Edición original: Marvel Comics – diciembre 2012 – abril 2013
Edición España: Panini Comics – agosto 2013
Guión: Greg Rucka
Dibujo: Carmine di Giandomenico
Entintado: Carmine di Giandomenico
Color: Matt Hollingsworth
Portada: Marco Checchetto
Precio: 11 euros (libro de 112 páginas de la línea 100% Marvel)
Con la publicación de este tercer tomo recopilatorio la aventura de Greg Rucka al frente de las aventuras del Castigador llega a su fin y, hay que decirlo antes que nada, deja la sensación de que si las ventas hubieran acompañado podíamos haber estado ante una de las etapas más importantes en la trayectoria de un personaje profundamente sobado que nunca se ha caracterizado por tener una personalidad excesivamente desarrollada.
En Zona de guerra, guionista e ilustrador tienen ocasión de poner un broche de oro a su labor, partiendo de una premisa cuando menos chirriante: el enfrentamiento entre Frank Castle y los Vengadores. La diferencia de poderes es solamente el primero de los argumentos contrarios a la idea de meter en el mismo saco al Castigador y a media docena de los héroes más poderosos de la Tierra, pero no se vayan todavía, que aún hay más. Tradicionalmente, el caballero de la calavera en el pecho se ha movido en los escenarios urbanos y (a veces más, a veces menos) realistas de la casa de las ideas (junto a Spider-Man o Daredevil) en tanto que los Vengadores se han mantenido en el colorido mundo de los pijamas (con viajes en el tiempo, epopeyas espaciales y demás). Sin embargo, de unos cuantos años para acá esas fronteras se han relajado, convirtiendo las colaboraciones puntuales de personajes como el trepamuros en una membresía de carácter más permanente. Cuando solitarios callejeros como el lanzarredes, el cuernecitos o Luke Cage pasan a tener el estatuto inherente a una banda oficial de superhéroes se plantea necesariamente la cuestión de que esta última se implique en el tipo de problemas con los que aquéllos tienen que pechar. Bendis hizo un amago de explorar este paisaje cuando Cage llevó a los Nuevos Vengadores de visita por el barrio, pero el experimento no tuvo continuidad, sobre todo porque el creciente protagonismo de don Lucas le llevó a verse absorbido por el vertiginoso ritmo de vida del grupo. En esta ocasión será Spider-Man, un poco mosqueado por el uso que Castle ha hecho de uno de sus inventos.
La elección de Parker como nexo de unión entre el Castigador y los Vengadores resulta del todo punto lógica, así como la forma en la que argumenta la necesidad de que el grupo asuma la tarea de capturar a Castle. Cuando Byrne planteó la posibilidad de que Spidey se uniera al grupo (justo después de Actos de Venganza) su apresurado sustituto, Fabian Nicieza, despachó la cuestión con una incomprensible inaptitud a ojos del Capitán América y una respuesta del candidato según la cual alguien tenía que hacer frente a los “kingpins” y demás morralla de la que los vengatas no se ocupaban. Un cuarto de siglo después y tras una década de militancia vengadora compartida con su carrera habitual, Spider-Man plantea al equipo (más bien a una selección compuesta por los que repiten participación en varias series de la franquicia) la necesidad de poner a Frank entre rejas. La respuesta resulta irónica en un principio. Iron Man parece considerar que la misión está por debajo de sus capacidades; Lobezno (que ha sido aliado y adversario de Castle) no está por la labor… Sólo el Capitán América responde positivamente porque ha comprendido algo que estaba en la mente de la afición desde hacía mucho tiempo: si deciden sobre quién dejar caer el pesado brazo de la ley (o de la justicia que se toman por su cuenta) te sitúas por encima de la ley misma. La disensión en el seno del grupo es reflejo de las diferentes formas con las que cada vengador percibe a Castle: preocupación, desprecio, respeto, pragmatismo… cuando la Viuda Negra expresa su creencia de que el Castigador sólo mataba a criminales queda patente el hecho de que no todo el mundo ve mal la labor que realiza. La policía no se preocupa mucho de seguirle (como ya dejara patente Garth Ennis) y cuando le pillan (generalmente por obra y gracia de un empijamado) no pasa mucho tiempo antes de que esté otra vez en la calle (después de seguir haciendo su labor de verdugo entre las rejas).
En esta miniserie, concebida para cerrar la encomiable labor del equipo creativo de la serie anterior, hay espacio para conocer el destino de la sargento Cole-Alves (salvada de la muerte por Castle, pero condenada por crímenes erróneamente atribuidos a éste) y para una caracterización muy lograda de los Vengadores (con la curiosa excepción de un Tony Stark que parece tan capullo como su versión “ultimatera”). También tiene don Greg ocasión de expresar su idea en torno al personaje con el que ha trabajado. El vehículo para ello es Thor, una deidad guerrera adorada por pueblos guerreros. Frank Castle ya no es un soldado sino un guerrero que ha ido alejándose de la razón de ser inicial porque ha convertido su medio de vida en un fin en sí mismo. Como el John Rambo de Morrell, se ha convertido en una máquina de matar que no tiene cabida en tiempos de paz. No es un psicópata (como ha sido retratado en otras ocasiones) sino un ejecutor con un sentido del honor muy particular que unos comprenden y otros no. Además, la guerra en la que lucha no tiene fin, como queda patente en el epílogo de la miniserie.
Rucka desarrolla la inverosímil premisa de manera que resulte plausible. Recuerda que Castle ha sido oficial en la infantería de marina y un experto en diversas formas de lucha y enfoca el enfrentamiento como un juego de estrategia. El exceso de confianza de algunos vengadores y las encontradas lealtades de otros jugarán a su favor y en contra de la cohesión del equipo que conforman. La lectura de esta historia, justo después de haber visto el pésimo trabajo de Way en la nueva encarnación de los Thunderbolts rebaja todavía más el bajísimo nivel de calidad de esta última, en lo que al uso del Castigador se refiere y deja patente la incapacidad de don Daniel para manejar a solitarios urbanos en el seno de un equipo de superpijamas.
Zona de guerra es un prematuro y digno final para el trabajo de Rucka que gustará a quienes ya echaron mano de los tomos precedentes. Sobre el trabajo de Carmine di Giandomenico únicamente hay que quitarse la gorra y desearle nuevos e interesantes proyectos como éste. El acompañante inicial de Rucka en esta aventura, Marco Checchetto, se limita en esta ocasión a hacer las portadas.
Muy buena reseña, Luis Javier.
Pues a mí me da pena que está acertadísima etapa de Rucka con el personaje sea tan corta, cuando pueda me compro este tomo y así la tendré completa.
Me ha parecido un final muy digno para la etapa de Rucka. Si se trata de un trabajo de encargo, el guionista lo ha hecho con mucha profesionalidad. El planteamiento de la historia encaja de cierta forma con lo que estaba haciendo en la serie y a largo plazo hubiera llegado a este mismo punto, creo yo.
En cuanto al enfrentamiento con los Vengadores es casi creible excepto lo de Iron Man, porque no creo que sea tan fácil robarle una armadura a Stark y encima haccerla funcionar.
Es una pena que hayan cerrado esta serie para dejar al personaje en manos de Daniel Way
Otro que iba a dejar pasar este 3er tomo de Punisher y al final cayó… ¡y no me arrepiento para nada!
No es el mejor de los 3 tomos a nivel de guión, pero es un más que digno final de etapa y es un cómic que está por encima de la media. Tiene escenas muy buenas, se nota que Rucka conoce a los personajes y sobretodo destacaría la conversación que tiene Thor y Punisher con un par de cervezas en la mano.
A mi me encantó y esta etapa de Rucka está casi casi a la misma altura que la etapa de Ennis.
Para mí la parte más floja del tomo es el dibujo, pero el guión y los diálogos lo compensan de manera sobresaliente.
Mi consejo: no lo dejéis escapar.