Rabia, cada persona es su propia cárcel

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La RAE define “rabia” en su tercera acepción como “ira, enojo, enfado grande”. Eso es lo que le ocurre a José María (interpretado por Gustavo Sánchez Parra), un inmigrante sudamericano que mata por accidente y en uno de estos accesos de rabia a su capataz en la obra donde trabaja. Huyendo de la policía se esconde en la casona donde trabaja su novia, otra inmigrante llamada Rosa (una bellísima Martina García). Esa casa se convertirá prácticamente en la única localización de la película; todo ocurre allí. El romance entre los dos protagonistas tendrá como imposible separación la de esas cuatro paredes.


El ecuatoriano Sebastián Cordero presenta su segunda película, Rabia, y lo hace basándose en la novela homónima de Sergio Bizzio. Se trata de un extraño thriller con toques románticos donde la trama parece detenerse a partir del primer arco de la historia, una especie de prólogo donde se nos presentan a los protagonistas: desde la pareja de inmigrantes, a los señores de la casa (interpretados por Xabier Elorriaga y Concha Velasco), los patriarcas de una familia adinerada (que la completan Alex Brendemühl e Icíar Bollaín) que ya no se soportan.


El silencio y la soledad acompañan tanto a los personajes, como a los espectadores; así como son clave en los momentos más crudos y realistas de la película, que son aquellos en los que se puede observar en José María, desde su decadencia total a su decrepitud, tanto física como psíquicamente. Él está en el mismo enclave que la mujer a la que ama, pero debe estar lejos de ella porque ni siquiera Rosa sabe que está viviendo en esa casa. Hay veces en las que el silencio comunica más que las palabras.



Aunque a priori pudiera parecer relevante, la cuestión de la inmigración pasa a ser un tema de fondo. A Cordero no le interesa mostrar su opinión, su visión… ni siquiera una crítica al respecto. Él prefiere ir más allá y tratar otros temas universales, basándose en las relaciones humanas y en las reacciones ante diferentes estímulos (como los celos, el rencor, el anhelo, la incertidumbre…). Rabia se convierte en una película desconcertante, cruda, inteligente y compleja… con un poso agridulce, donde se demuestra que no hay peor carcel que la interior. Aunque no es una película para el gran público, sólo para aquellos paladares que pretendan saborear un producto español alejado de lo costumbrista.


Nos leemos.

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Tildoras
Tildoras
18 julio, 2010 17:51

Sí por Odín, un producto español que no pretenda ser la millonésima emulación de las comedias juveniles sexualizadas americanas.

JAVIE
JAVIE
Lector
18 julio, 2010 18:32

¿Un producto español dices? Mas bien ecuatoriano.

marcus
marcus
18 julio, 2010 20:53

¿otro domingo sin el wtf?

esfingo
esfingo
18 julio, 2010 21:35

que mayo wtf que una peli española

carlos orbea
carlos orbea
Lector
19 julio, 2010 6:54

Sebastian Cordero es un exelente cineasta, mas que una pelicula española yo la veo como el fruto de una colaboracion de muchas naciones de habla hispana. Soy de ecuador y vivo en mi pais, les recomiendo la primera pelicula de este señor:
«Ratas, ratones y rateros».
saluos.