Relatos del Universo Marvel (II): Cazadores de Monstruos

 

Edición original: Marvel Comics – septiembre – diciembre- 1998
Edición España: Comics Forum – julio 1999
Guión: Roger Stern
Dibujo: Mike Manley, Brett Blevins, Jason Armstrong
Entintado: Mike Manley
Color: Gloria Vasquez
Portada: Mike Manley, Bruce Timm, Michael Golden, Scott McDaniel, Walter Simonson
Precio: 895 pesetas / 5,38 euros (tomo en tapa blanda de 96 páginas)

 

El segundo y último tomo de Relatos del Universo Marvel recogió el segundo y último arco argumental de la colección escrita por Roger Stern.Ulysses Bloodstone es un cazador inmortal que ha dedicado su vida al exterminio de monstruos; Anthony Druida es un místico cuyo poder está relacionado con los celtas britanos; Makkari es un eterno, esa rama de la humanidad creada por los Celestiales. A ellos se une Zawadi de Wakanda, una guerra africana paisana de la Pantera Negra que ha desarrollado una asociación con Bloodstone. Todos ellos confluyen en una incómoda alianza, por obra y gracia de un Makkari que no revelará su identidad hasta el final de la historia. Bajo diversas identidades, el eterno ha enrolado a estos solitarios para un nuevo capítulo en su enfrentamiento con Kro, líder de los desviantes. Los secretos, el misterio y la desconfianza serán constantes hasta que por fin, el veloz corredor inmortal ponga las cartas boca arriba. Mientras tanto, el improvisado equipo habrá de verse las caras con toda suerte de bichos prehistóricos modelo lagarto, modelo simio o modelo insecto.

Stern juega con su amplísimo conocimiento del pasado marveliano del momento para contar una aventura de las que hacen sonreír a la parroquia veterana. Al tratarse de unos acontecimientos ambientados antes de la aparición de los superhéroes de la edad de plata, es evidente que no va a remover los cimientos de la continuidad ni a revelar secretos que vuelvan todo del revés (aunque cabeceras más punteras prometan todo eso y rara vez den algo realmente memorable). Tenemos una historia de aventuras cuya premisa es la entretener y divertir y a fe mía que lo consigue. Los personajes están bien caracterizados y su pasado es bien utilizado. Don Roger rescata elementos olvidados y los incorpora a la historia, favoreciendo la cohesión y la sensación de mundo compartido inherente al universo marveliano. Se reencuentra con el Doctor Druida, personaje que enrolara en los Vengadores durante su etapa al frente de los héroes más poderosos de la Tierra; maneja a Ulysses Bloodstone y Makkari, creaciones de los días en los que, como guionista, afrontaba la transición desde la afición a la dedicación profesional. Como estábamos a finales de los noventa, los personajes femeninos habían dejado de ser damiselas en apuros, por lo que resulta lógica la adición de Zawadi. No hay que olvidar que Stern aportó a los Vengadores el protagonismo de la Avispa o la Capitana Marvel (Monica Rambeau) consiguiendo presentar su liderazgo como el resultado inevitable de una evolución evidente.

El enfrentamiento entre eternos y desviantes es el eje en torno al cual gira toda la trama, motivo por el cual la historia tiene un indudable sabor «kirbyano» (gusto que resulta innegable cuando se observa el estilo gráfico empleado para dibujar la aventura). Stern juega la baza del Rey al explicar acontecimientos pretéritos tanto reales como ficticios. Así, Bloodstone resulta ser el protagonista de cierta novela clásica, de la misma forma en que Jack Kirby daba sus explicaciones sobre lo que eran la lámpara de Aladino o el monstruo del lago Ness. Don Roger emula bastante bien al maestro al narrar una historia jamás contada del secular enfrentamiento entre eternos y desviantes. El final de la historia nos deja con un nuevo equipo –los Cazadores de Monstruos- que no tuvo continuidad, salvo alguna que otra recuperación puntual en series de pelaje similar.

El dibujo corrió principalmente de la mano de un Mike Manley que, con lápices y pinceles, presentó unas ilustraciones a caballo entre el estilo clásico de Kirby y la exitosa animación deceera capitaneada por Bruce Timm. Su entintado aportó cohesión a los trazos elaborados por Brett Blevins y Jason Armstrong y dan como resultado final una solidez y una homogeneidad acorde con las premisas del guión.

En conclusión, tenemos un tebeo hecho desde el cariño y la nostalgia, algo que queda patente si tenemos en cuenta que la portada del mismo fue realizada por un conjunto de ilustradores entre los que se hallan nombres tan ilustres como los de Walter Simonson, Michael Golden o el citado Bruce Timm. Desgraciadamente, la cabecera no tuvo continuidad y Roger Stern tuvo que redirigir sus intereses por la retrocontinuidad hacia otras cabeceras como La generación perdida. Esa, por supuesto, es otra historia.