Ambientadas en el Japón feudal hemos visto decenas de obras de muy diversa índole: ninjas, samuráis, guerras, intrigas palaciegas, ronines… Pero lo cierto es que hay obras un tanto especiales y distintas, al menos para el lector español, que se centran en otros temas. Takemitsu Zamurai, de
Partiendo de esta base, lo que nos encontramos son relatos autoconclusivos: se encuentra un cadáver, un sujeto misterioso o una nota de duelo para Ichi. Con algo tan sencillo Ishinomori desarrolla los personajes con más complejidad y da contexto a unas historias ricas e interesantes. El primer capítulo, por ejemplo, comienza con dos cadáveres que trasportaban un objetivo preciado; la investigación de deriva hacia la involucración de una empresa pesquera y el dominio por el suministro de pescado al shogun. Lo cierto es que Sabu es un personaje que en este primer tomo no se desvela como demasiado complejo: es fuerte, guapo y está entregado en cuerpo y alma a su trabajo; tanto es así que es capaz de trabajar hasta tarde dejando sola a su mujer en casa. Es Ichi el personaje más misterioso e intrigante: mucho más complejo que Sabu, y aunque es demasiado parecido a Zatoichi, este es un espadachín consciente de su fuerza y el peligro y la responsabilidad que conlleva. Es un hombre torturado que vive en un mundo de sombras infinitas e incertidumbre, pero al mismo tiempo capaz e independiente. Las historias de Relatos de Sabu e Ichi se presentan en parte con la estructura presentación-nudo-desenlace al más típico estilo policíaco (las peores, en mi opinión), como el relato de los pescadores, pero además aparece otro tipo de historia (hasta ahora relacionadas siempre con Ichi) en las que Ishinomori se deja de lado el guión para lucirse tanto estilísticamente como narrativamente. Son espectaculares los relatos «Viento cálido» y «El sonido del verano». En el primero Ichi se despierta de una pesadilla: abrumado por su poder y las consecuencias que esto tiene en su vida, acaba dando un paseo por la playa con Sabu y le cuenta sus temores al joven comisario; el segundo relato, en cambio, es de una brillantez absoluta: estamos todo el rato en la mente de Ichi, que va caminando por Edo a solas, guiándose por sus sentidos, y mientras tanto nos introducimos en el mundo de un ciego: las onomatopeyas son más importantes que nunca, pues nos hacen percibir la ciudad de la misma manera que él: el murmullo de una conversación, unos pájaros cantando, la lluvia, los truenos, la muchedumbre, una escena de sexo…
El retrato que hace Ishinomori de la época y su modo de vida es interesante sobre todo cuando miramos el apartado gráfico. El dominio del «Rey del manga» de las sombras, la precisión de detalles, los planos espectaculares de la ciudad de Edo, la composición de página para diálogos fluidos, diálogos calmados, momentos de contemplación, batallas desenfrenadas o batallas de un solo golpe. Relatos de Sabu e Ichi es una de las obras más importantes de uno de los autores japoneses más importantes de todos los tiempos, y es de agradecer la labor de Planeta Cómic publicando un cómic tan difícil de vender. Estamos ante un tebeo entretenidísimo, repleto de acción y aventuras, pero también ante una exhibición de talento sin parangón.
Historia - 8
Narrativa - 9.5
Interés - 8.5
8.7
Relatos de Sabu e Ichi es una de las obras más importantes de uno de los autores japoneses más relevantes de todos los tiempos. Estamos ante un tebeo entretenidísimo, repleto de acción y aventuras, pero también ante una exhibición de talento sin parangón.