Ningún apocalipsis detendrá al arte
El equilibrio de ser una obra comprometida con una problemática contemporánea, que tenga a la vez valor artístico, sin dejar de ser entretenida, es uno muy difícil de alcanzar. James Romberger lo consigue en Post York en lo que implicó un arduo trabajo de investigación y casi una década de desarrollo, ofreciendo un cómic de calidad, que es una lectura enriquecedora que no deja indiferente con el planteo abordado y a la vez brinda herramientas para continuar trabajando sobre la realidad concreta.
La cuestión que pone en marcha este trabajo es la pregunta por el cambio climático y su devenir en el futuro, desde una cuestión particular del autor: cuál es el mundo en el que crecerá mi hijo. Desde su lugar, entonces, de residente de la ciudad de Nueva York imagina qué sería de la Gran Manzana si se derritieran los casquetes polares, provocando inundaciones que dejen de hecho a las edificaciones sumergidas. Adivinará, desde allí surge el simple y directo título del libro: Post York.
A la problemática geográfica le añade Romberger una socioeconómica en la cual la desigualdad no sólo se perpetúa sino que se profundiza, presentando una sociedad completamente fragmentada: individuos y pequeños grupos sobreviviendo en edificios que crecen por encima del nivel del agua pero viven al borde del derrumbe definitivo, y una casta de millonarios frívolos que aún en este contexto solo se preocupan por la diversión efímera y grotesca.
El relato es conducido por un joven solitario (con un gato como única compañía) que en busca de algo de comida se encuentra con una joven que habita un cine con algunos compañeros (bohemios artistas post apocalípticos). La deriva posible de este cruce inesperado motiva al autor a presentar tres historias paralelas añadiendo una capa más a la lectura, sumando al planteo climático y al social uno más de corte filosófico: una pequeña decisión cambia por completo el curso de nuestras vidas y de las que nos rodean.
Esta es una de las razones por las cuales Post York ha sido definida como una obra experimental. Otra cualidad más que aporta a este calificativo es el estilo visual, que juega con el tamaño y la disposición de las viñetas (desde una página con un toda la atención en un solo recuadro, hasta dobles páginas con detalles fundamentales a la narración), con un trazo que deambula entre grandes bloques de tintas y definición cuidada de las figuras y las expresiones, así como es trabajada sin colores y casi exclusivamente con blanco y negros plenos (algunos grises, para simbolizar iluminación tenue en el cine, debajo del agua, en la noche cerrada).
Sin dudas es una obra experimental para la industria norteamericana considerando que fue publicada allí por Dark Horse Comics, pero se entiende su existencia por la edición bajo el sello de Karen Berger. En un mercado más profundamente indie, tanto en Norteamérica como en otras escenas del cómic, una obra como Post York no sería visto como una rareza sino hasta casi como la media. Esto dicho, claro, sin desmerecer la calidad del trabajo y la capacidad de existir en un escenario algo hostil a la no habitual.
La obra se completa con algunos intercambios multimediales, principalmente con una canción del hijo del autor (quien inspiró directa e indirectamente la producción de todo esto) que está incluida en el libro, y que Dark Horse utilizó para promocionarlo:
El intercambio entre la poesía y el dibujo fue el puntapié que dio lugar a la creación del cómic, que tuvo una edición más corta y de menor tirada. Karen Berger fue la artífice de esta versión ampliada y con mayor llegada a públicos lectores que exceden Nueva York por mucho, como también el problema que aborda es global.
Para darle un cariz más de relevancia al libro, está apoyado por una investigación elaborada sobre el tema con intenciones de ser preciso en el planteo y no quedar en una mera anécdota. Es así que consigue lo señalado al comienzo: un cómic de lectura entretenida, de gran nivel artístico y que no es mero pasatismo ni tampoco un planteo solemne.
Lo mejor
• Un gran trabajo artístico para un problema de suma importancia.
Lo peor
• Las líneas alternativas de las historias podrían ser más y tener mayor desarrollo.