¿Qué está pasando en el cómic americano? (Season 22)

Comenzamos la selección de este mes con una mención especial al título mutante de Salvador Larroca y Dennis Hopeless, que comenzó su andadura en Marvel Now! sin hacer demasiado ruido, pero que tras un arco inicial un tanto confuso -por aquello de la narración desordenada- está ganándose un buen puñado de adeptos. Puede que sea ese aire paramilitar que lo envuelve todo, como el guionista esta jugando de forma sucia y árida con la mitología de la nueva carne dentro del universo Marvel, los elementos de ciencia ficción bizarra que está añadiendo al conjunto o ese aire a medio camino entre thiller bélico de acción futurista y Cronnenberg en sus primeros años.

El caso es que en el anterior número, Boom Boom Boomer Meltdown Tabitha le ayudaba a Dominó a infiltrarse en unas instalaciones militares secretas al más puro estilo Área 51 (con sus alienígenas, secretos desagradables y todas esas cosas) y en este, a la rubia de Nextwave le pasa esto que seguramente será bien recibido en el mercado japonés. Ojo con los más impresionables con las viscosidades y otros fluidos:

Tras un par de números a cargo de Ray Fawkes, el cual le tocó lidiar con las consecuencias tanto del final del arco «Muerte de la Familia» como de la muerte de Damian. Aunque la historia con James Gordon Jr era de tres partes, y tras su despido-pero-no, Gail Simone regresa para rematar la historia. Habrá quienes se alegren de tenerla de vuelta, otros habrán disfrutado más con los números anteriores que en casi la veintena de números escritos por la pelirroja. En cualquier caso, no vamos a debatir aquí quien escribe mejor a Barbara como Batgirl, aunque si recordamos que mañana habrá reseña de The Movement, una serie esperada por todos. Para los fans de Gail Simone, para los que lo son pero no pueden con su Batgirl, y con los que jamás les ha gustado la escritora y tendrán una nueva serie con la que rajar. Pero no nos desviemos del camino marcado, que es la resolución del conflicto entre los hermanos. Algunos consideraron a James Jr como el Joker de Dick como Batman, una de las grandes características de personajes como el Joker es cierta ambigüedad sobre sus motivos a la hora de actuar. Pero hay quienes piensan que para un personaje regular, esto ya no sirve…

Aunque bueno, estamos seguros que esto se ampliará en el futuro, a fin de cuentas hemos dicho que será un personaje regular. ¿Como? ¿Que no sólo quedaba una parte de la historia, sino también de «evento» a cubrir? Pero ahora es la todopoderosa Simone, los editores ya no le pueden marcar lo que debe hacer. Y eso es bueno, ¿verdad?

Por cierto, ninguno de estos spoilers habla de la transexual compañera de piso de Barbara. Y eso es tan simple, no sólo porque en este lado del charco esto nos da bastante igual, si no que además con la revelación le vamos a tener tanto/tan poco interés en el personaje antes de descubrirlo.

El ya caduco mes de Abril, más de un año después del anuncio, ha concluido con más pena que gloria el experimento Before Watchmen. Dejándose a la mitad de los lectores por el camino y ganándose dos velas negras en una repisa hogareña de Northampton hasta el fin de los tiempos, ninguna de las siete miniseries (y one-shots variados) pasarán a los anales de la historia como un producto rompedor, aunque DC parece que ha quedado contenta con el resultado porque ya prepara secuelas de Sandman, Tom Strong, 100 Balas y demás (con los autores implicados, un matiz importante) y se va a quedar con las ganas de intentarlo con Invisibles o Transmetropolitan ante la negativa rotunda de Grant Morrison y Warren Ellis respectivamente (¿Os imagináis que lo intentan sin ellos?). Sin embargo, hoy no hemos venido aquí a hablar de ello ni a descargar nuestra ira en los mandamases de Warner Bros, pero sí que hemos venido a hablar un bonito homenaje al Watchmen de Alan Moore. Y no, no ha sido en ninguna de estas blasfémicas miniseries. Ha tenido que ser en un cómic de la Casa de las Ideas.

Guionizada por el rising-star Simon Spurrier y protagonizada por el hijo de Charles Xavier y Gabrielle Haller, David Haller, X-Men: Legacy se ha convertido una de las series fenómeno del momento. En su novena entrega, Spurrier ha querido hacer un homenaje nada disimulado a Watchmen, trasladando la cita de Legión y Vendas a la Luna al más puro estilo Dr. Manhattan (¡Supera eso, Barney Stinson!) y enfrentándoles a un villano, Aarkus, que se presenta al combate con cuatro libros bajo el brazo (¡WTF!). Tras mofarse de los X-Men como de costumbre (y el cameo de Cámara de rigor) y el debate moral de turno, Legión “concluye” el enfrentamiento con una frase la mar de evocadora que bien podría haber salido de la boca de Ozymandias. ¡Qué fáciles de contentar somos los fans!

Pese a un arranque un tanto indeciso, los FF continúan dando pasos de gigante para convertirse en una pequeña joya contemporánea conforme se aleja de la sombra de su hermana mayor. Mucha culpa de esto tiene la presencia de dos gigantes del cómic como son Mike Allred y su esposa Laura. Sin embargo, el último número ha demostrado que Matt Fraction (cuya brillante irregularidad capaz de alternar trabajos grises con absolutas genialidades de cómics va a camino a erigirlo como el nuevo Peter Milligan) tampoco es manco, firmando un número delicioso junto a Joe Quinones, de esos para tener bien cerca en la mesita de noche y por los que el cuarteto formado por Lang, Walters, Amaquelin y Deering están destinados a pasar a la Historia.

Con momentos tan irresistiblemente pop como la radiografía del hogar de los Cuatro Fantásticos o la guerra entre Miss Thing y la banda de la calle Yancy, Fraction incluso se atreve a jugar con las convenciones de género a costa de los Topoides Moloides del Edificio Baxter, esos simpáticos miembros de la Fundación Futuro que llevan pululando por la serie desde los tiempos de Jonathan Hickman y que se ganaron nuestro corazoncito de lectores de cómics con el número en el que intentaban boicotear la cita entre Hulka y Wyatt Wingfoot. Pero la cuestión es, ¿cual es el sexo de los topoides? Porque ni tienen ningún rasgo determinante que permita diferenciar si son machos o hembras, ni sus nombres ayudan demasiado a ello.

Así que en el último número de la serie, Fraction juega con la idea, y hace que uno de los topoides salga del armario y le revele a sus hermanos algo que ha estado guardando en su interior durante mucho tiempo, y que ahora quiere compartir con ellos. Que aunque por fuera su aspecto sea el de un miembro masculino de su raza, por dentro se siente como chica y quiere dejar de fingir para vivir como tal.

Ahora la pregunta es como reaccionaran sus hermanos, y si una sociedad tan primitiva como la de los topoides estará dispuesta a aceptar esta reformulación de su imagen de género, o por el contrario repudiarán a Tong incapaces de entender esta nueva situación a la que se enfrenta su hermano / hermana. ¿Cual de las dos posibles reacciones triunfará?

Mas que por toda la nostalgia que pueda despertar su recuperación del espíritu clásico de la Edad de Bronce, si por algo está destacando Remender es por lo bien que ha sabido congeniar las diferencias y similitudes entre las franquicias vengadoras y mutantes, y por el partido que está sacando del núcleo humano que tiene a su disposición. Quien iba a imaginar hace unos años lo bien que encajaría Kaos como líder de una alineación de Vengadores, o lo mucho que podría dar de sí la química pasivo-agresiva entre la Bruja Escarlata y Pícara bajo la protección de la mansión de Central Park.

En en el último número de sus Imposibles Vengadores no solo podemos disfrutar de un puñado de momentos que despertarán la nostalgia de los que crecieron con la Patrulla-X de Chris Claremont o los Vengadores de las décadas de los setenta y ochenta (desde Lobezno poniéndole motes a todo el mundo, hasta los desfiles de modo o los momentos de intimidada tipo Bruja Escarlata-Hombre Maravilla). Pero si por algo destaca el número es por el regreso de la Avispa. Pero cómo, ¿no había vuelto ya con Bendis? Sí, pero no hablo de esa Avispa, ni de la Avispa relegada al eterno «Oh, Pym, ahora sí, ahora no» de Geoff Johns y compañía, sino de la Avispa en toda su plenitud. Aquella de la que un colega llegaría a decir que era toda una «coneja» y que como Remender vuelve a lucir como siempre debió haberlo hecho:

¡Esto no sería una edición de “¿Qué está pasando en el cómic americano?” como Kirby manda si no estuvieran incluidas las series habituales! Aunque este mes Wolverine & X-Men se ha caído de la lista, más arriba o más abajo nos acompañan series fan-favourites como el FF de Matt Fraction y Mike Allred, la Wonder Woman de Brian Azzarello, el Batman Inc. de Grant Morrison o el drama de Uncanny Avengers. Y, por supuesto, el Batman & Robin de Peter Tomasi y Patrick Gleason, una de las cinco mejores series que publica ahora mismo DC Shore.

El mes de Abril era el de las tan promocionadas portadas WTF que anunciaban que algo importante ocurría en el cómic (Por cierto, ¿eso quiere decir que el resto de meses hacemos bien en no leerles?). Concretamente, en el de Batman & Robin (rebautizado para la ocasión como Batman & Red Robin por motivos obvios) el murciélago comparte protagonismo con una pelirroja a la que llevábamos sin ver bastante tiempo. We are talking about…

Eso si, a pesar de que los rumores sobre las posibilidades que tiene Carrie de acabar siendo Robin en el presente ya empiezan a circular (y dado la tendencia reciente de DC Comics de repescar todo producto pasado de éxito en los ochenta, vease Watchemn, puede ser posible), la presencia de Carrie en el cómic es un tanto engañosa, ya que ni de lejos es el personaje protagonista más destacado, ya que ese honor recae en…

¿Para qué necesitará Batman, todavía afectado por la muerte de su chaval (salvo giro final imprevisto de Morrison en Batman Inc.) al resucitado Frankenstein? Pues porque…

Oh-Oh. Esto no puede acabar naaaaaaada bien. Digamos, para que os hagáis una idea, que el cómic acaba con Frankenstein pronunciando un «I would appreciate a hand getting myself together«. Y hasta aquí puedo leer.

¿Que más se puede decir de Justice League Dark que no se haya dicho ya? Iniciada con sus fans y sus detractores durante los primeros 8 números a cargo de Peter Milligan, un escritor muy británico y con unos dones visionarios propios de Madame Xanadú. Y si no sabéis a que nos referimos, es que aún no habéis leído completa nuestra entrevista con él. Luego el relevo fue tomado por Jeff Lemire, obteniendo unas reacciones casi unánimes hacia su trabajo. Quien tiene toda la unanimidad desde el primer día es nuestro compatriota Mikel Janín, al cual también entrevistamos. Y este mes nos hemos embarcado en el tercer arco de Lemire, el segundo acompañado en los guiones por Ray Fawkes. Y si algo ha destacado la etapa de Lemire, es una profunda admiración hacia el trabajo de Neil Gaiman, tomando varios elementos de sus series más míticas. Y lo mejor de todo esto, es que además este número se lo han currado pero bien. No sólo Janín se ha marcado una de las mejores portadas desplegables del mes, sino que lo ha logrado sin revelar el gran secreto del número.

A estas alturas (y eso que tan solo lleva nueve números) destacar las bondades de la serie de Matt Fraction y David Aja es una tarea tan innecesaria como agradable. Las nominaciones a los Premios Eisner hablan por sí solas y es la serie revelación del momento habiendo sido capaz de sobrevivir al maremágnum informativo de Marvel Now!. No quiero pensar qué hubiera pasado si la serie hubiera salido englobada en ese relanzamiento. ¿Más ventas? ¿Menos libertad creativa (lo dudo, estando Stephen Wacker de por medio)? ¿Más presión? En cualquier caso, la calidad de los creadores y el carisma de los personajes la convierten en una delicatesen de alto standing. Precisamente, además de los dos protagonistas principales, donde existe una clara tensión sexual no resuelta que dará juego en futuros meses, la serie tiene secundarios de lujo como Bro (que se lleva más palizas que los piratas malignos de Asterix y Obelix), Pizza-Dog o el vecino entrañable Gil, conocido por sus lapsus memori-foneticales que tan buenos ratos nos ha hecho pasar (aunque los matices se pierdan por completo en la traducción patria).

Sin embargo, y a pesar del enfoque humorístico de base con el que Matt Fraction encara los guiones de la serie, de vez en cuando también hay espacio para los momentos dramáticos, que pillan a contrapié a los lectores dejándole con la mandíbula en el suelo. Tras haber sentado las bases de la serie durante el primer año, todo parece indicar que los derroteros de la serie en futuras entregas van a ser un homenaje al Born Again de Frank Miller y David porquesiempretnegoquebuscarenInternetcomoseescribebiensuapellido Mazzucchelli. De hecho, los veteranos del lugar recordarán un comienzo similar (menos bestia, pero igual de efectivo) en una de las historias más evocadoras de la obra magna de Daredevil, cuando una Devin Grayson en estado de gracia decidió hacer lo mismo con la vida de Dick Grayson y se cargó, en un pis-pas, al reparto secundario de Nightwing. Pero… ¿de qué estamos hablando? ¿Qué es eso tan sorprendente y dramático que sucede en las últimas páginas del noveno número de Hawkeye? Usando la jerga del hábitat natural de los payasos… “pasen y vean”.

Si no existiera Garth Ennis habría que inventarlo. Que en un panorama donde se tiene a la frivolidad pop y al cómic autorreferencial de fantasía y ciencia ficción siga habiendo cowboys norirlandeses dispuestos a meter el dedo en la llaga no tiene precio. Siempre irreductible, el guionista de Punisher MAX y The Boys sigue agitando las consciencias desde la colección que sigue los pasos del líder de SHIELD a través de los conflictos bélicos de la segunda mitad del siglo XX, haciendo un alto en el conflicto entre Estados Unidos y Nicaragua en el corazón de la era Reagan.

Y lo que muestra entorno a las intervenciones de la CIA en el país centroamericano no es agradable ni bonito de ver. De hecho es todo lo contrario: Un mazazo directo a las tripas que -con una sola imagen- fustiga las consciencias de aquellos que crecieron tranquilamente en sus hogares jugando a videojuegos y viendo dibujos animados bajo el cobijo de la paz y prosperidad de la nación de las barras y estrellas, mientras el Tío Sam libraba una guerra encubierta con unos fines más que discutibles. Mucho ojo porque la siguiente viñeta puede herir muchas sensibilidades (y no estamos bromeando), pero retrata de forma insoportable la barbarie derivada del choque entre la civilizada democracia americana y un país en vías de desarrollo que coló en su camino.

La llegada de Brian Azzarello a la serie de Wonder Woman es posiblemente lo mejor que le ha pasado a la amazona en el último par de décadas. Acompañado por los lápices de Cliff Chiang, en esta ocasión este número corre a cargo del tercero de abordo y segundo de abordo en el apartado de lápices. Y tras resolver en el pasado número el gran tema general pendiente del primer año, siguen evolucionando las tramas del segundo año. Y Diana es ante todo una super-heroina, una amiga y alguien que jamás interpondría sus propias preocupaciones y sentimientos por delante de la gente a la que quiere y que protege. Pero las cosas ya están en calma, y hace un par de meses ya salió esta serie en nuestra sección mensual. Y si lo dicho de Wonder Woman anteriormente es cierto, no menos cierto es que Diana es una mujer, una amazona y que Azz no sólo escribe grandes diálogos. ¿Portada WTF? Totalmente cierta…

Vale, ¿alguien se ha creído remotamente la última afirmación? Pues usando un símil deportivo…

BONUS TRACK: TEEN TITANS #19 – En la anterior continuidad, Cassandra «Wonder Girl» Sandsmark era hija de Zeus. Pero este origen se lo ha quitado Diana, así que más allá del aspecto poco había para llamarla Wonder Girl. Incluso su armadura está ligada con Trigon, al cual empiezan a hacer frente en dicho número. Y no, tranquilos, no os contamos todo esto porque ahora Cassie sea hija de Trigon, ni Raven sea en realidad Donna Troy. No, simplemente Scott Lobdell llamó/envió un e-mail a Brian Azzarello, preguntando que si le había quitado el origen a Wonder Girl, que le ofrecía a cambio. Y aquí tenemos la respuesta…

Antes de nada, recordaros que al Batman de Morrison le están ocurriendo una serie de cosas muy gordas, así que -antes de seguir leyendo- aseguraos de que a) estáis al día; b) sois unos temerarios a los que os gusta vivir al límite y no os importa destriparos vuestra serie favorita; c) la serie os importa menos que las mallas de Polilla Asesina, pero aun así sentís la suficiente curiosidad como para ver que está sucediendo en ella; o d) sois unos viva la virgen que vais por ahí pulsando botones sin importaros lo que desencadenéis con ello.

Dicho esto, toca afirmar que cuando uno abre un cómic de Batman y se encuentra la frase «Los criminales son cobardes y supersticiosos» ya sabe que la cosa se va a poner épica. Resumámoslo en que una gente muy chunga ha cometido el error de cabrear a Batman arrebatándole algo que le importaba mucho, y está claro que por mucho que se hayan atrincherado en la Torre Wayne y acojonado a la ciudad de Gotham no se van a escapar de rositas. Ahora es cuando toca hacer la ecuación. ¿Qué es lo que sale cuando mezclas a un Batman desorbitadamente cabreado con el Traje de los Pesares del último Azrael, el suero Man-Bat de Kirk Langstrom y uno de los exoesqueletos de combate diseñados por Industrias Wayne? ¿La respuesta? Uno de esos momentos awesome que harán que los detractores del Batman de Morrison escupan bilis por la boca, y que los que los disfruten manchen su ropa interior como colegialas histéricas: