– ¿Puedes hacerlo?
– No.
Al escuchar esa respuesta, Bruce recuerda a J´onn. ¿Dónde está? Misterio que deberá de investigar una vez resuelvan esta misión, la cual se ha complicado, pues más allá de la caída del Zorro Volador y la separación de sus compañeros, el actor principal de la misma, es incapaz de generar boom tubes, ni puede comunicarse con el exterior ni con los demás miembros de la Liga. A ello hay que sumar, la sangre que brota por la cabeza de Victor, que hace que Bruce cambie ligeramente su rostro serio, y recuerde como la Liga le negó la ayuda cuando se convirtió en Cyberion, y como fue Dick, el que logró que volviese a su humanidad.
Mientras se acerca hacia él, recuerda como Vic, a pesar de su juventud, luchó como una más en sus enfrentamientos a Darkseid.
– No te preocupes, Vic, has salido de cosas peores- palabras que logran sacar un sonrisa al malherido.
Bruce, saca del cuarto compartimento de su cinturón, un paquete de gasas, suero salino y povidona yodada. Tras limpiar la profunda herida que presenta Vic en la zona temporal izquierda y occipital, extraé del sexto compartimento, un bisturí, tres sedas de cinco ceros y aguja curva. Tras ello, comienza a realizar la sutura de la herida, que finaliza con el trigésimo séptimo punto.
– ¿Qué tal te encuentras?
– Mareado
Y sin más palabras, Vic nota que pierde la consciencia, y en lugar de hallarse tumbado en la tierra fría de Oolong, se ve tumbado en su dormitorio de Detroit, sin poder mover sus brazos ni sus piernas.
– ¡Vic, Vic!
Del sexto compartimento, saca un pequeño aparato redondo que coloca en el ojo izquierdo de Vic. Tras comprobar que las constantes de Stone son estables, Bruce extraé de su octavo compartimento un aparato rectangular que coloca en el pecho.
– Descansa, amigo. Te necesito para sacar adelante esta misión- dice Bruce, al tiempo que le alza sobre su hombro.
Del décimo compartimento sacá una brújula analógica, que le señala donde está el sureste. Apenas lleva andando una hora, cuando frente a él aparece una figura femenina.
– Hola Bruce, cuanto tiempo.
– Hola Silver.
Sabé que es una ilusión, que ese moño es mentira, que ese chubasquero verde es ficticio, pero no puede olvidar las palabras que calló cuando irrumpió por su ventana como Batman, ni el último beso que le dio a la luz de la farola.
– El mejor detective del mundo, aquél que ningún misterio deja sin resolver. A pesar de tantos años luchando contra el Acertijo, no has descubierto qué cuando una mujer dice no me llames, alejate de mi ¡quiere justo lo contrario!
Bruce recuerda aquella noche de ira, solo comparable a cuando murió Damian, recuerda su fotografía.
– Bruce, es cuestión de elección y nunca eliges el amor. Eres capaz de dar tu vida por Gotham, pero nunca por aquella a la que amas.
Un rayo cayó y rompió un árbol frente a ellos, y con él, la bella imagen desapareció, dejando a Bruce apretando los dientes.
– ¿Seré más maquina que tú, Vic?
Pero el joven Stone, observa como una imponente figura entrá a través de la pared que está frente a él, y le dice “Dame la mano. No vivirás. ¡Morirás!” Al ver como su mano se mueve y se dirige hacia ese guante amarillo, descubre la identidad del peticionario y grita, grita con todas su fuerzas*.
– Tranquilo Vic. No nos derrotarán, estamos ya cerca – al tiempo que extraé de su duodécimo compartimento dos pastillas, que coloca bajo su lengua y la de Cyborg.
El calor es sofocante, la selva espesa y el destino aún a varios kilómetros a distancia. Tras una larga caminata, surge una limpia cascada. En un primer momento, Batman deja a Victor apoyado en un arbol quebrado, extraé de su decimocuarto compartimento un tubo de ensayo y del decimosexto un frasco. Con ello se acerca a la orilla del río, extraé cinco mililitros de agua, y echa un par de gotas del frasco. Pasado un minuto y tras observar que la reacción señala que el agua potable, humedece el rostro de su compañero. A continuación, y tras quitarse la parte superior del traje, se hunde en el agua. Al sacar la cabeza, observa como una mujer sale del interior de la cascada y se dirige hacia él.
– Bruce
Al ver esas alas tapadas por esa bella melena roja, o esas estrellas azules en su flanco izquierdo, o esos pájaros de su brazo derecho o la serpiente del izquierdo, o ese búho de su pierna izquierda o ¡ese corazón! Bruce camina hacia ella, para besar esos ojos verdes, esa nariz respingona, esos pequeños labios rojos, pero entonces, ese recuerdo de cuando tenia barba, cuando era feliz, desaparece y se detiene.
– Jules.
– ¿Te acuerdas?
– ¿Qué he de recordar?
– Fui yo, la nueva Joe Chill, la que se encargó de cumplir su papel, la responsable del resurgimiento de Batman.
Bruce calla, mira de reojo a Victor y coloca sus manos sobre su cinturón
– ¿Crees qué te voy atacar? – dice con lágrimas en los ojos- No recuerdas tus últimas palabras antes de morir ¡Antes de vivir!
Entonces se produce una explosión, las rocas empiezan a caer desde lo alto, Bruce sale velozmente del agua, echa a Victor sobre su hombro y comienza a correr, mientras piensa “¿Quién fui? ¿Cuántas personas se han sacrificado por mi, por lo que represento? ¿En nombre de la Justicia? ¿Por alguien que no es justo con las personas mas allegadas?
Y mientras mira la dirección de la brújula, piensa en Tim, en Damian, en Jason, al tiempo que nota que la cabeza le va explotar.
– Vic, sal de donde estés. Queda menos para que nos salves.
La mente de Vic vuelve a hallarse en el Reino Verde de Power Ring, donde una secuencia de ceros y unos se repiten en su mente ¿Es cosa de Red? Esta se se puede traducir como: ¿Por qué tú no? ¿Por qué tú no? ¿Por qué tú no? Una furia le empieza a invadir, a la vez que intenta ayudar a Jessica. ¿Por qué yo no he sido convertido en un dios?
Mas tarde, cuando descubre la tercera cantidad numérica del anillo de Volhoom, y Jessica va a sacrificarse por Barry, ve como el perseguidor le mira y le dice: “Dame la mano. Sacrifícate ¡Se un dios!” Los segundos que se tardan en decir “Papá. Iris ¿Quién ha?” o “¡Enviame de vuelta ya!” Se le hacen eternos a Vic, que finalmente hace lo que tiene que hacer ¿Por miedo o por ser un héroe?
– ¡Vic, Vic!- Batman le ha colocado un paño que ha sacado del decimoctavo compartimento, al que ha aplicado un liquido que tenía en el vigésimo- ¡Despierta, ya estamos llegando!- pero Víctor apenas logra susurrar un sonido inteligible.
Bruce saca unos prismáticos del vigésimo segundo compartimento, y al no ver nada al sureste, dice, “Sin embargo, estáis ahí. Apenas a un kilómetro de distancia”. Es entonces, con Bruce acelerando el paso, al tiempo que intenta que Víctor recupere la conciencia, cuando se para en seco al ver un gato saltando de un árbol.
– ¿Por qué yo?
Ante estas palabras, Bruce prosigue el paso, siente que no puede aguantar más, que un taladro está atravesando su cabeza. Intenta respirar profundamente, aislarse del entorno, concentrarse en el objetivo de la misión: llegar a la fortaleza y que Víctor, en ausencia del resto de compañeros, sea quien resuelva la situación.
– Yo, una ladrona. ¿Por qué me dejaste escapar en nuestro primer encuentro? ¿Por qué he de ser la elegida? ¿Por qué he de ser la que sufra la mayor de las decepciones?
Un, dos, un, dos, un, dos, es lo que Bruce se dice, intentando no oír nada más que su voz.
– ¿Todo esto va en serio?- palabras que se acompañan de una sonora carcajada- Bruce, cariño, eres el tipo de persona que logra que los demás te sigan, que mueran por ti, que te amen con locura, a pesar de que solo sabes pensar en ti y en lo que es mejor para ese tipo de justicia que has creado. Nos utilizas y luego lloras las perdidas.
Bruce se para en seco, apenas está a un kilómetro del objetivo.
– ¡No, no es así !– grita furioso
Selina vuelve a sonreír
– ¿No? ¿Cuántas veces te has dicho, esta vez va a ser diferente? ¿Cuántas veces has dicho, he terminado, no merece la pena? Pero al final, todo ha sido igual de siempre, has vuelto a vestir el manto. Eres Batman, no Bruce. Y Batman no ama a nadie, pero yo amo a Batman.
– Te…
Es entonces cuando Víctor, se quita el paño
– Suéltame Batman. Estoy recuperado.
– ¿Los demás?
– No lo sé, pero puedo caminar. Y cuando llegué ahí. Todo terminará.
Cyborg coge del séptimo compartimento de Batman, una esfera y comienza a correr, recordando quien fue, quien es. Qué no está muerto, que no es maquina, que no es un dios, que sigue siendo aquel joven de Detroit que quería ser futbolista profesional.
Un cansado Bruce, mirá a Víctor, siente lo injusto que se es con alguien que tanto ha luchado, que tanto ha sacrificado, que ha de lidiar cada día con un gran dilema, y se dice “Es de los nuestros” y antes de salir detrás de él, exclama.
– Te equivocas. Os he querido a todas. Mi amor ha sido y es sincero. Vosotras sois responsables de vuestros actos, no yo. Tú decisión es tuya, no mía. No obligo a nadie a estar conmigo.
Y tras ello, corre hacia Cyborg, tras un kilómetro recorrido, se presenta ante ellos, el lugar donde actuar.
– ¡Ha llegado la hora de que vean que con la Liga de la Justicia no se juega!
CONTINUARÁ
*En el año que se celebra el centenario del nacimiento de Kirby, no me podía olvidar de El Cuarto Mundo, que tan importante es para la Liga, por ello, espero que se me perdone el haberme tomado la licencia, gracias a esa ilusión o alucinación, de situar a Victor Stone en el papel del Sargento Walker.