Reseñas DC: Suicide Squad/The Banana Splits Special #1

 

Edición original: DC Comics
Guión: Tony Bedard, Mark Russell
Dibujo: Ben Caldwell, Howard Porter
Entintado: Mark Morales, Howard Porter
Color: Jeremy Lawson, Steve Buccellato
Formato: Grapa, 48 páginas
Precio: $4.99

 

La iniciativa Hanna-Barbera, que se prometía como una actualización en cómic de los clásicos personajes de la productora de animación, puesta en marcha por DC Comics el año pasado, ha resultado ser bastante irregular, dando lugar a series geniales como The Flinstones del brillante Mark Russell, pero también a otras series más fallidas como Scooby Apocalypse, entre otras. Con el objetivo de seguir fomentando esta iniciativa, DC Comics ha publicado recientemente unos crossovers especiales de número único con algunos personajes clásicos de Hanna-Barbera que no habían aparecido todavía en la editorial compartiendo aventuras con otros personajes del universo DC. Hemos hecho reseña ya de Adam Strange/Future Quest, Green Lantern/Space Ghost y Booster Gold/The Flinstones, y ahora le toca el turno a Suicide Squad/The Banana Splits Special #1.

Y posiblemente algunos os estaréis preguntando, ¿Quiénes son los Banana Splits? Porque yo honestamente he de confesar que no los conocía. Pues bien, se trata de un grupo de animales que viven aventuras y cantan canciones como si fueran una banda de música compuesta en este caso por cuatro animales, a lo músicos de Bremen: un león, un perro, un elefante y un mono. Estas aventuras fueron emitidas como una serie de animación e imagen real con el título de El show de los Banana Split a finales de los años 60 durante dos temporadas y con un total de 31 capítulos emitidos. Y bueno, en DC Comics se le ocurrieron la genial idea de cruzar a este grupo de adorables y cantores animalitos con los macarras del Escuadrón Suicida, en un claro y suponemos deliberado contraste ¿Saldrá algo bueno de ahí?

Tony Bedard nos presenta una sencilla historia en la que los Banana Splits son detenidos y encarcelados por un supuesto malentendido por las fuerzas de Amanda Waller, quien los utilizará por muy forzados y ridículos motivos para rescatar a los miembros del Escuadrón Suicida de una misión en la que se encuentran separados y desamparados, y en concreto: Deadshot, Katana, Killer Croc, Rick Flag y, como no podía ser de otra manera, Harley Quinn. La misión consiste en destruir a unos robots construidos para neutralizar metahumanos que se han revelado contra sus creadores tomando la fábrica y amenazan con destruir el mundo, así sin miramientos. Estas robots, en femenino, son unas en apariencia adorables niñas que son nada más ni nada menos que las Sour Grapes, compañeras de baile, antagonistas y rivales clásicas de los Banana Splits. ¡Toma referencia! Pero lo cierto es que más que otra cosa, parecen niñas de El pueblo de los malditos.

Si el objetivo del guionista era convertir a los Banana Splits en unos macarras similares al Suicide Squad, desde luego no lo ha conseguido, ni aún con las escenas de violencia, que en realidad es una palabra demasiado fuerte para definir lo que se nos muestra en el número. Solo funciona de manera muy secundaria y residual el breve team-up entre Harley y el elefante, que en algún momento si puede parecer un badass a la altura del grupo de DC Comics. Pero no he conseguido conectar en ningún momento ni con los personajes, ni con el humor de los mismos, demasiado infantil y tontorrón para mi gusto. Quizás por mi desconocimiento de los personajes de Hanna-Barbera, no han conseguido conmigo despertar el factor nostalgia, también con ello me he podido perder algunas referencias o guiños, quién sabe, pero el caso es que es una historia muy sencilla, absurda e insulsa, cuyo único factor potencialmente estimulante es el volver a ver a estos adorables personajes tras tantas décadas. Ahora, el cruzarlos con los componentes del Escuadrón Suicida no tiene ningún sentido, ni aún con intenciones deconstructivas y de reactualización de los personajes como es el caso, ya que no lo han conseguido ni de lejos.

En el apartado artístico tenemos a Ben Caldwell al dibujo, Mark Morales al entintado y Jeremy Lawson al color. A Caldwell le conocemos muy bien por sus trabajos de ilustración en libros infantiles, así como también en cómic, siendo lo más reciente y destacable su trabajo en la excelente e inédita en España Prez, de lo mejor que dio el ya pasado DC You. Caldwell hace un trabajo correcto y muy acorde al tono suave del número, mucho más en sintonía con los Banana Splits que con el Escuadrón Suicida, por lo que el estilo cartoon e infantil del autor le viene que ni pintado, nunca mejor dicho.

Al final del número tenemos básicamente lo mejor, la backup story, que es en este caso un avance de The Snagglepuss Chronicles, una nueva colección con el genial Mark Russell como guionista, Howard Porter como dibujante y Steve Buccellato como colorista que pretende reinventar el clásico felino rosa de Hanna-Barbera en una especie de Tenesse Williams sureño ambientado en los años cincuenta y en la que reflexiona sobre la sociedad y el modo de vida americano mientras se enfrenta a la caza de brujas de comunistas tan propia del país norteamericano en aquella época. En apenas siete u ocho páginas, Russell demuestra mucha más maestría deconstruyendo y actualizando de alguna manera a un personaje clásico de Hanna-Barbera que Bedard en todo el número de los Banana Splits. Y como no, Howard Porter da la talla una vez más. Deseando estoy de que llegue esta prometedora serie.