Repaso al I Festival de Cinema d’Autor, Año 1 después de BAFF (y II)

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ESSENTIAL KILLING: Matar por necesidad

Dirección y guión: Jerzy Skolimovski
Reparto: Vincent Gallo, Emmanuelle Seigner
Artificial Eye (6)

Sinopsi: “Vincent Gallo, bestia herida. O cómo una película con un protagonista inmenso, que no dice ni una palabra en todo el metraje (y que ganó la Coppa Volpi al mejor actor en Venecia 2010) y que hace el papel de un afgano capturado por las fuerzas norteamericanas en una de sus incursiones en el país, puede convertirse en un trabajo tan intenso. Trasladado a un indefinido país europeo, un golpe de suerte -buena o mala- propicia una fuga que llevará al protagonista a una huida a la desesperada, con Gallo a la búsqueda de algo, lo que sea, para salir del horror de la nada. Un filme que insinúa el horror, que podría haber caído en el torture porn -quién no se imagina Guantánamo?- pero no lo hace; que podría jugar al survival movie pero tampoco; que podría ser una gran película de acción y, en cambio, toma la dirección opuesta. Y en ese camino aparecerá, de manera fugaz, la coprotagonista, una irreconocible Emmanuelle Seigner, uno de los pocos personajes de la película con nombre propio. Una huida hacia adelante en todos los sentidos.”

Vistazo: Las historias de forajidos, fugitivos de la justicia y de inocentes declarados culpables han sido un recurso bastante usado en el cine. Como su nombre indica, El Fugitivo de John Ford viene rápidamente a la mente, aunque el título homónimo interpretado por Harrison Ford también asalta nuestras neuronas. Hitchcock también le daba a eso de poner a gente inocente en situaciones extremas, como a Cary Grant en Con la Muerte en los Talones. Y en el mundo del cómic, pues siempre viene a la cabeza la obra magna de Urasawa, Monster, en la que parte de ella se puede considerar una huída y a la vez una cacería.
En el caso que nos ocupa no sabemos realmente si la persona que huye ha hecho algo, aunque sí es cierto que hace maldades mientras compartimos su huída. Se trata de un preso afgano bajo el cautiverio del ejército de los EEUU mientras están en el país asiático. Durante el traslado a un país europeo consigue escapar, y la historia nos explica las penurias que pasa para sobrevivir al acecho de sus perseguidores, al miedo de estar en una tierra desconocida, al frío y a la nieve constante. La lucha por la supervivencia hace sacar lo peor de nosotros, provocando asesinatos por obtener cualquier cosa, e incluso ataques mamarios (hasta aquí puedo leer).

La conocida crítica de cine Desirée de Fez comentaba antes de la proyección que Essential Killing es una mezcla de cine político, terror y fantástico. En algo tiene razón: la representación de la violencia es muy plástica, siempre ayudado por el curioso efecto de ver nieve manchada de sangre (que se los digan a los Coen). Pero sinceramente de cine político tiene poco: las escenas de la tortura (aparentemente algo parecido a Guantánamo), que podrían ser lo mejor de la historia aportando viento fresco (críticas a las torturas y el maltrato propinado por el ejército estadounidense, la denegación y violación sistemática de los derechos humanos, etc) son muy breves y no se explora ese campo. No le veo el cine de terror por ningún sitio, y de fantástico no tiene demasiado ambiente ni especificación en la forma de llevar las escenas. Pero lo bueno de esto es que cada uno tiene su opinión.

Hay aspectos positivos en esta propuesta polaca. Para empezar, desconocemos qué ha hecho el preso para que se lo lleven detenido, lo torturen, consiga escapar y una muchedumbre de soldados le persiga. No sabemos qué ha hecho, si ni tan solo ha hecho algo, y evidentemente si es culpable de algo o no (aunque en su huída sí sea culpable de robos y asesinatos). Además, no le juzga en ningún momento, es solo un hombre que huye por su vida. Otro aspecto interesante que podría haber dado juego son los recuerdos que tiene de su poblado musulmán, viviendo en paz y armonía. Estos recuerdos emergen en momentos de tranquilidad o precisamente en momentos tensos o de resultas de un choque traumático. Los recuerdos son luminosos, positivos, llenos de paz envueltos en un halo blanco, mientras que el presente se presenta muchas veces de noche, oscuro, sin posibilidad de redención ni futuro. Hablando de futuro, estas desvariaciones que sufre también nos presentan cosas que ocurrirán en un futuro muy próximo (al cabo de pocos minutos), otorgando una narrativa extraña e imprevista a la historia. Realmente un servidor no puede desentrañar el significado o el por qué el director ha escogido esta vía y qué intentaba transmitir con ello. También nos fijamos en la curiosa dualidad del personaje de Gallo, capaz de mostrarse muy frágil, temeroso, sobrepasado por la situación levantando de forma miedosa las mano con evidentes señales de pánico por lo que puede suceder y a la vez desencadenar una rabia interior que suele llevar a la muerte a los pobres desgraciados que se topa en su camino, sean perseguidores o gente de la zona. Y este cambio puede ocurrir en breves segundos. Una violencia primitiva que hace asemejar al fugitivo a un lobo herido y rabioso, que lucha por sobrevivir, obligado a comer hormigas con árbol (¡!) y a beber algo que no voy a reproducir. El personaje mudo de Emmanuelle Seigner se me antoja como una redención, como un personaje bíblico que le da la paz y lo prepara para la muerte, una especie de ángel en el infierno.


Donde Essential Killing falla es en el fluir de la historia: es algo repetitiva, siempre huída, no hay más. Se podría haber eliminado alguna escena y profundizar en lo que ha (o no ha) hecho, sus motivos, su pasado en el poblado, porque es “terrorista”, no hay personaje- némesis (pienso en Tommy Lee Jones cazando a Harrison Ford), y sobretodo tienes la sensación de que la huída está dividida en episodios casi sin dependencia uno con el otro. Es una película muy episódica, se va a un sitio, pasa algo y huye; se va a un sitio, pasa algo y huye, y así sucesivamente. No tiene un discurso interno y pese la existencia de flashbacks, pequeños ecos del futuro y ciertos buenos momentos, el conjunto no es excesivamente variado.

Valoración: Essential killing gira en torno a Vincent Gallo, el cuál hace una interpretación eminentemente física: no dice una palabra, pero consigue trasmitir todas sus emociones, desde el miedo hasta la explosión de rabia más mortífera. En efecto, Gallo dibuja un personaje a la vez frágil y peligroso que debe deambular por las montañas nevadas evitando ser capturado por el ejército. El es un presunto terrorista cualquiera, proveniente de Afganistán, que experimenta la tortura de los estadounidenses y su posterior caza y captura. Esta es una historia de huída hacia ninguna parte para no caer en el olvido de ser un preso “mono naranja” o incluso de salvarse de la muerte. Lo que queda en nuestra mente a las varias semanas de la proyección son un compendio de escenas parecidas, donde el preso tiene que luchar por escapar, obtener comida o esconderse, todo esto rodeado de blanca nieve. Se recuerda como demasiado repetitiva, aunque con una cierta calidad. Pero desgraciadamente no lleva a las cotas que se habían prometido en varias reseñas y los textos promocionales del festival, donde pasaba por ser uno de los platos fuertes de la semana cinematográfica avalado por varios premios pero que decepciona en parte por su poca variedad. Pese a no contener excesivos diálogos es relativamente amena, pero la repetición en algunos de los tramos puede llegar a cansar. Creemos que era un buen punto de partida pero desaprovechado en algunos puntos, demasiado centrado en mostrar la huída desesperada de un hombre cualquiera y desatendiendo otros aspectos que podrían haber llevado a la película por otros derroteros. Así pues, Essential Killing venía a ser una de las propuestas más fuertes del festival, uno de los platos a degustar sí o sí para los asiduos de ambas salas donde transcurrieron esos días de celuloide. Pero el visionado no supuso una reafirmación de todas las buenas críticas que había leído, sino más bien al contrario. Al menos, en parte. Conserva cierto hálito de calidad pero las continuas alabanzas y declaraciones de premios la encontramos algo fuera de lugar, aunque Gallo haga un buen papel (más físico que otra cosa, aunque también transmite emociones) y técnicamente sea correcta. No sé si al terrorista le parecerá bien otorgarle un simple 6 (inferior a la que propuse en el momento de la proyección) después de tanto correr y sufrir, pero no es exactamente culpa suya.

HOW I ENDED THIS SUMMER: Confianza ciega

Dirección y guión: Alexei Popogrebsky
Reparto: Grigory Dobrygin, Sergei Puskepalis
Bavaria Film International (6,5)

Sinopsi: “Sergei se ha olvidado de la civilización después de pasar tanto tiempo en la estación meteorológica a la que fue destinado hace tiempo. Su trabajo: tomar lecturas sobre la radiación en los alrededores y mandarla a la oficina central, su único vínculo con el mundo exterior. Todo cambiará con la llegada de Pavel, recién graduado, urbanita, y con el encargo de pasar el verano en la estación ayudando a Sergei. (…) Filmada con una fotografía apabullante, poética e interpretada con intensidad y con una especial sensibilidad por los dos actores, la película nos llevará a lo más hondo de las relaciones humanas. La vida de dos hombres al límite, en una frontera que les pondrá a prueba (..) en esta historia sobre la esencia de lo que nos hace humanos.”

Vistazo: El fin del mundo. Finisterre. O una estación meteorológica en el distrito de Chukotka, en lo más remoto y frío de la desangelada estepa rusa. Sitios terrestres pero que parecen fuera de nuestro alcance, como si fueran escenas de un planeta remoto. Sitos donde la vida es muy difícil y escasa, pero donde los seres humanos han conseguido dejar una pequeña impronta de su presencia. En el cabo más alejado de la civilización, dos hombres realizan una tarea ardua, monótona y repetitiva. Pero que a la vez les permite obtener una serie de datos que pueden ser de utilidad para conocer el comportamiento del tiempo meteorológico. Vamos, un trabajo de apuntar cifras y luego cantarlas por radio.

Pavel llega a la estación recién graduado de sus estudios, como un primer trabajo con el fin de ayudar a Sergei en la recopilación de datos y su transmisión. Cargado con su música y su consola favorita, deberá entenderse con Sergei, un hombre callado, rudo pero a la vez cercano. Una vez vemos con detalle su rutina de cotejar datos y enviarlos mediante algún antiguo sistema de telemetría, la película entra en su intríngulis: Sergei decide irse a pescar a un lago que está a unas cuantas horas de distancia, durante varios días. Pavel debe cubrirle sus lecturas durante varias jornadas, cuando a las primeras de cambio el interlocutor de la radio por donde canta las lecturas se da cuenta de que Sergei no está. Aquí, Pavel ha de tirar de imaginación y contar cualquier excusa que le parezca buena para que parezca que Sergei esta ahí pero no se puede poner. La tensión con el radio telegrafista va en aumento hasta que éste le comunica una muy mala noticia para su compañero. Cuando este vuelve, Pavel no sabe como decírselo, no encuentra el momento, ya que es bastante callado e introvertido. Tampoco quiere hacerle daño, pero de otro lado teme su reacción: están solos, Sergei es mucho más fuerte físicamente y solo la rabia de oír la noticia podría acarrearle problemas. Efectivamente, una serie de malentendidos con el interlocutor radiofónico van a crear una situación muy comprometida ahí dentro, hasta que la noticia acaba saliendo por algún lado. Entonces, la historia se convierte en una huída por salvar su vida, ya que Sergei lo busca como si hubiese sido él el causante de la muerte de su familia. Pero un sitio tan abrupto no permite el lujo de rechazar o desestimar la ayuda de otro ser humano, y las cosas vuelven a su cauce, de la misma forma en que Sergei pasa de ser una persona huraña a tener un gesto amable, eso es, en pocos segundos.



How I Ended this Summer trata básicamente de la confianza. De depositar tu total fe e incluso tu propia vida en manos de otro. En un sitio así, el buen funcionamiento del equipo es básico. En un sitio tan reducido como esa casita, tener buen ambiente con tu compañero es fundamental. Al menos, que se mantenga una relación de cordialidad en el trabajo. Y eso es lo que hace Sergei cuando le pide a Pavel que le cubra todas las horas que va estar fuera pescando: que mienta por radio y se invente excusas. Y el chico lo hace, pero la situación va empeorando y no encuentra salida. Y precisamente por no hacerle daño Pavel tarda tanto en comunicarle la mala noticia, y aquí viene el segundo pilar en el que se sustentan este tipo de relaciones: la sinceridad. Es de suponer que, después del primer arranque de furia, Sergei recapacita y ve todo lo que ha hecho su compañero por él (mentir por él, esconderle el radiograma para no herirlo, buscar el mejor momento para comunicárselo, etc) y se reconcilian.

El ritmo de How I… es eminentemente lento. Se trata de ver la pesada rutina del día a día de recopilar datos de los instrumentos repartidos alrededor de la casa (pluviómetro, termógrafo, etc), y transmitir vía oral y telemática los resultados. El problema, como siempre, es que parece que para ser mejor película o más “de autor”, el director deba insertar escenas vacías sin diálogo, sin movimiento, sin contenido, con cámaras fijas del exterior de la casa, o como se seca al viento el pescado que luego comerán, etc Otra vez tengo que decir que una cinta inflada hacia más allá de las dos horas se podría haber quedado en 100/105 minutos tranquilamente. Pese a esto, la revisión tranquila en casa (ejem ejem) revela un ambiente muy marcado, configurado por los dos protagonistas, por sus formas de ser, por las decisiones que debe tomar Pavel, y también por las magníficas escenas panorámicas de cambios de luces, paso del tiempo acelerado y variedad cromática de la zona. También ayuda la dualidad espacio cerrado- espacio abierto, donde existe un contraste entre el reducido espacio que tienen para trabajar, cuatro paredes que nunca llegaron a tener una buena época con la inmensa pradería o estepa que permite correr, respirar hondo, sentirse pequeño frente la inmensidad de la naturaleza o visitar los escarpados acantilados de la costa. Pero incluso así hay escenas vacías, enfocando la casa, los peces secados al Sol o cualquier otro aspecto nimio durante varios, demasiados segundos.

Cuando es momento de recoger los bártulos, tanto de Pavel como del espectador, nos damos cuenta que todo lo que ha ocurrido puede servir de experiencia iniciática para el joven. Con el trauma de verse perseguido por su propio compañero de trabajo, y su posterior reconciliación, el joven Pavel habrá aprendido lecciones y se llevará consigo un buen saco de experiencias, positivas y negativas. No volverá a ver a Sergei, pero no le va a olvidar fácilmente.


Valoración: How I ended… queda en el recuerdo como una historia de confianza y de entregarse al prójimo. Como decía Goro en Moonlight Mile, en situaciones peligrosas y escenarios extremos la soga que une a los dos protagonistas debe ser bien fuerte y segura, hasta el punto de que ninguno de los dos dejará caer al otro mientras estén en la misma soga, en el mismo camino, en el mismo fregado. Lo mejor lo encontramos en las conversaciones por radio, escenas núcleo de la historia, donde se va tejiendo una serie de mentiras, respuestas veladas, cortes de comunicación a propósito, toda una maraña derivada de no decir las cosas cuando toca y a la vez intentar no herir al compañero. Pese a que en meses posteriores se recuerde como mejor la interpretación de Sergei, Pavel brilla en las escenas de radio, ya que vemos reflejados en el rostro del chaval todo su sufrimiento por mantener la ausencia de su compañero de trabajo en secreto y posteriormente, debido a una serie de acontecimientos, como se le acaban las opciones y cunde el pánico. Impactante también la fotografía, esos tiempos elípticos donde el tiempo pasa más rápido y vemos todo el espectro cromático del cielo y la tierra, esos juegos de luces, zonas donde el suelo y el agua se funden, etc. Desgraciadamente esto está languidecido por varias escenas vacuas de contenido que solo alargan el visionado sin aportar nada. Como otras veces, las tijeras hubiesen hecho bien al a historia, o un mejor montaje, pero igualmente se las apaña para llegar a un correcto 6,5.

LE PERE DE MES ENFANTS: Cuando un ser amado se va

Dirección y guión: Mia Hansen-Løve
Reparto: L. de Lencquesaing, Chiara Caselli, A. de Lencquesaing, Alice Gautier
Paco Poch Cinema (6,1)

Sinopsi: Gregoire esta muy ocupado. Es el jefe de una productora de cine con problemas económicos, una productora con buenos títulos a sus espaldas pero en horas bajas. Títulos de cine independiente, de arte y ensayo. Y Gregoire lo ha dado todo por ella. Tiene mujer y tres preciosas hijas, pero está tan ocupado que le es difícil verlas. Las continuas reuniones con gente del mundillo, productores extranjeros, directores que se creen dioses, presupuestos que se disparan, imposibilidad de tirar adelante,… todo ello hace mella en la familia. Hasta que uno de ellos dice basta. ¿Qué pasará entonces con la familia? ¿Cómo afrontan la no presencia de uno de ellos?

Vistazo: La ajetreada vida moderna. Trabajo, trabajo, stress y más trabajo. Sin casi ver a tu mujer y a tus hijas. Así es como se encuentran muchos ejecutivos con cargos de responsabilidad en empresas. Si además de no ver a la familia excepto el fin de semana, tienes marrones sin parar y problemas muy gordos para seguir con tu actividad profesional, al final el cóctel pasa factura.

Esto es lo que nos explica la directora durante un buen porcentaje del metraje, el ir y venir de Gregoire (interpretado por el muy presente en el cine francés Louis-Do de Lencquesaing), que se pasa los 8 primeros minutos de la película hablando por móvil, conduciendo incluso, con dos aparatos a la vez. En esta primera parte de la historia, conocemos a su familia, sus problemas en el trabajo (múltiples), sus estancias en la casa de campo, sus compañeros de trabajo, el día a día. El ambiente familiar es muy bueno (las niñas lo hacen fenomenal, muy naturales), y todo son risas. Pero ves cierta sombra en el rostro de Gregoire.



Y entonces, sin mediar palabra, la sorpresa, la desgracia, sin avisar, como pasa en la realidad, tanto para el espectador como para los familiares. Y es una bomba dejada ir en un momento donde la película ya no sabía muy bien donde ir, ya se habían explicado suficientes problemas con varias de las películas, anotado los pequeños problemas de comunicación con su hija adolescente y ya habíamos visitado la casa de campo y como se reían ahí dentro. La historia da un quiebro y descubrimos el auténtico propósito de la cinta: explorar como afrontan la pérdida de un ser querido. Miradas perdidas, las hijas descolocadas, la pareja intentando solucionar la papeleta, etc. Cada uno intenta afrontar el problema de la forma que puede: por ejemplo, la hija mayor se deja ir intentando ligar o conocer mejor a un chico que ha encontrado en la productora de su padre. La losa económica es inmensa para la familia y se deben buscar soluciones, intentando solventar varios problemas de la productora antes de cerrarla por completo. Pero da una visión al menos original de la muerte de un ser querido: que su muerte no anule su vida, tus recuerdos con esa persona, valorar sus logros, y no simplemente el tópico “vivirá en nuestros corazones”. Que mentar su nombre no sea sinónimo de hablar de su muerte, sino de todo lo que hizo en vida.

Le Pere… se toma su tiempo antes de explicarte lo que quiere. En este caso no es malo en absoluto, ya que las imágenes poseen la fuerza y contenido suficientes para ir siguiendo la historia. Son variadas y no caen en la auto contemplación, pero tampoco dan excesiva información. Realmente la historia no deja de dar vueltas una vez expuesto un tema, durante un buen rato. Por eso la escena de la desgracia familiar es importante, ya que rompe con una monotonía que amenazaba en perjudicar a la película, con lo que reabre expectativas y tira “hacia delante” el metraje. Pero una vez asentados en la nueva situación se vuelve a liar sobre sí misma, sin llegar a muchas conclusiones. Aunque descubrimos que la persona desaparecida tenía una doble vida, y eso insufla temática a esa segunda parte de la historia.

Mantener el tipo, la cabeza bien alta y seguir con la familia unida, son algunos de los objetivos que nos quiere explicar la directora. Después de uno de los shocks de considerables proporciones que la vida nos depara, los personajes deben sacar fuerzas de flaqueza para no desmoronarse, recomponerse y seguir adelante. De alguna forma, la realización de la segunda parte de la historia nos viene a decir que la vida se detiene después del shock, pero que a la vez la vida sigue. Esto vendría a justificar la bajada de revoluciones que experimenta el relato en la segunda parte, dilatando más las escenas si cabe, con momentos de melancolía, duelo y búsqueda de consuelo. La cámara nos introduce de forma suave en la intimidad de la familia, una de tantas historias personales, parecida a tantas otras y a la vez distinta de todas ellas.


Valoración: Le pere… no es una mala película, ni mucho menos, pero tampoco es la panacea que el merchandising del cine francés y la distribuidora local nos quieren vender. ¿Que hacer cuando todo está perdido, cuando no ves salida? Esta temática ha estado presente en el cine actual, desde Inocencia interrumpida hasta El Club de los Poetas Muertos, incluso Japón ha aportado su grano de arena con una temática parecida (el Karoshi, muerte por acumulación de trabajo, aunque no es suicidio) y encontramos comedias negras como Suicide Club (de Shion Sono, autor de Cold Fish), pero la francesa que nos ocupa es vista, al menos a día de hoy, como la que trata el problema d forma más social, intimista y con más visos de realidad, casi documental. La asfixia psicológica de deber tanto dinero y no encontrar solución a los problemas es tratado de forma pausada, sin abusar de la edición rápida o escenas cortas y cambiantes, sino que nos muestra el hundimiento progresivo del personaje de poco a poco, desmoronando su aparente invencibilidad. Películas que aborden el suicidio hay varias, pero aquí nos centramos en como reacciona la familia, el núcleo duro de convivencia social, y como la desaparición de una persona te trae noticias o descubrimientos inéditos sobre ella misma. Dividida en dos partes, el antes y el después, la historia gira un poco sobre si misma en ocasiones. Por un lado, la primera parte se antoja algo larga, demasiado descriptiva de los problemas de Gregoire, junto con su relación con sus hijas cuando las puede ver. La segunda parte aporta más interés, se nota que era realmente lo que querían contar, pero el resultado tampoco es excelente. Muchas paseaditas por París, el tema financiero de la productora y como afronta la pérdida la familia. Pero no acaba de estar cohesionado. Entre las hijas, cabe destacar la participación de la hija real de de Lencquesaing, en edad adolescente y que a poco que se gestione bien puede ser una nueva estrella del cine francés, una nueva Marion Cotillard. De hecho, en algunas escenas aparece totalmente adulta aparentando muchos más años de los que tiene. El final es bastante previsible aunque la inclusión de la conocida y melancólica canción Que sera, sera de Doris Day deja un poso en el corazón como de preguntarse que ocurrirá en el futuro con esta familia, que los avatares de la vida son inescrutables, que la providencia dictará (“Whatever will be will be/ The future’s not ours to see”) y que qué bonito final se ha marcado la ex crítica del Cahiers du Cinema, comparable al que se marcó Rintaro colocando I Can’t Stop Loving You de Ray Charles en el clímax de Metrópolis. Y quizá por analogía mental, ese final me gustó lo suficiente como para recordar con agrado a El Padre de Mis Hijos, aunque siendo consciente de que no es redonda ni perfecta. Pero tampoco lo es la vida y aquí estamos, hasta que nos visite la Muerte versión Gaiman o visitemos al rey Enma que decidirá si vamos a ver a Pedro Botero o a San Pedro, cada uno con sus preferencias.

MEEK’S CUTOFF: Abriendo camino hacia ninguna parte

Dirección y guión: Kelly Reichardt
Guión: Jonathan Raymond
Reparto: Michelle Williams, B. Greenwood, Will Patton
Filmscience (6,5)

Sinopsis: El Oregón de 1845 era el de los pioneros, el de los aventureros que penetraban en territorios desconocidos y propiedad de indios asesinos y despiadados. Una caravana de familias recorre el camino pero se pierde aún contando con la ayuda de un experto y desconfiado guía. Por suerte o por desgracia, son seguidos por un indio y, presos del pánico, deciden capturarlo. La inclusión de tal extraño elemento en un grupo de personas no acostumbradas a interactuar con elementos externos hará que muchos muestren rechazo y hasta violencia hacia este nuevo integrante. Pero una de las chicas componentes del grupo irá más allá e intentará comunicarse con ese extraño y peligroso ser, porque cree en su bondad y en sus derechos. Y enfrentarse por él al resto del grupo.

Vistazo: Otra de westerns. Pero esta vez los textos de apoyo nos aseguran que es algo distinto. Aquí no hay ni Salones polvorientos, ni duelos al Sol, ni curtidos hombres feos mascando chicle. En cambio, nos presenta la historia de unos pioneros que viajan hacia Oregón, a mediados del sXIX, en un territorio lejano, poco amigable y peligroso. Son una serie de familias, básicamente parejas, en son de un sueño. De sus penurias para sobrevivir en un territorio árido y lleno de sorpresas. Guiados por un viejo guía que se pierde en medio de la nada, se encuentran (avistan más bien) la figura de un indio solo, recortado en el horizonte que marca un monte cercano. Nerviosos por lo que pueda suceder (que el susodicho indio avise a más compañeros), empiezan a echar pestes de los de su raza, concretamente parece que el que los sigue es de los peores. El miedo se apodera del grupo, y deciden salir a cazarlo. Una vez capturado, es maltratado por la mayoría de los componentes del grupo, excepto una de las mujeres, que se siente atraída por el misterio que genera el personaje, y a la vez convencida de su inocencia. Le protege, le ayuda, le da de comer, intenta comunicarse con él. Esto le acarrea la enemistad del resto del grupo, creando situaciones comprometidas, peleas y muchas dudas de qué hacer. El problema es que la comunicación no es fluida, y el indio no parece colaborar mucho, aunque lo suficiente como para indicarles un buen camino hacia donde se dirigen. Pero ni incluso así los caravanistas pueden estar tranquilos de si están cogiendo el camino correcto o están cayendo en la trampa del peor enemigo.

Meek’s cutoff tiene un problema: que detrás de la frase publicitaria “western en clave feminista” no hay mucho más. En efecto, es realmente distinta al típico western con el típico personaje de John Wayne, pero por otro lado parece que solo sea una fachada y falte rellenar los muchos agujeros que esta fachada esconde. Realmente con el tiempo solo recuerdas escenas de diálogo entre los protagonistas y de avance de la caravana en medio de paisajes de auténtico western que se erigen a veces como parte esencial de la historia. Como por ejemplo la dificultad que se encuentran para bajar por un terraplén de muchos metros sin que las caravanas reciban daños. Pero precisamente esta escena también se recuerda como demasiado larga y explícita, gastando numerosos minutos de proyección viendo como las pasan canutas para hacer bajar los carromatos. Aunque claro, no se puede tener todo.

Lo realmente interesante de Meek’s es la relación que se entabla con el indio, especialmente el personaje interpretado por Michelle Williams. Como intenta comprenderle, como le cuida, como se enfrenta al resto del grupo, como ella misma duda de sus acciones (ya que el indio no es un dechado de amabilidad tampoco, aunque es normal al estar preso), etc. Es ese alegato contra la exclusión por ser diferente, al miedo a lo desconocido, ese abogamiento por las relaciones de igual a igual entre hombres y mujeres (poneos en situación de esa época), trabajando codo con codo para construirse un futuro e iniciar un nuevo proyecto en un sitio árido y poco dado a la vida, etc

Otro punto fuerte es precisamente el propio indio. Estar preso no es la situación más propicia para ser dicharachero, pero es que realmente se relaciona muy poco con sus captores, incluida la chica. Problemas de inadaptación, lenguaje y desconocimiento del otro. Solo profiere frases y cánticos en su lengua, dejando la duda de sus intenciones y de si está ayudando al grupo o no. Amenazado de muerte constantemente por el guía del grupo, el típico hombre viejo que se ha visto de todos los colores por culpa de indios como el capturado y que sabe lo crueles que pueden llegar a ser, la duda que sostiene el visionado de la película es discernir si el pobre diablo está ayudando al grupo o lo está llevando a una encerrona. Y lo importante aquí es que la película no se posiciona. Una previsión en medio de la proyección te hace pensar que ocurrirá algo (salvar a un blanco de la muerte, o ayudar activamente al grupo) que hará redimir su imagen y conducirá el relato a un happy ending, pero nada más lejos de lo que nos tiene preparado: la pasividad (algunas veces incluso cómica) de la que hace gala el preso te hace dudas de sus intenciones, dudas que se mantienen hasta el mismo final de la película, con lo que la directora opta por no posicionarse y dejar a tu imaginación las intenciones del indio. Sí es cierto que la sensación que deja la última escena es que el estupefacto grupo se da cuenta de que el indio los ha llevado por donde ha querido, ya que se conoce al dedillo el terreno, pero el punto donde los deja puede ser la salvación o un punto acordado previamente con otros compañeros para una masacre. Todo esto son especulaciones, pero mantienen en vilo la historia, que por otra parte gira en círculo entre el miedo de algunos de los componentes del grupo, los intentos de la chica por acercarse al indio y las desventuras que se ven obligados a pasar.


Valoración: Y todo esto es muy bonito, pero se me antoja demasiado poco para 104 minutos (y la recordaba más larga). La impresión en caliente es de ser una película con los inevitables (en este festival) momentos contemplativos, de escenas excesivamente alargadas, pero no demasiado, y de una nota que se acercaba al 7. Las semanas posteriores rebajan esta impresión, colocándola alrededor del 6, eso es, que es correcta y todo lo que tu quieras (visión diferente, feminista – no en vano se incluyó en la Mostra Internacional de Films de Dones unas semanas más tarde a la finalización del D’A-, más de diálogo que de acción, de visión más humana de las relaciones hombre-mujer, y de todo lo que implica el acercamiento entre culturas), pero que está un poco sobrevalorada por el montón de reseñas positivas que se encuentran por la Red. Eso o yo he perdido mi lado femenino por el camino. Igualmente vale la pena un vistazo (y vete a saber, quizá mejore en un segundo pase). Tiene unos buenos vestidos, buenas intenciones e interpretaciones (curiosamente el indio, Rod Rondeaux, es un experto doble en varias películas del oeste, IMDB said), un buen envoltorio con un cartel precioso, pero a veces piensas que va un poco floja de argumento, o que no está bien cohesionado.

OKI’S MOVIE: Variaciones sobre el mismo tema

Dirección y guión: Hong Sang-soo
Reparto: Lee Sun-kyun, Jung Yumi, Moon Sung-keun
Jeonwonsa Film Co (6,5)

Sinopsi: Oki ha salido en estos dos últimos años con dos personas, uno joven y otro adulto, los dos directores de cine. Esta es la película (en el término más amplio de la palabra) de su relación con estas dos personas, sus diferencias y similitudes, en un ir y venir de la vida que a veces pasa por sitios comunes. Y también los retazos de la vida de esas dos personas que nos sirven para conocer más a fondo sus inquietudes, y que no se conviertan en simples acompañantes mudos de la chica.

Vistazo: Esta película son cuatro películas a la vez. O una historia con flashbacks y forwards dividida en cuatro partes, cada uno para uno de los protagonistas. Así los conocemos, entendemos (o no) sus propósitos, sus carencias y debilidades.

El primer tramo, llamado El Dia de los Conjuros, nos sirve para conocer al director joven. Con tendencia al alcohol y a hacer películas sobre sí mismo, no lleva una relación muy amistosa con su novia Oki. Lo vemos atolondrado, confuso, sin tener claros sus sentimientos. Arroja sus frustraciones encima de las pobres estudiantes de cine que acuden a su clase, pero al a vez se muestra excesivamente dócil con sus compañeros de claustro. En su última película, de la que asistimos a la charla posterior al estreno –con poco público-, su intención era demostrar que la primera impresión al conocer una persona puede no ser la correcta, y que sucesivos encuentros pueden hacerte descubrir nuevos aspectos, sean positivos o negativos. De alguna forma estas líneas parecen salir de la boca del mismo director de Oki’s movie, y a la vez, relacionarlas con la impresión que tengamos nosotros mismos de la película. Todo un ejercicio de metainformación.



El segundo segmento, El rey de los Besos, da un salto hacia atrás en el tiempo. El director joven aún lo es más y está recibiendo elogios de su profesor, el director adulto, el cuál está manteniendo una relación a escondidas con Oki, y deben separarse antes de llegar al campus para no levantar sospechas. El director joven sigue con su actitud de pirado y excéntrico, pero se sincera a Oki y le confiesa que la ama. A ella le gusta pero está muy confundida, ya que mantiene relación con el otro director, de bastante fama. Además es evidente que el chico es algo inestable, y que bebe demasiado. Eso sí, besa como los ángeles. Pero quizá esa terquedad en su carácter hará cambiar la opinión de Oki sobre él.

Tras la Tormenta de Nieve, la tercer parte de la historia, está centrado en el tercer vértice del triángulo amoroso, el director experimentado. A través de una charla entre los tres, totalmente amistosa, se plantean preguntas como si es necesario el amor, consejos para no amar jamás, para no confiar en la gente, como llegar a la sabiduría, etc Como un consultorio psicológico donde los alumnos le piden su opinión sobre muchos termas metafísicos. Es posiblemente el trozo que más información da pero a la vez más difusa, trazando a un personaje desencantado de la profesión y con unas connotaciones solamente reconocibles durante el visionado.

Así llegamos a la última parte, La película de Oki, el proyecto de carrera de la protagonista, donde irá comparando escenas parecidas vividas con cada uno de los dos amantes, básicamente un paseo por un monte cercano al campus. Una especie de catarsis para poner en orden y en solfa sus ideas, remordimientos y sentimientos de culpa. A través de escenas muy parecidas pero distintas en pequeños matices, vemos como se relaciona con cada uno de ellos y como reaccionan ellos mismos. Desde cosas triviales a admirar unos ciervos talados en madera, a expresar profundos sentimientos sobre la vida. De forma general, diremos que donde el avezado director reflexionaba sobre aspectos de su vida propia y la de su vida en común, con un pozo de sabiduría que da la experiencia, el joven suele callar y expresar su afecto por la chica. De alguna forma, la narrativa interna de la película nos hace ver como de complementarias son estas dos personas, como un trozo de un puzzle (la chica) a la que se le pueden acoplar otras dos piezas y formar un pequeño mosaico, que no quedaría igual si uno de los dos no está. Y como de liada está la chica que no puede escoger entre el presente (el chico joven) y el pasado (el director mayor).



Valoración: Oki’s movie es una película algo extraña, pero magnética de alguna forma. Desde luego trata un triángulo amoroso desde una perspectiva nada occidental (no me imagino un director USA haciendo esta película). Y aunque un triángulo no recorre una misma cara dos veces, sí se nos antoja que esta experiencia fílmica podría asemejarse al surco de un vinilo que la aguja recorre continuamente, como si estuviese rallado, pero emitiendo un sonido parecido y a la vez distinto en cada vuelta. Los personajes, torpes emocionalmente, son interpretados por actores algo fríos, aunque la descripción de personajes sea correcta. La realización es muy sencilla, incluso arcaica: cámara fija y zoom in cuando se quiere subrayar o remarcar algo. Un método usado por el director repetidas veces aunque no de forma machacona. En definitiva, un tratado sobre el paso del tiempo, las relaciones humanas, situaciones vividas parecidas pero únicas (los deja-vu) y el hecho de conocer mejor a las personas para mejorar nuestro propio interior. No marcará un antes y un después, pero sí merece un vistazo. Y si os gusta la música clásica, podréis oír hasta cuatro veces Pompa y Circunstancia, la marcha militar de Edward Elgar, como introducción a los cuatro segmentos, como ejemplo de música repetitiva y que se basa en las variaciones de un mismo tema. Yo hubiese escogido el Bolero de Ravel (¿dónde han ido a parar esos años en los que escuchaba esos cassettes llamados Synthesizer Greatest?), pero entiendo que la escogida pega más a la película.

Y en pocas palabras…

Pequeñas Mentiras sin importancia: Ludo tiene un horrible accidente al salir de una fiesta al amanecer, después de una noche de desenfreno. Sus familiares le visitan en el hospital pero se ven en la encrucijada de que ya tenían previstas y montadas unas vacaciones en casa de un amigo en la playa, todo de lujo. Terminan yéndose dejando a su familiar muy mal herido pero preocupándose mucho por su salud. Una vez en la casa, todo parece ir bien, risas, escarceos amorosos con las parejas o incluso entre ex, salidas al mar, deportes acuáticos etc. Pero de forma esporádica van apareciendo pequeños rencores, pequeñas frases o réplicas nada amistosas, que quedan ahogadas por el buenrollismo general, pero que cuando se retira la marea vuelven a tener su protagonismo. En efecto, por la nimiedad más tonta explota todo lo que los personajes llevan dentro, básicamente la crueldad de haber dejado solo a su suerte a Ludo. Y el mayor repruebo de eso tiene que venir de alguien de fuera, para vergüenza ajena de todos. Pero ya no se puede hacer nada, es demasiado tarde para Ludo. // Con un guión excelentemente montado lleno de referencias sutiles y detalles nimios, pasando de la comedia a la desgracia en cuestión de segundos, Pequeñas… es una radiografía de las miserias que corroen la gente guapa y rica, y como nos preocupamos solo de forma egoísta de mostrar lo mejor de nosotros en experiencias sociales o reuniones familiares. Pero curiosamente, contra más se reprima la parte oscura de uno mismo, con más fuerza rebrotará luego, con lo que casi es peor. Engañar al resto pero sobretodo engañarse a uno mismo creyéndote tu misma mentira. Con una factura impecable, una fotografía preciosa y unas interpretaciones geniales (donde sobresale Marion Cotillard precisamente por no ser la belleza típica y arquetípica del resto de chicas, aparte de su actuación y participación en la película), Pequeñas Mentiras… se erige como una de mas mejores propueatas del festival, en mi opinión otro ejemplo de lo que debería ser cine de autor: armar un buen guión, interesante, actual, sin decaer en la repetición, activo, que transmita pensamiento pero evitando los soporíferos planos extremadamente largos. Los ricos también lloran, y por eso se llevan un merecido 8,5.



Por Tu Culpa: En una casa donde no se conoce un minuto de descanso, la madre de dos niños hiperactivos provoca sin querer un accidente doméstico. Una vez en el hospital, radiografías revelan posibles maltratos. Acusaciones a la madre, reacciones del padre ausente y un sistema hospitalario nada amigable harán el resto. // Subir a los hijos siempre es difícil, sobretodo si están en edades complicadas y contestatarias como las que vemos al inicio de la película. Hiperactividad y tendencia a la violencia por demasiada exposición a la TV convierten a unos niños en seres desafiantes de la autoridad maternal. En una escena inicial donde vemos los intentos de la madre de seguir trabajando en su proyecto personal intentando aislarse del alboroto que crean los críos campando a sus anchas por la casa, junto con los desafíos del niño mayor a seguir viendo la TV desoyendo las advertencias de su madre, dejan patente el grave agujero que deja el padre cuado las abandona, ya que aprendemos la chica está separada. Una total falta de disciplina y desinterés de la madre en cuidar de sus hijos se nos es presentado con un estilo directo, sin rodeos ni contemplaciones, con una sensación de agobio (nada recomendable para los que busquen descendencia en poco tiempo) muy bien conseguida. Una vez en el hospital, la madre no deja de recibir respuestas evasivas sobre el estado de su hijo. Y es que la historia también trata el tema de los maltratos, que juntamente con la ausencia del rol parental, son ingredientes perfectos para una familia desestructurada. El padre no desentona ya que cuando se presenta en el hospital se lía a tortazos contra el doctor que insinúa los malos tratos. El sistema sanitario también queda retratado por la poca información ofrecida a los padres (cuando ven que pueden ser lo causantes del maltrato), pero también por una rebuscada estructura burocrática al estilo de la crítica que hacía Uderzo del “sistema público de ventanillas” en Las Doce Pruebas de Astérix. Denuncias mediante y declaraciones delante de la policía, la noche finaliza con los dos padres haciendo recuento de todo lo que ha pasado, lamiéndose las heridas y pensando en qué pueden mejorar. Como si d un nuevo inicio y una nueva oportunidad se tratara. Una buena historia sobre las relaciones padres-hijos, la necesidad de comprensión mutua y de la existencia y participación activa de los dos roles en la educación del niño, que en el fondo solo repite lo que experimenta en casa. Con una leve caída del ritmo en el hospital y notando en falta un par de escenas a forma de conclusión que redondeen el mensaje, el visionado deja una suficiente buena impresión aunque se tenga la sensación de que se usa tópicos de la violencia en la TV (aparecen imágenes de animes de acción y violencia estilo Dragon Ball o Yu-gi-oh) para levantar un mensaje escorado al pensamiento de derechas sobre la necesidad de implantar de nuevo un sistema tradicional en la familia, donde el padre tenga una presencia capital para comandar con éxito ese modelo arcaico –pero a veces necesario- de unidad familiar. Incluso así el buen hacer general de la película la aúpa hasta un digno 7,5.


Wild Field: Un médico solitario en la estepa rusa atiende a todo el que se aproxime con un problema de salud. Sus vecinos viven a muchos kilómetros de distancia, pero acuden a él porque saben que les curará con sus métodos expeditivos. Por su parte, el médico espera a que venga su novia a verle como cada tantos meses, y mientras tanto otea una figura enigmática en el horizonte, inmóvil durante muchos días, mirando a su rancho pero sin hacer ningún movimiento. Intrigado, el médico abandona su casa para ir hasta el sitio donde ha estado el enigmático personaje, dándose cuenta de que en ese momento ese personaje está dentro de su casa, creándole ansiedad. Cuando vuelve, se encuentra un extraño hombre que le pide que le cure de forma harto extraña. Cuando este le ataca y le hiere de gravedad, será cuestión del resto de vecinos darse cuenta de lo sucedido e intentar salvar al que tantas veces les ha solucionado problemas de salud. // Wild Field posee un estilo muy propio que la hace atrayente a la vez que posee una fuerza en las imágenes que no permite que caigan en la auto contemplación. Las sucesivas visitas al médico de la gente de la zona, gente humilde pero no simple, proveen cierta capa humorística a los métodos sin par del médico para solucionar sus problemas. A su vez, las visitas de los enfermos dan cuenta de que “algo” o “alguien” se está extendiendo por la estepa, posiblemente una guerra o una ola de “algo malo” que arrasará lo que en otros tiempos eran páramos tranquilos. Todos estos dispares aspectos desembocan, con un guión bien administrado, lento pero interesante, en el ataque del extraño personaje al médico. Intentando salvar su vida, los vecinos intentan devolverle el favor de tantas y tantas visitas médicas que les ha proporcionado. Sin una conclusión clara, creemos que la cinta nos quiere transmitir que las buenas acciones tienen siempre una respuesta y que, si el médico hubiese sido huraño o mal eeducado con sus vecinos, quizá no hubiesen hecho todo lo posible para salvarlo. De forma amplia, creemos que el director quería retratar la complicada y sencilla a la vez vida de un médico de campo en un lugar extremo donde cualquier cosa puede pasar. En el punto justo de una narrativa pausada pero no exasperante, proporcionando elementos interesantes a lo largo de todo el visionado, Wild Field es capaz de levantarse hasta un analgésico 7 que deja un buen sabor de boca con una píldora de cine alejado de las propuestas más comerciales pero también de las más radicales dentro del llamado cine de autor.

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Armin Tamzarian
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20 junio, 2011 15:47

Muy buen artículo Jordi.
 
Le tengo ganas a Essential Killing, por el papel de Vincenta Gallo, por lo atípico de su propuesta y porque esta vez supongo que no saldrá ninguna actriz praticándole una felación real como en Brown Bunny (Vincent Fallo empezaron a llamarle por aquel entonces). También le echaré un vistazo a Meek’s Cuttof aunque sólo sea por el género y el reparto. La de Pequeñas Mentiras Sin Importancia la veré en breve, que pinta a buen cine gabacho.