En DC tienen nueva tanda de comics en los que personajes de universo superheorico se unen a personajes del mundo de la ficción animada de Hanna Barbera para, a modo de one shot, contarnos una historia en la que los dos universos se fusionan como si de uno solo se tratara. No es la primera vez que algo así ocurre, lo vimos con los Picapiedra, Elmer, el Demonio de Tasmania… y ahora le toca el turno a Speed Buggy.
Speed Buggy es el protagonista de una serie de 16 capítulos que se emitió en Estados Unidos entre 1973 y 1975. Solo tuvo una temporada en la se narraban las aventuras de un automóvil antropomórfico y parlanchín, un buggy playero, y sus tres amigos (Debbie, Mark y Tinker), en un intento de Hanna Barbera de repetir la fórmula de ¿Scooby Doo, donde estás? La inspiración para crear a este coche surgió de una producción de Disney de 1968, Herbie, donde un VW Escarabajo, con vida propia, hacía las delicias de los espectadores.
¿Y quién puede hacer tándem en este especial en el que uno de sus protagonistas tiene en el nombre la palabra Speed? Pues como no puede ser de otra forma, Flash, pero no Barry, sino Wally West. Un dúo que por imposible da a pensar que nada puede salir mal y que se va a poder disfrutar de una buena historia.
El problema para derruir este pensamiento es quien esta detrás de este cómic, Scott Lobdell y Brett Booth. Un dúo que son la antítesis de los personajes de ficción que protagonizan este especial.
El cómic no tiene sentido ni en guion ni en dibujo. El primer problema grave es que Lobdell nunca ha escrito el personaje de Flash y se nota que no se ha esforzado por documentarse mínimamente al respecto. A lo largo de todo el cómic hay una serie de inconsistencias que al lector que esté al tanto de la actual situación de Wally en el Universo DC le van a resultar muy chocantes y desconcertantes, como el tratamiento que hace Lobdell de Linda Park. Sin embargo, Lobdell va más lejos cuando reinventa también el concepto de Speed Buggy para contarnos que el coche ha sido diseñado por un científico para poder acceder a la Fuerza de la Velocidad, circunstancia que hará que acabe fusionándose con su invención debido a su encuentro con el villano de turno (del que es mejor no decir nada por respeto al villano).
En cuanto al aspecto gráfico, no podría haber peor elección para ilustrar este despropósito de guion. Booth continúa en su inmovilismo visual y nos marea de manera incesante con poses imposibles, composiciones de páginas aberrantes y escorzos que desafían a la cordura. Todo su trabajo es salvaje, inconsistente y frenético, marea, no narra, solo expone y ni en las escenas de diálogos es capaz de contener su ansia por componer la página, de manera que no hay dos viñetas iguales. Un verdadero drama visual que se ve aderezado con hasta cuatro entintadores distintos.
Una trama ridícula, con un final vergonzoso, sin caracterización alguna de los personajes, que hacen lo que hacen porque así lo dice Lobdell, sin que haya unas razones de peso que muevan la acción del punto A al punto B de manera orgánica. Lobdell maquilla todo con algunos chistes que acaban por estorbar e intenta fingir que entiende lo que está haciendo, pero la realidad es que todo acaba siendo un sinsentido. Un trabajo que desaprovecha por completo las posibilidades que le brindaban estos personajes y que no merece dedicarle más tiempo que la lectura de este texto.
Lastimosa.
Guion - 3
Dibujo - 3
Interés - 3
3
Un error.
Un despropósito de historia que no merecen sus personajes. Un sin fin de sin sentidos que no merecen más palabras.
Demonios, es la primera vez que veo un 0 xD
aldairb, se trata de un error, como puedes ver la nota real que le quería dar era un 3 de media, no merece más, pero tampoco merece menos. Un cero no se lo merece ningún cómic, pues siempre hay un valor residual en toda manifestación de artística y eso par mi ya cuenta.
Me dejé de poner los apartados y los duendes de los bits asignaron un cero. Mil disculpas.
Exacto, un cómic siempre tiene un valor residual. En caso de que sea uno dibujado por Brett Booth y coloreado por Andrew Dalhouse, dicho valor residual es el calorcito que da en invierno cuando lo quemas. Lo malo es que hay que cortar árboles para imprimir semejante porquería.
xD. Aunque no sea de tu agrado las imágenes que se ven en la reseña con bastante potables y se nota un trabajo detrás, suficientes para darle una mínima valoración. Que el argumento sea un desastre habría que preguntarse un poco el motivo de que exista tales disparatados crossover.
A ver, mi sobrino cuando era pequeño podía tirarse horas llenando de garabatos folios y folios, eso también era un «trabajo», pero no era como para que lo publicaran. Y sobre gustos no hay nada escrito (yo opino que son horrendas, tú no), pero desde un punto de vista narrativo, las imágenes son un batiburrillo que no «narran» bien lo que pasa, son confusas y caóticas, sin generar dinamismo ni movimiento.
Respeto tu opinión, pero no la comparto en absoluto. Lo que hace Brett Booth y, especialmente, su colorista Andrew Dalhouse (para mí, de largo el peor que existe en toda la industria mainstream norteamericana con muchísima diferencia) solo lo puedo considerar un desperdicio de recursos naturales y económicos. Para mí, no hay absolutamente nada rescatable de su «arte», por llamarlo de alguna manera.
Para gustos, colores… y edades.
Cuando era un chavalín, Breth Booth en Backlash me parecía de lo mejor que había. Ahora creo que su dibujo no hay por donde cogerlo.
Y no creo que el haya cambiado mucho su manera de dibujar, sino mi manera de entender el cómics.
Y aún así, por malo que me parezca, sigue siendo capaz de hacer un cómic de 22 páginas, algo no al alcance de muchos, así que bueno es ese 3.