Reseñas DC: Kamandi Challenge #03

 

Edición original: DC Comics
Guión: Jimmy Palmiotti
Dibujo: Amanda Conner
Entintado: Amanda Conner
Color: Paul Mounts
Formato: Grapa, 32 páginas
Precio: $3.99

 

Después de hacer reseñas del primer y segundo número de esta excelente y original iniciativa de homenaje al personaje clásico de Jack Kirby, toca el turno del tercer número de Kamandi Challenge, esta vez con Jimmy Palmiotti al guión y Amanda Conner al dibujo, famosos autores que, por poner un ejemplo, son los responsables de la genial e hilarante actual serie regular de Harley Quinn.

Para quien no sepa de qué va este asunto, os pongo en contexto. Kamandi Challenge es una iniciativa de DC Comics para festejar el centenario del nacimiento de Jack Kirby, mediante el cual la editorial pretende homenajear al mítico autor a través de una maxiserie de 12 números centrada en uno de los míticos personajes que Kirby creó y desarrolló en DC: Kamandi: El último chico de la Tierra. Una mítica serie de los 70 que nos mostraba a un jovencito de melena rubia en un mundo postapocalíptico gobernado por animales antropomorfos evolucionados y superinteligentes, que además estaban en pleno conflicto entre sí.

DC ha querido recuperar las aventuras de Kamandi, un personaje que lleva tiempo abandonado, en esta maxiserie que tiene la particularidad de que cada número está realizado por un equipo creativo diferente el cual no sabe lo que pasa en el anterior número, excepto el final, y tiene que elaborar una historia diferente teniendo en cuenta simplemente eso. ¿Qué es lo que conlleva esto? Que cada número sea una locura bizarra, aleatoria y divertida como las clásicas aventuras de Kamandi, y que son una delicia para cualquier fan del personaje o del género.

En esta ocasión, el genial guión de Palmiotti nos lleva a un extraño mundo regidos por unos caníbales animales que habitan en un barco naufragado, y que mantienen una guerra con unos jaguares de la isla de al lado, y además mantiene como prisioneros a unos murciélagos antropomorfos que pertenecen a una raza con la que también mantienen un conflicto. El caso es que nuestro querido viajero rubio aterriza en este nuevo mundo, en donde le reciben como un mesías de una antigua profecía relacionada con los Dioses Observadores. A partir de aquí, todo se convierte en una locura tras otra de la que no sabemos cómo y de qué forma va acabar.

Con unos personajes carismáticos y efímeros, destaca especialmente un nuevo y adorable personaje tipo planta, como si fuera un Pokémon, se convierte en la compañera de aventuras de Kamandi, que por si fuera poco con los problemas que tiene, tendrá que cuidar de ella por su inocencia y facilidad para meterse en líos. El número acaba con un genial homenaje a King Kong, y con un cliffhanger que no sabremos como James Tynion IV, el guionista del siguiente número, va a resolver, pero que desde luego estoy impaciente por saber.

Palmiotti nos regala un número digno de Kamandi, con animales crueles y extraños, salvajismo, aventuras y momentos emotivos, y en general, locura y divertimiento del que el propio Kirby estaría orgulloso. Esperemos que los siguientes sigan a la misma altura que estos tres que llevamos, porque estamos ante una de las mejores series que han salido de la editorial en los últimos años, que ya es decir. También esperemos que, tras saber que el mundo de Kamandi pertenece a una de las 52 tierras del Multiverso, según Morrison, le volvamos a ver, sino en la continuidad, por lo menos protagonizando una serie regular, a ser posible de la enorme calidad que tiene ésta.

El apartado artístico corre a cargo de la gran Amanda Conner, quien por fin vuelve a encargarse de interiores, tras mucho tiempo realizando solo portadas, y con un gran Paul Mounts al color. Es todo un placer volver a ver a Conner y su característico y limpio estilo cartoon que tanta expresividad infunde a los personajes que salen de su pluma. Tanto Kamandi, como los animales y los preciosos paisajes selváticos están genialmente ilustrados, y aunque, si bien Conner no está a su mejor nivel, ya que posiblemente haya perdido el ritmo, es un placer volver a verla dibujar, y esperemos que no tarde mucho en volver a hacerlo.