro.

Nacido en Madrid en 1959, Antonio Navarro debutó como profesional en las revistas Rambla y Rampa a principios de los ’80. Su primera gran serie, Simone, por la cual recibe en 1988 el Premio Diario de Avisos al mejor dibujante realista del año y una nominación en 1989 al premio al mejor autor revelación en el Salón del Cómic de Barcelona, se estrena en la revista Cairo para pasar posteriormente a Cimoc. Ha trabajado para la norteamericana Marvel (Kiss of Darkness) o la japonesa Kodansa (Syd Virtualstory) y también en el cine de animación desde que, a principios de los 80, participara en series infantiles de la productora Hanna-Barbera tan conocidas como Lucky Lucke o Los pitufos. Entre 1995 y 2000 estuvo contratado por los estudios Disney y colaboró, por ejemplo, en los largometrajes Hércules, Tarzán o Fantasía 2000 (en el segmento Rhapsody in blue). En el mundo del cómic, además de los trabajos citados, podemos destacar La galería de los horrores (1995) o la estupenda El tiempo arrebatado (2005), donde revisita -en clave metalingüística- el pasado de su heroína Simone.

Por Soleá es un tenso relato de género negro en el Madrid de 1948. Inspirada por un tema de Joan Manuel Serrat (Romance de Curro «el Palmo»), su primera encarnación vio la luz como historieta de ocho páginas en la revista Co & Co nº 4 (Ediciones B, 1993). En seguida su autor se decidió a ampliarla hasta las 62 páginas y, con el mismo título (y sustanciales cambios en la trama), fue publicada en 1995 esta nueva versión dentro de la colección Novelas Gráficas de Glénat. La edición final, sin embargo, no hacía justicia al trabajo de Navarro, planteado inicialmente a color y en formato álbum y publicado, por desgracia, en blanco y negro (y grises) y tamaño inferior al comic-book. Pese al hándicap, Navarro obtendría, con toda justicia, una nominación al Mejor Guión en el Saló del Cómic de Barcelona de ese mismo año. Las desventuras de Curro, un gitano de metro y medio que daba palmas en el tablao, enamorado locamente de Soledad, merecían un tratamiento más distinguido y así lo entendió, 13 años más tarde, la editorial De Ponent, quien contó con el autor para revisar la historia. ¿El resultado? Por Soleá (2.5), un álbum de 80 páginas que, además de contar con la historieta original y otros extras, supone una profunda puesta a punto de las planchas publicadas en 1995. El mismo Navarro lo explica en un epílogo ad hoc: «Nunca estuve satisfecho con aquel trabajo, ni con la edición que de él se hizo y ahora, 13 años después, he querido enfrentarme a ese fantasma, corrigiendo carencias, errores e ingenuidades, tanto en el dibujo como en los textos, pero respetando el estilo, incluso las inconsistencias gráficas de quien buscaba entonces nuevos caminos«. La exigencia de Navarro nos permite así un ejercicio semejante a mirar entre bambalinas, viendo como se depura la obra, asistiendo a elecciones y descartes. Algunas son obvias. En ese lapso irrumpe la informática, con su velocidad y sencillez para los degradados de color y la exportación de material gráfico (carteles de películas, sobre todo, pero no solo: estaciones de Metro, billetes, mapas, etc.). También los personajes son perfeccionados e incluso redibujados en ocasiones, con expresiones más atinadas, al igual que las transiciones -basadas en los fundidos del cine-, rehechas en su práctica totalidad. Otros ajustes resultan curiosos, especialmente cuando consisten en cambiar el orden de las viñetas en una secuencia (normalmente para hacerla más «cinematográfica») o cuando los textos son reescritos para alterar motivaciones (el personaje de la prima del Curro).

Navarro dota de intensa y dolorida humanidad a sus personajes, sobre todo los masculinos: Curro lleva escrito en la faz su sino maldito, igual que Juan transpira bondad y compasión o Roberto Madrid, el «Gomina», un despiadado policía corrupto, luce el jeto de perfecto malnacido. La ambientación evoca esos años difíciles de la posguerra marcados por el hambre, el cine, los tebeos. Navarro posee el don del equilibrio entre la caricatura y el retrato verosímil del heroísmo cotidiano. Una composición invariable de tres filas, entre seis y nueve viñetas por plancha, le posibilita un férreo control del ritmo, con instinto para las miradas y los silencios.

Por Soleá -cuyo título es un juego de palabras entre el nombre de la protagonista y un palo del flamenco- convencerá a los degustadores del buen policíaco y a los lectores ávidos de historias con alma. Su certero patetismo castizo, unido a los tropos más recios de la serie negra (crimen, falso culpable, la femme fatale), dan como resultado un tebeo imperfecto, donde tal vez pese demasiado cierto efectismo de raíz anglosajona, pero encantador y sugestivo en su apuesta por sacar a la luz las miserias patrias.