Escrito por KOLDO AZPITARTE, resulta difícil clasificar la labor de Koldo en cuanto a que le hemos visto envuelto en mil batallas de las que en todas ha salido airoso. Hemos podido leer artículos suyos en Dolmen, hemos podido asistir a mesas redondas en las que ha participado, ha publicado varios libros realmente interesantes y este mismo mes se estrena en España el que si no estoy equivocado es su primera incursión en la BD, Reliquias. Lo que quizás mucha gente desconoce es que Koldo fue de los primeros sino el primer colaborador que tuve en esta web, recuerdo con mucha envidia (sana) cada artículo que me enviaba para maquetar, lo leía y pensaba: ¿Alguna vez seré capaz de escribir algo la mitad de bueno que esto? Pero Koldo hizo algo mucho más importante, con sus artículos y reseñas me enseñó que había vida más allá del cómic superheroico y no solo amplio mi abanico de lecturas, también me demostró cual era el camino a seguir para este proyecto, abrirlo al cómic en general dejando cada parcela en manos de expertos en la materia. Puedo aseguraros que si no hubiese sido por su colaboración hoy tendríamos una ZN diferente y sin lugar a dudas menos rica en cuanto a géneros. Dicho esto os dejo disfrutar del artículo que ha preparado para la ocasión a modo de extensión de su libro Senderos centrado en el no menos genial Paco Roca.
Regreso al sendero
Con música de Elvis Presley de fondo comienza el rítmico teclear de una melodía ya conocida, la de la obra de Paco Roca. Puede que alguno de vosotros leyera en su momento el libro Senderos, donde a través de varias entrevistas trazaba una retrospectiva de la carrera de Paco. Este texto pretende retomar de algún modo el libro allí donde lo tuvimos que dejar y trazar un esbozo de lo que podría ser esa segunda entrega…
¿QUIÉN ES PACO ROCA?
Francisco Martínez Roca, más conocido como Paco Roca, es un dibujante valenciano de 45 años cuya dilatada trayectoria profesional de más de 20 años ha marcado alguno de los mayores hitos de la historieta española.
Paco Roca ejemplifica en su persona como pocos, la tenacidad y el amor por un medio, la historieta, que pocas veces recompensa a sus creadores dicha dedicación. Durante años, Paco tuvo que simultanear su actividad como dibujante de comics y diversos trabajos en el campo del diseño y la publicidad.
Desde sus inicios en Kiss Comics hasta su definitiva consagración de la mano de Arrugas, Paco realizó notables obras como Gog, El Juego Lúgubre o Los Hijos de la Alhambra.
El éxito de Arrugas, publicado en todo el mundo y con una brillante adaptación cinematográfica en forma de película de animación, catapultó a la fama a Paco Roca, quien desde entonces se ha transformado en el rostro más visible de la llamada Novela Gráfica española. Su don de gentes, su simpatía y accesibilidad han hecho las delicias de sus cada vez más numerosos fans y sus posteriores obras, tales como Las Calles de Arena o Emotional World Tour no hicieron sino confirmar que público y crítica caminaban de la mano, algo relativamente extraño en esta cainita piel de toro.
Si Senderos cubría la carrera de Paco hasta el 2010, la trayectoria de Paco Roca y su leyenda no han hecho sino crecer desde entonces. Paco es un excelente conversador. Muchas de las declaraciones que extraigo de entrevistas realizadas para diversos medios, así lo atestiguan. Este artículo debe mucho a quienes hicieron dichas entrevistas y aunque aparezcan acreditados, quiero subrayar una vez más mi agradecimiento a todos ellos.
RETIRADA SIN ANGEL
El ángel de la retirada era un proyecto para La Casa de España de Beziers, una población cercana a Montpellier. En esta zona se asentaron muchos inmigrantes españoles, tanto refugiados de la Guerra Civil como gente que acudía a trabajar en tiempo de vendimia y querían narrarlo en cómic. Cuando se publicó El Faro en Francia, llegó a manos de la gente de la asociación cultural española y les gustó cómo trataba el tema de la Guerra Civil y, en especial, una frase que se deja caer sobre el trato que recibieron los refugiados españoles, que no fue todo lo bueno que debía haber sido. A raiz de leer esta obra, se les ocurrió que sería una buena idea hacer un cómic con las historias de esos refugiados españoles y se lo propusieron a 6 Pieds sour Terre, los editores de El Faro en Francia, pidiéndoles que yo fuera el dibujante de la misma. El guionista es un escritor francés, Serguei Dounovetz, que ha recopilado las historias de los inmigrantes.
Así describía Paco Roca la siguiente obra de su carrera, una obra de encargo realizada con la profesionalidad de la que nuestro autor siempre hace gala pero que podemos considerar sin rubor como una obra menor. De hecho, el autor no la incluye entre sus obras en su página web, página en la que sí que aparece Senderos por poner un ejemplo. Aun así, el tema que trataba la obra despertó su interés, tal y como recogen unas declaraciones hechas a El Periódico durante la promoción del álbum:
La memoria histórica y la guerra civil se han convertido en un género dentro del cómic. No hay más que ver obras como Las serpientes ciegas, El arte de volar o los álbumes de la guerra de Carlos Giménez. Las guerras sacan lo mejor y lo peor de las personas, hay héroes, historias… La guerra civil es la más cercana que tenemos y aún hay gente que la vivió y nos puede dar información de primera mano. El cómic también la está descubriendo. Tras El Faro, me quedé con las ganas de contar el trato que los franceses dieron a los españoles, un tema poco conocido y, en Francia, aún tabú. Ellos supieron darle la vuelta a unos hechos poco heroicos igual que hicieron con el colaboracionismo con los nazis.
Mientras sacaba tiempo para cumplir con el compromiso adquirido tiempo atrás, Paco Roca estaba ya imbuido en el que sería su siguiente proyecto, El Invierno del Dibujante. La prueba más evidente de que su relación con la Guerra Civil y sus refugiados no había terminado la tenemos en Los Surcos del Azar, una extraordinaria novela gráfica que en el fondo es todo lo que El Ángel de la Retirada nunca pudo llegar a ser.
EL ESPIRITU DEL TIO VIVO
Recuerdo que durante unas Jornadas del Comic de Avilés que Paco Roca dejó eternizadas en su World Emotional Tour, Paco nos comentó a Fernando Tarancón y a mí su idea de narrar la historia de cómo un puñado de dibujantes de Bruguera formó la revista Tío Vivo. Era una historia apasionante para quienes crecimos leyendo aquellos tebeos pero no tenía claro que fuera a interesar al “gran público”. Haciendo gala de mi proverbial vista comercial, le auguré un éxito de crítica pero no de público.
Por suerte , me equivoqué. La obra fue la vencedora en el Saló del Comic de Barcelona y tuvo una larga carrera comercial que aun prosigue a día de hoy. En una entrevista realizada por Herme Cerezo, Paco Roca explica el origen de la obra:
Quería dibujar algo exclusivo para el mercado español, porque hasta entonces había tocado temas universales, pensados para que funcionaran en el extranjero, en Francia, en Italia… La búsqueda de ese producto propio, sin copiar para nada el modelo francés, es el camino a seguir, ya que algunos álbumes españoles están vendiéndose mejor aquí que best-sellers en Francia. Astiberri me apoyó al máximo y preparamos este proyecto, como digo, dirigido específicamente para el mercado español. En un principio, quería trabajar sobre los tebeos de Bruguera que yo conocí, los de la última etapa, desde 1975 hasta el final, y hablar de la decadencia de la editorial. Pero mientras me documentaba llegué a la aventura del Tío Vivo y vi que ahí había una buena historia. Se trataba del fin de una generación de dibujantes y del comienzo de otra. Creo que fue muy importante, no sólo para el cómic nacional sino también para el internacional, que cinco autores españoles se introdujeran en aquella empresa.
Al principio, Cifré y Giner sí que trabajaron en Bruguera junto con algunos más, cuando la editorial era mucho más pequeña y ocupaban un piso del Paseo de Gracia. Pero la realidad es que los dibujantes trabajaban en su casa. Los miércoles entregaban sus dibujos, se tomaban unas cañas en un bar y poco más. Algunos, con mayores afinidades, jugaban a las cartas. Es un poco como ahora, cuando los dibujantes nos encontramos en los salones aprovechamos para cambiar impresiones y enterarnos de por dónde van los tiros. Son esos encuentros que nos dan un poco de vidilla. En mi opinión, el cómic toca las fronteras que el propio autor se marca… Si hubiera contado esta historia con el lenguaje convencional del cómic, cambiando planos, con otra estructura más espectacular y con menos diálogos, el álbum hubiera perdido credibilidad y se hubiera convertido en otra cosa. Mi planteamiento era, si no construir un documental, sí hacer algo muy real, que obligase al lector a mirar atentamente lo que ocurre, a escuchar a los personajes. Buscaba un plano fijo, como si estuviéramos juntando retales, algo más parecido a una película que a un cómic. Mientras lo dibujaba, tenía más presente en la cabeza las películas del neorrealismo español y los documentales del NO-DO que cómics como Contrato con Dios o Los profesionales, obras que he leído y que me encantan, pero que no tienen nada que ver con esto. Había que buscar un lenguaje propio, una forma diferente de contar para que el resultado pareciese más próximo a la realidad que a la ficción.
En la presentación de El Invierno del Dibujante en Barcelona, Toni Guiral ejerció como cicerone. Toni Guiral es uno de nuestros mayores expertos en comic español y ha dedicado un par de libros a la Escuela Bruguera, amén de dirigir la colección de RBA que seleccionaba lo mejor de la larga historia de la editorial. Fue él el encargado de contextualizar la obra de Paco de un modo magistral, así que me limito a citarlo:
Cifré, Conti, Escobar, Peñarroya y Eugenio Giner eran hombres, digamos, básicos, en el entramado artístico de Bruguera porque eran los creadores de Carioco, el reporter Tribulete, Don Pío, Zipi y Zape, Carpanta e incluso el Inspector Dan. Colaboraban en Pulgarcito y El DDT, que tiraban 50, 60 o 70.000 ejemplares. Esos cinco señores querían que su obra la publicase alguien que respetara sus derechos de autor, y para ello tenían que desligarse de Bruguera. Lanzarse a la aventura en pleno franquismo de autoeditar tu obra era prácticamente una locura, y yo creo que si lo hicieron fue porque en el fondo eran muy ambiciosos y tenían una mentalidad más abierta a otro concepto, tal vez más democrático y libre. No salió bien, tuvieron que volver al redil. Bruguera los recibió con los brazos abiertos porque, claro, eran cinco de sus autores favoritos. Curiosamente cuando estos cinco señores se van de Bruguera, la editorial necesita contratar a dibujantes y aparecen dibujantes jóvenes como Raf, Segura, Gin, Ibáñez o Sanchis. Francisco Ibáñez crea Mortadelo y Filemón en 1958 en Pulgarcito. Eso aparece también en el libro de Paco, que incluso entrevistó a algunos de los autores que aun viven…
A este respecto, Paco Roca aclaraba que la conversación con Víctor Mora y con su pareja, con Armonía, fue muy enriquecedora ya que además de poder cumplir el sueño infantil de estar conociendo a uno de sus mitos, Víctor Mora (creador de El Capitán Trueno) pudo conocer los detalles cotidianos, el día a día de la recepción o como era Rafael González (el director de publicaciones) La obra se llama El Invierno del Dibujante porque esos artistas que deciden irse de Bruguera empiezan una lucha por sus derechos de autor que en su caso terminó en 1958, pero es una lucha que según Paco Roca, no tenía prácticamente precedentes en ningún lugar del mundo:
La mayor parte de estos autores han muerto sin poder recuperar sus derechos. Escobar e Ibáñez los recuperaron a finales de los 80. Estamos hablando de un invierno muy largo para los dibujantes. Es triste que la mayoría de ellos no cumplieran jamás su sueño. Yo creo que en la actualidad, los autores ya tenemos un control sobre nuestra obra. Pero incluso hoy en día hay excepciones cuando se trabaja con franquicias como los superhéroes. O sea que, en cierta forma, los dibujantes somos de una forma imagino que especial.
Paco Roca era lector de Bruguera en su infancia, como la mayor parte de los niños nacidos en los sesenta y principios de los setenta. Carpanta o Zipi y Zape no eran sus personajes favoritos, pero el personaje de Escobar le apasionó durante el proceso de documentación:
según vas leyendo sobre él y vas viendo fotos, es un personaje que en seguida se te hace muy entrañable. Después de hablar con gente que lo había conocido y te lo describe, también ha sido como muy especial dibujarlo. A mí me ha parecido poder hacer este proyecto. Y el poder dibujar y dar vida a personas reales que has admirado… no sé, a mí me emocionaba estar dibujando a Escobar y que estuviese hablando con otras personas, y hacer que por su boca saliesen cosas que yo pienso, pues la verdad es que para mí ha sido muy bonito. Intentando ceñirte siempre a una realidad, no intentando que digan cualquier cosa. Ha sido muy especial dibujar y hacer hablar a esas personas que has admirado. Y Escobar es el personaje que más me ha gustado dibujar y al que más cariño le he cogido. También porque creo que es un personaje que era polifacético, hacía muchas cosas… No sé, era como el idealista en cierta forma, así lo veía yo, el idealista del grupo. Aunque mi dibujante favorito siempre ha sido Raf, por la forma de dibujar quizá más diferente del resto de dibujantes de Bruguera, pero como personaje que me ha gustado dibujar, me quedo con Escobar con diferencia.
Casi todas las grandes obras tienen un villano a la altura de sus héroes. En este caso, la figura del supuesto villano es la de Rafael Gonzalez. Y digo supuesto ya que la gente que trabajaba en la redacción de Bruguera hablaba muy bien de él.. Sin embargo, no hay ni un solo dibujante que no hable mal de esta persona. A Paco le parece el verdadero protagonista de la obra, ya que
con Rafael González, eran muy exageradas esas dos partes. Me parecía muy interesante poder indagar en esta persona, y más cuando te das cuenta de que en cierta forma era un soñador de joven. Había sido republicano, había luchado por sus ideas, había trabajado en La Vanguardia hasta el final… Le gustaba escribir, de hecho era guionista y creó gran parte del vocabulario que todos conocemos tan particular de Bruguera. Entonces, una persona con esos ideales, creativa y demás, y que al mismo tiempo sea como el perro guardián de la editorial Bruguera, la persona que es como un dictador con los dibujantes, pues me imagino que todo esto debía causar bastante conflicto dentro de él. Y a mí me parecía bonito, que esta persona que lo está dando todo por su empresa… Por lo que he podido saber después, incluso con su familia tuvo sus problemas, problemas importantes… Lo había dado todo por su empresa y por su familia y al final se había quedado sin amigos, sin familia, en cierta forma era una especie de perdedor.
La estructura narrativa de la obra en flashbacks tiene una inteligente división por colores, una riqueza cromática que funciona a la vez como elemento narrativo. En palabras de Paco,
toda la historia transcurre en el día en que estos dibujantes vuelven a Bruguera. A partir de ese día vamos acompañando a unos y otros personajes en sus recuerdos. Entonces había bastantes flashbacks, y quizás el lector se podía perder, porque digamos que son flashbacks muy cortos, de cuestión de unos meses o únicamente un año, en el que prácticamente no ha cambiado nada. Entonces, quería encontrar alguna forma en que en cada momento el lector tuviera muy claro en qué momento estaba situado. Me parecía que las páginas de colores podían funcionar muy bien. También definían muy bien no solo el momento: es invierno con esos grises, o es verano con el amarillo, o es primavera con el rosa, ¿no? Pero aparte de esta diferenciación los colores también nos transmiten sentimientos, y era muy importante también transmitir cómo se sentían los autores en ese momento. Y ese gris es el invierno, y es cuando regresan, que está todo perdido. Ese rosa es la primavera, y es cuando surge este proyecto, y el verano es como la eclosión del proyecto y es ese amarillo. Entonces, los colores aparte de diferenciar esas épocas también tienen un poco como el sentimiento de cómo están los autores en ese momento. La verdad es que en la realidad no sé si fue justamente en diciembre y en invierno cuando volvieron, no sé si exactamente fue en la primavera cuando surge el proyecto y si en verano era cuando ese número ya estaba en la calle, pero sí que me servía mucho ajustarme a esos tres períodos para que todo tuviese como mucha más intención, de situarlo en primavera, verano, y esa vuelta en ese invierno gris y frío. Por otro lado, la forma de narrarlo y demás, yo creo que cuando haces una historia tienes que buscar las herramientas más adecuadas para hacerlo, y en esta historia quería hacer casi como un documental, quería que el lector estuviese como presente en toda la historia, que estuviese presente en los recuerdos y en ese momento en que están regresando todos. Entonces me di cuenta de que no funcionaba muy bien si cambiaba mucho de plano, porque enseguida te remite al lenguaje lógico del cómic y te sacaba de la historia, le daba como cierta falsedad a lo que estabas contando. Sin embargo, si mantenías la cámara fija, si intentabas que todo fuese como muy rígido y demás y que solo fuesen los personajes los que se estuviesen moviendo y actuando, parecía todo como mucho más real. Y tiene el aspecto como de que te has metido tú ahí dentro a ver lo que no te corresponde. Y también toda esa documentación y demás yo creo que servía un poco para eso. En cada historia tienes que buscar un poco las herramientas más adecuadas para contarla, y esta creo que funcionaba mejor así, con esa separación de colores y con ese formato tan rígido de muchas viñetas iguales donde la acción solo está en los personajes.
La obra fue premiada en el 29 Saló del Comic de Barcelona con el galardón a Mejor Obra y Mejor Guión. Un triunfo merecido que vino a ratificar la extrordinaria calidad de una obra que tiene la facultad de llegar al corazón de quienes vivieron su edad adulta a finales de los cincuenta, a quienes fuimos lectores de Bruguera en nuestra infancia y a toda una nueva generación de lectores que sin ningún vínculo emocional directo con el tema tratado han podido conocer una historia real narrada de un modo magnífico.
El Invierno del Dibujante fue la consagración de Paco Roca como uno de los autores fundamentales de nuestro tiempo. Si con Arrugas demostró que sabía llegar al gran público, con esta obra se consagró como el mejor autor de su generación, hecho que Los Surcos del Azar no haría más que ratificar.
EL PIJAMA NO HACE AL HOMBRE
Memorias de un Hombre en Pijama fue publicada originariamente en el diario Las Provincias de Valencia durante el año 2010, la obra fue posteriormente reformateada y editada en libro por Astiberri.
Se trata de una obra de corte autobiográfico en la que la frontera de lo real y lo imaginario queda siempre cuidadosamente diluida. Como testigo de alguna de las anécdotas narradas (y hasta personaje de fondo en ella, por si alguien quiere entretenerse buscándola) puedo dar fe de que Paco reelabora la realidad y la transforma en una ficción reconocible pero ficción al fin y al cabo. La genialidad de la voz de Paco como narrador y su talento para extraer casi de la nada un rico anecdotario es considerable pero tal vez su mayor mérito sea el hacernos creer que narrar historias como estas es un ejercicio tan sencillo que cualquiera de nosotros podría hacerlo.
Con motivo del libro-catálogo Paco Roca Dibujante Ambulante, escribí un texto en torno a Mesta , obra que viene a dar mi visión de una obra inicialmente concebida como menor pero que ha ido consiguiendo con los años un importante número de adeptos. Dado que mi opinión sobre la obra no ha variado un ápice, creo razonable reeditar el texto en vez de reelaborarlo de un modo parcial.
El humor es un género complejo y desagradecido. Complejo porque requiere no sólo de una búsqueda de elementos humorísticos que sustenten una historia, sino de una ajustada coreografía que saque el máximo rendimiento de ese sustrato risible alrededor del cual gira la narración. Desagradecido porque ya sea en la literatura, en el cine o en el cómic, el humor siempre ha sido menospreciado, despreciado como una forma menor de creación artística, relegando a sus creadores a la categoría de poco más que bufones.
Paco Roca ya había demostrado su capacidad para la comedia en algunos episodios de obras previas como Arrugas y sin duda dio rienda suelta a dicho talento en World Emotional Tour (2009) donde, junto a Miguel Gallardo, realizaba una divertida crónica de sus viajes por España promocionando sus respectivos álbumes. Dicho compendio de anécdotas contaba con la complicidad de unos lectores conocedores del entorno en el que se desarrollaban las historias, lo que en la práctica limitaba su difusión y ofrecía un cómodo colchón creativo a los autores. Bajo el epígrafe de obra menor, complementaria, se perdonan tropelías de todo tipo al fin y al cabo.
En World Emotional Tour Paco Roca descubrió redescubrió al Paco Roca personaje de cómic. Decimos redescubrió porque Ulises, el protagonista de Como Cagallón por Acequia (2005-2007) ya era un trasunto nada disimulado del autor. En aquella ocasión, Roca optó por un tono de comedia generacional en la que el humor era un aderezo más pero no el ingrediente principal pero en veneno de la narración autobiográfica estaba ya en sus venas.
Todo artista es por definición un poco exhibicionista y, egotista o no, crea desde su propia experiencia vital, por lo que su persona no puede permanecer nunca al margen de su obra. Del mismo modo que en la literatura, la presencia del autor en su obra, bien como narrador o como personaje, ha sido una constante desde El Quijote, el cómic ha visto cómo muchos de sus autores más populares acababan inmiscuyéndose con sus creaciones y hasta siendo protagonistas de sus propias narraciones autobiográficas. De hecho, la calidad y notoriedad adquirida por muchos de estas obras, ha hecho que el subgénero autobiográfico sea uno de los abanderados de la nueva Novela Grafica. Autores como Guy Delisle, Joe Sacco, Chester Brown, Ramón Boldú, Lewis Trhondheim o Seth protagonizan algunas de sus obras con registros tan ricos como diversos. El recurso no es nuevo y autores de humor de la Escuela Bruguera como Escobar, Jan, Ibáñez y sobre todo Vázquez, han aparecido como personajes que interactuaban con sus propias creaciones. El caso de Manuel Vázquez es particularmente interesante, ya que creó un personaje (El Tío Vázquez) en el que ficcionaba sus experiencias como moroso para progresivamente transformarse en su auténtico alter ego (binguero, narrador de anécdotas sexuales) sin pudor alguno.
Imagino que mientras dibujaba World emocional Tour y preparaba El Invierno del Dibujante, la idea de realizar historietas de humor con él mismo como protagonista salió de un modo casual, casi accidental. Que justo después el Director del diario Las Provincias le ofreciera la posibilidad de hacer una página semana de humor a Paco es una muestra más de la proverbial flor en el culo que luce nuestro querido autor, flor que le ha permitido ser uno de los escasos autores españoles de cómic que vive en pijama dibujando lo que él quiere.
Ahora que esta sociedad que tanto ha abusado del lujo, del derroche, de la vacuidad parece estar viviendo la dura resaca de una fiesta descontrolada, parece un buen momento para reivindicar el uso del pijama frente al traje de tres piezas. Paco Roca lo llevaba haciendo desde hace muchos años, así que ni es un arribista ni un recién indignado… por mucho que la realidad se empeñe en hacerle parecer un poco contrasistema cuando el siempre ha permanecido cuidadosamente al margen del sistema.
Memorias de un Hombre en Pijama retrata con visión certera a los treintaañeros de la primera década del siglo XXI: sus hábitos, inseguridades y fantasías sexuales; su relación con la tecnología (ordenadores, teléfonos móviles, redes sociales); sus hábitos dietéticos y preocupaciones en torno a la salud; las relaciones paternofiliales; las relaciones de pareja; su ética…y hasta algún pequeño apunte sociopolítico. Todo ello expuesto de un modo casual, sin pontificar o dar lecciones, a modo de confesión de barra de bar tras tres o cuatro cervezas.
La autobiografía humorística es una practica que tiene mucho de masoquista. Uno se desnuda exagerando sus manías y defectos con tal de arrancar una sonrisa del respetable. Hay que tener cuidado de que tu entorno familiar y social no se sienta ofendido o agredido por tus historias, ya que ellos son a menudo protagonistas parciales o totales de las mismas. No puedes mostrarte profundo o dramático so pena de aburrir al respetable y al tratarse de breves unidades narrativas (en este caso, una página de periódico), tampoco puedes construir un gag durante varias páginas. Que con todos estos obstáculos haya conseguido ver la luz una obra tal compacta, coherente, sincera y elegante no hace sino constatar el enorme talento de su autor.
Memorias de un Hombre en Pijama no ganó ninguno de los prestigiosos premios a los que optaba, cumpliendo una de las maldiciones que azota a toda obra de humor que se precie, pero sin embargo se erige por méritos propios como una de las obras favoritas de los fans de Paco Roca, un público tan amplio como exigente.
NADA AL AZAR
Los Surcos del Azar fue una obra de larga gestación. Vale que Memorias de un Hombre en Pijama vio la luz en 2011 y que en 2012 tuvimos abundante material semi-inedito en Paco Roca Dibujante Ambulante, pero realmente fueron necesarios casi tres años para que esta obra viera la luz. Y es que Los Surcos del Azar es una obra que ha requerido un enorme trabajo de documentación en torno a la vida de los exiliados de la Guerra Civil que acabaron combatiendo al nazismo.
Se trata de la obra más larga realizada por Paco Roca hasta la fecha y por ello, supuso un considerable riesgo, que por suerte acabó siendo recompensado por critica y público.
Si el público ha hecho de esta obra un autentico best seller con más de 30.000 ejemplares vendidos, los premios acaparados por la misma dan fe de la calidad que atesora:
Premio Zona Cómic al mejor cómic nacional de 2013
Premio a la mejor obra de autor español en el Saló Internacional del Cómic de Barcelona 2014
Premio de la Crítica 2014 a la mejor obra nacional
Premio de la Crítica 2014 al mejor guionista nacional
Con motivo de la publicación de Los Surcos del Azar tuve ocasión de conversar de nuevo con Paco Roca. Puede que alguno de vosotros la leyera cuando fue publicada en la revista Z de la asociación de librerías especializadas Zona Comic pero dado el tiempo transcurrido desde su publicación, considero adecuado “liberarla” en Internet para que esté disponible para el mayor número de lectores posible.
Desde tu última obra publicada, Memorias de un Hombre en Pijama, tu vida personal ha cambiado mucho ya que has sido padre. ¿Ha afectado eso de algún modo a tu forma de trabajar?
Ha cambiado mi vida en todos los sentidos. Antes acudía a cualquier conferencia, charla o Salón del Cómic al que me invitaran. Ahora cada vez es más complicado. Sigo aceptando invitaciones como la que me llevó hace pocas semanas a Puerto Rico pero tuve que declinar la invitación para ir a Miami poco después o la tradicional visita al Salón del Cómic de Getxo. Y no es sólo porque cada vez que salgo de casa, son días en los que dejo de dibujar (que es mi profesión y de lo que vivo) sino porque mi mujer me cuenta que la niña me busca por casa el primer día pero luego ya se olvida de mi…¡y yo no quiero que eso ocurra!
No te puedes imaginar la cantidad de gente que trata de contactar conmigo para todo tipo de proyectos, charlas, visitas a colegios. Me encantaría asistir a todos esos eventos pero me resulta físicamente imposible, así que por mucho que me cueste, debo declinar muchas invitaciones. Me he puesto un límite de eventos a los que asistir para no descuidar ni mi trabajo ni mi familia.
Es uno de los problemas de trabajar en casa y sin jefes…
Cuando dejé el estudio de ilustración en el que trabajaba a media jornada, mientras dibujaba Las Calles de Arena, mi casa pasó a ser mi estudio y ya no tenía un socio al que dar explicaciones de mis ausencias. Durante unos años me pasé más tiempo fuera de mi casa que dentro. Ahora mi mujer y mi hija hacen que me cueste cada vez más salir de casa: no quiero perderme ver como mi hija crece. Por otra parte, me cuesta mucho decir que no a la gente que me invita a acudir a un lugar, así que la mayor parte de las ocasiones miro mi agenda detenidamente y hablo con mi mujer antes de dar una respuesta definitiva.
Comenzaste a colaborar con la prensa escrita en el diario Las Provincias, un periódico conservador valenciano en el que vio la luz la serie Memorias de un Hombre en Pijama. ¿Te ha acercado esta obra a un público diferente?
El público de prensa es totalmente diferente. Luego cuando se recopila en libro, no hay apenas trasvase de lectores. Siguen comprándote los mismos. Yo pensaba que tal vez unos cientos o miles de esos treinta o cuarenta mil lectores del periódico en el que colaboraba podrían interesarse en la obra hasta el punto de adquirirla pero no fue así.
Era una página semanal y al final acabó siendo una presión excesiva. Decidí abandonar el periódico porque me costaba mucho combinar la creatividad necesaria para hacer una buena página semanal y llevar a buen ritmo la recta final de El Invierno del Dibujante.
La periodicidad de mis colaboraciones actuales con El País es ideal, ya que dos páginas cada quince días me permiten seguir con mis novelas gráficas a buen ritmo y alternar diferentes registros. Me da tiempo a reposar las ideas de una historieta a otra y a dedicarme a mis otras tareas como la ilustración. Admiro mucho a gente como El Roto o Manel Fontdevila, capaces de tener una producción diaria de gran calidad pero yo creo que no podría mantener ese ritmo.
Tus historias para El País son algo menos intimas, menos autobiográficas y más centradas en la actualidad sociocultural…
Puede que sea por el respeto que me supone estar en un suplemento como El País Semanal. Las historias que realicé durante el verano eran más parecidas a las de Memorias de un Hombre en Pijama, pero he ido cambiando hacia un tono menos cotidiano , tratando de no ponerme barreras y no imponerme temas. Que tenga cabida todo a partir de mi reflexión desde el punto de vista de un Hombre en Pijama.
¿No tienes miedo de que la gente confunda a tu personaje contigo?
No me puedo frenar cuando cuento historias. Mi pareja lo lleva peor que yo. De todos modos nunca le pongo nombre a mi personaje. Nunca digo que se llame Paco Roca porque quiero que sea un personaje y no yo mismo. Me sirve para reflexionar sobre la vida y eso está muy bien pero .
Nunca quise tener un personaje, salvo Alexandre Ícaro, que paradójicamente no pasó de su primer álbum pero al final yo mismo he acabado siendo mi personaje. A mi me viene muy bien cuando no se que hacer, ya que lo uso como comodín. Si me encargan hacer una viñeta, una historia sobre un tema, por ejemplo los videojuegos, uso al Hombre en Pijama para a través de él expresar mi opinión sobre ello.
Lo curioso es que el personaje de ficción ha acabado por cambiarme a mi mismo, ya que la gente piensa que eres como el personaje y comienza a tratarte de un modo diferente, esperando que reacciones como lo hace él. Se crean situaciones a veces surrealistas como cuando en una de las páginas de Las Provincias puse a mi personaje quejándose por los pijamas tan cutres que tenía y uno de los lectores me envió un pijama. Eso hizo que el personaje cambiara posteriormente de pijama, dando lugar a una curiosa interacción de realidad y ficción.
Memorias de un Hombre en Pijama ha sido adquirido por el productor de Arrugas. ¿Estás vinculado de algún modo al proyecto?
Si. El guión ya está escrito y lo hemos hecho entre Ángel de la Cruz ( uno de los guionistas de Arrugas) y yo. El proyecto se mueve aun lentamente ya que la crisis hace que la financiación para estos proyectos sea cada vez más difícil.
Hablemos un poco de Los Surcos del Azar. ¿Cómo surgió el proyecto? ¿Tuvo algo que ver en su gestación El Ángel de la Retirada?
El Ángel de la Retirada tuvo más bien poco que ver con Los Surcos del Azar. Se trataba de una obra de encargo, cuyo punto de partida me interesaba mucho (los campos de trabajo del sur de Francia en el que metieron a los exiliados de la Guerra Civil) pero en cuyo contenido no tuve gran participación.
Los Surcos del Azar nacen de una casualidad. Hice un viaje a Paris invitado por el Instituto Cervantes y el día anterior a la charla, coincidí con Evelyn Mesquida, que había escrito un libro sobre La Nueve, la compañía de republicanos que participó en la liberación de Paris. Había recopilado muchas conversaciones con los que quedaban vivos de la compañía y asistí a la charla que dio sobre el libro, en la que intervinieron un par de republicanos que habían sido homenajeados por el gobierno francés unos años antes. Me pareció toda un aventura que si que me sonaba que había existido pero de la que tenía sólo un vago recuerdo. Me pareció una gran historia a rescatar, la de esos republicanos españoles que tuvieron que emigrar, que pasaron por mil aventuras en su vida.
El punto de partida de la historia fue el plantearme qué haría yo de haber estado en su situación. Fue gente que estuvo cerca de diez años con la muerte pisándoles los talones, luchando por la libertad.
La obra está estructurada como si de una crónica periodística se tratase, con tu alter ego persiguiendo al veterano para que te cuente su historia…
No veía toda la historia desarrollada en el pasado, ya que para todos estos exiliados su drama sigue hasta nuestros días, olvidados por todos hasta hace bien poco. Tenían una historia apasionante por contar pero nadie quería escucharla e incluso muchos de ellos habían decidido ya ni contarla. El desencanto y el olvido tras la segunda Guerra Mundial es el origen de la personalidad de Miguel y me parecía importante reflejarlo.
Por otra parte, el introducir mi alter ego como vehiculo conductor de la historia en el presente me servía para romper un poco las barreras que muchos lectores ponen cuando se enfrentan a la lectura de un cómic, al que a menudo tildan de ficción superficial.
Distingues los dos periodos temporales en los que se desarrolla la historia y mientras que para el pasado mantienes tu clásico trazo de pincel, en el presente usas un dibujo más fino, más cercano al de un cuaderno de notas…
El presente es menos real que el pasado y tanto mi trazo como el color gris que lo acompaña tratan de reflejar esta verdad. Por otra parte, quería que la historia del presente pareciera sacada de mis cuadernos de viajes, un aire más documental. El color de esta obra nos informa del lugar donde se encuentran (España, África, Gran Bretaña o Francia) pero no tiene un gran protagonismo narrativo salvo por la intencionalidad del gris del presente.
Al no tener límite en el número de páginas, ¿estructuraste el guión tanto como en ocasiones previas o te dejaste llevar?
Hasta El Invierno del Dibujante, trabajaba con un número de páginas predeterminado por la industria francesa. Astiberri no me puso límites para El Invierno del dibujante pero me los impuse yo. Tenía un planteamiento muy cinematográfico, de estructura más convencional de guión y no me pude salir de él. En cambio, con Los Surcos del Azar pude liberarme de la estructura, dejar que las escenas respiren. Una mentalidad más cercana a la literatura que a un guión de una obra audiovisual. Cuando terminé de escribir el guión, lo aboceté y me di cuenta de que la historia se iba hasta las 300 páginas. Fue entonces cuando me di cuenta de que me quedaba un largo trabajo por delante. Podría haber tenido tranquilamente cien páginas más pero creo que el tamaño es el que debe tener, ya que en algún momento había que parar.
Sorprende las escasas concesiones emocionales hacia el lector en la historia.
Desde el primer momento decidí que iba ser fiel a la realidad aunque eso implicase que el dramatismo de la estructura fuera menor. Las cosas no son como en una película en la que tu compañero de armas es el mismo de principio a fin y el protagonista tiene una visión global del transcurso de la guerra. Cuando empieza el combate solo tienes contacto con tu sección y no tienes casi información de lo que hace el resto ni de cómo va la batalla. Dejar atrás a muchos personajes fue una elección consciente , ya que lo que quería reflejar es la desconexión que el protagonista sufre con su entorno.
Intentaba huir de las Hazañas Bélicas, ya que la historia que me interesaba era el viaje de unos exiliados de una guerra que acaban desfilando por los Campos Elíseos tras liberar Paris. Quería que fuera más como un documental, narrado desde el punto de vista de los protagonistas.
Cuando contacté con Robert Coale, el historiador que realiza el epilogo, tuve que cambiar bastantes elementos de mi guión para adaptarlos a lo que él me iba corrigiendo por no ser suficientemente fieles históricamente. Esos cambios obligaron a que la historia fluyera de un modo menos planificado pero más real.
Los Surcos del Azar va a ser editada en Francia por Delcourt.
Me parece un logro conseguir que un producto pensado para la industria española sea aceptado por el mercado francés. En ningún momento me ha condicionado ni en número de páginas ni en contenidos el hecho de que Los Surcos del Azar pudiera editarse en otros países.
Supongo que tras dos años y medio trabajando en esta obra, tu siguiente proyecto será más breve,¿no?
Tengo varios proyectos a la vista. Por una parte seguiré con mis entregas quincenales para El País. También preparo para Intermon un álbum colectivo en el que yo y otros autores como Gallardo o Sonia Pulido viajamos a un país donde Intermon realiza su acción humanitaria y realizamos una especie de cuaderno de viaje narrando nuestra experiencia.
Finalmente, quiero hacer un álbum de pocas páginas, aventurero, de ficción pura, sin apenas documentación: una obra intrascendente con la que disfrutar por el puro placer de realizarla.
También realizo ilustraciones de modo habitual. El hecho de ser conocido como autor de cómic hace que me lleguen muchos encargos de gente que quiere que sea yo y no otro quien ilustre un artículo, una portada, un disco…
Los Surcos del Azar es la última obra de Paco Roca hasta la fecha. Es inminente la publicación de Andanzas de un hombre en Pijama, que recoje sus colaboraciones en El Pais Semanal junto a una docena de páginas creadas ex profeso para la edición en libro. En esta ocasión, las reflexiones de Paco son de un carácter más genérico, menos autobiográfico. Hay menos humor que en la primera entrega pero la ausencia de una eventual carcajada se compensa con una sonrisa complice tras leer la aguda reflexión de Paco. No son soflamas cargadas de pesada ideología sino comentarios realizados desde el punto de vista de un ciudadano más. Uno de tantos a los que los bancos y los políticos ningunean día a día. Uno de los nuestros.
A la espera de su siguiente obra maestra, disfrutaremos de esta obra teóricamente menor… porque parafraseando un anuncio añejo, un poco de Paco Roca es mucho.
– «Con música de Elvis Presley de fondo…»
Hombre de gustos exquisitos Mr. Azpitarte, según veo.
Comienza bien este artículo, si señor. Y si, además, hablamos de y con Paco Roca,
uno de mis autores españoles preferidos, me reafirmo en mi primera opinión, fijo que si,
Ahora debo irme y no le puedo prestar la atención que merece,
pero esta noche si lo haré como es debido.
Rockeros Saludos
Me ha gustado mucho este artículo y su entrevista más aún. De hecho yo no sigo la obra de este autor y mañana mismo me voy a ir a comprar algo. Qué tío más cercano oiga.
Yo descubrí a Paco Roca hace realmente muy poco. Lo primero suyo que pillé fue Los Surcos del Azar, así que ya os podéis hacer una idea. Y me maravilló. Había oído hablar de (y leído sobre) su obra, claro, pero nunca había comprado nada. Cuando salió Arrugas, me flipó la portada. En serio, me parece de las mejores que he visto; el protagonista asomado a la ventanilla mientras de su cabeza van volando sus recuerdos en forma de fotografías. Tan simple como maravillosa. Pero, al final, siempre caían otros antes que ese tebeo. Finalmente, me lo compré en este Viñetas. Y también tengo El Invierno del Dibujante.
Y me tiene completamente ganado. Un autor como la copa de un pino.
De ponerle algún pero (por ser pejiguero, más que nada), quizás que peca de amable en sus obras. Tanto en Arrugas como en El Invierno… parece querer pasar conscientemente de aristas oscuras. Pero, bueno, tampoco es algo que me moleste demasiado. Ojalá haya Paco Roca por mucho tiempo.
Cual me recomiendas de entre los dos Retran?
Joder, Louon, no sé decirte. A mí, ya digo, es que me ha gustado todo lo que he leído de este hombre.
Supongo que Arrugas resulta un tebeo con el que es más fácil conectar dado el tema que trata. Desgraciadamente, todos conocemos algún caso -más o menos cercano- de alguien que padece la enfermedad.
Pero a mí me gustó mucho El Invierno del Dibujante. Aparte de contar una historia que yo, prácticamente, desconocía, el ver como personajes a los autores de las historietas que leía de chaval… No sé explicarlo, pero tiene algo especial.
El que sí recomendaría a cualquiera sin dudar es Los Surcos del Azar. A mí este me encanta y me parece de esos que hay que leer sí o sí. Pero también es unos diez euros más caro, claro, así que supongo que no es la mejor opción si no se conoce nada la obra del autor y sin saber si te gusta o no.
Ahh… Igual no te he ayudado mucho, ¿no?
Apoyo la moción de Retran, tanto el Invierno como Arrugas son muuuy buenos, pero a mí los Surcos me parece una maravilla. Totalmente imprescindible. Si sirve de ayuda 🙂
Vamos que habrá que comprar los tres. Buena ayuda si. Me los pedire para reyes a ver si cae algo.
Chicos he estado viendo hoy el catálogo de Paco Roca en el Fnac y por lo que he podido comprobar Astiberri sólo ha publicado en formato tapa dura no? A 15 euretes estaba.
Paco Roca es «The Fucking Master of the Universe». Un triunvirato como ‘Arrugas’, ‘El invierno del dibujante’ y ‘Los surcos del azar’ no lo tiene cualquiera.
Documentadísimo artículo, por cierto. Felicitaciones a su autor.