Red Hood / Arsenal #1, por Jordi Molinari
En un primer número, es importante no cometer errores. Cierto es que no siempre un primer número magnífico, se puede trasladar al resto de la serie. Y que no hacer un buen primer número, no significa un desastre de serie, pues la cosa cuando arranca de verdad, la calidad puede estar muy por encima. Pero la gente siempre intenta ponderar los siguientes números con respecto al primero, y si fallas allí, costará mucho recuperar a la gente aunque la cosa mejore. Un error, puede llegar a ser fatal. Es algo que vivió Scott Lobdell en el primer número de Red Hood and the Outlaws. La mayoría de elementos sumaban en positivo, excepto uno, la interpretación – tanto en actitud como visual – de Starfire. Seguramente la polémica en su momento hubiera sido menor, de no haber coincido con el Catwoman #1, con su infame cliffhanger que mostraba sexo entre Batman y Catwoman. Y poco importó que a medida que Red Hood and the Outlaws avanzaba, se mostrase cuan erróneo había estado la gente sobre cómo se trataba a Kori. Quedará a la opinión de cada lector, de ver si fue un fallo de presentación, o Lobdell se vio obligado a rectificar por las feroces críticas. En cualquier caso, la beneficiada fue Starfire. Y los lectores que pese a lo ocurrido en el primer número, decidieron valorar los puntos positivos, vieron como la cosa iba mejorando arco a arco. Tanto fue así, que cuando fue relevado en la serie por James Tynion IV, la cosa empeoró tanto, que ante la salida de Superman – una etapa que una parte de la fanaticada de Superman, reivindicamos como más que digna pese a los problemas que hubo -, y el fin del suplicio para muchos aficionados en Teen Titans, DC Comics decidió devolverle donde los aficionados si estaban a gusto con su trabajo, y pudo salvar la serie y darle un cierre digno.
Tan contento está DC Comics como los aficionados en su trabajo en esa serie, que en DC You le dejan volver a tomar las riendas del 66% del equipo. Kori ha abandonado el grupo, para poder encontrar su sitio en el nUDC, y estrena serie individual. Y con ello, Arsenal iguala en protagonismo a Red Hood, y Scott Lobdell nos presenta la nueva dinámica en Red Hood/Arsenal #1. Y por lo tanto, este primer número se trata de elevar la posición de Roy Harper. Si me permitís el anglicismo, se podría describir como un Arsenal featuring Red Hood. Pero todo el mundo conoce a Jason Todd, ya fue el principal cabeza de cartel para vender la anterior serie, y aquí seguirá teniendo un peso importante. Pero Jason y Roy son amigos, compañeros, no era Red Hodd el jefe, junto a un puñado de forajidos. Esto no es Batman and the Outsiders, para lo bueno y para lo malo que esto conlleva. Esto es algo que se deja claro a nivel de trama, aunque es posible que también el autor lo haga para nuevos lectores de la serie. Quienes hemos vivido las aventuras de RHATO ya conocíamos la dinámica, pero está bien poder ver las formas de trabajar, sus personalidades, y porque encajan tan bien juntos, por una combinación de similitudes y diferencias.
El trabajo de Scott Lobdell es el esperado, en la línea de la anterior serie. Con Starfire fuera de juego, no hay ningún elemento para que los aficionados más sensibles, se le puedan tirar al cuello al guionista. Pero quizás Kori era un elemento necesario, porque da la sensación que le falta algo más a la serie. Quizás por ser una serie dual, y centrarse tanto en sólo uno de ellos. Aunque la última página, nos promete diversión de la buena, y ahí es donde reside el otro cambio en la serie. No es que antes destacara por la seriedad, pero parece que ahora se potenciará más aún el no tomarse tan en serio, sin convertirse en una serie de humor absurdo. Otro cambio evidente es en el apartado gráfico. Red Hood and the Outlaws empezó con el estupendo Kenneth Rocafort. Durante la olvidable etapa de James Tynion IV, tuvimos un estilo más sucio con Julius Gopez. En el breve arco de Will Pfeifer, tuvimos a Rafa Sandoval. Y en el regreso de Scott Lobdell, a R.B. Silva, uno de los dibujantes más infravalorados de los Nuevos 52. Ahora, esta nueva serie cuenta con Denis Medri, quien le viene como un guante al guionista para el nuevo estilo que quiere implementar. O quizás la influencia ha ido a la inversa. En cualquier caso, se agradece un estilo más alejado de lo habitual, aunque sin desentonar con según que dibujantes, aunque habrá quien le cueste adaptarse a los nuevos peinados de los protagonistas. En resumen, esta nueva serie no es algo rompedor con la anterior. Es más bien la continuación natural, con todos los elementos que esto conlleva. El número es disfrutable, uno puede cogerles cariño a los protagonistas, y puedes sentir interés en continuar leyéndola. Aunque carece de nada que realmente te enganche, en caso que sea tu primera aproximación al trabajo de Lobdell con Red Hood y Arsenal, o que ya le hubieras dado una oportunidad sin éxito en la anterior serie. Ahora con menos presión editorial, el guionista debería poder trabajar más cómodo, aunque esperemos que esto se traslade a mejores aventuras, y no un mayor relajamiento en cuanto a calidad ofrecida.
Starfire #1, por Tomás Martínez
Me comentaba hace poco Sergio Robla un dato curioso: durante los meses de Convergence, sería el primer mes en el que Jimmy Palmiotti no escribiría un cómic para DC Comics en 14 años. Eso quiere decir que es un escritor que siempre ha estado ahí, sin hacer demasiado ruido, escribiendo de forma regular y sin hacer mucho ruido, pero ahí al fin y al cabo. No se puede hablar de que haya tenido un éxito rotundo pero tampoco se puede desmerecer nada del autor de Jonah Hex o Batwing. Sin embargo, ahora abonado en el terreno de la comedia junto con su mujer, Amanda Conner, quien parece más entregada a los guiones que al dibujo, goza de un éxito en su carrera sin precedentes gracias a su trabajo en Harley Quinn, lo que le ha llevado a establecer buenos lazos tanto con los lectores como con la editorial y, siguiendo en esa senda argumental, ha sido designado para escribir en este pequeño relanzamiento la serie de Starfire.
El resultado es poco más del esperado, la verdad. Si su Harley Quinn ha venido tenido un éxito bastante interesante en terreno americano, sería de necios negar su existencia. Así pues, y fruto de ese “si esto tiene éxito, vamos a repetirlo hasta la saciedad” que tanto triunfa en cualquier industria artística que se precie en la actualidad (y ya no solo americana), Starfire viene a ser más de lo mismo. Vamos, que si te gustó Harley Quinn, verás en Starfire tres cuartos de lo mismo. Y son tres y no cuatro porque hay diferencias, sin duda. Esta serie es quizás menos desenfadada, como si la pareja de guionistas tuviera cierto respeto al personaje y hubiera decidido no dejar que la locura pueble sus páginas sin más. Establece además una acción distinta, más sci-fi, si se me permite el término, que de momento no ha podido lucirse del todo y que sólos e ve en las primeras páginas del cómic.
Da la impresión, sin embargo, de que este cómic podría ser de Starfire como de cualquier “extraterrestre que pasaba por ahí”. Es difícil creer que un personaje como éste, con casi 40 números de Red Hood and the Outlaws a sus espaldas (que no me he leído, eso sí), no sepa lo que es un dólar o no sepa ni siquiera que la gente se sienta a tomar cerveza en un bar o a comer en un restaurante. Palmiotti y Conner tratan al personaje como si acabara de llegar a la tierra. Su compañera detective le enseña todo y ese parece ser el eje de un cómic que basa toda su fuerza en una premisa un tanto desconcertante. Aciertan eso sí con la narración al comienzo del cómic del origen de Starfire cara a nuevos lectores y que cuenta con unos lápices espectaculares de Emanuela Lupacchino.
La dibujante italiana, que poco a poco se va haciendo un hueco en la industria americana gracias a su calidad, desconcierta en su aparición en esta serie. Si, como decía, comienza el prólogo de manera fantástica dibujando toda la acción que conlleva el origen del personaje protagonista, sus lápices se desdibujan en el resto del cómic, donde se van mostrando una tras otra situaciones cotidianas de Starfire adaptándose al mundo. Ahí es cuando sus lápices pierden, pues uno de los fuertes de la dibujante son las escenas de acción, donde se ven muchos personajes. Quizás por eso podríamos decir que lucen mucho más en el último arco de Supergirl que aquí.
No son por ello desmerecedores sus dibujos y es que la italiana se encuentra en una posición de privilegio y en un momento en el que la dibujante puede convertirse en uno de los puntos fuertes de la editorial. Y así, al igual que la serie que hoy reseñamos, puede ir caminando por el boscoso mundo editorial sin hacer demasiado ruido que, al final, la calidad y el buen hacer siempre acabarán reluciendo.