Robin se inscribe en Mortal Kombat
«Mi padre es un fracaso. Un niño atrapado en un callejón para siempre. Batman ha consentido que sus métodos le inmovilicen, junto a su ciudad y su familia.»
Robin siempre ha sido un apoyo para Batman. Un halo de luz en la oscuridad muy necesario pero que también provoca fuertes dolores de cabeza al murciélago. Dick Grayson, primer Robin, fue el propulsor del funcionamiento imperante entre mentor y protegido. Un joven descuidado de buenas aptitudes es adoptado por Batman cuyo carácter taciturno, posición dominante y ser el adulto que impone normas al que desafiar como niño, choca con el entusiasmo, valentía e indisciplina del alumno. Con estas pautas marcadas, la buena caracterización de cada uno de los petirrojos conduce a matices en la dinámica Batman-Robin. Dick es el acróbata, aquel que goza de mayor talento natural, optimista por naturaleza se resiste a ser consumido por la oscuridad del murciélago. Ha sido capaz de contraponerse a su mentor con sus propios ideales, ser un compañero y convertirse en un amigo para Bruce, todos son hijos, pero Grayson es el más cercano a ser considerado un igual y trasformar el nexo padre-hijo en una amistad genuina. Jason atesora una irreverencia mayor a la de su predecesor, común a lo que puede esperarse de un ratero callejero, hasta que el desgraciado incidente con el Joker marca tanto su personalidad como su relación con Batman o el resto de Robins. Tim es el más inteligente, él único que se gana el antifaz verde, portar la capa amarilla no es una consecuencia de ser acogido por Bruce/Batman. De talante reflexivo, resulta habitualmente el más comprensivo y quien procesa una mayor adoración por su maestro. Cuenta con un importante logro que ninguno de sus hermanos consigue, estrenar la cabecera regular de Robin (tras tres miniseries consideradas como el primer volumen) en 1993 cuyo longevo periplo llegaría hasta 2009 con 185 números en su haber. Resulta desconcertante el limbo editorial que ocupa el personaje que lanzara y mantuviese la serie de Robin durante tantos años. La identidad de sus mayores ha cambiado, resultando atractiva al grueso de lectores, pero con Drake no se ha sabido mantener la inercia positiva de la que gozaba anterior al ya lejano reinicio masivo de 2012. La colección en solitario del eterno compañero de Batman se retoma con esta publicación, iniciando su tercer volumen, con Damian Wayne como protagonista.
Damian rompe con el concepto original de Robin, ser la luz de Batman. El vástago muy rara vez ha otorgado felicidad y alegría a las oscuras páginas del mejor detective del mundo. Sin embargo, de igual forma, es la suma de los anteriores Robin. Tan resolutivo en combate como Grayson (o más) tan irreverente como Todd (o más) tan autosuficiente como Drake (o más). Robin encarnado por el nieto del demonio adhiere el “God” a su nombre, sobredimensionando las capacidades del personaje más que nunca. Por si fuera poco, es el hijo legítimo de su padre, donde todos los demás estaban fuera de lugar, él se siente con derecho por nacimiento: a vivir en la mansión Wayne, a cuestionar a Batman, a portar el manto. Ser hijo y nieto Al Ghul, educado bajo el yugo de la Liga de las Sombras, no ayuda a su complicado carácter. De todos, es sin duda el Robin con mayores condiciones, también el que exhibe con más firmeza las convicciones propias. Y ahora está enfadado con Batman. Ya en los Jóvenes Titanes de Glass podíamos ver sus controvertidas decisiones con respecto a los villanos que enfrentaba, así como su desaparición del equipo (y prácticamente del universo DC) por desavenencias con su proceder. El chico vio morir a Alfred a manos de Bane (en el run del murciélago firmado por Tom King) un shock para Robin que cada vez se aparta más del credo y enseñanzas de su padre. Bajo estas circunstancias llegamos al tomo que nos ocupa, donde Damian busca su propio camino alejado del cobijo de la batfamilia.
El adolescente visita a su madre, descubriendo la existencia de la Liga de Lázaro (una escisión del culto a las sobrenaturales fosas) y la existencia de un ancestral torneo entre los mejores luchadores del planeta. Damian que en un principio había expresado a Talia la intención de heredar su legado en la Liga de Asesinos, encuentra un nuevo objetivo, coronarse como el mejor entre los mejores, al tiempo que investiga la misteriosa organización.
Una premisa manida, repetida en multitud de ocasiones, que recuerda a películas de Bruce Lee, Van Damme o Tony Ja, por citar ejemplos para todas las generaciones. Un Mortal Kombat contado con profesionalidad, con todos los elementos esperables, cuyo valor reside en el adecuado ritmo, diligentes diálogos o caracterización de su protagonista. Sin inventar nada nuevo, ni pretenderlo, el cómic es muy entretenido, su deliberada sencillez argumental divierte y los acontecimientos logran interesar por el devenir de la trama. Un transcurso que probablemente, igual que este primer tomo, no sorprenda en absoluto, pero siempre que esté tan bien contado y ejecutado como en estos capítulos, seguirá otorgando aquello que ha cautivado al lector en esta primera lectura.
Grandes adversarios del universo DC se dan cita en el torneo, entre otros, Raptor, aquel que se autoproclamara mentor de Nightwing en el Renacimiento (maniobra muy cuestionable por parte de la editorial) o King Snake (padre de Bane) que ya fuera enemigo de Tim Drake en Robin #1 (1991) creado por Chuck Dixon y Tom Lyle para la ocasión. Williamson es inteligente al recuperar villanos propios de Robin, pero también entrega nuevos personajes con los que rodear a Damian de amigos/enemigos. Flatline, XXL o Respawn (aparentemente un Deathstroke/Deadpool infante con el que no se pierde la ocasión de realizar la broma del copyright) siendo la compañera más cercana Rose, Destructora, la hija de Slade Wilson. El hijo de Batman despierta fascinación en la familia del tuerto, vista la adoración que procesa en el mercenario (ver Deathstroke de Priest) y en la joven, sin ningún motivo aparente. Ravager resulta demasiado amistosa para lo que estamos acostumbrados a ver de ella. Es una pequeña pega en la caracterización de los secundarios, aún no se han expresado sus motivaciones y dicho comportamiento puede ser justificado en los próximos capítulos. Otro hijo de un gran héroe, heredero del manto en los 90, ausente en la continuidad durante mucho tiempo, regresa como luchador de la Liga de las Sombras y enemigo principal de Robin. Su aparición resulta gratificante, un aliciente más al interés por la serie.
¿Qué cómics lee Damian Wayne? Que leyera DC sería lógico. Si fuera Marvel resultaría raro la publicidad gratuita a la competencia, pero ayudaría a mitigar la absurda guerra entre lectores, además leería americano. Fiel a sí mismo, es más insolente que eso, lee manga. Un detalle que trata de acercar al malhumorado e imposible niño a su público objetivo y que representa las incertidumbres que sufre el protagonista.
Melnikov tiene un trazo y una composición de viñetas enérgica, muy apropiado al guion del tebeo, resultando muy solvente en las escenas de acción. Cuenta entre sus virtudes con un buen diseño de personajes, Robin y su nuevo uniforme lucen muy bien, así como el resto del elenco. Por contra, es habitual que reniegue de los fondos, cuando los realiza los suele rematar con cuatro trazos, contando con alguna excepción más trabajada. Se colorea a sí mismo en el primer número dejando paso a Luis Guerrero en los siguientes, que implanta una paleta más luminosa, sólida y variada en contraposición al color del dibujante más gustoso de tonos sobrios e incluso pastel. Un dibujo dinámico que mezcla muy bien con el guion de Williamson.
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La trama es sencilla pero todo encaja a las mil maravillas. Un cómic muy bien ejecutado que aspira meramente a entretener, consiguiéndolo con creces. Un ejemplo para mucho otros que se cimientan en la acción superheroica sin que la ensalada de tortas resulte atractiva. Amparada en el magnetismo de su protagonista, que cuenta con la dosis justa de introspección, elementos de su lore bien integrados, personajes poco vistos en los últimos tiempos de la editorial o en un excelente ritmo, Robin, es una de las mejores series regulares de la etapa editorial que nace bajo el marco de Frontera Infinita.
Lo mejor
• Se lee de forma muy ágil y divertida.
Lo peor
• Una premisa tan manida puede no gustar.
Guion - 7.5
Dibujo - 7.5
Interés - 8
7.7
Divertido
Damian Wayne en un ancestral torneo de artes marciales. Todo lo que esperas de una premisa así, lo encontrarás en el tomo, con brillo en los detalles y un ritmo ágil y dinámico. Un cómic muy divertido.
De todas las series que tiene Williamson ahora mismo, me pacece la mejor, quizás porque es la que menos aspiraciones tiene y va mejor con sus capacidades como guionista, que no le llegan como para escribir series titulares como batman, pero si para series mas secundarias de este estilo
Pues bastante de acuerdo,un buen producto de entretenimiento. A ver como evoluciona, pero miedo me da lo que anden trasteando con la(s) Liga(s) y el arbol genealogico de los Al Ghul…
a mi lo que me da miedo es como lleven lo que han dicho en la ultima pagina del numero mas reciente, que no voy a hacer spoilers, pero no me gusta por donde va
«Shadow war» va a a ser la revalida de Williamson, todas sus colecciones desembocan en ese evento. Si la cosa no tira me imagino que se le acabara el credito. Y hay alguna cosa que puede apuntar a que la cosa no tire… Veremos!