Muchos de los rasgos que definen a un adulto vienen marcados por una infancia en la que el mundo es un lugar por descubrir y donde las experiencias culturales, sociales y académicas sellan a fuego una forma de entender la vida y afrontarla, permitiendo que se acabe formando parte de ese todo fagocitador al que llamamos sociedad. Sin embargo, en Ontario, Canadá, un frío 21 de marzo de 1976, llegaba al mundo Jeff Lemire, un muchacho con aspiraciones artísticas (no en vano intentó cursar estudios de cine) y carácter reservado, destinado a escribir comics por ser una tarea mucho más cercana a su forma de ser.
Su primera obra, Essex County (2008), reflejaba una de las constantes en la obra de Lemire, la soledad que todos acarreamos en nuestro interior y como nos moldea a lo largo de los años. Una obra que le permitió acariciar el éxito (con anterioridad había publicado Lost Dogs, con la que consiguió trabajo en la editorial Top Shelf Productions), ganando el prestigioso premio Eisner. Y todo su entorno cambió por completo.
Lemire creció leyendo los comics de los años 70 de DC y su amor por esos personajes queda patente en su serie Black Hammer, una historia que tardó en ver la luz, debido a sus muchos compromisos editoriales (también de salud de su dibujante), y que no es sino el más sentido homenaje de ese niño introvertido de la Canadá más rural a sus héroes de antaño. Un niño que leyó y creció rodeado de esos comics, que se filtraron en su ser y conformaron a parte del escritor que crecía en su interior.
Con Black Hammer volvería a ganar el premio Eisner en 2017.
Y entre medio de esa incipiente obra, Lost Dogs, y Black Hammer, hay infinidad de trabajos en Vertigo (Nadie y Sweet Tooth), en DC (Animal Man), en Marvel (Caballero Luna, Thanos, Ojo de Halcón), en Valiant (Bloodshot), en Image (Plutona, Royal City) … dejando claro que Lemire es una mente inquieta que busca una respuesta a las profundas preguntas que bullen entre los pliegues de sus recuerdos.
Black Hammer es el sueño de Lemire, la manifestación pura de un homenaje, de un legado, con el objetivo de hacer comics como los de antes y poder satisfacer al niño que creció leyendo las aventuras más imposibles de los superheroes más dispares. Black Hammer es la consecución de un sueño y poder llegar a unirse con a Liga de la Justicia, no es sino ese paso que tarde o temprano iba a tener que llegar.
Tal vez no sea la Liga que Lemire leía de pequeño, ni falta que hace, porque aquí se habla de simbolismo, de oportunidad, de ocasión aprovechada para que dos grandes universos, el original y el reflejo respetuoso se den la mano en un proyecto que sorprende por su audaz propuesta.
Y hoy toca ver que ofrece este choque de mundos, este sueño cargado del suave y agradable aroma a naftalina, con la llegada del primer número a las tiendas americanas y que Zona Negativa os trae puntualmente.
Toca pasar y sumergirse en el pasado, presente y futuro de los comics.
La verdad es que es muy especial para mí poder escribir esta reseña, no solo por ser una obra de DC sino por ser un crossover con Black Hammer, el cual es uno de mis cómics favoritos. No creí que pudiera presenciar este encuentro entre ambos grupos de héroes algún día. El amor de Jeff Lemire por la Edad de Oro de los cómics de superhéroes y toda la experiencia que recogió trabajando para Marvel y DC motivó a la creación de Black Hammer para Dark Horse Comics en el año 2016 (aquí publicada por Astiberri Ediciones). La colección fue un éxito a la que ya se le han unido cuatro spin-offs a día de hoy sobre los personajes de su universo, todos escritos por el propio Lemire, un verdadero todoterreno a la hora de cumplir proyectos. Sin embargo, fue una sorpresa mayor cuando se anunció a principios de este año que estos personajes y la mismísima Liga de la Justicia iban a cruzar sus caminos en un proyecto conjunto.
El número en sí mismo va directo y al grano. Un misterioso antagonista aborda a ambos grupos, a los héroes de DC en Metropolis y a los de Black Hammer en su granja y hace que intercambien universos. Con esto no solo se ve un intercambio de héroes en el espacio sino de estado de ánimo. Los héroes de DC representan aquí el optimismo, el espíritu incansable ante la lucha mientras que los personajes creados por Jeff Lemire aquí están desolados por estar encerrados durante una década entera en un mundo que no es el suyo, salvo Abraham Slamkowski, claro, que está encantado con esta situación. La Liga de la Justicia y el grupo de Barbalien, Abraham Slam, Golden Gail, el Coronel Weird, Madame Libélula y Talky-Walky son dos caras diferentes de una misma moneda. Por parte de DC de momento solo se ve por aquí a Superman, Batman, Flash, Wonder Woman y Cyborg pero se intuye que el Detective Marciano y John Stewart se dejarán caer por las páginas de los números venideros.
Es curioso ver a estos personajes encontrándose, ya que al fin y al cabo la mayoría de los héroes creados por Lemire y Dean Ormston son homenajes de otros personajes de DC (Barbalien/Detective Marciano, Golden Gail/Mary Marvel, Coronel Weird/Adam Strange, Madame Libélula/Madame Xanadu) así que será curioso ver algunos encuentros como el de Mark Markz y J´onn J´onzz, que ya se sabe que se dará en esta obra. Será interesante ver cómo el guionista trabaja la dinámica entre los diferentes héroes como ya hiciera de forma exitosa Kurt Busiek en JLA/Vengadores (2003-2004) y no se quede en un conjunto de meros guiños. El punto fuerte de este tipo de ocasiones sería explorar las dinámicas contradictorias pero de forma conjunta entre personajes.
El número en sí mismo va muy directo pero no muestra demasiado más allá del intercambio de mundos de sus héroes, sin embargo deja a los héroes de Lemire en una situación a la que ya no estaban acostumbrados a lidiar. El escritor conoce también a los personajes de DC y sabe escribirlos eficientemente y no deja de resultar divertido ver a Clark Kent comportándose como Abraham Slam debido a sus conocimientos granjeros en común. La narrativa es clara y va al grano y hace que sientas curiosidad por la malvada mente maestra de la miniserie. La caracterización del número es excelente pese a que quizá la forma de introducir la situación en la que todos los héroes se ven envueltos es, sin duda, muy apresurada.
Porque, sin duda, la gran desventaja del cómic es que para tener interés en él tienes que haber leído Black Hammer. Lemire presenta a sus personajes como en el primer número de su colección para no hacer spoilers a los lectores que se quedaron atrasados pero en ningún momento explica para el fan exclusivo de DC quienes son o que hacen hay, es decir, un recurso con un par de páginas para explicarlo rápidamente y presentarlos para que el lector se integre de forma eficaz pero no es el caso así que el seguidor exclusivo de Superman, Batman, Wonder Woman, etc… se puede sentir muy perdido al coger este cómic.
El estilo de Michael Walsh en absoluto es similar al de Ormston o al del gallego David Rubín, que también ha pasado por la colección regular de Black Hammer, pero su arte es adecuado para la miniserie ofreciendo unos trazos intrigantes dignos de la colección de Dark Horse. Es decir, Ormston con sus lápices pretendía que esa granja tuviera un aspecto misterioso, como el de Twin Peaks. Forma parte de un pueblo apacible pero que si sus habitantes intentan escapar de ella morirían de forma espantosa. La ratonera más tranquila del mundo.
En definitiva, comienza un crossover entre el grupo de héroes más clásico que existe y el moderno que ha levantado la expectación de crítica y público. Un cruce que reconcilia a Jeff Lemire con DC, que realizará más proyectos para la editorial de cara al futuro y que crea el suficiente interés para seguir leyendo el resto de números que estén por venir. Muy recomendable para los fans de ambos universos pero que puede dejar bastante perdido al lector exclusivo de la Liga de la Justicia y sus miembros.
Cuando el optimismo y la frustración se miran a la cara
Guion - 8
Dibujo - 7
Interés - 9
8
Jeff Lemire junta a sus personajes con los héroes más iconicos de DC en un encuentro donde se verá que estar en los zapatos del otro no siempre es facil.
Paso mucho de esto. Mi apuesta, al final del crossover superman despierta y todo era un sueño.
Con lo bien que empezó BH.
Es una curiosidad sin más, como fueron los cruces de Batman con Predator o Superman con Alien, o Batman y las tortugas ninja, o cuando Batman apareció en el universo Wildstorm. A mí no me gustan y no los compro, me parecen universos totalmente distintos y que no tienen sentido estas mezclas, pero otra cosa es pensar que Black hammer ahora tenga menos calidad por esto. Es una simple maniobra publicitaria para llamar aún más la atención sobre la serie, sin más, y no va a tener ningún efecto en la historia de Lemire.
Otra cosa es lo que ha hecho Marvel con Conan, meterlo en continuidad y ponerlo a tomarse unas pizzas con spiderman en la Nueva York de 2019, teniendo efecto en las historias de los héroes Marvel. No como un what if, o una historia autocontenida sin efecto en la continuidad, no. Conan ahora puede ir en metro a visitar a Ms Marvel y ayudarla con un atracador. Ridículo.