Reseñas DC: The Dark Knight III: The Master Race

 

Edición original: DC Comics.
Guión: Frank Miller y Brian Azzarello
Dibujo: Andy Kubert
Entintado: Klaus Janson
Color: Brad Anderson
Formato: Grapa, 48 páginas.
Precio: 5.99$.

 

The Dark Knight III: The Master Race es un cómic que permite asumir dos visiones muy diferentes. Dos visiones que pueden hacer cambiar al lector su percepción de la calidad del tebeo que tiene entre manos. Por un lado, es un cómic, así a solas, fantástico. El comienzo de una historia de Batman como debería ser el comienzo de una historia de Batman en la que además aparecen reflejados otros personajes de su entorno. Por ello, Wonder Woman tiene su trozo de la historia, interesante como siempre pues buen conocedor es Brian Azzarello de su legado, así como su hija Lara o la Comisaria de Gotham. En general, la historia tiene misterio, acción, violencia y unos diálogos interesantes. Le sobra un poco de ese bla, bla, bla autocomplaciente en el que sus personajes se sumergen con profundos monólogos que normalmente no interesan demasiado, pero aún así tiene gancho, garra y suficiente fuerza como para sostenerse como un primer número que sirve como propulsión a una historia que durará otros 7 volúmenes. A esta percepción ayuda el dibujo del mejor Andy Kubert que hemos visto en años, capaz de deslumbrar con el retrato de una Wonder Woman Milleriana, unos paisajes aztecas deslumbrantes o un Minotauro que quita el hipo. El color de Brand Anderson podríamos decir que es uno de los mejores trabajos del año en el lado mainstream, al igual que las tintas de un incansable Klaus Janson que vuelve a sorprender gratamente sea con el dibujante que sea.

Sin embargo, hay una visión que empaña este cómic: su condición de secuela de The Dark Knight. Sí, desde luego que este tebeo continúa las aventuras que vimos en The Dark Knight Strikes Again, no cabe duda de ello, pero no vemos aquí, ni por asomo, nada de lo que hizo grande a los anteriores cómics. El guión, si bien contiene guiños a sus predecesoras como los presentadores de las televisiones hablando al comienzo del cómic, nada tiene que ver con las anteriores obras de Miller. Donde antes teníamos monólogos llenos de mensajes subliminales y rabia, aquí tenemos los típicos monólogos que podemos ver en 15 cómics diferentes justo esta misma semana. Donde antes teníamos locura ahora tenemos serenidad. Y donde antes teníamos diálogos brillantes repletos de crítica social y una visión política inconfundible, aquí tenemos el doloroso vacío de la indiferencia ya que deja entrever como propósito el presentarnos una aventura más. ¡Incluso el cliffhanger final nos lo olíamos desde que se anunció la obra en agosto!

Y sí, echo de menos a Frank Miller en los lápices. Echo de menos su oscuridad, su falta de detalle, su trazo imperfecto. Echo de menos ese lado macarra que aquí no existe por ningún lado. Siento como si el dibujo de este cómic lo hubiera hecho el empollón de la clase en lugar del último de la fila que fumaba cigarrillos en el recreo, como si ocurría en las obras anteriores. Y aunque hay violencia, la considero escasa. ¿Alguien se acuerda de como le quedaba la cara a Carrie Kelley tras recibir una tremenda paliza a manos de Dick Grayson?

Busco algo rompedor, algo que mueva mis entrañas en este cómic como hicieron sus predecesores y no lo veo por ningún sitio. Comentaba mi compañero Sergio Robla entre bambalinas que estamos ante una kubertizacion de la obra de Miller que tiene puestas las miras en expandir el universo de The Dark Knight convirtiéndolo en un episodio más y no puedo estar más de acuerdo. Es posible que el mundo del cómic se haya convertido en una enorme caja fuerte donde guardar los dólares de los lectores, pero yo juraría que antes apelaban más a mi pasión que a mi cartera. Probablemente lo que soy es un viejo iluso.