Alan Scott vuelve a brillar, temed su poder
«I’m sorry. It’s just this… us.. Johnny.. it’s a sin»
El Green Lantern de la Golden Age ha vuelto, ha pasado ya un tiempo desde que en Frontera Infinita nos marcasen su retorno y nos dejasen esas páginas tan preciosas con él saliendo del armario con sus dos hijos, Jade y Obsidian. Esta miniserie es la última en publicarse de la iniciativa The New Golden Age, que al contrario que su compañera Jay Garrick: The Flash, no está ten embarrada en sus tramas y se centra más en contarnos el pasado de Alan. Tim Sheridan es un guionista perfecto para recoger elementos de la edad dorada, pero sobre todo es perfecto para hablar de salidas del armario, adultez homosexual y frustración, elementos primarios para esta encarnación de Green Lantern. Le acompañan en la aventura, Cian Tormey como dibujante, quien ya ha trabajado en otras series importantes como el Superman de Tom Taylor y en el DC Pride; y al color Matt Herms, un titán de la industria que está detrás de una gran cantidad de las cabeceras actuales de DC y que le conoceréis muy bien los fans de la editorial Archie Comics.
La historia de la familia de Alan ha estado llena de mentiras, oscuridad, miedo y traición, pero, Green Lantern significa dar luz en la oscuridad, ser capaz de brillar en la noche más oscura. Alan representa la vida, la llama verde y con toda luz hay una larga sombra. Quien fuese su esposa, fue una villana con doble personalidad, su hijo durante su tiempo en la Liga de la Justicia sucumbió a la oscuridad y rehusó de la terapia. Una familia que entiende de los peligros de la salud mental, pero que celebra la vida en todas sus formas. La aceptación es el vínculo que les une en los momentos más difíciles. El mismo poder de Alan, el corazón estelar, sirvió para esclarecer la turbiedad de la mente de un preso de Arkham, un lugar más ligado de lo que parece a este héroe.
Había un elefante en el armario, James Robinson en 2012 tuvo el difícil trabajo de recuperar en los New 52 a los miembros originales de la JSA y traerlos de vuelta reimaginados, rejuvenecidos. Obsidian había sido uno de los primeros superhéroes de DC homosexuales, con una historia que comenzaba desde 1996 y que con un Alan Scott joven no tenía su espacio de existir. Por eso mismo, James decidió contarnos la historia de un Alan queer, fusionando la historia de padre e hijo. Los New 52 pasaron y Alan volvió a la continuidad principal, dejándose la pregunta de si estábamos ante la misma encarnación LGBTQ+. Desde el número cero de Frontera Infinita Tim Sheridan nos ha ido desgranando ese elefante, nos ha mostrado la conversación con sus hijos y nos presentaron a su novio durante los años 30 y 40, todo esto en los DC Pride y en el tie-in DC Pride: Through the Years.
La narración de este cómic nos lleva a tres espacios temporales, el primero es la juventud de Alan en 1936 con su pareja antes de ser Green Lantern; el segundo es unos años después, empezando con una reunión en el FBI y prosiguiendo con su tiempo en la JSA; la tercera y última tendréis que descubrirlo, porque es un spoiler gordo. ¿Qué se esconde detrás de la llama carmesí? ¿Qué fue de ese tiempo olvidado por Alan Scott? ¿Estará todo relacionado con ese Red Lantern de la Golden Age?.
Mostrarte como un hombre queer a una edad avanzada es algo complicado, pero es un reflejo de una realidad que Tim Sheridan conoce muy bien. Ya ha mostrado una sensibilidad única en sus Teen Titans Academy, donde supo recoger el lema del equipo y llevarlo a un nuevo nivel. Los titanes son una familia, un lugar donde crecer, donde ser ellos mismos de forma libre, un lugar en el que desarrollarse sin ser juzgados y son la luz y la esperanza en un mundo de máscaras y sombras. Todo eso es lo que recogía su academia, donde podías encontrar momias no binarias y el líder del equipo era un adolescente mejicano y gay, una asimilación de los valores y el legado que ha sabido aplicar a la perfección en esta cabecera por igual.
Cian Tormey es la elección perfecta cuando quieres retratar la cotidianidad y el afecto en unos personajes, algo que casa desde las primeras páginas donde nos cuentan la historia de Alan y Johnny. Esa forma de mostrar miedo a través de una máscara o ver el amor en una sola página sin diálogos, esas miradas llenas de sentimientos y el uso de la magia como constructo de energía, un dibujo que sabe complementar y nos ayuda a empatizar.
El color es una herramienta indispensable en los cómics relacionados con The New Golden Age, pero en este caso ha sido un arma de doble fijo. Mientras que hemos tenido colores menos saturados y se ha intentado imitar el gramaje y porosidad de los flashbacks que nos situaban en 1936, la acción ocurrida en 1940 no mostraba estas características. Esto explota en las dos últimas páginas, donde el color nos deja claro que debemos estar muy atentos si queremos discernir con claridad que está ocurriendo y debemos prestar atención a este.
En resumen, Alan Scott es un cómic sobre empatía y decisiones difíciles, un homenaje a la edad de oro del cómic y a la vez una nueva historia llena de misterio. Un dibujo que encaja a la perfección y un color que te ayudará a imbuirte en la atmósfera del cómic.
Lo mejor
• Una historia sobre amor y salidas del armario.
• Un guion que se lleva fraguando mucho tiempo y que cumple con las expectativas.
Lo peor
• No está ahondando mucho todavía en la mitología del centinela esmeralda.
Todo comienza con una muerte
Guion - 8
Dibujo - 7.5
Interés - 8
7.8
Continúa con una vida