Retro Reseña DC – La Sombra de Andrew Helfer y Bill Sienkiewicz

La Sombra, uno de los personajes pulp por excelencia, se deja caer gracias al trabajo de Helfer y Sienkiewicz y Ediciones Zinco.

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Edición original: The Shadow vol.2 #1-6 (DC Comics, 1986)
Edición nacional/España: La Sombra (Ediciones Zinco, 1991)
Guion: Andrew Helfer.
Dibujo: Bill Sienkiewicz.
Entintado: Bill Sienkiewicz.
Color: Richmond Lewis.
Formato: Grapa. Color. 32 páginas. 165 pesetas. (0,99 euros)

El olor del plomo fundido

Para este segundo domingo del mes os traemos una obra publicada por Zinco en 1991 y de la que nunca más se ha sabido en nuestro país, aun estando implicados un equipo creativo de lujo y uno de los personajes más reconocibles de la cultura popular: La Sombra.

Cuando hablamos de personajes relevantes insertados en el imaginario común de la cultura popular, acuden varios nombres reincidentes, como Superman, Batman, Spiderman, el ratón Mickey… pero si se mira más atrás en el tiempo aparecen otros personajes que también están fijados en esa mente colmena que tenemos la sociedad occidental. Ahí tenemos a Tarzan, que vio la luz en 1912, Flash Gordon, héroe sideral que al igual que el Mago Mandrake, ya algo más tangencial a ese conocimiento global, nació en 1934. Y dentro de este selecto club, donde también se podría meter muchos de los personajes publicado en las tiras dominicales de los periódicos como Terry y los piratas (1934), The Phamtom (1937), el Príncipe Valiente de 1937, etc. Hay espacio para el nacimiento de un personaje tan ambiguo como es La Sombra, cuya primera aparición hay que ir a buscarla al serial de radio The Detective Story Magazine Hour de 1930 (creado para aumentar las ventas de la revista Detective Story Magazine). El protagonismo de La Sombra estaba limitado a actuar como el narrador de la trama que proponía cada entrega radiofónica, pero su éxito y fama llevó a la contratación del novelista, Walter B. Gibson, para la realización de un folletín literario, The Shadow Magazine (1931) del personaje esta vez ya como protagonista absoluto de la ingente cantidad de 300 novelas. De las ondas saltó al papel, pero la cosa no iba a quedarse ahí, porque La Sombra estaba destinada a seguir evolucionado en otros medios.

Las novelas tenían un encanto especial.

Las novelas (puramente adscritas al Pulp) mantuvieron viva la llama del personaje entre los aficionados al género negro y en 1937 se lanzó un nuevo programa radiofónico con la peculiaridad de que el personaje de La Sombra lo interpretaba el gran Orson Wells donde, además, se definieron ciertos poderes, como el de nublar las mentes de los hombres y el de manipular las sombras con el fin de poder fusionarse en ellas. Su fama no dejó de crecer y algunas de las frases que se decían de forma recurrente en el programa acabaron siendo muy famosas entre sus seguidores. Una de ellas, la que más famosa se hizo, tal vez, es aquella que decía: “El crimen no paga… La Sombra lo sabe”

Fue en 1940 cuando La Sombra da un nuevo salto y esta vez para caer de lleno en el noveno arte, pues fue en 1940 cuando se comenzó a publicar, de la mano de Vernon Green, el primer cómic con La Sombra de nuevo como protagonista. Fue una andadura fugaz, pues solo se mantuvo en las tiendas hasta 1942. Pero suficiente como para asentar al personaje de manera definitiva tras su paso por las ondas, la literatura y el cómic. Pero aún quedaban otros medios que conquistar. Y ese otro medio iba a ser el cine, cuando en 1940, Columbia, produjo un serial de 15 capítulos para volver a las salas en 1946 con una trilogía de películas de bajo presupuesto producidas por Monogram, siendo la estela de otros grandes personajes coetáneos como Superman.

Claro, que esto también hizo que el personaje fuera cambiado con el tiempo y de un medio a otro su caracterización y descripción variaba un poco. Inicialmente La Sombra escondía a Kent Allard, un ex aviador de la Primera Guerra Mundial que voló a las órdenes de los franceses. Sus pericias como La Sombra y su lucha contra el crimen, le llevó a tener que fingir su muerte en las selvas sudamericanas, para adoptar una nueva identidad, la de Lamont Cranston, una de las múltiples que llegaría tener cuando fijó su residencia en la ciudad de Nueva York. Pero la cosa no acabó allí, porque en las novelas que se fueron publicando las tramas entre identidades cada vez se fueron complicando más y más, hasta el punto de que Allard y Cranston no son dos identidades de un mismo hombre, sino dos hombres distintos con un parecido físico más que notable. La razón es que no había muerto nadie en Sudamérica, solo se había intercambiado sus identidades. Y no hablaremos a aquí de los múltiples disfraces que usaba y sus otras personalidades, porque es toda una red de nombres que se fue generando dentro de las novelas y que no se llegó a trasladar a otros géneros. Solo hay que decir que en la radio se optó por simplificar y se prescindió de todo este baile de personalidades.

Su apariencia física también fue gradualmente cambiando con el tiempo y fue evolucionando de un primer aspecto vistiendo de negro, sombrero de ala ancha, con capa del mismo color en el exterior e interior rojo, con cuello alto ocultando la mitad de su cara, a vestir, en los cómics de 1940, los editados en 1963 y 1973, así como la película de Alec Baldwin de 1994 (si, también gozó de un largometraje en toda regla) su vestimenta era igualmente negra, pero su rostro se ocultaba tras una bufanda gruesa de color rojo, todo ello cubierto con una gabardina negra de doble botonera. Y todo ello sin renunciar a su sombrero, marca registrada de la casa.

La película que todos queríamos ver.

El personaje, como suele pasar, fue perdiendo fuelle con el tiempo y su popularidad fue remitiendo hasta perderse en la marisma editorial americana. Alrededor de 1963, al editorial Archie intentó revitalizar al personaje, pero no logró su objetivo, quedando de nuevo en el limbo editorial hasta 1973 que fue rescatado por DC Comics de la mano de Dennis O´Neil y Mike Kaluta, entre otros. Fue una corta andadura, pues en 1975 la serie se canceló.

En nuestro país esos números se editaron gracias a la editorial Rollán, que en su interior encartaron, desordenados, 8 de los 12 números que conformaron este intento de devolver a La Sombra a la senda del éxito. Zinco editó en España, dentro de su serie contendor, Clásicos DC, los números 1 al 4 y 6 que fueron los que dibujó Mike Kaluta, en el año 1992. Sin embargo, Zinco le daría cancha a La Sombra años antes editando primero el trabajo de Chaykin en 1987 y posteriormente los números de la serie regular ya en manos de Helfer (fue el editor de la miniserie de El Hombre de Acero de Byrne y guionista de Deadman con dibujos de José Luís García López)y Sienkiewicz en 1991 (aunque el primero en mostrar interés por hacerse cargo de la serie fue Len Wein, que dejó pasar la oportunidad al ver que no se sentía muy cómodo trabajando con La Sombra en la época contemporánea). Y es justamente a esta última a la que le dedicamos espacio en el texto de hoy.

Los esfuerzos de Zinco por publicar material relevante.

La miniserie previa de Chaykin la tenéis aquí perfectamente desgranada por nuestro redactor Diego García Rouco, para ampliar y posicionarse en lo que luego se podría ver en la serie regular puesta en marcha a raíz del éxito del trabajo desarrollado por Chaykin con el personaje. Y es que era una de las asignaturas pendientes hablar de este trabajo para cerrar la cicatriz que teníamos en la web respecto al trabajo de Helfer en La Sombra.

La miniserie que Zinco puso a la venta trajo las primeras entregas de la serie regular. Unas primeras entregas que no eran sino el primer arco argumental y el único del que se hizo cargo Sienkiewicz. Aquel trabajo llegaba varios años más tarde, como hemos visto, que lo publicado con anterioridad sobre el personaje escrito y dibujado por Chaykin. Fue toda una apuesta por parte de Zinco el editar este material que como vamos a ver tiene su dificultad y su público muy bien definido.

Ya sabemos que el trabajo de Chaykin con el personaje se centró en modernizar su esencia para adaptarlo mejor a los años 80, sacándolo de un retiro de más de treinta años. La nueva serie iba a partir del final de la Chaykin, con el hijo “clónico” de La Sombra cayendo acribillado desde una azotea.

Sombra

Luces y Sombras, pues así se titula este primer arco argumental en seis partes, asume el reto de tomar muchos de los conceptos del personaje y construir una historia en la que La Sombra apenas tiene protagonismo. Son sus agentes, sus ayudantes, que se refieren a su persona como amo (a cuál más extraño y peculiar, por cierto), los que siempre parecen llevar la voz cantante, en un denso entramado argumental en el que se conjugan antiguos villanos reconvertidos a magnates tecnológicos, fanatismo religioso y planes de venganza, con el único fin de controlar al pueblo.

Helfer escribe densos diálogos, con cierto tono deshilachado, lo que exige tención al detalle y una lectura cuidadosa para poder adentrarse en la historia. Esto genera problemas. Y los genera porque Helfer tiene ideas muy concretas de lo que quiere contar y como lo desea contar, pero le falta algo de concreción y de control narrativo para lograr mantener estable a la trama. Esto, sumado al dibujo de Sienkiewicz, que está mucho más controlado y menos pictórico que en sus otros trabajos, acaba generando ondas gravitacionales que sacuden al conjunto dificultando conectar con la historia.

Se trata de un desarrollo árido, lleno de obstáculos, lo que puede crear desafección en ciertos lectores que pueden ver en esta lectura un intento por generar algo mucho más trascendente de lo que es en realidad. Y, aun así, con todos estos problemas, la obra logra equilibrarse de manera progresiva y profundizar en la sinrazón de sus protagonistas, donde lo absurdo impera ante la figura del mal por el mal, la manipulación y el control de masas, erigiéndose como un relato lúcido sobre temas que siguen candentes hoy en día.

Toca regresa de nuevo al trabajo que realiza Sienkiewicz. Su trazo, roto, angulosos, desestructurado, caricaturesco incluso en algunos momentos, con un marcado viraje a la deformación corporal, se torna opresivo en cada página, imprimiendo una energía rabiosa a cada viñeta que se desborda. Hay espacio para jugar con el negro y construir volumen tan solo añadiéndolo a la escena, así como la narración a través de siluetas, sin desmerecer el gran trabajo que realiza en dotar de expresividad desgarradora las escenas más dramáticas de la historia.

La miniserie no debió de acabar de convencer a los lectores patrios en su momento porque Zinco no continuó con una tercera, relegando al personaje a los citados Clásicos DC, siendo ya la última publicación realizada por la editorial del personaje.

El material posterior, con dibujo de Kyle Baker continúa inédito en nuestro país y dicen aquellos que lo han podido leer, que la serie aumenta de intensidad y su lectura es todo un ejercicio de maestría por parte de sus autores.

Pero se han publicado más trabajos de La Sombra en nuestro país, como la adaptación de la película de 1994 de la mano de Norma Editorial, con J. Goos al guion y Mike Kaluta a los lápices, la edición remasterizada por Dynamite Entertainment de la novela gráfica de Marvel en 1988 (de nuevo con O’Neil y Kaluta), así como múltiples obras donde se veía la cara con Batman, Grendel y hacía equipo con Spider, Green Hornet y Kato.

Y hasta aquí llega la retro reseña de este mes. Hay que recordar que los derechos ahora andan en manos de Dynamite, por lo que ver este material de nuevo por nuestras tierras está en manos de Planeta. Nos hemos dado un paseo por las tenebrosas sombras de la ciudad de Nueva York y recordar… el crimen no paga. La Sombra lo sabe.

Lo mejor

• El despliegue visual que hace Sienkiewicz.
• Una historia llena de absurdas situaciones que sabe cómo patear al lector donde más duele.

Lo peor

• Lo caótica que resulta la trama.
• La sensación de estar perdido.

Edición original: The Shadow vol.2 #1-6 (DC Comics, 1986) Edición nacional/España: La Sombra (Ediciones Zinco, 1991) Guion: Andrew Helfer. Dibujo: Bill Sienkiewicz. Entintado: Bill Sienkiewicz. Color: Richmond Lewis. Formato: Grapa. Color. 32 páginas. 165 pesetas. (0,99 euros) El olor del plomo fundido Para este segundo domingo del mes os traemos…
Guion - 6
Dibujo - 8
Interés - 8

7.3

Una historia que aturde.

Un trabajo no acto para todos, que busca confundir al lector a través de un relato laberintico, con un apartado gráfico desenfrenado, para potenciar la imagen final de estar viviendo una absurda historia de héroes y villanos, donde todo juega a favor de mostrar los tópicos del género sin vergüenza alguna.

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Drury Walker
Drury Walker
Lector
8 octubre, 2023 19:18

Cuándo podremos ver un tomo con toda la Sombra de DC por estos lares?

Respuesta: nunca!

ardacho
ardacho
Lector
En respuesta a  Drury Walker
8 octubre, 2023 23:12

¿Quién conoce el mal que acecha en el corazón de los editores?

¡La Sombra lo sabe!

AlbierZot
AlbierZot
Lector
9 octubre, 2023 10:24

Qué maravilla. A dónde fue este Sienki?? Helfer y Baker (Justice Inc) forman un solo organismo. Ahí la serie explota todo su potencial. De final abrupto y doloroso, directo a la biblioteca de Lucien, por desgracia.