REDHAND 01: EL PRECIO DEL OLVIDO
Busiek – Alberti
Norma Editorial
Cartoné, 23,5 x 31,2,
Páginas: 48 Color,
PVP: 13,00 €
Y llegará el día. El día en que él recorrerá la superficie de la tierra. No tendrá padre ni madre,no habrá conocido la infancia. Un nómada, un guerrero, un temible asesino. Nacerá adulto, sin lazos de descendencia con los dioses. Y los dioses apartarán la mirada de él, ciegos, y no le verán. A pesar de ser inmensos, sus poderes no le afectarán. Se enfrentará a los dioses y tratará de matarles, de abolir sus poderes y dispersarlos en una nube de polvo. Un hombre sin infancia, sin padre ni madre, ni siquiera nombre. Y ese día llegará…
Últimamente abundan las voces que insisten en restarle méritos a Kurt Busiek. Defenestrando muchos de sus trabajos y considerando algunos de sus éxitos (Marvels, Astro City) como excesivamente referenciales. Kurt Busiek, ¿un mal guionista? Después de leer RedHand puedo afirmar que no me lo parece.
RedHand es otro más de esos cruces entre creadores de éxito en Europa y Estados Unidos que tuvieron a bien de orquestar los Humanoids. Cassaday con Nury. Charest con Jodorowsky. Johns con Guice. Que yo sepa, Kurt Busiek fue el único guionista norteamericano al que se le adjudicó un dibujante europeo. Y el resultado ha sido RedHand, una obra en la que guión y dibujo casan a la perfección. Pero hablábamos de Busiek.
El guión de RedHand es hábil y emocionalmente intenso. Consiguiendo implicar al lector en la peripecia del personaje con facilidad.
Empezamos con unas pocas páginas ambientadas en un futuro de corte marcial al que las acciones de un comando terrorista llevan a la catástrofe. Desde ahí, mucho tiempo después, empezará la narración en una especie de mundo arcaico surgido de las cenizas de aquella tragedia. Nada de original tiene el planteamiento, como puede verse. Pero Busiek y Alberti logran, en su resolución, que lo que leemos nos resulte nuevo e intrigante.
Esto lo consiguen, primeramente, al trabajar su preludio futurista de manera voluntariamente confusa. En esas páginas no hay textos. El dibujo está pintado en rojos y verdes sobre un lápiz sin entintar, medio esbozado. Ese prólogo da, pues, muy pocas pistas. Apenas un contexto del que partir que potenciará los interrogantes que con posterioridad irá suscitando la trama.
Después empieza la historia en sí, en ese mundo arcaico y envuelto en lo mitológico donde hace su irrupción, desde ese otro mundo futurista, el protagonista del relato. Redhand, salido de una cámara de hibernación, es alguien sin memoria de un pasado que ningún otro podría recordar. Hace gala de una inhumana capacidad para la estrategia y la lucha y es acogido por un pueblo de indígenas a los que acaba de salvar de unos brujos esclavistas.
Pero algo falla, algo no encaja, y este viejo nuevo mundo se resiste a aceptar al amnésico guerrero. Los poderes de sus sacerdotes y de sus dioses, que de alguna manera adivinamos conectados con “el mundo de antes”, son inútiles ante él. Su sola presencia se constituye en desafío para ellos y, en su celo, obligarán a que nuestro protagonista tenga que asumir dolorosos sacrificios espléndidamente reflejados por el equipo autoral. Redhand, un hombre solo contra todo un mundo y contra los que se han erigido como sus dioses.
Alberti, dibujante de la factoría Bonelli, ofrece un apartado gráfico cuidado, con unas ambientaciones ricas en detalles como es la norma en Europa, pero también con un dinamismo y una potencia que no suelen ser habituales en el mercado franco-belga. Algo ideal para esta historia con intensas y sangrientas escenas de acción.
Busiek, que ya con Arrowsmith conectó especialmente con el gusto francés, aprovecha inteligentemente las oportunidades que este argumento le brinda para apelar mediante múltiples centros de interés a un mismo tiempo a un público adulto y joven . La gallardía, las luchas y la incomprensión. El deseo de ser aceptado y la incapacidad para lograrlo. La necesidad de ser libre y las fuerzas que buscan someternos. El poder de los prejuicios y los dogmas. La religión como acicate para la guerra. Los distintos tipos de fe. El placer del contacto humano, del encuentro interpersonal. Y el dolor de renunciar a todo ello.
Kurt Busiek, ¿un mal guionista? Después de leer RedHand puedo afirmar que no me lo parece.