Antes de la llegada del Batman #50, se han publicado cinco comics en los que se intenta contar, en forma de preludio, alrededor de diferentes escenarios y diferentes personajes del entorno de Batman, los días previos a la llegada de la ceremonia que ha de unir en matrimonio a Selina y a Bruce. Hoy es un día muy especial y para poder estar medianamente a la altura de este evento vamos a empezar con una reseña que agrupe los diferentes números correspondientes a este preludio a la Boda.
El primero de estos especiales está dedicado a la figura de Damian, el hijo de Batman, en el que se aprovecha la circunstancia para refrescar la memoria a los lectores sobre cuál es la verdadera naturaleza del hijo biológico de Batman. Damian no es sino el fruto del ADN de Talía y Bruce, engendrado en un laboratorio y gestado en un útero artificial. Un niño cuyo destino era el de servir de receptáculo para su abuelo, Ra´s Al Ghul, que lo entrena en la Liga de la Sombras para convertirse en el mejor y más despiadado asesino del mundo. Un origen siniestro, oscuro, perverso e inhumano, que no le han impedido forjarse un camino como Robin al lado de su padre.
Damian es un joven de fuerte temperamento, de carácter agrio, directo y demasiado honesto, que ve como un simple día de compras con Selina acaba por ser otra prueba de su abuelo. Un combate que ha de superar, sin estar en plenas facultades, y que da pie a la realización, por parte de Seeley, de reflexiones muy interesantes alrededor de la figura de Damian y su entorno más cercano.
Damian es un luchador, un joven que no se rinde con facilidad y que encara los retos con furia intensa, siendo este enfrentamiento la excusa para poder acercarnos a él desde otra perspectiva. Sin duda lo mejor de esta entrega es su final, ese encuentro entre Selina y Damian en la mansión Wayne que permite que ambas almas se desnuden y compartan de forma abierta sus emociones y sentimientos más profundos. Impagable.
Un final que además deja la puerta abierta a lo que ha de llegar en el siguiente número.
Dejamos al último Robin y saltamos al primer Robin en su identidad de Nightwing, en plena despedida de soltero de Batman, acompañados de Superman. Una despedida que se ve truncada por la intervención de Silencio que, como es de esperar, acaba enfrentándose a Nightwing para hacer honor al título del cómic.
Seeley aprovecha el momento para separar a Dick del grupo y dejar que se enfrente a Silencio en una Tierra alternativa donde todo está invertido, nada es lo que debe ser y sus habitantes, todos sin rostro, los atacan sin cuartel. Una circunstancia que les obliga a colaborar, mientras Seeley va desmenuzando los patrones psicológicos de ambos protagonistas. Silencio fue en su juventud el mejor amigo de Bruce y hoy vive consumido por los celos. Dick fue y es, hoy en día, la luz y el optimismo de Bruce cuando su cruzada lo acerca demasiado a la oscuridad. Dos formas de encarar la vida que Seeley aprovecha con maestría.
Silencio habla de amistad compartida, de historia pasada a la que Bruce ha traicionado y focaliza su ira y desprecio en Dick, al que considera el benefactor de la amistad que a él le fue negada en su juventud. Una vida de estrategias, de intrincados planes, para arrebatarle a Bruce su familia, su fortuna y por fin su vida, mientras que Dick lo tuvo todo según la retorcida forma de ver la realidad de Silencio. Un enfrentamiento en el que ambos descubren lo cerca que están el uno del otro.
Sin embargo, es el final lo que más aporta a esta historia cuando Dick y Bruce hablan tras su rescate. Hablan de la boda y de los anillos, para dejar claro que Dick buscaba tener su propia vida, pero nunca distanciarse de Bruce. Un canto a la amistad que Seeley nos detalla gracias al cara a cara entre Silencio y Nigtwing. Un enfrentamiento que no es sino un espejo donde ambos se reflejan como dos caras de la misma moneda.
Y de nuevo la página final es la entrada al siguiente número.
Llega el momento de las pruebas, hemos dejado atrás los enfrentamientos físicos para dar paso a los enfrentamientos mentales. Un duelo de inteligencia en el que Batgirl se ha de enfrentar a un Acertijo muy motivado, que la lleva por toda la ciudad poniendo a prueba su ingenio en intricados mensajes donde fallar significaría la muerte de alguien.
Acertijo se convierte, de esta forma, en el antagonista de Batgirl deslumbrado por la reputación que precede a esta. Acertijo habla con ella a través de unas cintas que le hace llegar a la heroína y habla de sus particulares dones, como su memoria o sus habilidades tecnológicas, con la intención de ponerlas a prueba. Seeley no busca detallar el proceso mental de Batgirl a la hora de resolver los enigmas, lo que hace es ir saltando de uno a otro para mover la trama hasta donde de verdad quiere llevarla. Aquí no se trata de leer el proceso, sino de leer el resultado, de observar como Batgirl se enfrenta al Acertijo y es capaz de ir por delante, superar al que dice ser tan inteligente. Y es que las pistas pueden estar en la respuesta y no en la pregunta, como bien aprende Batgirl en este número.
Una historia sencilla, pues Seeley no está por la labor de ir más lejos que lo meramente mostrado, y que sirve al propósito de mostrarnos a Batgirl más integrada dentro de la familia de Batman. No hay que olvidar que en Detective Comics podemos disfrutar de Red Robin, Spoiler, Huérfana y Batwoman, siendo estos números un espacio para esos miembros de la batfamilia que no tienen una presencia continuada en las series de Batman.
La serie de Red Hood es una de las series de las que todo el mundo parece querer huir pero que sin embargo atesora una buena cantidad de seguidores fieles. Seguidores que permiten que la colección se mantenga muy estable en ventas y que permiten que Jason Todd no deje de tener presencia en el Universo DC.
Aquí toca enfrentar a dos personajes con profundas ideologías, lo que hace que el trabajo de Seeley se muestre más débil, pues no cuesta mucho ver las costuras con las que ha cosido esta historia. La ambición de Seeley con este número es hacer a Anarquía más manipulador, más intrigante como enemigo y aprovechar bien sus características e ideas políticas. Anarquía se aprovecha de la gente para que hagan lo que sus aspiraciones precisan y en esto Seeley se muestra muy eficaz. Sin embargo, cuando quiere hacer que el dúo Red Hood y Anarquía resuenen al unísono, se queda corto, no como con Nightwing y Silencio, donde esa sonoridad está bien trabajada y se construye sobre unos cimientos robustos y convincentes. Jason y Anarquía quieren jugar juntos a un juego que les viene muy grande, pues Seeley no acaba de tomarle bien el puso a Jason, cuya necesidad patológica de complacer a Batman es su rasgo más característico, se muestra en todo momento muy superficial. Tan superficial que es el número donde menos detalles se muestran de la boda y con ello no nos referimos a despedidas de boda, anillos etc, sino a que en ningún momento se conocen los sentimientos de Jason por el enlace de Selina y Bruce. Aunque por ser justos el cómic de Batgirl adolece de lo mismo, pero está mejor resuelto en los aspectos que afectan a Batgirl. En cambio en este número, cuyo protagonista es el segundo Robin, esta dejadez no se puede dejar pasar por alto.
El planteamiento de la trama por parte de Seeley deja también mucho que desear pues para poner todo en marcha recurre a una actitud que resulta machista entre Jason y Bruce, lo que de primeras deja un mal regusto en la boca nada más empezar la lectura.
Sin duda el especial menos logrado de todos.
Y por último llega la traca final, el reencuentro entre Harley Quinn y el Joker, donde la disfuncional pareja viene a poner el broche a esta serie de especiales que sirven como preludio nupcial al Batman #50.
Este especial falla en tanto que está ubicado cronológicamente entre los números 48 y 49 de Batman y después del especial Preludio de Batgirl y el Acertijo: Al ser publicado como la quinta parte de estos especiales rompe la secuencia y afea la experiencia de lectura. Superado este obstáculo, que no es el único, lo que queda es un cómic divertido de principio a fin.
Harley ha localizado al Joker, gracias al Acertijo, y quiere hacerle sentirse como una víctima, invirtiendo los roles a los que el Sr. J está acostumbrado. Para ello idea una serie de tretas con las que poder hacerle sufrir. Este es el campo y Seeley lo abona adecuadamente a fin de que la cosecha sea abundante y satisfactoria, en lo divertido, pero no así en lo interesante.
Seeley aprovecha este escenario para reflexionar sobre la relación de Harley y el Joker, como si de un reflejo distorsionado de la relación de Selina y Bruce se tratara. Hace todo un recorrido por su pasado, mientras nos los muestra enzarzados en una discusión sin fin. El Joker de víctima es todo un descubrimiento y Harley lleva la voz cantante durante todo el número, acaparando la atención que merece gracias a lo bien que Seeley la escribe.
Sin embargo, si que hay algo de lo que peca la historia y es de intrascendencia, pues no hay tensión alguna, no hay consecuencias derivadas de los acontecimientos narrados, ni para la boda ni para los protagonistas, quedando todo el conjunto muy superficial al terminar todo de la misma forma que empezó. Un cómic al que le falta sustancia, vitaminas y minerales, sabor, en resumidas cuentas, que divierte, pero no es capaz de ir más lejos en lo que a fondo se refiere.
Para completistas
Guion - 6.5
Dibujo - 8
Interés - 6.5
7
Cinco especiales que en conjunto quedan irregulares y que no acaban de ser del todo relevantes para el global de historias a leer antes del Batman #50.
«Prelude to the weeding»
Desde luego que weed es lo que deben fumarse algunos en Burbank para haber sacado adelante eso… xD
Son tebeos entretenidos y bien dibujados, pero extremadamente prescindibles y carentes de interés, especialmente conociendo el desenlace de la «boda».
La RAE va a cambiar la definición de «sacacuartos» para poner sólo las portadas de estos cómics.