Edición original: Marvel Comics – junio – agosto 1998
Edición España: Comics Forum – mayo 1999
Guión: Roger Stern
Dibujo: Steve Epting
Entintado: Al Williamson
Color: Gloria Vasquez
Portada: Carlos Pacheco
Precio: 895 pesetas / 5,38 euros (tomo en tapa blanda de 96 páginas)
A finales de los noventa del siglo pasado,
Si hubiera que hacer un listado de los mejores escritores de tebeos de superhéroes de los años ochenta, Roger Stern ocuparía un puesto destacado en el mismo. Sus trabajos con Spider-Man, los Vengadores o el Doctor Extraño marcaron etapas largamente recordadas que, en algunos casos, están aún por superar. Sin embargo, pasada su década prodigiosa, las colaboraciones para Marvel se hicieron más esporádicas y no contaron particularmente con el favor de crítica y público. Una colaboración con Kurt Busiek por allí, una maxiserie con freno y marcha atrás por allá y esta antología de la zarzuela marveliana que, vista desde la distancia que dan casi veinte años, mereció mejor suerte.
La primera de las dos historias de esta cabecera abarcó los tres primeros números de la colección estadounidense, que estuvieron protagonizados por unos viejos conocidos del guionista:
Don Roger convierte al estirado junker prusiano en el hilo conductor de una trama que aprovecha el vasto conocimiento del guionista en torno a la historia del universo Marvel. Strucker plantea una nueva respuesta a la clásica pregunta de qué hacer si se puede anticipar el futuro. Un viaje temporal a la posguerra convence al jerarca nazi del desastre que espera al régimen hitleriano y le permite anticipar movimientos para crear una organización que sobreviva a la derrota y de paso, intentar cambiar el curso de los acontecimientos históricos. El proyecto Manhattan se convierte en objetivo para el barón, que pretende birlar a los Estados Unidos la bomba atómica.
El arco argumental es un buen ejemplo de cómo contar una historia haciendo uso de la continuidad cercana, la lejana y la paleozoica –ya que Stern echa manos de aventuras y conceptos sacados de las series de la edad dorada-. Los héroes se enfrentan individual y colectivamente a los síntomas de la conspiración de Strucker, pero en ningún momento llegan a ser conscientes de la extensión de su plan.
En la parte gráfica hay que destacar el trabajo de
Los Invasores volverían a la carga en varias ocasiones a lo largo de los años, sin que ninguna de sus cabeceras tuviera una prolongada continuidad. Roger Stern se embarcó junto a su colega y amigo John Byrne en una maxiserie destinada a rellenar el vacío entre el fin de la edad dorada y la aparición de los Cuatro Fantásticos. Steve Epting volvería a encontrarse con el Capitán América a mediados de la década siguiente y junto a Ed Brubaker, brindaría al abanderado una de sus etapas más celebradas.
Que bueno verte de nuevo Invasores.
Stern sabe coger elementos de la Golden Age y de la serie clásica de Thomas y plantear una historia propia. Me gusta especialmente el papel de Robert Frank, el Zumbador, tras la guerra. Entretenida, fiel al Universo Marvel anterior y bien dibujada. Aprobado alto, sin duda. Otra cosa más polémica es su inclusión en el reciente MLE pero es ya es harina de otro costal…
Gran reseña como siempre, Luis Javier. Ahh, y que viva Roger Stern, por los siglos de los siglos
Buenos días, quería felicitaros por esta iniciativa que habéis emprendido desde hace un tiempo de reseñar obras como este tomito. Creo que la nostalgia es una de las grandes bazas que juega nuestra afición para calar en nosotros, y personalmente redescubrir pequeñas joyas como esta es lo que más me divierte e ilusiona.
Algunas recomendaciones que me vienen al cabezo: Iron Man: La Edad del Hierro, Superman: Un Año Después, el Batman Confidencial que dibujó José Luis García López (y una saga que dibujó Jerry Bignham y que creo que sigue inédita in Spain), Batman/Capitan América de Byrne (y ahora que Romita va a dibujar Batman puede ser interesante volver sobre su Batman/Castigador), Arrowsmith, Ruse y JLA: Tower of Babel.
¡Hay que crear afición, chavales!