Reseñas DC: Suicide Squad #1

 

Edición original:Suicide Squad #01.
Guión:Rob Williams.
Dibujo:Jim Lee, Jason Fabok.
Entintado:Scott Williams.
Color:Alex Sinclair.
Formato:Grapa, 24 páginas.
Precio:2,99 $.

 

Con Rebirth todas las cabeceras de DC han recibido su correspondiente relanzamiento. Tras un número especial en el que se presenta la nueva colección, ahora nos llega el primer número de la remodelada Suicide Squad de manos del guionista Rob Willimas y el dibujante Jim Lee.

Williams es un escritor forjado en Marvel, con trabajos tan dispares como Daken, El Motorista Fantasma o Thanos, aunque ya había realizado trabajos previos en DC, Martian Manhunter o el especial del Harley Quinn and Suicide Squad con motivo del día de los inocentes del primer día de abril, donde ya colaboró con Jim Lee.

Con el equipo creativo definido, aunque hay que matizar que a Lee lo veremos de forma esporádica dados sus otros compromisos profesionales dentro de la editorial, toca analizar que nos ofrecen en este primer número.

Lo primero es que estamos frente a un número algo insulso, no por lo que se nos cuenta, sino por cómo está estructurado. El cuaderno incluye dos historias, una de 12 páginas donde el dibujo corre a cargo de Jim Lee y otra en la que el artista encargado de dibujarla es el gran valor en alza Jason Fabok. Por tanto, aunque ambas historias están guionizadas por Williams, el número queda algo desestructurado. Tenemos la historia principal, una que no es sino la simple puesta en marcha de la misión del Escuadrón, con un resumen de lo ya visto en el número especial Rebirth, para pasar a leer una historia centrada en uno de los personajes más carismáticos del grupo, Deadshot.

De la primera parte hay que remarcar que introducir a los mismos miembros que se ven en la película, buscando esa extraña simetría que parece imperar ahora entre la versión cinematográfica y la versión en papel, no termina de funcionar. La razón más obvia es que la lectura del cómic se contamina con acontecimientos que un lector que llegue al cómic desde la película puede dar por sentados, como el papel de Katana o la relación entre Flag y Moone. Otro de los problemas de tener a esta alineación es que se pierde el factor de impredecibilidad que impregnaba a la serie original cuando estaba en manos de Ostrander. Resulta complicado esperar ver bajas en las misiones cuando estás trabajando con personajes de tanto peso que, además, tienen su correspondiente contrapartida en el celuloide.

Nos quedamos de esta forma con una historia relajada, sin apenas caracterización, que pone al grupo en órbita y cuya única baza para hacerlo relevante es como el guionista se divierte al centrarse en los efectos secundarios derivados de un descenso suborbital.

Puede que la historia la dibuje Jim Lee, cuyo trabajo peca de la misma irregularidad a la que nos tiene acostumbrados, salvo que en este caso su estilo refleja mejor el arenoso entorno que rodea al Escuadrón, siendo el resultado final mejor que el que se pudo ver en la Liga de la Justicia. Lee hace tiempo que es más un reclamo, un dibujante anzuelo para cualquier colección, ya que su efecto en cualquier serie se deja notar en las ventas y su elección para trabajar en este cómic es acertada y del todo lógica… al menos hasta que uno ve el trabajo de Fabok.

Y es que es esta segunda historia la que rescata este número del bostezo y nos lleva hacia el terreno de la caracterización al centrar su atención en el pasado de Deadshot y la turbulenta relación con su hija. De nuevo los paralelismos con la versión cinematográfica son más que evidentes, pero aquí no resultan un problema ya que se centra en lo ya preestablecido para concretarlo más y mejor en el cómic.

Williams tan solo necesita 8 páginas para hacernos un retrato psicológico de Lawton con el que estructurar perfectamente al personaje para el lector, definir sus motivaciones, su forma de ser, mientras es capaz de ofrecer la acción justa y necesaria. Así que cuando uno lee esta historia, tras leer la principal, se da cuenta de que Williams va a poder hacer muchas cosas en la colección y que tal vez juzgar duramente este número no sea del todo justo. También es inevitable plantearse la pregunta eterna de cuanta influencia tiene Jim Lee sobre los guionistas a la hora de desarrollar una historia. Resulta muy fácil comparar ya que por un lado tenemos una con un Rob Williams muy eficaz y centrado, mientras que en el otro lado nos encontramos a un Williams más preocupado por la acción que por la caracterización. Si las sospechas ya eran antes grandes, ahora resultan sobrecogedoramente evidentes.

Lee es un arma de doble filo en cualquier colección en la que trabaja. Por un lado, tiene tirón, por otro, castra a los guionistas de tal forma que llegan a perder su propia identidad. Tan solo nos queda poder esperar a los siguientes números para ver si Williams es capaz de desarrollar más todo el potencial que tiene detrás de estos villanos con aires de grandeza, para centrarse menos en el refrito de lo básico y más en la interacción entre los personajes, añadiendo caracterización y evolución.

Trabajo prometedor, porque es a lo que debemos aferrarnos visto lo visto en este primer número, donde hay una de cal y otra de arena, una historia que se supone es la primera piedra de algo más grande, para después llevarnos de la mano a una magnífica historia de desarrollo individual del personaje. Así que en conjunto tenemos un poco de todo. Jim Lee dibujando tal y como sabe hacerlo, sin nada reseñable que añadir, Jason Fabok en estado de gracia y Williams como maestro de ceremonias intentando coserlo todo de forma que quede todo bien zurcido.
Es necesario algo de paciencia para ver donde nos lleva el segundo número y ver si al final las historias cortas dominan la función o la historia larga acaba por tomar el control de la colección.