Reiniciando sistemas…
Un año después de los disturbios de Rodney King, en 1993, bajo el paraguas de DC Comics, se lanzó al mercado una nueva línea editorial, denominada Milestone, impulsada por el tristemente fallecido Dyawne McDuffie, con el objetivo de dar espacio a nuevos héroes y heroínas subrepresentados en el cómic. Casi treinta años más tarde, Hardware regresa y lo hace con la misma relevancia cultural que a principios de los años 90, de la mano de Brandon Thomas, al que pudimos leer en Future State: Aquaman, para vincular el concepto de Hardware con el movimiento Black Lives Matter.
Tras los relanzamientos de Static e Icon and Rocket, le llega el turno al que puede ser considerado el epicentro del universo Milestone. Y lo hace tras lo que se pudo leer en Milestone Retunrs: Infinite Editon Zero. Recordemos que un gas experimental, creado por Industrias Alva, cuya función era el control de multitudes, generó lesiones de todo tipo y/o poderes a algunos de los ciudadanos de Dakota.
Y es que Hardware se asienta sobre la triste realidad de los que ostentan el poder y niegan cualquier oportunidad a todos aquellos que no lo tienen, con especial virulencia en las minorías. Thomas arranca su historia con Curtis Metcalf huyendo de la ley al ser incriminado por el empresario Edwin Alva, mentor de Curtis, que espera asuma su papel de manera sumisa, por todo cuanto le debe. No en vano Alva fue, como bien se presenta en este número, el que facilitó a Melcalf su formación y las oportunidades necesarias para ser el hombre que es hoy en día. Unas oportunidades que tal y como le fueron dadas se le pueden quitar y que para Alva tienen un precio.
La trama se narra desde dos puntos de vista, el de Alva que se enfrenta al del propio Metcalf. Una historia en la que se siente muy cómodo Thomas, pues la dupla que se forma entre mentor y protegido es siempre compleja, como una deformación de la que da el ADN entre padres e hijos, como paradigma de un conflicto social más amplio.
Con dos narradores la información que llega al lector en esta primera entrega es enorme. Lo hace tan orgánicamente que los lectores, sean veteranos o nuevos, se familiaricen con los protagonistas de forma muy dinámica. La tensión entre ambos se puede sentir en todo momento, estableciendo de manera muy concisa el conflicto que hay entre ambos.
En lo gráfico nos encontramos con dos pesos pesados de la industria. Denys Cowan, que ya estuvo involucrado en la primera encarnación del personaje de 1993, y al veterano Bill Sienkiewicz, que se encarga de potenciar más el ya de por si abrupto y geométrico estilo de Cowan. Ambos logran impactar en cada página, con un diseño de página crudo, lleno de trazos con nervio, oscuros y ásperos, que asientan esa sensación de tensión contenida que el lector espera ver explotar en cualquier momento. Cowan se muestra más fino en su propuesta visual, sin ganar en detalle, y gana en narrativa respecto a su trabajo en Question con Lemire, lo que hace de esta entrega algo verdaderamente especial a nivel gráfico.
Thomas construye un primer número muy potente, frenético incluso, perfectamente flanqueado por los brutales lápices de Cowan y las tintas de un Sienkiewicz en estado de gracia. Un número con el que el lector puede entrar de lleno en la trama y se siente atraído por lo que se plantea desde el primer momento. Un cómic de superhéroes, crudo, directo, con un innegable posicionamiento social y reivindicativo, que se siente necesario y no forzado. Brandon Thomas es un escritor al que seguir de cerca y para muestra este nuevo trabajo.
Lo mejor
• La intensidad con la que se plantea el conflicto.
• Tener a un Cowan hipermotivado.
• El tono reivindicativo.
Lo peor
• Que estos cómics no se vayan a publicar en España.
Guion - 8
Dibujo - 8
Interés - 8
8
Contundente arranque.
Brandon Thomas se consolida como u valor a seguir con este nuevo trabajo en el que sabe aunar a la perfección el género de superhéroes y el cómic más reivindicativo. Una propuesta potente que impacta en lo narrativo y en lo visual gracias a Cowan.
Una auténtica lástima que esto no se publique en España.El arte de Cowan y Sienkiewicz tiene una pinta brutal.