Otro apocalipsis americano
El apocalipsis es uno de esos conceptos que fascinan a los autores y les hacen explorarlo una y otra vez. Nada nos gusta más que ver el mundo tal y como lo conocemos hecho unos zorros, pasto de la aridez y la destrucción, y poblado por los pobres diablos que siguen buscando la manera de sobrevivir en el más hostil de los escenarios. Como cualquier otro subgénero, el apocalipsis se ha usado para contar historias de acción y de terror, dramas y romances, análisis de nuestros miedos y metáforas sobre nuestros problemas. O a veces, simplemente, gamberradas de esas de ir con una escopeta reventando a diestro y siniestro. Un tipo de obra al que se sumó recientemente Post Americana, el cómic del que vamos a hablar hoy.
Steve Skroce no es un autor especialmente popular dentro de la plana comiquera, algo lógico teniendo en cuenta que la mayor parte de su carrera la ha dedicado al mundo del cine, trabajando como artista de storyboards para distintos filmes, entre los que se encuentran Matrix y otras cintas de las hermanas Wachowski, a las que conoció allá por 1993 gracias a su trabajo en el cómic Ectokid. Sin embargo, su presencia cobró fuerza gracias a su trabajo junto a Brian K. Vaughan en la interesante We Stand on Guard y, sobre todo, gracias a la sorpresa que supuso su labor como autor completo en Maestros, una divertida miniserie de fantasía y mala leche publicada por Image Comics (allí) y Norma Editorial (aquí). Con aquella obra, Skroce definió su personalidad como creador de historias y nos dejó a la espera de ver cómo podía evolucionar su trayectoria.
Post Americana es la respuesta a esa pregunta, aunque puede que no sea la respuesta que estábamos buscando. La obra, una serie limitada de 7 números que nos ha vuelto a traer Norma Editorial, nos lleva hasta un futuro en el que Estados Unidos ha sido prácticamente reducido al caos. Un antiguo cataclismo provocó un apocalipsis que convirtió la tierra de l libertad en un páramo que el paso del tiempo y las dificultades han transformado en un hervidero de clanes caníbales y grupos más violentos que una jauría de hienas. En ese mundo vive Carolyn, una tía dura del páramo, hasta que su camino se cruza con el de Mike, un rebelde recién fugado de un refugio llamado la Burbuja en el que las antiguas élites de EEUU se escondieron para sobrevivir al fin del mundo. Desde entonces han vivido cómodamente en su paraíso artificial, pero su nuevo líder desea salir a arrasar los páramos y construir una nueva nación sobre sus cenizas.Y alguien tiene que detenerlo.
Así se presenta una obra en la que nos queda claro que lo que Steve Skroce quiere es pasárselo pipa haciendo el cafre. Al igual que sucedía en Maestros, el autor vuelve a centrarse en ese tipo de historia que va de salvajada en salvajada, buscando el chiste y la gamberrada que más llame la atención y logre sacarnos una sonrisa. La mala noticia es que hace falta un guion al lado que dé sentido a todo ello, y en esta nueva obra parece quedar claro que por el momento Skroce no ha conseguido encontrar su equilibrio como guionista.
Al igual que sucedía en Maestros, el artista se toma la molestia de construir una presentación y un contexto argumental suficientemente elaborado y lleno de posibilidades, pero es en el desarrollo donde el resultado hace aguas. Es un cómic lleno de acción, en el que vamos saltando por distintos escenarios, personajes y situaciones, y cabe decir que si bien la inspiración de base está clara (el estilo Mad Max es palpable), Skroce deja también lugar a ocurrencias curiosas como la de los estudios Wonder, que rompen la monotonía de lo que podría ser “otra historia postapocalíptica genérica”. La obra tiene los ingredientes, pero la ejecución no termina de funcionar por la falta de carisma de sus personajes, que no terminan de encontrar ninguna química entre ellos. Ni siquiera en los momentos más emotivos logramos romper la barrera y llegar más allá de lo que aparenta ser: un relleno para hacer avanzar las coñas y las escenas cafres, hasta llegar a un final facilón y perezoso.
Por si fuera poco, cabe decir que siendo como es el dibujo el punto fuerte de Skroce, no nos encontramos aquí esa versión suya tan potente que vimos en Maestros. Allí nos encontrábamos con un estilo hiperdetallado que abrumaba, que podía recordar a Geoff Darrow (cuyo Shaolin Cowboy, por cierto, probablemente pueda recordarnos estéticamente). Sin embargo, Post Americana nos deja un trabajo bastante menos impresionante en ese sentido. El trazo de Skroce sigue presente, pero su factura resulta mucho menos memorable que en sus anteriores trabajos, dejándonos un dibujo poco atractivo. Sobre la labor de Dave Stewart en el color, poco que decir: correcto pero sin marcar ninguna diferencia en el aspecto de la obra.
En definitiva, Post Americana es una obra entretenida si nos apetece dejar un rato el cerebro en el congelador y disfrutar de unas cuantas escenas de acción sangrientas y barrabasadas postapocalípticas varias, pero no mucho más. Steve Skroce nos confirma que aún le queda camino que recorrer como guionista para ofrecernos algo más que simple gamberrismo.
Lo mejor
• Es divertida si nos gusta la acción cafre.
• Hueverto, claro.
Lo peor
• El guion está poco trabajado, sobre todo el desarrollo de los personajes.
• El dibujo baja de nivel respecto al anterior trabajo de Skroce
Guion - 6.1
Dibujo - 6.8
Interés - 6
6.3
Simplona
Steve Skroce vuelve a traernos una serie cafre a la que le falta saber ejecutar mejor sus ideas.
Gracias por la estupenda reseña, Edu. Coincido contigo 100%. Espero que recupere el tono porque Maestros me encantó… pero es que en Post-Americana los personajes y la historia, en el fondo, son casi copiados.
Gracias, Enrique ^^ La verdad que sí, mira que a mí Maestros me decepcionó en los últimos números, pero al menos empezaba como un tiro. Esta deja la historia completamente de lado en favor de las escenas bestias sin ton ni son. A ver si remonta.
¡Un abrazo!
Parece bastante influenciado también por la saga de juegos Fallout, por lo menos estéticamente