Reseñas DC: Doom Patrol #1

 

Edición original:Doom Patrol #01.
Guión:Gerard Way.
Dibujo:Nick Derington.
Entintado:.
Color:Tamra Bonvillain.
Formato:Grapa, 32 páginas.
Precio:3,99 $.

 

Ponerse delante de una pantalla y afrontar la reseña de este primer nuevo número de la Doom Patrol del Rebirth llevado a cabo por DC Comics, es cuanto menos una experiencia tan cautivadora, inquietante y perturbadora como el propio cómic en sí mismo.

Ahora mismo de fondo suena la música de My Chemical Romance, cuyo vocalista es precisamente el escritor de este número, creador de obras tan representativas como The Umbrella Academy, y máximo activo en DC de la nueva Vertigo integrada en continuidad del renacido Universo DC, denominado Young Animal.

Tal vez sea la forma de poder conectar más y mejor con lo que uno, como lector, se encuentra al abrir este cómic. La Doom Patrol es y ha sido siempre un cómic extraño, donde lo imposible se hace realidad, lo imprevisto se materializa y el sinsentido acaba por tener todo el sentido del mundo. Una aseveración que es marca de la casa desde que Morrison fuera capaz de revitalizar al grupo en los años 90 con la introducción de una serie de novedosos conceptos que hasta el día de hoy habían sido ignorados, en mayor o menor medida, por los siguientes guionistas que habían puesto su pluma al servicio de tan variopinto grupo.

Gerard Way no tiene miedo a incorporar esos conceptos con el firme propósito de explotarlos en nuevas y sugestivas direcciones, construyendo un primer número en el que no se sabe que ocurre, pero que engancha al lector hasta la médula.

Ver a Robotman de nuevo con su aspecto más noventero, chupa de cuero y hombreras metálicas es ya, por sí mismo, toda una declaración de intenciones. Gerard Way no solo escribe un número de la Doom Patrol sin la Doom Patrol, sino que lo hace de forma que nos presenta a dos nuevos personajes que se hacen querer desde el principio, unos villanos atractivos con un plan cuanto menos inquietante y un telón de fondo en el que la alusión al nombre de Danny solo puede traer buenos recuerdos a los fans más curtidos del lugar.

Todo un escenario con el que poder elaborar una historia que se antoja poderosa gracias a las sutiles pinceladas que Way es capaz de plasmar a lo largo de esta primera toma de contacto con la serie.

Way reflexiona sobre nuestra propia existencia y tan solo necesita de una conversación entre dos compañeros de trabajo para que toda nuestra idea de universo se vea trastocada de arriba abajo. Una imagen mundana es todo lo que necesita para llevarnos al terreno de lo fantástico, de lo imposible, dejándonos caer de lleno en una trama que tan solo puede crecer de forma exponencial.

Sigue de fondo la música de Gerard Way… la guitarra emana su rabia en forma de acordes, la batería vibra con enérgica parsimonia, el ritmo se establece, la conexión sigue intacta y de fondo la voz aguda de Way narra con descarada fuerza un sinfín de historias.

Doom Patrol es un cómic de autor, al más puro estilo de la actual Image, libre de ataduras editoriales y capaz de encontrar su propia resonancia en medio de series más convencionales dedicadas al género de los héroes de ajustadas mallas. Way, flanqueado a la perfección por Nick Derington, logra enfilar un rumbo que solo él es capaz de percibir en su compleja totalidad, plasmando un pedazo de esa inmensidad en este número donde, sin menospreciar al lector, sin subestimar su potencial, deja que la historia se filtre en su interior de forma que tome forma, la que deba ser, en cada aficionado que dedique algo de su tiempo a poder encontrar el sentido al sinsentido.

Eso no lo consigue cualquiera.

Se agradece que Way no tenga miedo a los conceptos de Morrison y los quiera usar. Podría decirse que por fin hay alguien que tiene la suficiente autoestima personal como para empezar a construir su etapa cimentándose sobre lo que otro guionista ya elaboró en su día. Eso es valor y arrojo en unos tiempos en los que parece que cada autor está más preocupado en destruir lo que otros han levantado que en contarnos buenas historias usando esas edificaciones previas.

Con un final impactante donde los haya, Way nos deja con la miel en los labios queriendo más, mucho más, porque dentro se nos colado ya la esencia de la Doom Patrol más fiel a su propio concepto y no queremos dejar de sentirla.

Toca apagar el rasgueo de las cuerdas de My Chemical Romance. Desconectar los bafles. Soltar la clavija de los micros y dejarse llevar por el silencio. Un silencio que emborracha cuando uno termina de leer este cómic. Un silencio que viene acompañado de un débil pitido ultrasónico en el oído, incesante, que nos recuerda que estamos ante algo muy importante no solo para el grupo más extraño de DC Comics, sino para nosotros mismos como lectores.

Ha llegado la hora de dejarnos llevar por una nueva forma de contar una historia.

Ha llegado el momento de disfrutar de nuevo de las Doom Patrol.