La obra de Steve Ditko es ampliamente conocida. A sus más importantes creaciones, Spiderman y Dr. Extraño, se unen otras de menor perfil, como Blue Beetle, Halcón y Paloma, Shade el hombre cambiante, Creeper, entre otros, además del que nos ocupa, The Question, evolución de una creación anterior, Mr. E, con fuertes raíces en el objetivismo promulgado por Any Rand. Fueron obras nacidas al amparo de Charlton Comics, pero no gozaron de éxito tal vez debido al empacho filosófico que podía encontrarse en sus páginas en forma de largos sermones. A principio de de los años 80, DC Comics, adquirió los derechos de estos personajes y los acabaría por integrar en su propio Universo siguiendo métodos convencionales, tras desechar la propuesta de Alan Moore al respecto.
The Question fue una obra menor en la historia del cómic hasta que se fraguó un nuevo proyecto en DC de la mano de Dennis O´Neil y el dibujante Denys Cowan. Ambos pusieron en marcha una de las etapas más memorables del personaje. Podéis pasaros por aquí si deseáis saber más.
Tras la finalización de esta notable etapa, el personaje aparece y desaparece del Universo DC de manera regular, con apariciones en miniseries, cambio de personaje bajo la máscara, hasta que Bendis recupera de nuevo a Vic Sage en Superman y más concretamente en su trama El Incidente Leviatán. Y es ahora, bajo el paraguas del sello Black Label, cuando se lanza una nueva miniserie que atesora cuatro importantes particularidades: La escribe Jeff Lemire, la dibuja Denys Cowan, la entinta el mítico Bill Sienkiewicz y recupera a personaje en su faceta más ochentera. Cuatro motivos de peso para no perder de vista este trabajo.
Como ya esta siendo habitual, de más en esta línea, se apuesta por la tapa dura para ofrecer estas obras de calado más adulto, cuando podría haberse optado por un formato más popular que posibilitara el acceso a esta miniserie de manera más económica. En definitiva, emulando la edición USA. Las decisiones editoriales son inescrutables.
Si centramos la atención en la obra en sí, tenemos por un lado al multifacético Jeff Lemire, un guionista que ya ha dejado muy atrás sus primeros trabajos y el ser un escritor en cierne, para ser ya todo un nombre dentro de la industria. Si hay algo que caracteriza a Lemire es su amor por la edad de Plata y Bronce y su obsesivo trato de ciertos temas emocionales en sus obras entre los que destacan la soledad, la superación el miedo y el amor, como cimientos de sus obras.
En Question el trabajo de Lemire se centra en la figura de Vic Sage actuando en Hub City, inspirándose en la citada etapa de los años ochenta de O´Neil y Cowan. En su planteamiento hay algunos matices que la diferencian de lo desarrollado previamente. El tono con el que construye este primer número se arraiga con fuerza en la brutalidad y crudeza de la obra de los ochenta, con una ciudad podrida por la corrupción y un Vic Sage obsesionado por aplicar una justica especialmente contundente. Todo es áspero, duro, correoso, y así lo hace sentir el texto de Lemire a cada momento, con diálogos afilados, llenos de furia, de contundencia, con unos secundarios extraordinariamente bien definidos, como son Aristóteles Rodor y Myra Fermin, para ser el contrapunto a la marmolea actitud de Vic Sage.
La trama se presenta de manera muy directa, con tintes de investigación periodística con la que poder desenterrar a los corruptos. Hasta que todo cambia para adentrarse en un todo unificador que acabará por redefinir al personaje. Un viaje al pasado a través de los recuerdos y de la intervención de un viejo conocido del protagonista, que regresa para ser el promotor de este viaje.
Al trabajo de Lemire se une el de los artistas que destacan por poseer estilos muy particulares y alejados de lo que puede ser considerado conservador.
El dibujante, Cowan, ha evolucionado en su trazo desde su trabajo en Question y posteriormente en hardware, sin perder ni un ápice de nervio. Su dibujo resulta violento, directo, desgarrador, con líneas rectas de extrema agresividad, que se insertan en la retina de forma contundente, mientras la narración fluye, inexplicablemente, de manera elegante.
El entintador es toda una leyenda, Bill Sienkiewicz, que sobre los lápices de Cowan realiza un acabado que remata la aspereza de todo el conjunto y pone el punto final a un dibujo extremo, lleno de fuerza y vitalidad, pero que resulta tan agresivo como lo que Lemire quiere contar.
El remate al conjunto lo pone Sotomayor, que aplica un color que impacta, en consonancia con el lápiz y las titas, centrado los personajes, para que no descienda el nivel de rozamiento visual de la obra.
El conjunto es un dibujo que recurre a los acabados irregulares, centrado en las figuras humanas, con los fondos justos y necesarios, que no hace concesiones al lector, para acabar fascinando de alguna extraña manera por su violenta representación de la línea. Un dibujo que no convencerá a muchos, pero resulta muy adecuado para el tono, forma y fondo que Lemire persigue con su historia.
Un primer número que sienta las bases de lo que se intuye espera a los lectores, con una buena dosis de misterio, interrogantes (como debe ser en una historia de un personaje que se llama Question) y un toque clásico para los que en su día disfrutaron de la etapa del personaje en los años ochenta. La propuesta es atractiva y su primer número cumple con el cometido de impactar lo suficiente como para querer seguir descubriendo que le espera al bueno de Vic Sage a partir de la última página.
Nostalgia agresiva.
Guion - 7.5
Dibujo - 7.5
Interés - 8
7.7
Un trabajo que recupera el sabor de antaño y mira sin miedo al futuro. Lemire construye un relato duro, con visos de reparar al personaje y dotarlo de nueva vida editorial.