Edición original: Marvel Comics – 1994, 1995
Edición España: Comics Forum – mayo 1995
Guión: Charles Vess, Elaine Lee
Dibujo: John Ridgway
Entintado: John Ridgway
Color: John Ridgway
Portada: Charles Vess
Precio: 1795 pesetas (tomo en tapa blanda de 208 páginas)
No es ninguna novedad que las editoriales de cómic nutren sus publicaciones en no pocas ocasiones con autorizaciones para editar personajes, series y otros productos provenientes de otras áreas del entretenimiento o bien: películas, series de televisión, novelas, juguetes o videojuegos son solamente algunos ejemplos de esta práctica, basada en la máxima de que «el negocio es el negocio». Dentro de esta estrategia comercial, merece especial atención la presencia de personajes que, surgidos originalmente dentro de otro sector de la viñeta como son las tiras de prensa, tienen la oportunidad de tener una cabecera propia, bien en la forma de serie abierta, bien en la de serie limitada. La relación entre ambos formatos ha demostrado ser una dirección con dos sentidos, como lo demuestra el hecho de que personajes del tebeo como Spider-Man hayan contado con una versión periodística. En este juego de licencias (traducción española aproximada del inglés license / licence) Marvel Comics aprovechó la ocasión para hacerse con la posibilidad de editar tebeos protagonizados por algunos de los personajes más populares de la agencia de prensa King Feature Syndicate como Phantom o el
En la historia del cómic, Valiente de Thule ocupa un lugar destacado, por obra y gracia del primoroso e insuperable trabajo llevado a cabo por su creador. Sobre la base de los mitos artúricos, Foster creó un mundo lleno de aventuras, peligros y acción ubicado temporalmente en una Edad Media cuyas épocas se mezclaban para servir mejor a la narración. Así, los caballeros de la tabla redonda eran presentados con el aspecto y los modales bajomedievales, en tanto que los adversarios y oponentes de Val y sus compañeros de armas podían ser legionarios romanos (S. V D. C.), piratas normandos (S. VIII D. C.), caballeros árabes ya islamizados (S. VII D. C.) o bizantinos justinianeos (S. VI D. C.). La tira –que todavía se publica en la actualidad- ha influido profundamente en toda suerte de autores que van desde Víctor Mora a Jack Kirby. Las sucesivas reediciones del amplísimo trabajo de Hal Foster han demostrado que las andanzas de un joven nórdico en la corte del Rey Arturo no han envejecido un ápice y son siempre recomendables para quienes quieran conocer la mítica obra de un autor no menos legendario. La miniserie recopilada en este tomo que se comenta aquí es un homenaje al rico legado del personaje y su mundo.
La historia está ambientada justo después de la caída de Camelot. Siguiendo el canon principal, Arturo y Mordred se han dado muerte mutuamente y buena parte de los camaradas de Valiente ha caído en combate. Excalibur ha de ser devuelta a la Dama del Lago, pero una vieja enemiga de Pendragón, la reina Morgause, intentará hacerse con la espada para legitimar su dominio sobre el reino. Para ello, raptará a la heredera de Arturo que es también nieta de Val. El caballero del emblema del caballo rojo tendrá que afrontar, al igual que su hijo primogénito, Arn, una misión en la que están en juego tanto el destino de Inglaterra como el de la propia familia fundada por Valiente y Aleta.
La miniserie presenta a un Val más maduro, que disfruta de la abuelidad (aunque sin abandonar su juvenil y característico corte de pelo) y que afronta un sino que en las tiras de prensa no se plantea (ya que en estas Arturo Pendragón aún vive). Fieles al ejemplo y a las reglas impuestas en su momento por el propio Foster, las personas responsables de este tebeo cumplen con la máxima de que los protagonistas crecen, viven, maduran, envejecen y son, como buenos humanos, falibles. La trama es, sin lugar a dudas, tributaria de cuantas pergeñaran don Hal y sus sucesores en la forma de complot palaciego, habiendo espacio –como en el medio original- para la acción, el drama, la aventura, el romance y el humor (aunque este último no se prodigue gran cosa, pues los días en los que se ambienta ya no son los del antiguo y futuro rey, sino las oscuras jornadas posteriores a su caída).