Una creadora en total libertad.
«¡Soy el Callo! ¡Y ahora puedo contaros a todos lo que pienso! ¡Y no es agradable!»
El auge de las redes sociales ha provocado que en los últimos años haya cambiado el concepto que tenemos de la intimidad puesto que, a través de estas plataformas, sus usuarios exponen, en mayor o menor media, gran parte de la suya. Sin embargo, se suele tratar de una exposición relativamente controlada y medida en la que prima dar una imagen idealizada llena de filtros que redibujen la realidad para acomodarla a los cánones imperantes. El resultado acostumbra a ser una visión idealizada, normativa y edulcorada que imposta la realidad y haciendo que carezca de cualquier atisbo de autenticidad y sinceridad. Dar una visión de uno mismo de manera sincera y que no caiga en la autoindulgencia y autocomplacencia no es una tarea sencilla y requiere una enorme valentía y sinceridad, pero también falta de pudor, una sanísima capacidad para reírse de uno mismo y, por qué no decirlo, un punto de exhibicionismo y masoquismo. Unas características que definen a la perfección las historias que podemos encontrar en Querido Callo , la recopilación de los cómics de la neoyorkina Aline Kominsky-Crumb (1948- 2022) que acaba de publicar en España Reservoir Books siguiendo la estela del tomo Love That Bunch publicado por Drawn & Quarterly en 2018.
Aline Goldsmith, conocida como Aline Kominsky-Crumb, es una historietista, editora y pintora nacida 1948 en el seno de una familia judía de Long Island (New York). Durante su adolescencia comenzó a frecuentar los movimientos contraculturales de Nueva York, no solo por el interés que desde pequeña tuvo por el arte, también para alejarse de la violencia de su padre y del ambiente opresivo y tradicional de su instituto. Tras finalizar el instituto comienza a estudiar arte y en 1968 se casa con Carl Kominsky trasladándose a vivir a Arizona. Sin embargo, el matrimonio no dura mucho, aunque la autora decide conservar el apellido Kominsky con el que firmará sus primeras obras y se dará a conocer. Su estancia en ese estado es un momento clave en su carrera como autora, puesto que allí conoce los comics underground de Spain Rodríguez y a Kim Deitch.
Tras divorciarse se traslada a los alrededores de la ciudad de San Francisco. Un lugar que a principios de los setenta era en el epicentro del comix underground, donde, mientras prosigue sus estudios de arte en la universidad, comienza a dibujar cómics basados en su vida. En esos primeros años en California se comienza a relacionar con todo tipo de autores y autoras lo que la lleva a participar junto a Moodian, Michele Brand, Lora Fountain, Lee Marrs, Diane Noomin, Sharon Rudahl, Trina Robbins, Shelby Sampson y Janet Wolfe Stanley en la creación de Wimmen’s Comix, el primer cómic creado exclusivamente por mujeres y un hito fundacional en el cómic estadounidense moderno. Justo en esas fechas conoce a Robert Crumb con el comienza una relación que se prologara hasta la muerte de la autora. En 1975 abandona Wimmen’s Comix por las divergencias sobre el tipo de cómics que tenían que hacer y la forma de retratar en ellos a las mujeres, un año después crea junto a Diane Noomin el cómic underground Twisted Sisters, en el que renueva su compromiso por el cómic de humor con tintes autobiográficos y por una visión de las mujeres realista y lejana a la perfección e idealización. Algo que ejemplifica Callo, su alter ego, que es la protagonista de gran parte de sus historias que ven la luz en las cabeceras antes mencionadas y en The Bunch’s Power Pack Comics.
En 1978 se casa con Crumb, con el que colabora a lo largo de los años en varias historias en las que ambos relatan su vida familiar dibujando cada uno a sus personajes, unos trabajos que posteriormente serán conocidos como Dirty Laundry o Aline & Bob. En 1981 nace su hija Sophie que con el tiempo también participará en algunas de esas historias. Ese mismo año aparece el primer número de Weirdo la revista creada por su marido en la que Aline Kominsky-Crumb participa desde el primer número con más historias del Callo y en la que llegara a ejercer como editora entre 1986 y 1993. En su etapa vemos pasar por las páginas autoras que han crecido con sus trabajos dejando patente su importancia en la evolución del medio. Dos años antes de dejar la edición de la cabecera se había trasladado a Francia a vivir junto a su familia y paulatinamente va dejando de lado el cómic para centrarse en la pintura y otras representaciones artísticas, aunque sigue publicando historietas de manera ocasional. En 2007 publica un libro de memorias titulado Need More Love: A Graphic Memoir, en el que cuenta su vida entremezclando cómics, fotografías, pinturas y textos. El 29 de noviembre de 2022 fallece en Francia.
Aline Kominsky-Crumb no es muy conocida en España más allá de sus trabajos realizados con su segundo marido, Robert Crumb, recopilados por La Cúpula en Háblame de amor!. Hasta ahora no se había publicado ninguno de sus trabajos en solitario, algo que es extensible a todo el mundo salvo en los países angloparlantes. De manera que la percepción de su figura se había visto ensombrecida por la de su marido, aunque lo cierto es que los trabajos de ambos se retroalimentaban y tenían influencias cruzadas más que evidentes que se pueden ver en los trabajos de ambos. Pese a esa falta de conocimiento de sus trabajos, se trata de una de las figuras más importantes de la historia del cómic estadounidense, en particular, del underground del que fue una de las grandes pioneras abriendo una enorme cantidad de caminos. Sin su trayectoria, marcada por la brutal sinceridad de sus historias autobiográficas, es imposible entender el trabajo posterior de autoras como Julie Doucet, Phoebe Gloeckner o Alison Bechdel, por citar a una pocas que siguieron la línea que ella marco desde sus primeros cómics aparecidos en los años sesenta. Entre su producción en el mundo del cómic destacan las historias protagonizadas por su alter ego Callo, Bunch en inglés, en las que desnudaba con total irreverencia y desparpajo todos sus complejos y preocupaciones tratando temas como el machismo, las inseguridades con su propio cuerpo, las relaciones, el sexo, las drogas, la salud mental, la política de su país, los trasnochados cánones estéticos, etcétera. Unas historias que están recogidas en su totalidad en este volumen en el que podemos encontrar las producidas en un periodo que va desde finales de los años sesenta hasta 2014, en las que la autora nos relata episodios de su vida y de la de su familia en diferentes historias de extensión variable.
En las historias del Callo se respira la libertad absoluta con las que fueron creadas que nos dejan ver a una mujer y autora que no estaba dispuesta a hacer ninguna concesión ni acomodarse a lo que la sociedad de la época esperaba de ella. En sus páginas nos va relatando episodios de su vida en el momento que las crea lo que las dota de una enorme sensación de inmediatez algo caótica que las reviste con una pátina de verdad, lo mismo que sucede con los episodios de su niñez, en los que podemos ver cómo fueron esos años de aprendizaje en los que forjo su carácter rebelde y contestatario. Una infancia marcada por las violentas discusiones entre su padre, un hombre violento y racista, y su madre, distante, materialista y egoísta. El resultado es una representación veraz de la realidad de una mujer libre y joven en los años sesenta y setenta. Un retrato plagado de una ironía mucho más fina y sutil de lo que en un primer momento parece, que no se podía ver ni en otros cómics ni en ninguna representación de la cultura popular. Una forma de entender el humor que ahora mismo sí que es habitual, pero en su momento fue todo un hito que rompió moldes convirtiéndose en una referencia ineludible para un tipo de humor irreverente en el que la autora pone el foco sobre si misma dejando de lado cualquier tipo de pudor y filtro para reflejar con orgullo, y sin pedir perdón ni permiso, todas sus contradicciones, que también son las de una generación de mujeres feministas que desde diferentes ámbitos.
Todas las historias del volumen son historias de una naturaleza confesional en las que refleja su cotidianeidad en todos los aspectos, afectivo, laboral, personal y sexual, con total naturalidad y poniendo en primer plano algunos de los aspectos más terrenales, a veces gozosos, otros asquerosos, del cuerpo femenino. Sin embargo, en ellas nunca cae en el error de disculparse o pedir perdón por nada de lo que ha hecho o dicho a lo largo de su vida. Además, están realizadas desde un humor crudo, directo, obsceno para la época y nada complaciente, que no tiene ni rastro de la corrección política, pero que ha envejecido maravillosamente bien y se antoja igual de necesario y actual en estos tiempos en los que la mojigatería vuelve a campar a sus anchas para poder coartar la libertad de los creadores y estrechar los límites del humor. Esta visión todavía moderna hace que el volumen se disfrute de varias formas y tenga valor según varios aspectos que van desde el reflejo de una época y manera de vivir la vida, pasando por su importancia para el medio y, sobre todo, porque es realmente divertido y te hace reír a carcajadas en sus mejores momentos.
Esa honestidad y descaro con la que se retrata a sí misma es extensiva a las personas que le rodean, a las que no tiene ningún reparo en mostrar tal y como las ve, con todos sus defectos, lo mismo que hace consigo misma que siempre esta retratada de una manera mucho más inmisericorde que las personas de su entorno. Una visión autocritica y con un punto de fatalismo que se tal vez se pueda considerar algo autodestructiva y exagerada, pero que es parte del humor que pioneras como ella trajeron al comic underground y que se ha convertido en parte de su esencia.
Callo es una mujer que ya desde niña se rebela con rabia contra todas las obligaciones y expectativas que por el hecho de nacer mujer se le quieren imponer, ya sea su familia o sus diferentes parejas, y que sirve como altavoz de los pensamientos, placeres y deseos de su autora, que cuando la creo se estaba bebiendo a la vida a borbotones dejando de lado el rol tradicional que le querían imponer para mostrarse libre y poniéndose ella, con sus necesidades, placeres y errores en primer lugar, un sitio que en aquella época no les pertenecía en casi ningún ámbito quedando siempre relegadas a expensas de los hombres. Un personaje poliédricamente complejo y contradictorio que respira vitalidad y sexualidad en una época dominada por los tabús de todo tipo.
En sus historias hay fiestas llenas de sexo, drogas y alcohol, pero también hay espacio para otros momentos más dramáticos como su decisión de dar en adopción a su bebe, el abuso sexual que sufrió de adolescente o la violencia familiar. Pero también vemos mucho amor por el medio y el transcurrir de su vida de más adulta, con sus problemas de esas edades como los inconvenientes de maternidad, las peripecias de su matrimonio abierto o su obsesión por el físico que la lleva a recurrir ya de muy mayor a la cirugía plástica. Una evolución del personaje que deja ver el camino que todos recorremos a lo largo de nuestra trayectoria vital en el que nuestras prioridades e interés van mutando, pero nuestras obsesiones y taras se mantienen firmes mientras nuestros yoes van cambiando.
Ese mensaje directo y honesto de las historias también es aplicable a un dibujo nervioso y vital que, lejos de cualquier preciosismo, responde a la perfección al carácter rebelde, libre y caótico de las historias. Sus páginas están repletas de viñetas abarrotas de textos, pero también de líneas, texturas y masas de negros que contrastan con el blanco de las páginas. Además, también nos encontramos con personajes que brillan sobre todo por su expresividad, lo más importante para transmitir sus historias, dejando de lado cosas como la perspectiva y sin importarle que esos rasgos y proporciones de los personajes cambien de una viñeta a otra. Un trabajo tan crudo como las historias que cuenta en el que no hay espacio para los trucos habituales de medio.
Reservoir Books toma como base para su edición la última que realizo Drawn & Quarterly de manera que estamos ante un tomo con gran tamaño, diseño y reproducción y el excelente epilogo escrito por Hillary Chute. Una maravillosa oportunidad de conocer a una autora adelantada a su tiempo con un trabajo directo, honesta, divertido, fresco y actual por el que el paso del tiempo no ha hecho mella, al igual que sucede con los grandes clásicos más conocidos del medio a los que puede mirar cara a cara sin sonrojarse.
Lo mejor
• El cómic es un reflejo del legado artístico y vital de una mujer irrepetible.
• La sinceridad que desprende.
• El humor tan irreverente de las historias.
Lo peor
• Que a lo largo de su vida creara tan pocos cómics y que sean tan desconocidos.
Guión - 9
Dibujo - 7
Interés - 9.5
8.5
Cruda
Aline Kominsky-Crumb se desnuda en sus viñetas dejando ver una autora en una incesante búsqueda de la libertad y con una capacidad para reírse de sí misma y sus contradicciones no exenta de crítica social.