Regreso al pasado
En 1978 el mundo creyó que un hombre podía volar. (En España hubo que esperar a 1979)
Fue ese año, el 15 de diciembre, cuando las salas de cine recibieron con máxima expectación la película de Superman, con un desconocido Christopher Reeve como protagonista, arropado por grandes estrellas de Hollywood de la talla de Glenn Ford, Marlon Brandon y Gene Hackman. Su presupuesto fue de 55 millones de dólares y su recaudación a nivel mundial llegó a la nada desdeñable cifra de 300 millones de dólares. Crítica y público fueron de la mano en todo momento y hoy en día se la recuerda de manera recurrente cuando se habla de las adaptaciones del personaje a la gran pantalla. Y es que pocas personas hay que no sepan a qué película corresponde la famosa fanfarria compuesta por John Williams para la cinta. Una Música (si con mayúscula) que ha saltado del celuloide al propio imaginario cultural de la sociedad.
Para su realización se valoraron directores de la talla de Francis Ford Coppola, William Fiedkin, George Lucas y Steven Spielberg (que no pudo encargarse del rodaje pues tras su éxito de taquilla con Tiburón, se comprometió a rodar Encuentros en la tercera fase). Finalmente fue contratado Guy Hamilton que tuvo que abandonar el proyecto cuando la producción se mudó a Inglaterra al no poder estar en suelo ingles por más de dos semanas. La razón, estaba perseguido por evasión de impuestos. Aquello provocó que en enero de 1977 se subiera a la producción Richard Donner, que no tardó en desechar todo lo que se había ya hecho hasta entonces. El guion era extremadamente largo y el humor que se usaba le resultaba molesto pues hacía que todo pareciera una parodia. El guion fue reescrito por Tom Mankiewicz que no fue acreditado como guionista en los títulos de crédito de la película, apareciendo como consultor creativo…
Pero no es este el sitio para continuar desgranado el tortuoso camino que se tuvo que recorrer para que la película se rodara, siendo esta introducción tan solo una forma de contextualizar lo que este número uno, escrito por Robert Venditti, y dibujado por Wilfredo Torres, persigue.
Como ya sucediera con Batman 89, en este primer número se traslada al lector a finales de 1978, continuado la historia de Superman tras lo que se pudo ver en el film. No en vano, hay que regresar de nuevo a los entresijos de la maquinaria de Hollywood pues lo que retoma Venditti es la idea de una quinta cinta, con Reeve de nuevo, donde se ignoraba lo contado en la tercera y cuarta parte, con la aparición de Brainiac. Un guion con demasiadas aspiraciones que implicaba unas dificultades tan grandes que su viabilidad fue puesta en entredicho. Y el proyecto se perdió.
Y es que en esta entrega el relato que se pone sobre la mesa no es otro que la llegada de Brainiac a la Tierra, para explorar, mediante sondas, el estado del planeta e informar a su dueño. Que la sonda se tope con Superman no hace sino poner en marcha los mecanismos necesarios para que Braniac ponga su atención en la primitiva Tierra y en concreto en la figura de Superman, considerándolo una especie invasora.
La historia arranca con el objetivo de familiarizar a los lectores con los personajes, asentar el tono, potenciar los mitos básicos de la cinta, sin despegarse de los aspectos más representativos de la película. Para ello, Torres, se afana en trasladar las facciones de los actores a las viñetas y así reviven ante nuestros ojos, Reeve, Kidder, Brandon, sin buscar el fotorealismo, sino más el detalle fino y sutil que los definía en sus interpretaciones. Este enfoque visual hace recordar lo que Donner repetía una y otra vez cuando se le preguntaba por esta película: verosimilitud.
Y esa verosimilitud empieza por mostrar a Lois y Perry aleccionando a Clark por no ser un reportero más audaz, más intrépido, pues las mejores noticias no llegan a la redacción solas. Mostrar un entorno profesional, tan estresante, como algo amablemente familiar es lo que más traslada al lector a la cinta de 1978. Venditti no construye un relato complejo, ni siquiera se sustenta sobre las actuales técnicas narrativas, sino que retrocede en el tiempo para recuperar ese tono de finales de los años 70 y principios de los 80, donde los superhéroes estaban comenzando a recuperar la fuerza de antaño.
Estamos frene a una Metropolis que irradia vida gracias a los colores de Jordie Bellaire, que iluminan la ciudad para proyectar esa aura de magnificencia que da una urbe que tiene como héroe a Superman. Su arquitectura, su gente y sobre todo Clark que se mueve de forma torpe, siempre bondadoso, con cierto toque de incomodidad, portando su gabardina y sombrero, mientras acarrea sus dudas y las proyecta como parte de su disfraz a quienes le rodean. Y ahí es donde Venditti, fan declarado de esta versión del personaje, se lanza de lleno, libre de las ataduras del presupuesto, a contar una historia que perfectamente se siente capaz de saltar al celuloide. Su sencillez en el planteamiento, su fluida narrativa y con las aspiraciones muy claras, se erige como una muestra visual en la que no todo está supeditado a la trama y si a los personajes.
El guionista de Hawkman hace uso de lo patético, del humor y del heroísmo de la misma forma que Donner trasladó a la pantalla toda la fuerza de Superman en un todo electrizante. Y es que es inevitable no oír en la cabeza las notas de Williams cuando Clark se quita la camisa para salir al encuentro de la sonda de Brainiac. Y que algo así ocurra es sin duda porque es una historia, un principio de historia, que se entiende de alguna forma, como algo más que una simple historia. Es una forma de recuperar el pasado en la segunda década del siglo XXI, para que sigamos creyendo que un hombre puede volar.
Hay que señalar, para terminar, el tributo que se rinde en este cómic a Richard Donner, que nos dejó recientemente, uniéndose a los ya tristemente fallecidos Reeve, Kidder, Brandon y Ford. Un tributo que no solo está reflejado en el trabajo de Venditti y Torres, sino en forma de foto y recuerdo sincero y sentido hacía una de las figuras más importantes del cine.
Lo mejor
• El tono que Venditti logra dar a la historia.
• Un trabajo mayúsculo de caracterización.
• Oir la música de Willimas en cada viñeta en la que sale Superman.
Lo peor
• Que la sencillez de su propuesta pueda apartar a algunos lectores de esta miniserie.
• Sabe a poco esta primera entrega.
Guion - 7.5
Dibujo - 8
Interés - 9
8.2
Un canto al pasado.
Lo que podría haber sido un ejercicio cargado de empalagosa nostalgia, se erige como un homenaje a una de las películas más relevantes del género. Un trabajo que abre la senda a una excelente miniserie en la que se recuperan muchos de los valores de aquel film de 1978 en la que todos pudimos creer que un hombre podía volar.
Qué película , por dios. Cómo nos marcó a los que éramos niños a finales de los setenta. Y sigue funcionando hoy en día, ¿eh? Estas mismas vacaciones se la puse a mis hijos nacidos bien entrado el siglo XXI, digo, a ver cuánto duran … enterita que se la tragaron, y tuve que ponerles la segunda parte, porque querían ver a Superman luchando contra los tres malos que salen del cristal XD
Pues ganazas me has dado Gustavo. Ademas Torres parece haber mejorado mucho desde Jupiter’s Circle, q es lo último que le había visto…
Buena reseña, Gustavo! Si estas versiones siguen adelante, ahbría que empezar a plantearse un crossover Batman’89, Superman’78, Batman’66, Wonder Woman’75….
Un poco off-topic y al hilo del debate que se suscitó en la reseña del nº1 de Batman’89, me pregunto dos cosas: ¿Qué película ha envejecido peor, Superman’78 o Batman’89? y ¿qué película puede considerarse más fiel al cómic?
Dudas agostiles…
Una parte de tu deseo ya esta cumplida en la serie limitada de 4 numeros Batman ’66 conoce a Wonder Woman ’77, de Andreyko y Jeff Parker. Que por supuesto no se publicara por aqui…