Terapia de choque
«Tú tatuaje es estúpido»
Fue a principios de los años noventa cuando DC apostó por dar espacio en solitario al nuevo Robin, Tim Drake, tras el éxito del que gozó tras su presentación en las páginas del Batman #497 (1990). El éxito llegó a través de tres miniseries previas (1991-1992), que vinieron corroborar lo que ya era un secreto a voces: Tim Drake había llegado para hacer historia.
Una historia que empezó con su serie regular en 1993 y terminó en 2009. La serie regular del personaje más longeva dedicada a un Robin, acababa para dar paso a una nueva etapa en la que Tim asumía una nueva identidad, Red Robin, cediendo el manto a Damian Wayne, hijo biológico de Bruce Wayne y Talia, creación de Grant Morrison durante su etapa con el Hombre Murciélago.
Superar lo que Drake ha logrado editorialmente es muy complicado, pero si hubiera que buscar a un posible candidato a ello, Damian, la fusión de un Jason y un Drake (si se permite uno dicha licencia explicativa y muy simplista), es el indicado para lograrlo.
Tras renunciar a su papel como Robin en las páginas de los Titanes, Damian regresa luciendo un nuevo uniforme, más oscuro, pues viste de negro, rojo y gris, para asumir de forma clara, al estilo Damian, su rechazo frontal a los acontecimientos que desencadenaron la muerte de Alfred y marcar más su distanciamiento de su padre.
La historia que narra el nuevo equipo creativo de la serie, Joshua Williamson al guion, con Gleb Melnikov en los lápices, viene directamente de lo visto en Batman #106 y Detective Comics #1034.
¿Qué línea de trabajo se marca este nuevo equipo creativo para uno de los Robin más carismáticos de la historia de Batman?
Williamson quiere llevar al muchacho a una historia clásica del viaje del héroe en al que, tras ser consciente de la existencia de un torneo de lucha, donde se reúnen los mejores y más letales luchadores del mundo, encaminara sus acciones a lograr ser invitado a viajar a la isla en la que se ha de celebrar el campeonato.
Se trata de un punto de partida extraordinariamente manido. Los lectores pronto se sentirán atrapados en una especie de remake de la película Operación Dragón de Bruce Lee, con un Damian frustrado, pugnando con su ira, mientras se esconde de su familia con extraordinaria efectividad.
Williamson no es un guionista que despierte excesivas pasiones entre los aficionados, pero es un narrador competente, al que le fallan las ideas. Su enfoque para este primer número, con un final que invita a querer saber más, se centra sobre todo en mostrar el nuevo entorno para Damian. La acción se muestra intensa, los diálogos son agiles, aunque algo estereotipados, sin que por ello se resienta la propia historia. Su simpleza es su mejor virtud, pues no hay posibilidad de buscarle dobleces a algo que solo pretende ir del punto A al punto B, en línea recta, para poner en marcha unos acontecimientos que necesitaran de desarrollo para ver si realmente están a la altura de contar algo que tenga especial relevancia.
Damian no en Drake. Con eso en mente es imposible narrar algo que se asemeje a lo que se pudo ver en la serie regular de los años noventa con Drake como protagonista. Damian es tan suyo, tan especial, que es necesario ir más lejos en la propuesta. Sin embargo, es licito poder pedir que hubiera algo más de introspección (que la hay pero sabe a poco) y no un salto directo a la acción de manera tan contundente.
El trabajo que desarrolla Melnikov (Wonder Woman) resulta correcto, fluido y narrativamente dinámico para el tipo de historia que Williamson desea cotar. Su capacidad para mostrar el movimiento ayuda mucho a que la acción se muestre muy orgánica, con un estilo que parece fluctuar mucho entre páginas que en algunos momentos resulta algo desconcertante.
Un primer número resultón, que funciona muy bien como tal, con un Williamson que s siente cómodo, tal vez demasiado, como para mostrar otros aspectos del personaje, pero que sabe explotar las cualidades de una primera entrega para despertar interés. Su objetivo está cumplido, pero queda en el aire ver si el desarrollo posterior da para que Damian termine por dar un verdadero salto cualitativo y cuantitativo como Robin dentro de la mitología de Batman.
Lo mejor
• Directo a grano.
• Damian en estado puro.
Lo peor
• Demasiado directo.
• Punto de partida poco original.
Guion - 6
Dibujo - 7.5
Interés - 7.5
7
Convence.
Un típico primer número que sabe jugar con todas las herramientas necesarias para captar la atención del lector. Sin embargo, se muestra poco trabajo en aspectos más emocionales, quedando el conjunto desequilibrado a la espera de ver como se desarrollan las siguientes entregas.