Sin mansión, sin dinero, sin mayordomo. Lo que queda es el absoluto Caballero Oscuro.
«All right, big guy… let’s see what you can really do.»
Primer número de Batman, escrito por Scott Snyder. Esto perfectamente podría estar escrito en octubre de 2024 como en septiembre de 2011. Muchos años han pasado de un número a otro, y las diferencias son notorias, pero no por ellas le restan importancia o calidad a ambos números.
Los Nuevos 52 fueron una buena idea, tan necesaria como innecesaria. Falló en la forma de ejecutarse, lo que eventualmente hizo que no se pudiese ser salvada, aún con el montón de grandes autores que trajo y que hubo grandes etapas que han quedado para el recuerdo, empezando por la ya mencionada serie de Snyder junto a Greg Capullo.
Tanto lo bueno como lo malo, fueron obra de Dan DiDio, quien intentó corregir el curso de la historia con iniciativas tales como Renacimiento, pero cuando llegó el momento de su despedida, esta vino dictando sentencia en su contra. Su salida, poco antes del inicio de la pandemia global de 2020, empezó a abrir las puertas para otra DC.
En ese mismo año, iniciaba Dark Nights: Death Metal, la última opera magna del guionista neoyorquino, que servía tanto como cierre de una década escribiendo para DC Comics, como para finiquitar todo lo surgido en la última década desde el final de Flashpoint.
Tras ello, se fue a las editoriales independientes. Allí se puso también a hacer los deberes, para construir el propio universo Ultimate dentro de la cosmología DC. Para entender mejor la premisa bajo la cual nacen las series Absolute, podéis leer la reseña del DC All In Special.
¿Cuantos elementos clásicos se le pueden quitar a un superhéroe, para poder crear nuevas historias, sin perder la esencia del personaje? En esta primera serie sin duda son unos cuantos, más de los que nos intentaron quitar Pandora o el Dr.Manhattan. Y el cómic funciona como un tiro.
El tiro sigue siendo uno de los elementos que se mantienen en el mito, si bien sólo acaba con la vida del padre de Bruce Wayne. No fue un robo que salió mal a una familia pudiente, sino otra víctima más de los tiroteos masivos que tristemente asolan en las ciudades estadounidenses.
Martha Wayne sigue viva, lo cual es algo de agradecer, rompiendo la tradición impuesta por Geoff Johns en personajes como el propio Bruce – Flashpoint, Batman: Earth One – o Barry Allen. Hablando de la obra junto a Gary Frank, aquí Alfred Pennyworth deja de ser el mayordomo para seguir con su carrera como agente secreto.
Presentándose a nivel de experiencia a alguien mucho más cercano al Batman que siempre hemos conocido. Además, su relación parece que al principio estará más enfocada en ser su Jim Gordon, ya que nuestro querido comisario ahora mismo es el alcalde de Gotham City.
El último cambio importante, es que varios de los villanos más carismáticos de la ciudad, ahora son amigos de la infancia de Bruce Wayne. En un mundo donde Batman es un símbolo de las clases trabajadoras, seguro que muchos de ellos estarán encantados de ser anti-héroes, incluso alguno quien sabe si logrará la redención absoluta. Si sobreviven claro está a la banda de Black Mask.
Si bien hay una escena donde vemos a Batman en todo su esplendor, siendo más agresivo que nunca, no es más que un reflejo necesario a la violencia a la que debe enfrentarse. Una en la que de momento no ha quebrado al caballero oscuro, en su empeño de acabar con el crimen sin volverse un asesino. Porque con todo, sigue siendo Batman. Sigue siendo Bruce Wayne. Existe, no es un mero disfraz, como muchos se empeñan en escribirle.
De momento el guion convence. El dibujo habla por si solo, los que disfrutamos de East of West estamos dentrísimo del dibujo de Nick Dragotta y los colores de Frank Martin. Pocas elecciones nos parecen mejores para tal premisa, la cuál seguiremos con fervor. Debería pegar unos volantazos muy fuertes Snyder para echarnos en algún momento.
Lo mejor
• Bruce Wayne es el niñito de su madre, y nos encanta.
Lo peor
• El poco desarrollo de los villanos a los que enfrentarse.
