Edición original: Marvel Comics – diciembre 1992 – enero 1994
Edición España: Comics Forum – febrero 1994 – enero 1995
Guión: Stan Lee, Pat Mills, Tony Skinner
Dibujo: Paul Ryan, Grant Miehm, Jose Delbo
Entintado: Keith Williams, Steve Alexandrov, Bud LaRosa
Color: Paul Becton, Gina Going
Portada: Paul Ryan
Precio: 175 pesetas (maxi-serie de doce números en formato grapa de 24 páginas) 300 pesetas (los números cuarto y octavo son dobles).
La segunda de las colecciones de la línea 2099 presentó a un personaje sin contrapartida en el tiempo presente –de entonces- del universo Marvel. Ravage era el nombre de este nuevo súper-héroe que venía a reciclar la participación de Stan Lee en el proyecto. Como ya se ha comentado en más de una ocasión, la idea original de meter en el mismo barco al venerable señor y a John Byrne no había acabado muy bien, de modo y manera que la cosa había variado hasta convertirse en lo que se publicó a principios de los noventa. Sin el prolífico canadiense, pero con un artista competente como Paul Ryan, don Stan tendría que demostrar si aún mantenía su capacidad para contar historias con gancho o si, por el contrario, había visto ya pasar su mejor momento. El personaje y su entorno hicieron su primera aparición en una historia de la serie antológica Marvel Comics Presents y luego se lanzaron a su propia colección.
La premisa era la de un hombre de cierta edad –Paul Philip Ravage– miembro de una familia dueña de una compañía al uso en esa época –al modelo culebronesco de «Dallas» o de «Dinastía»- que ha desarrollado una carrera como ejecutivo en la división de lucha contra la polución de Alchemax. Eco-Corp es el resultado de una política de imagen pública en la que una de las mega-corporaciones que dirigen de facto el planeta mantiene la ilusión de que se ha hecho un cambio a mejor. Las nuevas entidades dominantes usaron el problema de la contaminación como añagaza para despachar definitivamente a los Estados y dieron la apariencia de que todo había cambiado, cuando todo seguía como estaba o en peores condiciones.
Ravage se presenta como un hombre honesto e íntegro que, hasta el momento de ese primer número de la colección, cree sinceramente que la guerra en la que luchó por las corporaciones y contra el gobierno federal era justa. Cree que la nueva reglamentación en materia de protección ecológica cumple su función y, por eso, cuando la venda se le cae de los ojos, decide tomar nuevamente la iniciativa, con la ayuda de su asistente y novia, Tiana Sikoski.
El pulcro Paul Philip deja paso a un greñudo guerrero, dispuesto a llevar la lucha por el medio-ambiente y enfrentar la mentira de sus antiguos empleadores. Armado con un montón de restos de chatarra, parece más un chamarilero que un súper-héroe al uso. En sus pesquisas, encontrará la vieja bañera voladora de los Cuatro Fantásticos y correrá unas aventuras que solamente abarcarán las primeras seis entregas de la colección, antes de que Lee y Ryan dejen el puesto y los trastos a un equipo totalmente distinto.
Este primer arco argumental de la colección, presenta –tanto por la parte literaria como por la gráfica- una fuerte esencia añeja, cuando no anacrónica. Lee despacha la cuestión del origen del protagonista en un único número, alejándose mucho de la complejidad descrita en otras colecciones de la línea. El tono gris que puede encontrarse en colecciones como las protagonizadas por el Doctor Muerte o el Castigador, se torna aquí en una dicotomía de buenos y malos. Ravage se convierte en un eco-guerrero que, prontamente, recibirá también poderes meta-humanos y se paseará por lugares en los que Ryan dará rienda suelta a sus capacidades para evocar los trabajos de Jack Kirby y presentar diseños claramente deudores del fundador gráfico de la Marvel que conocemos. Hellrock –la prisión insular habilitada oficialmente para contaminadores- y sus habitantes, los «mutroides» -seres que han sufrido modificaciones genéticas al contacto con determinados agentes contaminantes- son deudores evidentes del estilo del rey, ya mimetizado por don Paul en la colección de los Cuatro Fantásticos. Sin embargo, la visión retrospectiva indica que, más allá de esa media docena de números, la línea no tenía mucho recorrido. Las líneas maestras del mundo del 2099 no parecían dejar mucho espacio para un luchador ecologista creado bajo tan simples –y simplistas- premisas.
Para el octavo número, Paul Ryan abandonaba la nave «ravagera» y dejaba que Stan Lee diera la bienvenida al nuevo equipo responsable: a los guiones tendríamos a Pat Mills y Tony Skinner –que estaban desarrollando un trabajo bastante interesante en la colección de Jake Gallows, el Castigador del 2099-; de la parte gráfica se encargaría Grant Miehm, un dibujante competente a nivel narrativo, pero propietario de un estilo poco atractivo. Para el noveno número, los nuevos responsables de la tienda anunciaron que todo cuanto creíamos saber sobre Ravage resultaba ser mentira, obvio anuncio de que iba a haber un buen número de cambios.
El primero y principal sería el aspecto del personaje. Las pintas tomadas a «Serpiente» Plissken dejarán paso a una apariencia más bestial, con garras, colmillos y cuernos. Esta espeluznante pinta no será, en principio, permanente, pudiendo ocultarse a voluntad por parte del propio Paul Philip. A partir de este momento, su lucha se volverá más sutil, de forma parecida a la que ejecutan Miguel O’Hara y Jake Gallows como Spider-Man y el Castigador, respectivamente. Sin embargo, y al contrario de lo que sucede con los citados proscritos, veremos más la versión bestial de Ravage que la humana.
La segunda colección de la línea 2099 fue la que más rápidamente cambió, convirtiendo a su protagonista en una suerte de hombre-bestia cuya apariencia resultaba –siempre en mi opinión- menos atractiva que la planteada por su creador gráfico. La idea de abordar el problema de la contaminación en un mundo gobernado por las mega-corporaciones era una ocurrencia casi inevitable en el diseño de un mundo futuro durante los años noventa. Sin embargo, habría que esperar a otra de las colecciones del sello para poder encontrar el tratamiento adecuado. De todas las series de esta primera oleada, la de Ravage fue, quizá, la más floja y aquella que menos huella dejó entre la afición. Las aventuras del caballero continuaron en la serie antológica que Forum publicó entre 1995 y 1996, pero cuando esta dejó paso nuevamente a las series independientes, no se contó entre los agraciados. La última parte de su colección –que no llegó a tres años de existencia- está inédita en nuestro país.