Como un torrente de violencia justificada
«Charles Victor Szasz tiene exactamente 25 horas y 15 minutos de vida»
The Question es una obra maestra del cómic.
Y dicho esto, permitidme que no hable de polémicas de edición, quedémonos con lo importante, y es que este clásico indiscutible vuelva a estar disponible para todos los aficionados. Y que tampoco explique los prolegómenos y la intrahistoria, porque para eso mi amigo Gustavo Higuero le dio un repaso de lujo. Lo que haré será nada más (y nada menos) que reseñar este primer tomo que llega a las tiendas gracias a ECC, el cual abarca los 13 primeros números de la mítica colección.
Números que se abren con los tempos de un maestro y el talento de un novato que aprovechó su oportunidad con creces. Las primeras páginas que encontrará el lector primerizo, o aquel que conocía la historia pero hacía mucho que no la degustaba, son para darse un trago y saborearlo.
Dennis O’Neil demuestra unas tablas que darían para construir 50 barcos, mientras que Denys Cowan se rinde al detalle, a la experimentación y a la magia. Sumemos al equipo artístico a esa bestia del entintado que es Rick Magyar y la delicadeza del color proporcionada por Tatjana Wood. Editada por adivinad quién, cómo no, Mike Gold, en aquellos tiempos en que el editor de una serie la mimaba desde su origen.
Quizá os pueda parecer exagerado, potencialmente obnubilado por mis recuerdos ochenteros como en no pocas ocasiones me ha pasado. Nada más lejos de la realidad pues, aunque algún número pasó por mis manos en aquella recurrente adolescencia, no es sino hasta hace muy poco que pude leer la serie completa. Y lo dicho, salvo la inevitable subjetividad del que escribe, la obra merece todos los calificativos anteriores y los que me quedan.
La experiencia referida de O’Neil se refleja en el cariño por el escenario, una Hub City trabajada hasta el fondo. Desde localizaciones, equipos deportivos, media, ambiente y hasta chistes malos sobre los “hubies”, los vilipendiados habitantes de la ciudad. Y por supuesto se nota al extraordinario guionista en el elenco. Si ya hizo suya la ciudad inventada por el creador del personaje central, en el caso de los secundarios saca de la nada una serie de almas en pena que nos generarán conflictivos sentimientos desde el principio.
Esa es la clave de esta serie. No se trata de demostrar que es imposible mantener esa separación de blanco y negro anhelada por Dikto, si no que todo es negro… y solamente nos podemos agarrar a algunos grises que se mantienen duramente a flote. Como Myra Connelly, la flamante reportera llena de oscuros secretos que mantiene un fino hilo de dignidad. Como Aristóteles Rodor, el compañero infatigable que esconde un pasado terrible, como Izzy O’Toole, policía corrupto que trata de salir del abismo…
Como Victor Szasz, el supuesto héroe que ha de morir para entender que las cosas no se cambian sólo con violencia y soberbia. Volvamos así a ese número de debut con final de infarto pese a estar anunciado desde la primera página, con una trama de corrupción, periodismo, juego sucio y violencia. Un número uno de libro en el que Cowan se deja la piel en la composición (la escena final con Lady Shiva es ya historia del cómic), las expresiones, la narración, las sombras, el clima y si, de nuevo y ya van tres, la violencia.
Una violencia que ya no nos abandona a lo largo de todo el tomo pese a los esfuerzos de un reinventado Richard Dragon (al fin y al cabo, O’Neil fue su creador). Especialmente hasta el cuarto número, donde se resuelve la trama que se arrastraba desde el primero, relacionada con ese demonio encarnado llamado Jeremiah Hatch. Y que tiene como epílogo o colofón un número cinco para enmarcar, en el que el guionista demuestra que le ha cogido el pulso a la serie y se regodea antes de seguir. Historias pequeñas y humanas que se entrecruzan para demostrar las consecuencias del camino en el que se ha embarcado Question.
A partir de ahí disfrutamos de historias auto-conclusivas que sirven para seguir explorando la ciudad y sus personajes, algunos de los cuales nos darán alguna sorpresa en el futuro. Mientras que del 9 al 11 nos embarcamos en una pequeña saga relacionada con ese cada vez más interesante Sr Rodor. Lo más importante es que nos lleva a un nuevo emplazamiento destinado al misticismo del Universo DC, Santa Prisca. Efectivamente, creada para la ocasión por O’Neil, no es mal homenaje que terminara siendo tan importante para Batman.
Por último, un nuevo episodio auto-conclusivo con tórrido encuentro y, para añadir a la lista de decisiones cuestionables, ECC nos deja una pequeña trama de dos números cortada a la mitad para cerrar el tomo. Quizá es para asegurar la compra del siguiente, siendo fiel al espíritu de las grapas, pero puedo aseguraros que, si os hacéis con este primer volumen, estáis atrapados hasta el final.
¿He hablado de las portadas? Absolutamente impresionantes, sumad el talento y gusto de Cowan con el genio de Bill Sienkiewicz. No tengo nada más que añadir.
Si tienes estómago para mirar cara a cara a la maldad. Si puedes soportar la injusticia y el mal sabor de boca. Si no tienes miedo a la miseria del ser humano. Si te gustan las historias bien contadas y los personajes atrayentes, más duros y grises que el cemento. Si la violencia no te asquea, cuando es justificada… adéntrate en The Question.
Lo mejor
• Todo.
Lo peor
• Si no te apetece deprimirte, busca otra cosa.
Indispensable
Guión - 9
Dibujo - 8.5
Interés - 10
9.2
O'Neil nos da una lección que Cowan se encarga de rematar
Leí The Question por primera vez de forma incompleta (los primeros 20 nros) a través de los reeentapados de Zinco. Tendría unos 10 años y obviamente son cómics que me superaban un tanto (y de otro tanto no me enteraba).
Hará un año y medio o dos releí toda la serie de un tirón, con los especiales y anuales. Me parece de lo mejor que publicó DC para lectores adultos en los 80. Cómics ambiguos, que no bajan línea directa, con dosis justas de un humor sarcástico y a menudo negro, y un Cowan genial, áspero.
Recomendable 100% si te gustan el noir y los héroes humanos.
Posdata: continué con la mini de Veitch de 2005 y el replanteo sobrenatural del personaje no me gustó.
Aún menos el cambio por René Montoya.
Como marvelita de corazón diré que sobre esta cosa de DC ochentera solo se puede comentar una cosa… que es una autentica pasada.
Añoraba una redición de este material y este volumen ya está en la saca.
PD: Gracias por la reseña. Encuentro, no solo en esta, sino en tus entradas sobre esta mencionada DC ochentera un cariño y una pasión mezclada con el conocimiento que hace que después de leer un articulo entren ganas de leer el material. Como el que se pone a salivar al oler un plato antes de probarlo.
Jopeta Justiciero, mil gracias!
Muchas gracias Enrique por la pasión y por el conocimiento (me sumo a la línea de Justiciero).
Muchas ganas de comprar este primer tomo, mientras pueda hacerlo(igual tardo unos meses) me has dado unas ganas enormes de releer mis grapas de Zinco.
Un abrazo.
Ole los zoneros salerosos, gracias!
Y guarda esas grapas como oro en paño; artículos, entrevistas, correos…
Muchas gracias.
Ése es el plan, esa edición de Zinco no pienso jubilarla nunca. Compraré la actual cuando pueda por tener la obra en tapa dura, pero vaya,la edición de Zinco con los artículos, la columna de opinión de O’Neil, las Estimaciones Subjetivas(que se convirtieron en una especie de terapia de grupo entre los lectores en una época en la que la consideración social del cómic no era la de ahora) hacen que merezca la pena conservarla.
Ya quisiera yo ahora mismo tener a Zinco editando DC en España con los formatos y recursos actuales en vez de a ecc.
La opinión de O’Neil, la había olvidado! Nada, voy a revisarlas otra vez… jejeje
Muy buen articulo!!! no tenía dudas de que lo compraría en cuanto llegase a las tiendas, pero después de leerte, es compra obligatoria.
Ojalá ECC se anime a traer más de este material sin crowdfundings ni rollos de por medio.
Gracias Carlitos, Kirby te oiga!
Bueno, pues yo voy a poner una pequeña nota discordante (pequeña, insisto). Estoy a mitad del segundo tomo de la edición del crowdfunding y me está gustando, lo estoy leyendo muy a gusto, pero lo recordaba tan tan tan bueno, que al parecerme ahora simplemente bueno me está suponiendo una pequeña decepción.
Ya sabía que el dibujo de Cowan no era ninguna maravilla, pero el estilo le encajaba bastante bien al tono de la serie, así que en ese sentido no tengo ninguna queja, pero me da que los guiones de O’Neil no han envejecido del todo bien. Algunos planteamientos me parecen algo ingenuos o desfasados y muchas veces las historias tienen finales un tanto atropellados o anticlimáticos.
Insisto en que es un muy buen tebeo, que no me arrepiento en absoluto de haberlo comprado y estoy disfrutando de su lectura. Simplemente, lo recordaba mejor.
Saludos.
Pues no te lo niego Ignacio. O’Neil, incluso en su famosísima etapa de GL/GA, pecaba de esos finales ingenuos y algo de edadplatismo mal entendido. Pero claro, analizado en la época y, en este caso, en su conjunto, no debería quitar mérito a la obra. Es más, este primer tomo, tal como abre y ese número 5, me parece maestra sin contemplaciones. Lo mismo en el siguiente me contengo objetivamente 😉
Son observaciones válidas. Hay situaciones que podrían haberse resuelto mejor. Incluso algunos personajes muy exagerados o unidimensionales (el reverendo, el alcalde). Pero eran los 80 y en cierta forma se estaba abriendo camino nuevo. Claramente O’Neill no es Alan Moore.
Creo que en líneas generales las preguntas que se hace son las correctas. La sátira a la iglesia, a la política, a los medios están muy bien. Y los dilemas y resoluciones abiertas que propone (aunque a veces un tanto atropelladas), también. Sin ser un Watchmen.
Por cierto, la edición tiene varias páginas reproducidas en baja resolución, tanto en el primer tomo como en el segundo. Me imagino que vendrán así ya en los materiales suministrados por DC, pero no deja de dar rabia que ocurran cosas así.