Robin, su abuelo, sus hermanos, su amiga y sus adversarios.
«No puede salir nada bueno de tu presencia en ese torneo.»
Segunda entrega en rústica de Robin, una de las series más divertidas nacidas bajo el marco de Frontera Infinita. El primer libro nos mostraba un Damian Wayne dispuesto a abandonar la batfamilia, autárquico y decidido a emprender su propio camino acaba inmerso en un peligroso torneo a muerte. Williamson y Melnikov nos contaban una historia donde la evidente falta de originalidad no provoca desazón en el lector gracias al excelente ritmo, acertados diálogos y la sencilla, pero efectiva, caracterización de los personajes. Es en este punto donde el cómic que nos ocupa no se muestra tan lúcido, mancillando un poco el conjunto, siendo un buen divertimento, pero no tan redondo como el comienzo de la colección.
Cierto personaje del lore de Damian aparece de nuevo por la páginas de Robin, probablemente el más agradable de todos. Una grata sorpresa para el aficionado que ve como Williansom se ha preocupado (ya lo demuestra desde el capítulo uno) por rodear a Robin de elementos acordes a su historia (sea Damian u otro de los portadores de la capa amarilla y botines verdes) al tiempo que crea nuevos personajes y amenazas. Otro ejemplo es colocar a Blue Shrike, hermano de Shrike, aquel artista marcial que fuera enemigo de Nightwing, como adversario de Damian en su primer combate “oficial”. Un cierto estudio o conocimiento editorial es demostrado por el autor de The Flash, algo a agradecer. En otros tiempos era más común entre los guionistas preocuparse de las historias pretéritas del personaje a escribir, pero actualmente no siempre es un requisito a cumplir. El fondo editorial al que acude para definir los distintos luchadores del torneo también exige cierta dedicación, aunque no obtengan ni el más mínimo desarrollo, simplemente funcionan en forma de guiño.
Un Ra’s Al Ghul paternalista, pacífico y retirado, tras ser vencido por Batman y los Outsiders, entrena a Damian. Una caracterización del villano difícil de tragar, amable, humano y con un aire hippie, es un abuelo muy al uso para su nieto, procesando halagos excesivos hacia el joven (sin hacer gala del habitual y esperable temple ladino) en pos de alimentar el aura de superioridad de Robin. La extraña actitud de la Cabeza del Demonio entrega un encumbramiento artificial del protagonista, algo con lo que el lector lleva lidiando toda la vida editorial del personaje, que por costumbre ya ha aceptado, pero en este caso se traspasa la línea del descaro, sin llegar, eso sí, a los delirantes niveles de Tynion con Ghostmaker. No solo Ra’s cambia en beneficio del protagonista, también lo hace a favor de la trama, inspirada (como se mencionó en la reseña del primer tomo) claramente en películas de acción de artes marciales, donde es habitual ver entrenar al héroe correspondiente junto a un anciano espiritual y experimentado que lime el carácter y las técnicas de nuestro luchador. Un elemento incrustado sin tacto, con prisas y mal aprovechado, Damian se recupera, entrena y viaja en un espacio tan corto de tiempo que ninguna de sus acciones se siente con poso suficiente para considerarlas importantes.
Destructora, la otra caracterización cuestionable del cómic, continúa firme en su papel de amiga preocupada por Damian. Seguimos sin conocer sus motivaciones, unas que den sentido a unas actitudes que no concuerdan con lo que conocemos de la hija de Deathstroke. La relación con uno de los integrantes de la batfamilia vista en Estado Futuro puede que entregue una pista, aunque tampoco sería la mejor de las justificaciones. Flatline tiene cierto desarrollo, siendo el primer personaje en el que se centra el cómic a parte de su protagonista. Respawn recibe la atención del enemigo a batir, en detrimento de Connor Hawke, que sin embargo sí mantiene el aura de final boss, advirtiéndose en él intenciones ocultas. ¿Ha demostrado el hijo de Green Arrow propósitos heroicos? El resto de Robins, Cassie incluida, aparecen en el cómic. Jason y sobre todo, Dick, son los más cercanos al actual petirrojo.
El tomo incluye el capítulo 6 de Truth & Justice con un guion simpático a cargo de Andrew Aydin y un dibujo cartoon, acorde con el tono de la historia, realizado por Juni Ba. Damian, rodeado de la batfamilia, celebra su cumpleaños, al que por supuesto no falta su abuelo, enemigo de la historia. A pesar de que pueda tener un valor humorístico y de entretenimiento, ECC lo integra aquí con calzador, rompiendo el ritmo. La serie regular termina como es habitual en cliffhanger y aún te quedan páginas del libro, esperas leer la continuación pero no es el caso, asistiendo de buenas a primeras a un cumpleaños al que no querías ir, pero te han obligado a acudir.
Jorge Corona, autor venezolano relativamente ligado a Robin con su participación en La Guerra de los Robins, Grayson o Nightwing se ocupa del dibujo del cuarto capítulo. El artista da continuidad al aire juvenil de la serie, tiene buenas expresiones faciales y mejores fondos que Melnikov, los paisajes de la isla son disfrutables y cuentan con una mayor atención al detalle. El titular regresa en los capítulos 5 y 6 centrándose en lo que hace bien: dinamismo en las figuras y en las escenas de acción, gran representación y diseño de los personajes, disimulando con cierta gracia aquello en lo que no despunta, como los mencionados fondos. En el primer capítulo de la serie también se encargó del color, sustituyéndolo (y manteniéndose en el puesto) Luis Guerrero que entrega tonos vivos y sólidos. Mención especial para el rotulista Troy Peteri, que destaca con acertadas aportaciones y una tipografía propia para el nombre de cada combatiente. Su nombre no aparece en todo el tebeo, sí es acreditado en la versión original del cómic (como se puede ver en la siguiente imagen) es ECC la que obvia la información en su tomo, una decisión muy cuestionable.
Un cómic entretenido que se apega a los clichés del tipo de historia que cuenta sin que moleste, su objetivo claro es entretener sin mayores pretensiones y así es percibido, abrazado y disfrutado por el lector. Williamson amolda personajes a los conceptos necesarios, cuando sucede con los de nueva creación no chirría, pero comete el error de hacerlo con Ra’s Al Ghul de forma muy conveniente, desluciendo al villano y el conjunto final. El adecuado ritmo, el enérgico dibujo y el interés por la trama se mantienen, conservando muy probablemente a aquellos que disfrutaron del primer tomo, dispuestos a seguir con el tercero.
Lo mejor
• Es divertido y ágil de leer.
Lo peor
• Ra’s Al Ghul.
Guion - 6.5
Dibujo - 7.5
Interés - 8
7.3
Mantiene el interés
Este tomo no es tan divertido como el primero pero sigue entreteniendo y mantiene el interés por el Robin más joven e irreverente y por los acontecimientos venideros en la isla de Lázaro.
Pues si, Williamson se marca una caracterizacion de Ra’s flipante que obvia incluso lo que el mismo escribio en Superman/Batman.
Y encima… Estaba en modo avion mientras leia o desde que comienza en entremaniento hasta que vuelve… Pasa un dia? Demasiado fantasmada.
Y el añadido rompe tono, trama y un poco todo.
Poco lucido el tomo este, si. Lastima.
Se acerca Shadow War…