Edición España: Astiberri – 2003
Guión: Víctor Santos
Dibujo: Víctor Santos
Entintado: Víctor Santos
Portada: Víctor Santos
Precio: 5 euros (tomo de 64 páginas de la colección Lecturas compulsivas)
Víctor Santos es uno de los autores españoles más conocidos de cuantos publican actualmente dentro y fuera de nuestras fronteras. Su historia es la de no pocos autores que empezaron velando armas en el mundo de los fancines y pasaron por la autoedición, hasta alcanzar la meta de la publicación bajo sellos más consolidados. Su obra Los Reyes Elfos, donde da rienda suelta a su querencia por la mitología nórdica, es probablemente lo más conocido de su producción pero ésta, notablemente prolífica, se ve completada por una sucesión de títulos en los que don Víctor da rienda suelta a sus gustos y querencias, a veces de forma demasiado evidente.
Pulp Heroes está concebida como una historia de género negro en la que un asesino a sueldo que va en línea descendente en su carrera dentro del crimen organizado encuentra inesperadamente una posibilidad de redención. Cuanto más se hunde en encargos más y más sangrientos (y paradójicamente de menor y menor nivel) más se aferra a esa esperanza, personificada en una mujer a la que amar y a la que salvar. Ella representa la hipótesis de una felicidad que, desde su niñez, le ha sido negada. Marcus Sigurd, pues así se llama el antihéroe de la historia, es mitad germano mitad irlandés, como el Tom Hagen de la saga El Padrino (pan y vino). Como el abogado de la familia Corleone se ha criado entre italianos, pero no ha tenido la suerte de aquél. Hijo de una madre soltera, se refugia en los héroes de las novelas de a duro (de ahí el título, quizá innecesariamente americanizado, de Pulp Heroes), en las leyendas que le cuenta su madre sobra la mitología nórdica (tema fetiche del señor Santos) y en las películas de samuráis del maestro Kurosawa. De estas dos últimas fuentes proviene probablemente su idea fatalista del destino y el abrazo a la muerte violenta como última etapa del camino trazado por aquél.
Este tebeo constituye un curioso plato mixto en el que el ingrediente principal es el ya mentado género negro, pero a su vez extrañamente maridado con otros con los que no parece tener relación directa. El gusto por los samuráis y por los héroes germánicos del autor es sobradamente conocido, pero en esta ocasión la introducción de unos y otros, aunque sea de manera tan tangencial, resulta forzado y, en mi opinión, innecesario para justificar al personaje y sus decisiones. Marcus Sigurd es un personaje arquetípico revestido con la apariencia de James Dean (lo que refuerza la idea de rebelde que-acaba-consiguiendo-una-causa) que funciona perfectamente como producto de una ciudad que, como bien se indica en el prólogo de la historia, hace tiempo que se fue por el retrete. Las fuerzas del orden brillan por su ausencia en un campo de batalla en el que es el crimen organizado el que gobierna por el tradicional sistema del palo y la zanahoria, convenientemente combinado con operaciones de cirugía de amputación. ¿Puede alguien que ha crecido para convertirse en un cínico sin horizonte aferrarse a una esperanza? Sí, y como en tantas otras historias de este pelaje, gracias al amor (por imposible que éste pueda parecer) pero el realismo pragmático de Sigurd contradice sus gustos por los idealizados guerreros de sus lecturas, sus recuerdos infantiles y sus gustos cinematográficos. Bien es cierto que en los dos últimos casos (los eddas y los relatos de samuráis) podemos encontrar muchos ejemplos de personajes no tan distintos del citado, pero aquí aparecen desde una perspectiva distinta, como paradigmas de un mundo mejor.
En la parte gráfica hay que indicar que estamos ante una obra en la que el autor echa mano de las influencias que le han hecho célebre: un poco de Frank Miller por aquí, otro poco de Mike Mignola por allá y unas cuantas manos de pintura modelo “Bruce Timm” por acullá. Pulp Heroes forma parte de esas obras de Víctor Santos donde queda patente su condición de autor profundamente marcado por lecturas y visionados. Esta evidencia, siempre acogida por su titular, advierte por anticipado al lector de que va a transitar por caminos conocidos (a veces, demasiado) combinados de un modo y manera en el que el responsable ha dejado un sello por el que ya es bien conocido, para bien o para mal.
En resumidas cuentas, tenemos una historia “negra” de manual donde el autor vierte y se pierde en sus influencias principales del momento, con lo que queda recomendada para seguidores de lo uno y / o de lo otro. En el plano no tan positivo habría que resoplar ante esa inveterada costumbre de ambientar una historia en una ciudad del imperio y hacer hincapié en el forzado giro inesperado con el que se pretende dar carpetazo al relato. Una cosa, creo yo, es que los protagonistas de estas desventuras tengan que ser eternos perdedores y otra es que acaben como el gallo de Morón.
Me lo compre en su día y Victor Santos demuestra es esta historia que es el Frank Miller Español (en el sentido artítico, obviamente, no creo que dedique a criticar al 15-M o decir que el Islam es el enemigo de occidente XD).
Puede que su dibujo no sea el mejor pero se compensa con creces con su capacidad narrativa, su manejo de la situación y su desarrollo de los personajes.
De los mejores autores que hay en españa actualmente.
gran artículo, solo una pregunta ¿Tom Hagen era medio alemán medio irlandés? as far as I know era «simplemente» irlandés…ruego aclaración, porfa.
Al final, a pesar de que el dibujo no me llama mucho, has conseguido picarme la curiosidad…
«¿Tom Hagen era medio alemán medio irlandés? as far as I know era “simplemente” irlandés…ruego aclaración, porfa.»
En el libro dicen que es medio alemán medio irlandés.
OK, gracias por la aclaración Lemmytico, también leí el libro, pero no recordaba ese pequeño detalle, que de repente se había convertido en una duda que seguro no me habría dejado dormir esta noche…
Hagen es germano-irlandés y se define a sí mismo como germano-americano cuando habla con Woltz. A los Corleone les acaban llamando la banda irlandesa al tener un consigliere no siciliano y ni siquiera italiano.