La galería de villanos de DC Comics está poblada por personajes harto extravagantes: genios del mal, dioses, locos, psicopatas, locos psicopatas…y fascistas espaciales. Sin duda, uno de los miembros mas interesantes de esta peculiar banda es Sinestro.
Enemigo de Hal Jordan desde la Edad de Plata, Sinestro es el arquetipo de villano «equivocado por los motivos correctos». Un tipo de personalidad irresistible para un guionista tan obsesionado con la redención como Geoff Johns, quien lo convirtió en una pieza central de su celebrada etapa al frente de las aventuras de la policia esmeralda. No obstante, en los últimos años Sinestro ha quedado un poco olvidado, y más últimamente, con la serie de The Green Latern en manos del genial Grant Morrison y apartándose cada vez más (por suerte) de la continuidad «normal».
Por desgracia, este especial no ayuda a paliar la situación. El comic se encuadra en el evento DC del año: Year of the villain. En este enesimo acontecimiento editorial Lex Luthor ha decidido de una vez por todas que el bien no tiene futuro en este mundo y ha hecho un pacto con las potencias arcanas del universo y con los principales villanos del mundo.
Este es, en resumen, el background de la historia tejida por Scott Snyder en su etapa al frente de la Liga de la Justicia. En el propio cómic, Sinestro recibe el encargo de detener a la nueva y redundante amenaza que busca destruir todo el cosmos conocido.
Es un argumento trillado, pero el talento de Mark Russell (no por nada uno de los mejores guionistas de la actualidad) consigue plantear algunas cuestiones interesantes con respecto a la naturaleza religiosa del ser humano: ¿En quien creemos? ¿Por qué creemos? ¿Creer es servir? ¿Es tóxico creer?
A un nivel más puramente narrativo el guión de Russell tiene algunos hallazgos interesantes. Dos ejemplos. Uno. La sociedad en miniatura que vive dentro de cada uno de los dioses espaciales, y que se comporta en su conjunto como lo hacemos nosotros con respecto a nuestros dioses. Dos. Los mini-yos que Sinestro proyecto desde su anillo dentro de cada uno de estos mundos.
Es necesario alabar el buen ojo y el talento de Russell al elegir tratar el tema de la servidumbre precisamente con un protagonista caracterizado por su talante totalitario. No obstante, uno no deja nunca de percibir que este encargo es uno más entre muchos, tramado con oficio pero por compromiso.
El dibujo de Yildiray Cinar es correcto y cumplidor, pero no pasa de ahí. No ofrece ninguna secuencia especialmente memorable o destacable. Eso sí, es un dibujante muy al estilo Russell, con un toque cartoon encantador.
En resumen, un cómic sólo apto para iniciados, fans de Russell y completistas DC. Quien necesite lecturas más estimulantes que pruebe en pastos más verdes, o en otras obras del propio Russell.
