The Ruff & Reddy Show es el título de una serie de animación de finales de 1957 que tiene el honor de ser la primera serie de Hanna Barbera en ser producida para la cadena NBC. Su andadura televisiva acabó tras tres temporadas y 50 episodios, en los que el inteligente gato, Ruff, colabora con su amigo, Reddy, un perro bondadoso, algo tontorrón, en un serial emitido los sábados por la tarde para deleite de los más pequeños. La serie se alejaba del clásico estatus de rivalidad entre un perro y un gato, haciendo que Ruff y Reddy fueran dos grandes amigos a los que les pasaban todo tipo de situaciones cómicas que solucionaban trabajando en equipo.
DC lleva un tiempo rescatando estas series de antaño y sometiéndolas a un severo lavado de cara con el que actualizar el concepto y publicar nuevas series o miniseries de comics. Ruff & Reddy Show responde a esta iniciativa y se une a otras tan relevantes como Los Picapiedra, Future Quest o Wacky Raceland, con los que DC recupera a unos personajes que son parte de la historia de la televisión de innumerables países.
Ruff & Reddy Show es el primer número de una miniserie de seis números a cargo del guionista y dibujantes, Howard Chaykin, y el dibujante Mac Rey, encargados de dar forma a esta revisión del concepto lanzado hace sesenta años.
Chaykin es un autor de sobras conocido y verlo involucrado en este proyecto puede resultar muy chocante para sus seguidores. Chaykin siempre ha realizado proyectos muy personales y adultos, como La Sombra o Modesty Blaise, pero que no nos engañe que trabaje con dos animales antropomórficos venidos de un show infantil, ya que Chaykin enfoca la serie desde un punto de vista diferente y alejado por completo del público infantil.
La miniserie empieza mostrándonos la carrera pasada de Ruff y Reddy, plagada de éxitos, que ven como su popularidad se va diluyendo progresivamente hasta caer en desgracia debido a un incidente en el que un niño sordomudo lee los labios de Ruff durante uno de sus capítulos en el que el gato profiere una serie de improperios que desatan las iras de los productores. El dúo se ve en la calle empezando así una nueva vida hasta ahora inédita para ellos.
Con este manido planteamiento se pone todo en marcha y Chaykin demuestra más bien poco de su talento. Su guion no deja de ser procedimental, donde usa todos los recursos clásicos para plantear la historia, pero sin llegar a captar nuestra atención de forma clara. Sus trucos narrativos, no por ser trucos en sí mismos, sino por ser trucos usados de forma estándar que acaban por ser tan evidentes que ni los chistes y el humor negro con el que intenta impregnar a la historia consigue que remonte medianamente.
Lo más interesante de este primer número son dos cosas. La primera es el uso que hace Chaykin de la televisión como método para introducirnos en situación, realizado con maestría y certero ojo. Lo segundo, el dibujo de Mac Rey que resulta muy llamativo, por centrarse en la figura humana y la de los protagonistas antropomórficos, denominados cemites en la historia, ignorando todo el contexto que hay detrás de ellos. Lo que importa son los personajes, lo demás puede ser rellenado por el lector o simplemente ignorado. El conjunto gráfico, al que hay que añadir el color como elemento texturizador y de volumen, logra que esta obra resulte interesante por su parte visual y no por su parte narrativa.
Estamos frente a un primer número que nos deja entrever lo que vamos a poder encontramos en los siguientes números, pero no genera de verdad mucho interés al respecto. Y un número uno incapaz de generar interés al lector es algo malo, muy malo. Este trabajo parece realizado en automático por parte de Chaykin, siendo precisamente por ello por lo que se le ha de juzgar de forma muy distinta a si estuviera escrito por otro escritor con menos recursos y experiencia.
Solo queda encomendarnos y esperar que en los siguientes cinco números Chaykin sea capaz de sacar su vena más intensa, dura, ácida y capaz, con el fin de remontar un inicio que resulta más anodino que interesante.
Guion - 5
Dibujo - 8
Interés - 5
6
A medias.
Un arranque pobre, sin garra y que no despierta demasiado interés.
