¿Qué está pasando en el cómic americano? (Season 14)

¡Ver para creer! ¡Sacrilegio, sacrilegio! ¡El horror, el horror! ¿Quién nos iba a decir, cuando hace un año largo nos aventurabamos en esta nueva etapa de WTF, que ibamos a acabar incluyendo en esta sección una mención a una obra que se iba a llamar Before Watchmen? ¡Las vueltas que da la vida! Tras haber reseñado rigurosamente los siete primeros números de cada miniserie durante los dos últimos meses, una de las conclusiones más evidentes y obvias que se pueden extraer (algunos ya lo comentaban incluso antes de que los cómics en cuestión vieran la luz) es el alto nivel artistico que emanan todas y cada una de las miniseires. el pulp colorido de Darwyn Cooke, la evocadora composición de trazo limpio de Amanda Conner, la última obra del recientemente fallecido y ya añorado Joe Kubert, el sub-urbanamente frio destilado (¡con onomatopeyas incluidas!) de Lee Bermejo, el añorado y siempre lascivamente eficaz Adam Hughes, el realismo cinético de J.G Jones y un espectacular Jae Lee. Personalmente, este último, casualmente el dibujante de menos renombre entre los elegidos, está realizando un trabajo sublime en cuanto a expresividad, composición, narrativa y diseño, acompañado por una sobria paleta de colores donde los colores del traje del protagonista todo lo dominan e impregnan. Pero muchas veces, la ausencia del color (por ende, el negro) puede usarse para transmitir crueldad, sufrimiento y acción como nunca, una lección que aprendimos del maestro Frank Miller hace ya demasiadas décadas. En el segundo número de la serie dedicada a Ozymandias, guionizada por el editor original de Watchmen, Len Wein, nos encontramos con la siguiente magistral doble pàgina de Jae Lee, la cual por sí sola merece un puesto en este Top Ten. Ahí va.

De cara a despejar el terreno para la llegada del Tercer Ejército, la franquicia de los Green Lanterns se está dedicando a quitarse de en medio todos esos elementos que pudieran comprometer o hacer demasiado complicada la historia, especialmente si no son creación de Geoff Johns. En su segundo arco desde el relanzamiento de la colección, Tomasi ha decidido despedir a lo grande a los Alpha Lanterns, aquel «entrañable» equipo de asuntos internos con predisposición a pasarse de la raya sugerido por Grant Morrison en los albores de Final Crisis y que tanto juego dieron mientras Johns y el propio Tomasi construían los cimientos de La Noche Más Oscura. Y si alguien pensaba que lo iban a hacer de cualquier manera, más le conviene pensárselo de nuevo, pues como suele ser habitual con el guionista, toda historia escrita para los Lanterns solo puede acabar a lo grande.

Aviso de Spoiler Horoq Nnot, Relok Hag, Varix, Boodikka y -sobre todo- Hombre Verde… fue bonito mientras duró. Podéis estar seguros de que os echaremos de menos en cierto modo. A todos salvo a Kraken, ya sabéis. Pero es que a los dioses oscuros de Akopolis les cuesta hacerse querer, quizás por eso ni siquiera se hayan acordado de ella para esta historia.

Con evento o sin evento, la serie de Jason Aaron sigue validándose como una de las mejores colecciones de la actualidad (en esta ocasión, con el plus de un Jorge Molina casi tan Coipel como el propio Coipel y un número sin grandes combates ni peleas multitudinarias para permitir que el guionista pueda dar rienda suelta a su buena mano para explorar la deriva humana de ese caótico microcosmos que es el Instituto Jean Grey para Jóvenes con Talento).

Con la crisis del Fénix de fondo y un buen puñado de escenas para el deleite de cualquier aficionado de la franquicia mutante que se precie, resulta especialmente destacable la facilidad que tiene Aaron para hacernos conectar con los dilemas, hazañas y recompensas cotidianas de personajes con tan poco recorrido como Broo, Hope Summers, Quentin Quire o el hiperactivo Kid Gladiador. Desde la interacción del primero con los grandes cerebros del Universo Marvel -y Danny Rand-, el reencuentro de la segunda con Idie, el intercambio de palabras de Quire con Charles Xavier y Rachel Summers, la forzada elección del hijo del Majestor del Imperio Sh’iar y la despedida de Ave de Guerra a la cabeza, sería difícil quedarse con una escena en concreto de este cómic.

Pero lo vamos a intentar tirando por el lado más almibarado y romanticón, ya sea haciendo referencia a la irresistible química entre Kitty Pryde y el Hombre de Hielo (¿por qué se empeñará en volver a Coloso siempre si la gatita parece ser más feliz -y sufrir menos- cuando está con otros tíos?) o a la entrañable secuencia entre otra pareja más insólita todavía, la cual está por ver si no es más que una tierna amistad o hay algo más de por medio:

Con sus partidarios y detractores, desde aquellos a los que ven ideas interesantes más allá de sus patinazos continuistas y su no siempre inspirada narrativa hasta aquellos que son incapaces de hallar el disfrute en las páginas de su etapa al frente de las aventuras del dios del trueno, Matt Fraction parece decidido a cerrar su andadura en El Poderoso a lo grande y de momento Todo Arde se está presentando como una saga ejemplar en la que se antoja difícil encontrar algún defecto notorio. Bien es verdad que con unos escuderos como Kieron Gillen, Carmine Di Giandomenico o, sobre todo, Alan Davis, lo difícil sería no hacer algo mínimamente épico. Y aunque ya os tocara decidir al resto de los que la estéis siguiendo si le dais el visto bueno, entre el pasaje del pasado que nos remonta a guerra entre los Vanir y los Aesir, las infatigables llamas que asolan las iglesias y los cielos de Broxton, la relación fraternal entre Thor y un joven Loki acosado por los pecados de su pasado y una trama en varios frentes que se mueve desde la fragua de Surtur hasta Midgard, pasando por Vanaheim, el infierno de Mefisto, Valhalla, Hel, el reinado de los Dioses de Manchester en Otro Mundo y el mal que se oculta en el corazón de la localidad de Oklahoma, la verdad es que de momento la cosa no pinta nada mal. Así que ya sabéis, los tambores de guerra resuenan en el horizonte mientras el Árbol Mundo se consume bajo el fuego de la fragua de Surtur para dejarnos con un cliffhanger de los de toda la vida, de esos que le impulsan a uno a aguardar al siguiente número para descubrir como solucionarán la papeleta:

La saga de dos números ambientada en un peculiar futuro distópico donde los miembros de X-Force se darían de bruces con un regimen totalitario presidido por las versiones futuras de si mismos ha permitido que Rick Remender continuase explorando nuevas facetas e implicaciones de lo que conlleva adentrarse en truculentas posturas proactivas en las que se justifica el fin por encima de cualquier medio dando rienda suelta a prácticas tan atroces como el ojo por ojo o la eliminación selectiva incluso contra amenazas que todavía no han tenido tiempo para erigirse como tales. Con un evidente deje a lo Minority Report, el guionista de La Saga del Ángel Oscuro se ceba especialmente en la figura de Punisher, personaje al que ya guionizó en una de las cinco mejores etapas de las que haya disfrutado nunca el justiciero de la calavera (he dicho), y que aquí se convierte en el principal exponente para dejar claro el profundo absurdo implícito en todas esas posturas empeñadas en defender políticas de mano dura en la que no se muestre la más mínima compasión contra el criminal como forma ejemplar de justicia. Si el ver toda su implacable fachada desmoronarse como un castillo de naipes cuando se ve completamente desbordado al intentar que un suicida acabe con su vida hasta el punto de reaccionar por puro instinto amenazándole con su pistola para que no lo haga (una pistola contra un suicida, good job, Frank…) ya deja bastante claras sus intenciones, el monólogo de Masacre a costa del bueno de Frank… no tiene precio:

Sirva esta entrada en nuestro peculiar Top Ten mensual como disculpas por un grave error que hemos cometido durante el último mes. Hemos pasado completamente por alto, sin dedicarle ni una sola entrada, un importante hito en el mundo del comic creator-owned. Durante el pasado mes de Agosto, concluyó una de las obras del comic independiente que más miradas ha atraido durante los últimos seis años, llevando a la fama a sus dos creadores. Estamos hablando de Scalped, Jason Aaron y R. M. Guera respectivamente. Ante eventos de tan solemnidad e importancia, siempre existe la posibilidad fundada de que el final de la obra no esté a la altura de las expectativas acumuladas por el aficionado. El reto de cerrar la obra, el trabajo de tu vida, con un broche de oro es una ardua tarea. Muchos guionistas admiten en multitud de entrevistas que el final de su obra es una de las primeras cosas que definieron a la hora de dar vida a la serie, pero ello no significa que el resultado vaya a ser satisfactorio. En este caso en concreto, cualquier descripción que hagamos del mismo, de la inmensidad de la obra y el legado que han dejado ya detras de sí estos dos monstruos del comic independiente, corre el riesgo de sonar irrelevante. Por ello, lo mejor que podemos hacer es, con un amago de lagrimita en nuestros ojos, dar paso a la última página, el último suspiro, el último momento de Scalped. Con todos ustedes:

Aviso de Spoiler

Los más viejos del lugar recordarán con cariño una vieja práctica que puso en… pues eso, práctica, Geoff Johns hace ya algunos años, en sus primeros pasos en DC Comics en los que el joven autor se hacía un nombre dentro de la industria. En números concretos de algunas de sus series (Flash, Justice Society of America, Booster Gold…) dedicaba la última página de dichos números, con gran acierto, a ofrecernos un vistazo al futuro inmediato de la serie durante los próximos números. No se trataba de nada 100% original, ya que muchos de nosotros todavía recordamos casos similares y en otras compañias, como por ejemplo el «Vistazo al futuro» del primer número de Jim Lee en los X-Men hace mucho mucho tiempo. En cualquier caso, los aficionados, siempre propensos a la especulación, abrazaban con los brazos abiertos (¿Se puede abrazar algo con los brazons abiertos? En fin… Sigamos) esta idea y disfrutaban realizando sus conjeturas y luego comprobando como se iban cumpliendo (alguna vez con sorpresa) dichos presagios. Hacía tiempo que Johns no nos deleitaba con tal dosis concentrada de potenciales argumentos. Hasta ahora. Con la conclusión del primer año de Justice League (y por extensión, del Nuevo Universo DC), las últimas páginas del número encerraban un misterio. Tras un número dibujado por Jim Lee donde Superman y Wonder Woman ponen en práctica sus nuevos poderes conjuntos de generación de terremontos, tenemos dos páginas dibujadas por Ivan Reis (¡¡yujuuu!!) y David Finch (¡¡ejem!!) que nos permiten soñar con un «Year Two» más interesante y movidito que el noventero «Year One» de la Liga de la Justicia. Las páginas en cuestión son…

Aviso de Spoiler Veamos. Analizemos. Extaigamos conclusiones. Aunque solo sea para dentro de unos meses poder decir «Te lo dije». Y para ello, basémonos también en otro de los comics del mes pasado, el anual de la Justice League International (escrito por el propio Johns y Didio).  En palabras de Cyborg, entre los nuevos fichajes de la Liga de la Justicia, hay un traidor. Tan solo sabemos a ciencia cierta que Shazam va a ingresar en el grupo, aunque a tenor del teaser promocional de hace un año los futuribles fichajes son: Deadman, Atom, Element Woman, Firestorm, Mera, Hawkman, Green Arrow y la chica rubia aquella que tanto dió que hablar (¿Canario Negro?). ¿Quién será el traidor?  La omnipresente Pandora le ofrece su tesoro a un hombre con guantes y le dice que «la abra». Esta frase, por muy porno que pueda ser interpretada, dará mucho que hablar. ¿Que hay en esa caja? ¿Será Batman el destinatario, como vimos en el teaser de la Trinity War?  Wonder Woman y Superman. La nueva pareja de DC dará que hablar. Lo que a ojos de mucho es una maniobra mercadotécnica puramente de fuegos artificales, tendrá más relevancia de la que parece. En las páginas de la JLI, observamos como un Booster Gold del futuro advierte a nuestro Booster Gold del presente que el romance de la pareja cambiará todo y que deben impedirlo. Eso es, antes de desaparecer a causa de una anomalía temporal. Curiosamente, pocas páginas antes, Blue Beetle había corrido similar suerte desapareciendo por arte de magia. ¿Podemos sumar uno y uno e intuir que un potencial nuevo titulo de DC puede ser «Booster Gold y Blue Beetle»? ¿Cuantos firmais eso?  Esa foto partida indica una escisión en la Liga de la Justicia. Aunque puede ser más simbólica que definitoria de como quedarán los bandos en la Trinity War. En el teaser original habíamos visto a Wonder Woman luchar con Aquaman (aquí comparten «bando») y Hal Jordan está en la foto aunque ha dejado el grupo (y aparentemente «le han pasado cosas») al final del anual de Green Lantern.

Tenemos suerte que Spider-Men, la miniserie de Bendis y Pichelli, tan solo vaya a durar cinco números, porque corre seriamente el riesgo de convertirse en una subsección fija de esta sección mensual en Zona Negativa. En el nombre del panteón completo de dioses ficticiós y reales, ¡menuda calidad! ¡menuda emoción! ¡qué sentimientos! Ni uno de nosotros teníamos dudas sobre cual iba a ser el mejor momento en esta serie, cruce en tierras infinitas, cuando se anunció en su día. Por mucho interés que pudiera haber en observar la reacción entre los dos Spiderman (Miles y Peter), en saber quién iba a ser el malo maloso detrás de todo este meollo, en observar la reacción de Peter ante un Nick Furia ligeramente al que conocía antes de abandonar su mundo natal o en descubrir mediante qué metodo acababa el bueno de Peter muy lejos (a la vez que muy cerca) de sus lugares de balanceo habituales, el verdadero foco de atención era saber la reacción de Peter Parker al ver a su «Tia May» y viceversa. Las palabras pocas veces pueden expresar la emotividad que emana esta situación, magistralmente escrita por un Brian Michael Bendis completamente cosciente de que se mueve a las mil maravillas en estos terrenos relajados y sosegados. Por ello, somos afortunados de que este medio, aunque escrito, también cuenta con el apoyo de las viñetas, que en este caso corren a cargo de una superlativa Sara Pichelli. Lamentablemente, a la hora de preparar esta entrada, un servidor se ha dado cuenta del mal favor que hace a la representación del momento extraer una o dos viñetas del comic, ya que el cómic, como medio, en conjunto no se puede representar en dos pequeñas dosis. La presentación, nudo y desenlace de este capítulo forman un conjunto, una uniformidad, un ser superior (El Buitre dixit) que alcanza una simbiosis tal que lo convierte en un comic perfecto. El comic perfecto. Aún y así, intentemos recuperar esos dos mágicos momentos, algidos por si solos, de este cuarto número de Spider-Men.

Eso si, para concluir, ¿no os ha dado la sensación a vosotros también que esta miniserie tendrá su continuación? Es cierto que no despunta en las listas de ventas como si cabía esperar, pero ese momento entre la Mary Jane Ultimate (visto y no visto) y Peter Parker da a entender que hay material para muchas historias mal. Y pese a la reticencia inicial a este tipo de cruces (puramente comerciales), estoy seguro que no serán pocos los que hayan cambiado de opinión y deseen que se explore esta opción a fondo.

A lo largo de su historia, Lobezno se ha visto sometido a un sinfín de retcons y alteraciones en busca de vueltas de tuerca cada vez más enrevesadas a la enorme bola de nieve en la que ha terminado convirtiéndose su origen. Del mustélido convertido en hombre que tenía en mente Len Wein al ronin sin hogar ni patria que nos ofrecieron Claremont y Byrne hasta llegar al Monstruo de Frankenstein de Hama sin olvidar las adiciones de gente como Larry Hama, la dupla Bill Jemas / Paul Jenkins hasta el mismísimo Jeph Loeb, con el personaje se ha contado prácticamente de todo hasta el punto que únicamente quedaba la opción de que los sufridos orfebres de la continuidad diesen la sentido a su biografía o asumir toda esta sucesión de historias solapadas cuasi contradictorias desde un punto de vista naiff o satírico. Y si Jeph Loeb ya subió las apuestas al revelar que Lobezno está más emparentado con vuestra mascota que con cualquier integrante de la raza humana mediante todo el tinglado de Rómulo, ahora no solo deja caer sutilmente que todo aquello era mentira, sino que nos suerta una bomba que hará que toda la coherencia de vuestras historias favoritas del personaje se desmoronen como un castillo de naipes:

En plenas vísperas de El Tercer Ejército, Johns nos ofrece uno de esos especiales en los que el guionista lo da todo en un festival de épica condensado en el que pasan tantas cosas que sería difícil hacerle justicia con un solo texto. Sinestro y Hal Jordan haciendo frente a Mano Negra en el cementerio de Coast City, los Guardianes haciendo de las suyas en el corazón del Universo mientras se preparan para liberar un poder más viejo que el mundo para crear su tercer ejército, la inminente destrucción del Cuerpo de los Green Lanterns y el resto de los Corps del espectro lumínico, la muerte de un héroe, el nacimiento de una nueva leyenda, una traición, un descarado homenaje a Crepúsculo Emeralda, un cadáver postrado sin fosa que lo proteja… ingredientes para marcar el pistoletazo de salida para dejarnos con ganas de más de cara a la nueva macrosaga de DC con los espectaculares lápices de Ethan Van Sciever para ilustrarlo. Pero puestos a quedarnos con algo, nos ha reultado especialmente simpático el guiño cinematográfico a cierta película de nuestro compatriota Rodrigo Cortés:

Pese a que en el campo de los What if… ya está prácticamente todo inventado, es difícil recordar algo tan desquiciado y brutal como la miniserie de cuatro números que se han marcado Cullen Bunn y Dalibor Talajic permitiendo que Masacre ponga patas arriba todo el Universo Marvel exterminando a la práctica totalidad de sus héroes y villanos haciendo gala de un sadismo y una carga de mala leche capaz de dejar en paños menores al mítico Punisher Kills… de Garth Ennis y Dough Braithwaite. Los Cuatro Fantásticos, Spider-Man, la Patrulla X, Los Vengadores, Punisher y los héroes urbanos de la editorial, Galactus y sus heraldos, Power Pack… todos y cada uno de ellos encuentran su final a manos de un mercenario bocazas más demencial que nunca y sin apenas reparos en hacerlo con vitriólicas cargas de ironía. Brindándonos secuencias tan ácidas y macabras que se quedan irremediablemente grabadas en la retina del lector -como la imagen de Howard el Pato cocinado «a la naranja» que aparece como presentación del post de este mes.

Pero como esto no podría ser un comic de Masacre como dios manda sin ciertos elementos característicos, Bunn y Talajic derrumban la cuarta pared de un contundente patadón en la conclusión del primer número cuando el narrador oficial de todos los What if… de la editorial descubre que ni siquiera él está a salvo de la ola de muertes de Masacre. Y ahora es cuando viene la pregunta del millón: ¿Con quién @#$%& estabas hablando, Uatu?

Y si aun con tan inquietante escena no tenéis suficiente -que ya tenéis mucho leído, que nada os sorprende y estais de la vuelta de todo y eso ya se hizo en el cómic tal de cual o en el cual de tal- os aconsejo que no le quitéis importancia, no sea que os pase como a ciertos invitados de la historia: