Si, si, esto es una reseña, no Opinión DC, pero también Kamandi Challenge es una serie que sigue una dinámica, que Tom King, en cierto modo, ha roto, pues ha preferido reflexionar sobre la vida, uniendo ciencia y arte.
Por ello, cabe pensar tras este número, si Tom King es un genio advenedizo o bien tapa sus carencias con un tapiz de falsa originalidad. Puede que ahora, cuando apenas han pasado tres años desde que debutase junto a Seeley y Janin, el actual guionista de Batman se encuentre plácidamente surfeando una ola, donde una gran mayoría le aclama y una minoria muestra indiferencia, pero con el paso del tiempo, al igual que les ha pasado a otros, se instalará un enfrentamiento entre aquellos que proclamen que King ha supuesto un antes y después en el mundo del cómic del siglo XXI, y los que griten a todo aquel que quiere escuchar, que King fue la última gran broma o fraude del noveno arte.
Aún es pronto para ello, pero no dudéis, de que llegará mas pronto que tarde. Por ahora, King, en cada cómic que ha realizado, ha intentado hacer algo revolucionario con los personajes, en un punto intermedio entre Moore y Morrison, que por otra parte, constituyen uno de las contraposiciones más interesantes acontecidas a finales del siglo XX.
Con Grayson, Omega Men y La Visión, King adquirió el sello, tanto de calidad, como de ser un guionista especial. Impronta, que desde entonces no ha dejado de realizar, ya fuese con la serie regular mas vendida en USA, la miniserie donde recupera a un personaje de Kirby, o el extraño crossover entre dos personajes de universos diferentes.
Es manifiesto, que a día de hoy, de todo cómic que lleve la firma de Tom King, se espera algo diferente, y de ello es consciente el propio King. Y ante esa expectativa generada, puede dar lo máximo de si mismo – para unos-, pero también puede, que por tener que hacer lo que nadie hace, o lo que a nadie mas dejan, escriba una broma, algo superficial bajo un envoltorio de supuesta profundidad.
Kamandi Challenge#8 concluía con El ultimo chico de la tierra en una barca, y frente a él, un monstruo acuático. ¿Cómo lo resolvería el autor de Mr. Miracle? Pues saltando por la tangente y escribir un número que debía tener en mente desde hace tiempo, una historia, a la que no le influía el número previo y que no va influir en el número posterior. Hecho que se hace evidente, al repetir lo ya hecho por Giffen en el número anterior: una doble página, en la que se rememorá la travesía de Kamandi a lo largo de los números anteriores.
King comienza con Pascal y finaliza con Kirby, y entre medias, lo señalado en la anterior reseña por el compañero Victor: “llegada a un nuevo y misterioso lugar, conflicto y resolución con el protagonista continuando con su periplo y encontrándose con otro camino lleno de peligros sin querer ni poder evitarlo». Pero en este caso, pues es King, y todo ha de ser singular, dichas palabras van más allá de la historia, al mismo tiempo que es una ofrenda al mundo del cómic.
Para el autor de El Sherriff de Babilonia, la odisea en la que está encaminado Kamandi no difiere de la que todo ser realizada a lo largo de su vida: diferentes acompañantes, diferentes lugares, diferentes situaciones, diferentes obstáculos y diferentes soluciones. Sin olvidar, que sin saber porque, o porque la vida es así, o porque el único sentido de la vida es que carece de sentido salvo que vivirla es lo único que le da sentido, ya que en definitiva, «no sabemos de donde venimos, ni adonde vamos». Y es justo esa incertidumbre, ese sin sentido, esa injusticia, lo que hace que la vida sea maravillosa, impredecible, asombrosa, palabras, que sin duda se pueden aplicar al noveno arte, donde 2 + 2 no son 4, donde todo es posible, donde uno puede disfrutar de una historia donde un cerdo va disparar a un superhéroe disfrazado de murciélago en clave de cine negro o ensimismarse con una guerra cósmica, con referencias a la intervención de USA en un país dictatorial cuya riqueza radica en la explotación petrolera.
En un día, en el que Superman enfrentaba cara a cara a una parte de la historia negra del planeta tierra, o se narraba el prsumible regreso tanto de un Robin como de la hija de un dios bebe, o un Bruce Wayne convertido en una maquina de guerra a través de la batcomputadora, King, realiza su particular aportación, y todo ello es posible, porque el universo de ficción del cómic lo permite y vive de ello, de la fascinación del lector por lo improbable.
Otra cuestión indiscutible de la corta obra de King, es que sus historias son aún mas grandes e interesantes, por los dibujantes y los coloristas que le acompañan – seguro que habrá mas de uno, que dirá que justo lo son por esto. Ya sea Janin, Wanda, Gerads o Weeks, crean un diseño de personajes, un escenario y una narración particular e hipnótica, logrando que la historia tenga un halo de profundidad y de genialidad. En el caso de Kamandi Challenge#9, la parte gráfica recaé en Kevin Eastman y Freddie Williams II, y como los anteriores autores nombrados, hacen una labor sobresaliente. Realizan un cómic a modo de grabado, completamente de color sepia y sin disimular la tinta aplicada, que en ocasiones embadurna la pagina y los bordes. Con ese entintado y ese dibujo, tan artificial como artesano, logran transmitir un escenario que más que de ficción parece mitológico.
Kamandi Challenge #01
Kamandi Challenge #02
Kamandi Challenge #03
Kamandi Challenge #04
Kamandi Challenge #05
Kamandi Challenge #06
Kamandi Challenge #07
Kamandi Challenge #08
Diferente
Guión - 8
Dibujo - 8
Interés - 10
8.7
Una muestra más de que Tom King intenta hacer algo diferente, llevar el arte del cómic más allá, y ante ese desafio, el resultado a unos les puede parecer una genialidad, y a otros algo manido y simple.
Como ya dije en la anterior, vengo leyendo las reseñas de Kamandi Challenge desde la primera, y parece que ha vuelto a subir el nivel¿o no? Es la reseña menos spoilera que he leído en años 😛 La verdad es que el dibujo tiene esa vibra de serie indy artística bastante interesante. Una pregunta, esa escena ¿no la vimos varios capítulos atrás?