El Flash de la generación Zinco.
«Es Flash.»
La leyenda dice (y los que estuvieron ahí) que Crisis en Tierras Infinitas (la del 86, la de Wolfman, la de Perez, la buena, la auténtica, la genuina) supuso el primer gran reboot de DC, la vuelta al calcetín de la continuidad, el reinicio.
A partir de Crisis los grandes héroes de la editorial estrenaron cabecera y equipo creativo. Se rediseñaron sus orígenes, se modernizaron. No todos se reiniciaron, algunos continuaron a lo suyo, simplemente se aprovechó la crisis para un lavado de cara y un cambio en su base inicial.
Flash fue un caso especial en todo.
Flash fue un personaje central de las Crisis. Capital. Troncal. Su participación fue determinante, no en vano su colección vio nacer el multiverso. La semilla que lo originó todo.
Queriendo o sin querer, Flash llegó renqueante a la Crisis. Flash acababa de ser juzgado por el asesinato del Dr. Zoom y estaba fugado, desaparecido. Su colección languidecía a pesar de la calidad apreciable de los números pre-crisis y el personaje desapareció.
Entonces todo cambió. Todo dio un vuelco. Mundos murieron…
Apareció Flash (Barry) en la Crisis y murió en una escena memorable de George Perez. Un hito en el género, un pico de emoción, de intensidad, de importancia.
Barry fue un personaje plano, anodino, aunque icónico. Un personaje de su época, con sus defectos y tuvo una gran muerte, una muerte heroica, épica, legendaria. Su muerte satisfizo a muchos.
En la misma Crisis, Wally asumió su manto. El legado. Teníamos un nuevo Flash.
Una vez finalizado el evento (con su continuidad Legends), el velocista recuperó su cabecera. El número 1. Nueva colección con Wally al frente.
Flash arrastraba la continuidad de Barry, la Crisis y de Kid Flash. El reinicio era menos aparatoso y artificial, era consecuente con el concepto de legado de DC.
El febrero de 1987 salió el número 1 de la colección de Flash, la nueva, la de Wally West. Con guion de Mike Baron y dibujo de Jackson Guice.
Toda la novedad, toda la fanfarria, todo el boato del reinicio de DC pasó un poco de largo de Flash, con su nueva colección, mucho más modesta. Teníamos a Byrne en Superman, a Miller en Batman, a Perez en WW. A DC o no le quedaban ganas o no acabó de confiar en Flash.
Estos primeros números fueron publicados en España una única vez, por Zinco. Se publicaron los dos primeros en una especial de Legends y el resto (hasta el 8) en la típica serie contenedor de la época: Universo DC.
Flash no tuvo colección propia hasta mucho después en la etapa de Messner-Loebs (la previa a Waid) y tampoco de forma completa.
Los números de Guice y Baron publicados por Zinco son más importantes que buenos. Suponen la base de personalidad de Wally West, su paso adelante como superhéroe.
En estos números vemos la intención de dibujar un personaje multidimensional. Un superheroe con problemas mundanos, con una psicología (más) realista y unas motivaciones y preocupaciones con las que se podría identificar un lector más adulto como el que quería captar DC en esa época.
Baron trabaja a Wally en múltiples aspectos. Para empezar tenemos la alargada sombra de Barry, la herencia de Flash es pesada como una losa. Wally no deja de reivindicarse como el nuevo Flash, como el titular y el digno poseedor de velocista de referencia. Sin embargo, su errática forma de actuar, rara y algo aparatosa no facilita que sea percibido como un héroe del nivel de los principales actores del universo DC.
Baron no deja de poner a Wally en situaciones ambiguas y poco convencionales (no es que Barry estuviera exento de ellas justo antes de la Crisis). Aquí nos sirven para definir al héroe. Hombre de su tiempo, Wally precisa llegar a fin de mes. Razona y racionaliza la necesidad de recibir una retribución por sus servicios. En una de las primeras ocasiones se encuentra en la bizarra circunstancia de pedir dinero a cambio de transportar un corazón para un trasplante. Baron resuelve la situación de forma algo anticlimática. Wally expone que los médicos y enfermeros también cobran por su trabajo. La escena necesita de mucho texto de apoyo porque tal y como se plasma en el tebeo apenas se entiende dada la rígida narrativa de Guice.
La situación sin salida de un héroe sin oficio ni beneficio se resuelve con la estrafalaria circunstancia de que Wally gana el premio gordo de la lotería. El dinero, su necesidad, su abundancia… trae problemas. Este parece ser el subtexto recurrente de Baron. La trama de los problemas económicos de Flash, una idea con muchas posibilidades se resuelve de un plumazo. El rol de nuevo rico tampoco se desarrolla con mucha profundidad. Parece que Baron no sabe muy bien hacía donde ir o hacía donde le dejan.
El arco más destacado de estos primeros números es el que se centra en el triángulo amoroso entre Wally y el matrimonio McGee. Por una parte vemos como al velocista le cuesta mucho comprometerse y ser fiel a la que parece su pareja al inicio. Los McGee son una pareja rota. Tina conoce a Wally. Jerry, el marido, no soporta la situación. Celoso, posesivo, espía a los amantes, apaliza a Tina y se dopa para convertirse en una amenaza superpoderosa para Flash. Baron traza una trama que expone muy bien los malos tratos, la destrucción de una pareja, la posesión y el odio. De paso nos muestra un subtexto (tal vez involuntariamente) como denuncia del doping (Jerry está a un paso del trastorno mental a causa del consumo de esteroides y su transformación como supervillano tiene mucha relación con el dopaje). Curiosamente meses más tarde se dio uno de los positivos por doping más famosos y escandalosos de la historia del deporte. Ben Johnson en Seúl ‘88.
(¿Puede que haya otra subtrama con Tina debatiéndose entre Jerry y West? ¿es una fan de los Lakers?)
El tercer arco ya es pura temática de la época. Flash se cruza con una serie de velocistas soviéticos. La Trinidad Roja y la Trinidad Azul (los plazos de entrega apremian y tampoco hay muchas ganas de demostrar que los rusos son excesivamente creativos). Unos desertan del sistema y otros se mantienen fieles a la URSS. La trama es bastante olvidable dando lugar a unos diálogos llenos de propaganda americana bastante sonrojantes, que a día de hoy dan más risa que vergüenza.
Finalmente la serie entronca con Millenium para dar paso a su cancelación.
Baron hace un trabajo decente y de oficio. Con ciertos vaivenes pero da muchos elementos que ayudarán a establecer la base de Flash que luego crecerán con Messner-Loebs y explotarán con Mark Waid. Baron, al que el editor Mike Gold compara con Alan Moore (ojo, que estamos en la época de Watchmen como vemos en el propio tebeo con eastern egg), no consigue desarrollar una etapa memorable a pesar de contar con muchos elementos a su favor. O no tenía ganas, no fue su mejor momento o no le dejaron.
Puede que parte de la culpa sea del dibujo de Jackson Guice, un John Buscema de todo a cien. Eficaz y funcional, pero frío, soso y con menos chispa que las bujías de una bici. El trabajo gráfico de Guice es la muestra de lo necesaria que es la buena sintonía entre guion y dibujo, y como que un guion con buenas ideas puede quedar en algo bastante anodino y aburrido. El dibujo transmite muy poco y hay que leer con mucha atención el texto porque la parte gráfica explica muy poco.
Sin embargo, a pesar de las casi cuatro décadas de estos números se pueden leer con cierta facilidad e interés por lo que va a venir después y por lo que venía antes. Pocos personajes tienen tanta continuidad que enlazan crisis y crisis con reinicios que no olvidan el pasado como Flash.
No queremos dejar de destacar que en estos números pasan muchas cosas, hay muchos elementos que luego otros autores van a explotar más y mejor (memorable como Waid resalta la extraña relación de West con la suerte). Tenemos celos, amor, infidelidad, drogas, política, suerte, acción, egoismo, problemas, culpa, redención y reivindicación del Flash más humano. Lamentamos la mala puesta en escena y la ocasión desaprovechada con un personaje que supuso el Flash de la generación Zinco.
La serie continuó de forma errática con una publicación en España digna del Guadiana. Puede que la etapa de Baron sea precisamente la más floja después de las Crisis, lo cual es muy injusta teniendo en cuenta que está por encima de otras “joyas”. Pero las comparaciones duelen, y las etapas de Messner-Loebs, Waid, y más tarde de Johns, dieron años de grandes momentos de Flash. Pero muy grandes.
Y eso pasa factura.
Lo mejor
• La improtancia de estos números.
Lo peor
• El dibujo.
Más importante que bueno
Guion - 6
Dibujo - 5
Interés - 7
6
Números interesantes pero algo durillos por la época y el momento.
Que loco, el Flash más desconocido es probablemente el más conocido acá: Flushman!! Parte de las 4 primeras series de DC/Perfil (Batman, Superman, LJA y esta, sin contar Outsiders antes) era, seguro y como decís, la más floja. No se si lo peor de postCrisis, Linterna era muuuy flojo también. Pero como decís, los conceptos y personajes de estos números (Vandalo como villano ppal, Kilg%Re, el Grueso, la droga Velocidad 9,Tina, la familia de Wally, los quilombos permanentes en su vida y sus poderes) serían mejor explotados por Messner Loebs que agarra en el.nro 12 creo. Y ahi si, aunque nunca llegó a ser mi favorita, la compraba a veces, pero el personaje y las historias crecen mucho, justo todo lo que se pierden en España: la saga del Puercoespin (Wally recupera la velocidad y arrasa medio EEUU en un segundo), vuelven los villanos clásicos y establece la dinámica amigo-enemigo con muchos, los crossover Millenium e Invasión!, el tremendo enfrentamiento final con Vándalo, el traje nuevo…muchas historias interesantes, seguro no tan redondas como sus gloriosas compañeras de época, pero que establecieron al personaje definitivo, para que Waid desde el 62 completara el entorno más superheroico en los 90.
Creo q igual he estado un poco injusto. Esta etapa esté mejor de la impresión q me dejó pero es q palidece mucho con Messner Loebs y ya no digamos con Waid y si luego piensas q justo después viene Johns y ya estamos en los 2000s. Es injusto para los autores pero tengo la sensación de que el tono algo mñas alegre q tuvo después le iba a mejor a Wally. De todas formas tiene momentazos y cosas muy modernas, cuando Wally le tira la cara a Tina (gran momento narrativo), la subtrama del dopaje y las drogas es algo q se podría leer perfectamente hoy en día, y lo de Kilg%Re anticipando los miedos a la IA también.
Y también es cierto, que sus compañeras de época… es que son clasicos del comic mundial, no solo de superheroes. imagina leer Watchmen en ESE momento, Año uno en ESE momento, y luego pillarte la grapa de Flash y el Grueso…
Gracias por comentar, como siempre Kadok. Feliz «verano» ahí 😉
Bueno, si bien varios años después (92-93 ponele) me pasaba lo mismo: el primer número que tuve fue el 6. El mismo mes salía el final de El Hombre de Acero de Byrne, la segunda parte de Una Muerte en la Familia y el final de la trama de El Hombre Gris con Giffen-DeMatteis-Maguire encendidos…y si, Flushman era el hombre inodoro en la comparativa.
Pues a mi me ENCANTA esta minietapa, y la leí hará unos tres años, o sea que cero nostalgia. Baron renueva completamente el concepto de Flash y le da la modernización que tanto necesita después de una eternidad con guiones de Cary Bates. Y Guice no sería un primera espada entonces pero le pone muchas ganas y trabajo.
De hecho de las etapas posteriores sólo he leído la de Johns, y ésta me gusta más (sí, ya sé que aquí me voy a quedar sólo, jeje XD ).
En serio, muy disfrutable. Tebeos hechos con la ambición y buen hacer de los 80 y un montón de ganas de hacer cosas nuevas con un personaje anquilosado.
Me sumo a ti en ser uno de los que también considera esta etapa como fundamental para todo lo que vino después. Realmente fue un volantazo severo y contundente, que puso a Waly en una posición diametralmente opuesta a lo que se había podido ver hasta ese momento.
Baron construyó una base sólida, tal vez demasiado radical, con historias muy terrenales como punto de partido para el enorme desarrollo que luego le daría Messner-Loeb y que son los cimientos de lo que Waid llevó a la maxima potencia.
Es una lástima tener tanto material del velocista perdido sin edición alguna en España. Por lo que veo al otro lado del charco si han tenido más suerte.
Mil gracias por comentar. 🙂