Hoy ha arrancado el XXII Saló del Manga de Barcelona, una fecha marcada en el calendario de los aficionados al género. Muchos de ellos, nos hemos dado cita en Montjuic para celebrar el buen estado de salud del manga en nuestro país.
Este año, el evento empezaba en sábado, rara avis puesto que estamos acostumbrados a que los salones de la ciudad condal abran sus puertas en jueves. Pero, lo que no ha cambiado son las largas colas para entrar. Cuando las puertas se han abierto, la cola ya rodeaba todo el recinto. Una estampa que vemos años tras año y que parece inevitable. Con el añadido que este año se ha formado una cola secundaria que la organización no ha sabido gestionar. Hecho vergonzoso que demuestra que la situación ha vuelto a superarles. Ojalá alguien en Ficomic de con la tecla que ponga remedio a todo esto.
Una vez en el interior nos topamos con cinco espacios bien diferenciados. El primero de ellos es la Plaza Universo, en cuyo centro han instalado una carpa para proteger el escenario que acogerá gran cantidad de conciertos. Una novedad muy interesante y lúdica que lleva a otro nivel la experiencia de años anteriores. A mano izquierda, queda el Palacio 1, la zona dedicada a la comida: foodtrucks, el taller de cocina, una exposición de repostería y un comedor enorme. El espacio perfecto para zamparse unos yakisoba con los amigos. A mano derecha, tenemos los Palacios 4 y 5, donde encontraremos las zonas más abiertas, perfectas para descontaminarnos del griterío y las masificaciones. Zonas para exposiciones, talleres y exhibiciones. Ahora bien, hay que mirarse muy bien el programa para no perderse entre tan buena y variada oferta. Finalmente, tenemos el pabellón principal: el Palacio 2. Dividido en dos plantas, abajo encontraremos la zona de expositores, una de las dos salas de actos y algunas de las principales exposiciones. Arriba, en cambio, el espacio es más abierto, dado que volvemos a estar en zona de exposiciones y talleres. Ficomic debería empezar a pensar en la posibilidad de reorganizar la zona de stands de expositores. Hay tanto espacio, que si repartieran más a la gente, sería más cómodo moverse entre las tiendas.
A nivel de stands, cada vez vemos menos tiendas de manga y más de merchandising. Un hecho que habla del tipo de público que asiste al evento y de sus intereses. Nos indica como está evolucionando el mercado, el fandom y el propio Saló; pero que va en contra de aquella idea de ir buscar una edición antigua o un tomo descatalogado. En cambio, las principales editoriales del mercado nacional vuelven a imponer su presencia con enormes stands que devoran el campo visual de los asistentes. Norma y Planeta continúan con su estilo de tienda cerrada mientras que ECC, como en el pasado Saló del Cómic, vuelve a apostar por un concepto diáfano que atrae a los compradores de manera orgánica.
Hasta aquí nuestras primera impresiones sobre el XXII Saló del Manga de Barcelona, el evento del año que intentará romper todos los récords acumulados hasta le fecha. En Zona Negativa nos iremos haciendo eco de los hechos más destacados del salón a lo largo de los próximos días. Pero, de momento, os dejamos unas cuantas fotos.