Batman de 16 bits
Inauguramos una nueva sección en Zona Negativa. Una nueva sección que llegarÁ puntal una vez al mes y cuyo objetivo es el rescatar obras de antaño, publicadas en España, pero que no han disfrutado de ninguna nueva edición en nuestro país. Obras con años a las espaldas y que encierren en su interior peculiaridades que las hagan de alguna forma especiales y con las que podamos recordar aquellos días en los que las cosas eran de otra forma. Y para arrancar este primer mes no trasladamos a 1990, hasta aterrizar en una obra que cumple con creces todo lo expuesto: Batman – Justicia Digital.
Hoy en día hablar de gráficos generados por ordenador, animaciones y modelado por ordenador, así como retoque fotográfico y color por ordenador, es algo que levanta menos pasiones que a principios de los años 80. Y es que por aquellos días se estaba democratizando la tecnología, en concreto la relacionada con la computación personal. Un ordenador era un artículo que pocos se podían permitir y formaba parte de instituciones académicas de prestigio, con usos restringidos y controlados. Pero la tecnología no dejaba de mejorar y de abaratarse y aunque los equipos eran caros, a ojos de hoy en día comparando su precio con su potencia, la realidad es que ver un equipo de estas características en un salón empezó a ser más normal.
Esto, unido a la pasión que despertaba entre la sociedad, hizo que el cine comenzara a mirar con ojos golosos las posibilidades que ofrecía este tipo de equipos y el software que se desarrollaba con intención de hacer posible lo imposible. Pero no fue el séptimo arte el único que vio las posibilidades que esta tecnología ofrecía. El noveno arte también miró con interés a los ordenadores (su primara apuesta fue por la aplicación del color, siendo el coloreado de Akira por Steve Oliff en USA el primer trabajo coloreado por ordenador, que más tarde dio paso a la rotulación digital) y fruto de ello fue el primer cómic realizado por ordenador en 1985, Shatter, obra de Peter Gillis y Mike Saenz, editado por First Comics, que estaba dibujado por ordenador, pero coloreado de manera tradicional. Por supuesto, no iba a ser la único, pues en 1988, Marvel lanzó al mercado, dentro de su sello Epic, la primera novela gráfica, Crash, con Iron Man como protagonista, realizada íntegramente por ordenador (esta obra se publicó en España en 1992 por Forum) también realizada por Mike Saenz íntegramente.
Hay una historia alrededor de esta obra porque Mike Saenz, que arrastraba fama de caótico (que más tarde intentaría boicotear la realización de Justicia Digital) obligó a Marvel a tener que recurrir a Pepe Moreno (1954) para ayudar con el proyecto. Tan compleja fue su colaboración, que Moreno solicitó no constar en los créditos de la obra para no verse asociado con ese trabajo. ¿Pero quién es Pepe Moreno?
Moreno es un dibujante, escritor y diseñador de videojuegos, que comenzó su carrera como dibujante en España en los años 70, hasta que en 1977 dio el saltó a Estados Unidos para trabajar en las revistas de Warren, Eeire, Creepy y Vampirella, que lo llevó a publicar en algunas de las revistas más importantes del medio como Epic, Metal Hurlant, Zona 84 y Heavy Metal. Sus intereses artísticos pronto lo llevaron a depositar su talento en los ordenadores y fruto de ello nació la primera novela gráfica realizada por ordenador de DC Comics.
Pepe Moreno, protagonista de la génesis de esta obra, llamó a la puerta de DC en 1989 con la idea de realizar una obra íntegramente realizado por ordenador, siguiendo la estela de las dos obras anteriormente mencionadas. Levitz, a cargo en esos días de gestionar a la editorial, viendo que se acercaba el 50 aniversario de Batman, considero abiertamente la posibilidad de realizar una obra del personaje con Moreno, cuyo proyecto inicial era tan solo realizar un CD-ROM interactivo.
Aquel 1990 DC no solo puso a la venta la obra de Moreno, sino que también se publicó el especial 3D realizado por John Byrne, con gafas incluidas, por lo que la editorial buscó salirse de los establecido con el fin de celebrar el aniversario del caballero Oscuro.
Doug Murray, con quien Moreno ya había trabajado previamente en Marvel en la serie The Nam, entintando los dibujos de Michael Golden, colaboró con Moreno a la hora de pulir los diálogos de Justicia Digital, puesto que DC se jugaba mucho con aquella obra al ser el cómic más caro que se había puesto a la venta hasta ese momento en USA. Su precio de 25 dólares (por 112 páginas) era algo escandaloso y por tanto nada podía salir mal. Y así fue, su precio no disuadió a los compradores, resultando un éxito de ventas para DC Comics. Y todo parecía enfilado para generar una secuela, pero unos meses antes se había estrenado la película de Batman de Tim Burton y lo que generó a su alrededor un cambio en la forma en la que Warner gestionaba a sus personajes. Batman cambio los parámetros de producción y difusión de la mercadotecnia, los videojuegos, la adaptación al cómic de la película y Levitz, el gran valedor del proyecto de Justicia Digital perdió competencias al respecto y la secuela de Justicia Digital nunca llegó a materializarse.
Zinco, en noviembre de 1990, pasado poco más de un año del estreno de Batman de Tim Burton en España, publicó esta peculiar obra en España, en una edición idéntica a la americana, con un precio de portada de 1950 pesetas (casi 12 euros). Una apuesta arriesgada, pero así era Zinco, capaz de dar un paso al frente sacado al mercado este tipo de trabajos, novedosos, y editarlos en nuestro país en un momento en el que ediciones de esta calidad y formato no eran comunes en lo que a cómics de superhéroes se refiere. La edición estaba acompañada de una introducción de Mike Gold, una biografía del propio Pepe Moreno, fichas de los personajes y de los diseños realizados para el proyecto. La obra no ha vuelto a ser editada en nuestro país.
Hemos hablado mucho del autor, de las obras previas, del formato, de la edición nacional, pero queda ver que se pueden encontrar un lector en este trabajo a nivel de historia.
El trabajo de Moreno, tanto en lo gráfico como en lo narrativo se fusionan de manera que las limitaciones intrínsecas al propio sistema de producción quedan perfectamente definidas. Con un dibujo de excelente factura generado por ordenador, se da forma a una trama a la que cuesta acceder en sus primeras páginas precisamente debido a lo peculiar de su propuesta y a la que una rotulación mecánica no ayuda en absoluto. Pero la forma manda sobre el fondo.
La obra nos traslada a una Gotham del futuro, hiper tecnificada, donde existen vigilantes gestionados por una computadora central, encargados de patrullar, dejando a los policías humanos las investigaciones de los casos que así lo requieran. El detonante de la acción es la muerte de una persona a manos de uno de estos robots, que despierta el interés de un policía ante la imposibilidad de que algo así pueda suceder.
Se trata, por tanto, de un clásico del género policiaco futurista, en el que no todo es lo que parece. La premisa es simple, pero el desarrollo es farragoso. Una de las cosas que pone de manifiesto esta obra es como el guion está supeditado a las necesidades de narrar a través de imágenes generadas por ordenador. Y claro, cuando haces una obra con un componente tan tecnológico, le ocurre como a la tecnología, que se queda obsoleta. Y es justo lo que le pasa a este trabajo que luce frio, desnaturalizado, porque a ojos de un lector de hoy en día, sus diseños, color, ritmo y composición, resulta áspero hasta el punto de que cuesta seguir la trama entre las texturas y fondos cargados de chips.
Decir esto no es sino ser realista con lo que se tiene entre manos cuando se abre Justicia Digital. Sin embargo, este trabajo esconde más matices y algo más de lectura que lo comentado en el párrafo anterior. Esa lectura requiere retroceder a 1990 y ponerse en el lugar de un lector de aquellos días que descubre con asombro un despliegue visual de enorme calidad, muy superior a lo visto hasta ese momento en temas digitales y el noveno arte. Un ejercicio que implica adentrarse en esa Gotham ajena, distinta, en la que nada es como en la Gotham conocida por los lectores, pero de alguna forma tiene cierto halo de familiaridad gracias al protagonista de la historia. Y es que Moreno no escatima momentos a la hora de ir introduciendo detalles que nos recuerdan a microcosmos del Caballero Oscuro a fin de ir haciendo más cómoda la experiencia de moverse a través de una trama en la que el enemigo a superar es un virus informático, un concepto que en 1990 era algo tremendamente novedosos y rompedor.
El primer virus informático fue creado en 1971, bajo la denominación, Creeper (a los seguidores del Universo DC seguro que les dice algo), por el programador Bob Thomas. Se concibió como una prueba de seguridad para determinar si se podía crear un programa que fuera capaz de autorreplicarse, que es el fin de un virus biológico. Y todo esto se sustentaba sobre la teoría de 1949 expuesta por el matemático John Von Newman, que ya planteó la posibilidad de generar un programa que fuera capaz de saltar de un equipo a otro. Pero claro, como la informática formaba parte de un nicho de la población muy reducido, era un concepto que tardó en afianzarse entre los usuarios y cuya máxima popularidad llegó a la par del despliegue de Internet en los hogares.
Por tanto, en 1990, aquella idea subyacente de un programa capaz de tomar el control de una ciudad y manipular, no solo el entorno digital, sino también la propia realidad a través de sus acciones digitales era una idea realmente jugosa y necesaria dado el enfoque de la obra.
Moreno se esfuerza por consolidar el legado de Batman, trasladarlo en el tiempo, proyectarlo a través de la tecnología y poner de manifiesto que cuando es más necesario la figura del Caballero Oscuro se volverá alzar. Esa es la idea subyacente que hay bajo esa historia algo rebuscada y obtusa que comprenden las 112 páginas que la componen. Así que, en definitiva, estamos frente a un trabajo cumplidor, poco estridente, que supedita todo a su técnica artística, convirtiéndose, gracias a la novedad en 1990 y al paso del tiempo hoy, en toda una rareza a descubrir. Una curiosidad cultural y artística que para DC significó el fin de una tendencia pero que pone de manifiesto el interés que existió en su momento por buscar la innovación dentro del sector, aunque fuera a través de obras de este estilo, donde brilla más lo visual que lo narrativo, pero a las que hay que juzgar con los elementos descritos.
En cuanto al trabajo puramente visual el cómic es apabullante. Puede que hoy se pueda ver con ojos algo incrédulos al leer estas palabras, pero en 1990 este trabajo, libre de los acabados geométricos, con una paleta de colores muy amplia, con un degradado fluido y bien aplicado, con profusión de texturas llenas de matices, buscando ese efecto tridimensional y de profundidad tan característico de este tipo de dibujos digitales, hacen que pronto uno olvide que esta viendo gráficos generados por ordenador y no tanto un dibujo.
Hoy todos los comics se hacen por ordenador. El lápiz, las tintas, el color, la rotulación, parten de un proceso digital, aunque todavía hay artistas que son de lápiz y plumilla, pero la realidad es que el digital les ha abierto puertas tanto a ellos como a la industria, facilitando el proceso, aumentando la productividad, mejorando los acabados y ganando toda la cadena una extraordinaria fluidez que hacen del medio algo en permanente evolución.
Justicia Digital, dentro de DC, así como las otras dos obras mencionadas, fueron pioneras de un mundo de ceros y unos, de códigos y lenguajes, que han logrado fusionar lo creativo con lo tecnológico. Y es que no hay mejor manera que mirar al futuro que abrazarlo hoy y no ver enemigos donde hay herramientas y dar pasos arriesgados para hacer posible eso que todos dicen, es imposible.
Lo mejor
• El acabado visual marca un nuevo nivel en lo que a diseño y composición computarizada se refiere.
• Lo atrevida que resulta la propuesta incluso vista 33 años después.
• Una edición cuidada.
Lo peor
• Lo confusa y farragosa que resulta la trama.
• Como la historia se doblega a lo visual.
Guion - 5
Dibujo - 8
Interés - 9
7.3
Resultados desiguales.
Justicia Digital es un cómic de época, de un momento temporal mu concreto, que deslumbra en lo visual pero tropieza en su propuesta global por el desequilibrio que existe entre historia y dibujo. Sin embargo, es una rareza a descubrir y atesorar.
Bravo bravísimo por la nueva sección!! Voto por las cosas que publicó Zinco de Piranha Press (Avance Rápido, Epicurus). Hawkworld otro, no se si se lo han reeditado alguna vez. Liga Europa se reeditó? Respecto de Justicia Digital es uno de esos clasicos de la contraportada que despertaban curiosidad, pero no se si vi alguna vez un ejemplar en Argentina. Gran reseña.
Grandes propuesta. Alguna de las que comentas si se han vuelto a editar, como Hawkworld y la JLE, ambas por parte de Planeta. Pero notadas quedan las que comentas porque son tesoros perdidos en el tiempo.
Y mil gracias por ts amables palabras. 🙂
Sobre esta obra, la verdad es que es una curiosidad dentro del medio que sin ser la primera obra de este tipo, si es la primera con un repercusión intensa dentro del mercado. Sin duda es algo especial, aunque la historia tenga tantos tropiezos.
Y a los demás, proponer obras, proponer, que entre todos descubriremos muchos tesoros.
Vaya ideas, Kadok. Ya hay codazos para reseñar Epicuro
Yo fuí de los que en su día se gastaron esas 1.950 pts. de la edición Zinco, y en su mometo esta obra me llamó bastante la atención. Pero por aquel entonces Zinco tambien había publicado el «Dark Knigth» y «La broma asesina» (apostando fuerte por el formato prestigio) y sobretodo «Arkhan Asylum», que en cuanto a ediciones cuidadas se llevaba la palma.
Aunque hay que ponerla en contexto, lo cierto es que es una obra que ha envejecido bastante mal y debo admitir que me deshice de ella en alguna mudanza. Aprecio el trabajo de Pepe Moreno (a quién reconozco he perdido la pista), pero me atraen mucho más sus trabajos más tradicionales; a nivel gráfico «Gene Kong», fusionando las influencias de Corben y Liberatore entre otros, sigue siendo mi obra favorita.