El primer tomo de Ran y el mundo gris ha sido, sin duda alguna, la mayor sorpresa en lo que llevamos de 2017. Sé que es una frase muy típica para empezar una reseña, pero lo cierto es que la razón por la que acabé comprando este cómic, que se sale de lo que suelo comprar habitualmente, es que tras un breve vistazo en la librería, no pude resistirme. Tan solo a simple vistazo el estilo de dibujo, tan manga (con sus ojos grandes, las líneas cinéticas y las onomatopeyas por todos lados, los personajes en poses cool) y tan poco manga al mismo tiempo (un estilo que pare ilustración, líneas de dibujo gruesas, diseño de personajes más original), junto a la mezcla de pasajes costumbristas, confinados dentro de una casa, con escenas de repletas de dinamismo, me hizo ver un cómic distinto y potencialmente fresco y original al que había que echarle un ojo. También suma el hecho de que la propia editorial dijera que esta obra es una de las primeras que tenían en mente publicar cuando empezaron su andadura traduciendo mangas. Y no he fallado, porque es uno de los mangas más divertidos que he leído este año, y por lo que he visto en las redes, es una obra que está gustando a todo el mundo y a todo tipo de lectores.
Ran y el mundo gris es una historia curiosa y que, de momento, no se ha desarrollado lo suficiente como para ver por dónde tirará. Lo que tenemos hasta ahora es a una niña pequeña con poderes mágicos ligados a una especie de talismán que son sus zapatillas de correr y que, una vez puestas, la convierten en una veinteañera de muy buen ver, además de otros poderos menos que aún estar por desarrollarse. Con este don, Ran, por supuesto, se dedicará a hacer trastadas y explorar sus alrededores. No suena demasiado interesante, pero lo cierto es que
Lo mejor de todo es el mundo de fantasía creado por Irie es que no solo es divertido sino también inesperado. Tenemos a magos o brujas o como queramos llamarlos comunicándose con teléfonos móviles, magos con poderes limitados, con lo que no existen las posibilidades de deus ex machina sin sentido, o incluso magos que pasan bastante de usar sus poderes (como, de momento, parece que es el padre de Ran). Los personajes son todos interesantes. Ran es tan solo una cría traviesa que no sabe dónde se mete, pero tenemos también a Ôtarô, un Don Juan que se queda prendado de la faceta adulta de Ran, además de una madre bastante caprichosa o un hermano que se presenta como el típico hombre formal y serio. La obra nos irá presentando situaciones muy rebuscadas y divertidas, como la exploración de la relación de Ran y Ôtarô, con esa clara posibilidad de pederastia, que se desarrolla con mucho humor, o el acoso que Ran recibe en el colegio por parte de sus compañeros e incomprensión por parte de sus profesores. Irie mezcla, con ese estilo tan detallado y que podría recordarnos incluso al indie americano de autores como
Guión - 8.5
Narrativa - 9
Interés - 8.5
8.7
Ran y el mundo gris, de Aki Irie, es uno de las obras más frescas y divertidas de los últimos años. Acción, costumbrismo y magia que rompen las expectativas del lector.
A mi me ha gustado mucho.
Llevo solo unos 3 o 4 meses comprando manga y de momento he pillado bastante de Tomodomo y Milky Way y en menor medida de Norma. Lo que publican estás dos primeras editoriales es lo que más me está gustando a mis 40 años.