Punisher / Batman: Deadly Knights

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Edición original: Marvel Comics / DC Comics – octubre 1994
Edición España: Comics Forum – enero 1995
Guión: Chuck Dixon
Dibujo: John Romita JR
Entintado: Klaus Janson
Color: Christie Scheele
Portada: John Romita JR, Klaus Janson
Precio: 625 pesetas (tomo en formato prestigio de 48 páginas)

 

La inauguración de la segunda colección prestigio editada por Forum en España vino de la mano de un primer número espectacular: el segundo encuentro entre Batman y el Castigador. Tres meses después de su publicación en Estados Unidos, la parroquia hispanoparlante podía disfrutar de un tebeo que representaba la recuperación de una experiencia que había reflejado el estado de las relaciones entre Marvel y DC: los encuentros entre personajes.

La historia de las batallas estelares entre los principales héroes de una y otra empresa se iniciaron en1976, con la memorable Batalla del siglo, que reunió y enfrentó a Superman con Spider-Man. Curiosamente, no fue ésta la primera colaboración entre ambas editoriales, sino una adaptación al tebeo de El mago de Oz (que se suele considerar singular prólogo a una sucesión de aventuras caracterizadas por un formato gigante y unos equipos creativos de primera línea). El lanzarredes y el kriptoniano volvieron a encontrarse junto a la Mujer Maravilla y la Masa (que protagonizaban sus propios seriales televisivos); Batman y el mentado coloso esmeralda hicieron equipo contra el Controlador de Mundos y el Joker; los Nuevos Titanes se encontraron con la Patrulla-X y combatieron a Deathstroke (en esos días conocido como “Terminator”) a Darkseid y a una rediviva para la ocasión Fénix oscura. Nuevos enfrentamientos se anunciaban en la forma de segundas partes de los duelos preexistentes y de un ambicioso encuentro entre los Vengadores y la Liga de la Justicia de América. Sin embargo, las relaciones entre Marvel y DC pasaron de la cooperación a la guerra fría por causa de esas historias que dan para escribir, comentar y discutir en salones, jornadas y barras de taberna. El reencuentro entre los Titanes y la Patrulla-X que debía escribir Marv Wolfman nunca vio la luz y las páginas que George Pérez había dibujado de la batalla entre Vengadores y Liga se convirtieron en una codiciada curiosidad. Durante una década, hablar de publicaciones avaladas por ambas empresas se convirtió en una elucubración sobre hipótesis ficticias y anheladas. Sin embargo, a principios de los noventa del sigo pasado, la situación había cambiado sensiblemente.

En 1992, siete de los autores más importantes de la casa de las ideas se habían independizado, formando Image Comics, un sello que estaba llamado a competir y a demostrar (o al menos intentar demostrar) que las firmas de sus padres fundadores eran las que garantizaban ventas y beneficios a las grandes compañías (frente a lo que planteaban éstas, que partían de la premisa de que sus franquicias eran las realmente relevantes). Su irrupción desencadenó una sobreexplotación del negocio que, unida a la burbuja especulativa, inundó el mercado de series, sellos editoriales, experimentos negociales, ediciones múltiples, portadas diversas y una alarmante caída en la calidad. Cualquier concepto podía ser bueno si servía a la causa de ganar ventas (o, en su defecto, detener la caída de las mismas, encaramadas a unas cifras antinaturales). Los presuntos responsables (o mejor dicho, el presunto responsable del conflicto) ya no estaban, así que los cruces editoriales volvieron a ser una posibilidad real.

En honor a la verdad, hay que indicar que las relaciones entre DC e Image eran mejores que las de esta última con Marvel. Después de todo, los padres fundadores imagineros habían salido escopetados de la casa de las ideas por diferencias de naturaleza económica. Con la casa del detective el asunto no había pasado de algunas diferencias creativas y conceptuales (como la que relataba Rob Liefeld, según la cual sus Youngblood empezaron como un concepto para incorporar a la franquicia de los Titanes). Así pues, los encuentros entre personajes deceeros e imaginativos empezaron muy pronto. Todd McFarlane intercambió y enfrentó a su criatura Spawn con el caballero oscuro, introduciendo estas aventuras dentro de la continuidad de su serie (como hiciera con el Cerebus de Dave Sim). Todo esto acontecía a los dos años de la salida de las primeras aventuras de Al Simmons. Veinticinco años después, hay que indicar que don Todd es el único fundador imaginero que no ha retornado a la casa de las ideas (más allá de alguna iniciativa solidaria relacionada con Spider-Man). Para volver al asunto que nos ocupa, Batman fue el personaje que acaparó mayor número de enfrentamientos intereditoriales: con y contra Spawn, contra los Depredadores, en batalla contra los Aliens… el murciélago era el personaje de moda por obra y gracia de su oscura condición, de una franquicia cinematográfica boyante y de una serie de animación tan exitosa como prestigiosa. Los héroes sombríos se imponían a iconos tan luminosos como Superman. Quizá por esto, su contrapartida marveliana no fue ninguno de los héroes clásicos de la casa, sino uno de los seis pesetas de moda en ese momento: el Castigador.

Frank Castle encabezó una de las franquicias más rentables de Marvel entre finales de los ochenta y principios de los noventa. El modelo de antihéroe barbudo y carente del código de respecto a la vida del superhéroe medio era el que triunfaba por obra y gracia de la copia indiscriminada de los trabajos de autores como Alan Moore o Frank Miller. No es extraño que se convirtiera en uno de los pesos pesados de una editorial que enfilaba el preocupante camino de la recesión. En esos años, el Castigador multiplicaría sus apariciones en la forma de tres series regulares, varias aventuras en formatos más lujosos (prestigio o novela gráfica), apariciones estelares y hasta un encuentro con Archie (sí, el de Archie Comics, Betty y Verónica). A todo esto se sumarían dos tomos (un por cada editorial) en el que haría equipo con Batman.

El primer encuentro entre el caballero oscuro y el vigilante de la calavera tuvo lugar bajo los auspicios de DC. Dennis O´Neil (uno de los escritores quirópteros por antonomasia) y Barry Kitson se encargaron de reunir a Castle y a Batman, los cuales hicieron buenas migas. ¿El motivo? Bajo la capucha del murciélago no se encontraba Bruce Wayne (cuyas opiniones sobre las armas de fuego son bien conocidas) sino Jean Paul Valley, Azrael. El expeditivo justiciero había recogido el manto del detective cuando éste había sido quebrado (literal y metafóricamente) por Bane. Este cambio ejemplificaba el éxito del “seispesetas” en el género y la querencia por antihéroes duros, expeditivos y despiadados. Sin embargo, para el segundo encuentro (el que publicaba Marvel) Wayne volvía a asumir el legado y la carga de ser el defensor de Gotham.

La historia comienza cuando el Castigador retorna a la ciudad del murciélago, a la caza y captura de su viejo adversario Puzle. Éste ha sido acogido por un Joker menos disparatado que de costumbre, para reconstruir su destrozado rostro y recuperar su puesto en el seno del crimen organizado. La corrupta Gotham es un buen sitio en el que volver a empezar, bajo el ala de uno de sus más poderosos hampones, aunque ello suponga ponerse bajo la lupa del murciélago. Sin embargo, los bajos fondos han percibido que algo ha pasado con Batman y en este río revuelto se aprestan a pescar y a sacar beneficios. Castle se encuentra de nuevo y por primera vez con el caballero nocturno, descubriendo para su desgracia que no es el mismo que conocía. El nuevo / viejo murciélago no está dispuesto a tolerar que Frank ejecute sus artes militares en la urbe, por lo que la búsqueda de Puzle se convierte en una carrera entre ambos justicieros. Uno y otro, así como sus respectivas némesis, son los protagonistas absolutos de una historia que deja alguna escena-viñeta para secundarios de ambas franquicias como Micro (antaño escudero informático del Castigador) o Robin (Tim Drake, el tercer en vestir el manto pajarero). El clímax conclusivo deja todo como estaba al principio, en la mejor tradición de los encuentros intereditoriales.

El guionista responsable de esta segunda entrega resultó ser un experto en ambas franquicias: Chuck Dixon. Buen conocedor del murciélago y el pistolero, maese Dixon aprovecha para hacer una comparación entre los dos personajes. Ambos pueden parecer oscuros; ambos están definidos por la tragedia de haber perdido a sus seres más queridos. Sin embargo, uno tiene sus manos manchadas con abundante sangre en tanto que el otro ha trazado respecto al homicidio una línea que no está dispuesto a traspasar. Castle critica a Batman porque considera que su forma de actuar le condena a enfrentare una y otra vez a sus enemigos principales; Batman desprecia a Castle porque le considera un criminal digno de Blackgate (el penal) o Arkham (el manicomio). Dos respuestas distintas a un mismo trauma, dos diferencias irreconciliables.

El dibujo corresponde a un equipo bien conocido en Marvel y soñado por DC en aquellos días: John Romita JR y Klaus Janson. El dibujante se encontraba en un momento de gracia que se prolongaría durante varios años. Ilustrador estrella de la casa de las ideas, su migración a la DC post-52 fue considerada como signo del fin de una época y principio de otra en la que un talentoso autor que había representado gloriosamente a los principales personajes de Marvel podría hacer lo propio con los de DC. Sin embargo, durante veinte años lo más cercano que estuvo JRJR a la Distinguida Competencia había sido esta magistral representación de Batman y su mundo urbano.

El doble encuentro entre Batman y el Castigador abrió la puerta a una larga sucesión de encuentros que terminaría diez años después con el monumental enfrentamiento entre los Vengadores y la Liga de la Justicia. En el primer número de esta miniserie se homenajeó el encuentro entre el caballero oscuro y el justiciero de la calavera. Ahora la situación vuelve a ser de punto muerto pero ¡quién sabe! Quizá volvamos a ver nuevos encuentros entre estos personajes.

Como curiosidad final, hay que indicar que en la continuidad deceera (la de ese entonces) se consideró que las historias de los dos encuentros entre estos caballeros habían acontecido. Para Marvel, no obstante, habían pasado en uno de tantos universos alternativos.

Batman contra el Castigador
Pim, pam, pum, sock ¡tomá, guacho!

  Edición original: Marvel Comics / DC Comics – octubre 1994 Edición España: Comics Forum – enero 1995 Guión: Chuck Dixon Dibujo: John Romita JR Entintado: Klaus Janson Color: Christie Scheele Portada: John Romita JR, Klaus Janson Precio: 625 pesetas (tomo en formato prestigio de 48 páginas)   La inauguración…
Guión - 7
Dibujo - 9
Interés - 7.5

7.8

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Rorschach
Rorschach
Lector
5 octubre, 2015 19:20

Wow! este si que es un duelo de titanes, ya quiero leerlo!!

Save
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Lector
5 octubre, 2015 22:48

Que bueno era Romita en los 90 y que desaprovechado lo tenían en Marvel.

flashpoint
flashpoint
Lector
6 octubre, 2015 16:18

Por mucho uno de los mejores crossovers de Batman y con un dibujo cargado de sobras como lo hacia Romita en los noventas.
Una joya que guardo y saco de ves en cuando para leer una historia en la Dixon no escatimó en mostrar las diferencias entre los personajes.
Muy recomendable.

Alejandro Ugartondo
Autor
7 octubre, 2015 0:09

Que rabia me da leer esta excelente reseña de un cómic que en su día dejé pasar porque… no estaba en continuidad!! Tonterías de juventud. Con lo que me gustaba Romita Jr. en esa época.

Miki
Miki
Lector
7 octubre, 2015 20:03

Ya puestos, que reediten el trabajo de Dixon y Romita en el Punisher War Zone, que les quedaron dos sagas muy buenas (aunque la segunda no la acabe Romita, pero sigue siendo cojonuda), ya que, imagino, no se puede reeditar este cruce.